Capítulo 2 2. Tristeza y recelos

Era un nuevo día en mi vida, había estado reflexionando toda la noche acerca de la declaración de Ari. No quería hacerla esperar mucho tiempo, pero no era una decisión fácil de tomar. Estaba enamorado de otro hombre, y si aceptaba solo la estaría usando, no sería moralmente correcto. Por otro lado, si la rechazaba sería sospechoso, y empezarían los rumores contra mí, pues era una chica increíblemente popular. SE podría decir que estaba entre la espada y la pared.

A final de cuentas, había decidido aceptar la declaración, me esforzaría el máximo por recomenzar mi vida y olvidarme de Akira, tratar de ser un buen novio, posteriormente un buen esposo, y, tal vez un buen padre. Sabía que el proceso iba a ser doloroso, pero ese amor no estaba hecho para mí.

En la escuela estaba buscando su salón paran darle mi respuesta, ahí estaba ella, estilizando su coleta y peinando su flequillo, en cuanto me vio se emocionó. Se acercó y bajó la mirada, apenada.

-Vengo a darte mi respuesta.

-Ah, sí.

Noté cierto nerviosismo en su voz, y era entendible, yo también estaría aterrado en su lugar ante la posibilidad de un rechazo. Me incliné un poco para ponerme a su altura, posteriormente acaricié su cabeza, tratando de calmarla.

-Acepto. -Sonreí.

Ella comenzó a gritar de emoción, abrazándome en el momento, mientras que yo me limitaba a reír.

Minutos después regresé a mi clase, justo antes de que esta empezara, eso era bueno pues así Maro no podría estar jodiendo con el asunto de Ari, o al menos no hasta el segundo receso, pero tendría tiempo suficiente para prepararme para su desborde de personalidad. Una vez que la clase llegó a su fin, y tal como suponía que sucedería, Maro no dejó de insistir en saber mi respuesta. Tuve que decirle para que mis oídos tuvieran algo de paz.

-Wuju, el solterón al fin está atrapado.

-¡¿Acabas de llamarme "solterón"?!

-Vamos, no podrás negar que lo eras, esta es tu primera novia, ¿Verdad?

-¿Y eso qué? -Respondí, molesto.

Al chico le causaba mucha risa hacerme enojar, así que siguió con el tema el resto de la clase. Cuando finalmente acabó la escuela, mientras nos dirigíamos a casa, seguimos platicando sobre las trivialidades de la vida. Me distraje tanto que no presté atención a mi alrededor y terminé chocando con alguien. Me disculpé, alcé la vista todo para darme cuenta de que había chocado contra Akira. Nuestros ojos se cruzaron, lo que me hizo sentir una inmensa vergüenza, como si estuviera siendo arrestado por un oficial de policía tras haber cometido el peor de los delitos. ¿Es que acaso él podía leer que no estaba siendo honesto con nadie?

A diferencia de otras veces en las que Akira me abrazaba o me saludaba, esta vez sentí como si estuviese siendo frío conmigo, se dirigió a su hermano, apartándose bruscamente de mi lado, me sentí decepcionado.

-¿Cómo les fue hoy? Espero que traigas buenas notas, Maro.

-¿Podrías dejar de actuar como mis padres? Solo eres mi hermano

-Tu hermano y el encargado de la casa, por lo que estás jodido.

-Mira, que hoy no podrás arruinar mi día, ¿Verdad, Haru?

-Ah, ¿Así que al final Haru si tiene pareja?

-Sí, ¡y una muy bonita!

Por alguna razón sentí mucha culpa, me quedé en un estado neutro, tratando de no demostrar ninguno de los cien sentimientos que estaban surgiendo en mi mente. Akira se acercó a mí, demasiado, y con su ronca voz susurró algo en mi oreja.

-Felicidades

Tras esas palabras sentí un escalofrío recorrer mis entrañas, solamente asentí mientras él se marchaba. Maro se molestó pues decía que nadie más que él podía joderme el día.

Tras esa extraña experiencia regresé a casa. En cuanto me cambié recibí un mensaje, uno de Ari. Por poco había olvidado que ahora era su novio. En fin, revisé la notificación, solo había mandado un hola, pero se me hizo algo tierno por el emoji que había puesto. Estuve mensajeándome con ella gran parte del día, hasta que se despidió porque tendría una cena con sus padres. Ella era hija de una importante familia empresaria en el país, por lo que a veces debía acompañar a su familia a las cenas de negocios.

Decidí prender la televisión, pues hace mucho tiempo que no veía las noticias y no quería estar desactualizado. El noticiero acababa de iniciar, salía un presentador bastante joven, anunciando que el anterior estaba enfermo y que él sería su reemplazo hasta nuevo aviso.

-En otras noticias, el accidente de hoy causó una huelga en la ciudad capital. Para los que no han estado al tanto de las noticias de esta semana, les daremos un resumen, una asquerosa pareja de lesbianas trataban de huir del país hacia el este. Los buenos ciudadanos trataron de darle su merecido, pero terminaron chocando con una familia que les impedía el paso. Los rumores dicen que lo hicieron a propósito. Afortunadamente ellas también murieron en el incidente. Los ciudadanos piden más atención al caso y cárcel para toda persona que sé declare abiertamente homosexual, pues son un peligro para nuestra sociedad.

Esa noticia me cayó como un balde de agua fría, yo no iba a terminar muerto, ¿Verdad? No, no era posible, yo ya tenía una novia y mientras me esforzara todo saldría bien, así debía ser.

Vi la hora en el reloj, aún era temprano para dormir, pensé en cenar también, pero los sentimientos que se revolvían en mi interior no me permitían probar bocado alguno sin sentir asco. ¿Qué me estaba pasando? Se supone que debería estar feliz, ¿No? Sin embargo, era todo lo contrario, me sentía una mala persona, un mal hijo, un mal novio, etcétera.

Para calmarme decidí que me daría una ducha fría y luego me acostaría a dormir. Así fue como terminó mi día.

A la mañana siguiente me desperté a tomar un vaso de agua, moría de sed, cosa que se me hizo extraña, hasta que me miré al espejo, había estado llorando dormido. Mis ojos ahora estaban hinchados, tenía el aspecto de un vagabundo. Me puse hielo, antes de mirar el celular. ¡Maldición! Llegaría una hora tarde a la escuela, por lo que perdería la primera clase. No lo dude, me vestí rápidamente antes de salir a la escuela, sin desayunar.

No sé si fue buena o mala suerte, pero no tuve que explicarle nada al profesor, pues tan solo mi aspecto le daba a entender que algo no andaba bien, él lo tomó como un resfriado y me mandó a hablar con dirección para que le avisara a mis profesores que faltaría ese día.

Salí de la oficina con un justificante. Después escuché la voz de una chica, Ari me vio, corrió hacia mí para abrazarme, y me alejé inconscientemente por la culpa que sentía.

-¿Haru?

-Estoy resfriado y no podría perdonarme si te contagio

-Oh, no. ¿Te sientes mal? ¿Quieres ir al hospital?

-No te preocupes, solo necesito descansar, me voy a casa.

-Te acompaño.

-No, no debes saltarte clases, menos por mí, además, hoy tienes examen de literatura, ¿Verdad? Te deseo suerte, sé que sacarás la mejor nota.

-Oh, Haru, eres una dulzura. Por favor, mándame un mensaje cuando llegues a casa.

Asentí con la cabeza, mientras acariciaba su mejilla. Posteriormente me marché. Iba inmerso en mis pensamientos, tanto que no me di cuenta en que momento me empecé a marear, lo último que recuerdo es una vista completamente negra y una voz conocida gritando mi nombre con desesperación.

Desperté en el hospital, con un suero colocado en mi brazo derecho, y Akira mirándome. Definitivamente esto significaba problemas. Pensé que iba a recibir el regaño de mi vida por su parte, sin embargo, lo que pasó me sorprendió.

-Haru, debes cuidarte, ¿Sí? -Dijo con el tono de voz más amable que jamás había oído, mientras acariciaba mi cabeza con suavidad. -El doctor dijo que estás deshidratado y con bajas en proteína, también estás falto de sueño. Esos son síntomas de depresión, ¿Qué está ocurriendo?

-No es nada, de verdad.

Akira estaba a punto de hablar cuando la puerta se abrió, bajó la mano de la parte superior de mi cabeza hasta mi frente y cambió tanto de tono como de expresión al ver de quien se trataba.

-Ya no tienes fiebre, así que ya me voy, cuídate más, ya no eres un niño, y si no lo haces, mi hermano me echará la culpa, como siempre.

Dichas esas frías palabras, se fue sin más. Ari estaba preocupada, traté de convencerla de que fue un descuido mío, pero se negó a dejarme solo. Ella insistió en visitarme saliendo de la escuela para cuidarme, accedí al no poder sacarla de esa idea.

Llegando a casa sé despidió, al otro día iría a llevarme medicina, también a asegurarse que estuviera comiendo bien. Yo aproveché para limpiar, escondí muy bien la carta de Meri, para evitar cualquier daño hacia su persona y la mía, quité la ropa sucia e hice algo de labores domésticas.

Los días pasaron poco a poco, yo estaba siendo cuidado por mí novia, Maro venía también de vez en cuando, todo lo contrario a su hermano, quien me evitaba cada vez más. Las tareas que debía hacer me llegaban por correo, así se volvió mi vida. Todo comenzaba a ser tranquilo hasta ese día.

Como era habitual, me encontraba a solas con Ari en mi habitación, era la última vez, pues ya me habían dado de alta, por lo que debía de presentarme al colegio. La noté un poco más atrevida de lo normal, ese día llevaba escote, y una mini falda, se veía bonita, así que resté importancia al asunto.

-Haru, ¿Crees que lleguemos a casarnos algún día?

-¿Por qué apresurarse? Aún nos queda mucha vida, cariño

-Siendo así, ¿Crees que me estaría apresurando si hago esto?

Ari se levantó de la cama y se bajó la falda. Yo estaba comenzando a entrar en pánico, cosa que podría echar a perderlo todo

                         

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