En los brazos de Marcello
img img En los brazos de Marcello img Capítulo 7 Puntos claros
7
Capítulo 10 Un helado y otro beso img
Capítulo 11 Sinceridad ante todo img
Capítulo 12 Me reiniciaste la vida img
Capítulo 13 Si se trata de ti img
Capítulo 14 Calentura img
Capítulo 15 Por fin, mía img
Capítulo 16 Fidelidad img
Capítulo 17 Amor para mi vacio img
Capítulo 18 Desgracias img
Capítulo 19 Dolor por culpa img
Capítulo 20 Problemitas img
img
  /  1
img

Capítulo 7 Puntos claros

Narrador omnisciente.

-¡Qué lindo perrito, qué cosita más tierna! ¿Cómo te llamas? ¿Hm? ¡Qué guapo eres! - exclamó Eileen mientras jugaba con el perro de Marcello, en el jardín trasero.

El mafioso había despertado de mal humor, era sábado, y su fin de semana se miraba difícil con alguien a quien domar en casa. Sin embargo, mientras bajaba las escaleras su rostro cambió al escuchar a Eileen debajo.

-Se llama Kairo- dijo el mafioso, tomando por sorpresa a Eileen, mientras que el perro le dejó de prestar atención y corrió hacia los brazos de su dueño.

-Buenos días, niño lindo. Veo que te cae bien la odiosa de la muchacha-acarició a su mascota mientras se dejaba llenar de besos y lamidas.

Eileen iba a cruzarse de brazos, pero el perro volvió a su lado, lo que la hizo sonreír ampliamente.

-¿Ya ves? no le parezco odiosa- dijo, mirando mal a Marcello -¿Verdad que no? el burro hablando de orejas -agregó, esta vez hablándole al perro, en referencia a su dueño.

Marcello se acercó un poco más.

-¿Cómo dijiste?-

-Lo que escuchó-respondió Eileen retadoramente.

-Tutéame- le pidió Marcello.

-A mí me gusta ser respetuosa- continuó con la actitud.

-¿Respetuosa y me faltas al respeto? Qué graciosa- Marcello bufó, negando con la cabeza, disfrutando del desafío que le ofrecía Eileen.

Se preguntó, ¿Qué hacia abajo? Era extraño que saliera de su habitación luego de su comportamiento rebelde y negativo. Sin embargo, le agradaba que fuera tomando confianza y se fuera familiarizando con la casa.

-Ven con papá Kairo!- De tan solo emitir aquella frase el perro abandonaba a Eileen y corría a los brazos de su dueño. El mafioso sonreía muy a gusto, tanto que Eileen no podía evitar mirarlo fijamente, admitiendo que era muy guapo y que lucía radiante cuando sonreía. Pensó que tenia buena dentadura como para siempre llevar el rostro entruñado.

-Vuelve conmigo Kairo- Eileen silbó para que el canino regresara a sus brazos pero no hizo más que tumbar a su dueño al suelo, haciendo que se sentara para llenarlo de besos.

Esto le causó mucha gracia a Marcello. Kairo había ignorado a Eileen.

-Anda, ve con mamá, corre, llénala de besos - Tras el mafioso decirle al perro estas palabras, corrió de regreso hacia donde Eileen. Lo que la dejó rígida por unos segundos, hasta que pudo reaccionar y prestarle atención al perro.

Marcello y ella conectaron miradas. Sin embargo, se vio interrumpida por las cosquillas de Kairo en Eileen, cuales le provocaron risas en medio del mar de tristeza que llevaba dentro.

-Kairo está muy feliz de por fin tener mamá - Marcello después de embobarse por unos segundos mirándola reír, procedió hacer lo que mejor se le daba, joder - ¡Por fin una familia para mi Kairo!- era un actor de primera.

-No tengo problemas con ser su mamá. Siempre y cuando, su padre no crea tener nada comprometedor conmigo-Eileen jugó también.

-Cariño pero, ¿Qué cosas dices? si tuvimos a Kairo- Eileen pensó que Marcello había amanecido muy gracioso hoy.

-Eso es cierto, se me olvidaba que nos divorciamos- replicó Eileen, continuando con la broma.

-Ninguna mujer se divorciaría de mí, soy un caballero- aseguró Marcello, volviendo a su semblante serio.

-Claro, ya te veo, regalando ramos de balas. Agarrandola y a la vez despegandole un brazo. Arrancándole un lado de cabello...- comenzó a enumerar pero Marcello la interrumpió.

-No tienes idea de lo que hablas. No soy así y lo has visto. Has mirado como he sido contigo - dejó los chistes a un lado y volvió a su semblante duro.

-¿Cómo has sido conmigo? Me has tomado del pelo, me has estrellado contra la pared, me has sostenido las muñecas y has dejado en mi piel tus dedos... ¿qué más?- le reprochó Eileen, golpeando el corazón de Marcello.

-No he sido el más suave, pero he tratado de que nadie te tocara la noche que fuiste secuestrada. Milena y Augusto me dijeron que te dejara con los guardias y me fuera a dormir a la cabaña, donde tenía una espaciosa y cómoda cama esperándome, pero preferí quedarme en el sofá contigo, velando tu sueño y evitando que alguno de mis hombres se propasara contigo- hizo una pausa.

Eileen sintió cómo se le erizaban los pelos y tragó con dificultad.

-No he sido el más suave, pero rompí las reglas que tenemos con todos los rehenes, sin excepciones, para que no perdieras la vida. Me volví loco y perdí el control cuando estuve a punto de volarle la cabeza a mi socia de ocho años por una mujer a la que acababa de conocer hace poco tiempo- continuó Marcello, haciendo que Eileen desviara la mirada.

-No, mírame- le ordenó al instante en que ella rompió el contacto visual.

Marcello estaba enojado, aunque sabía que era el malo, no tenía intenciones de hacerle daño a Eileen.

-Te abracé como a una niña y dejé que lloraras en mi pecho cuando entraste en pánico. Te ofrecí mi casa, un lugar donde ni Milena ni Augusto nunca han venido. Te he alojado en una bonita habitación, como te mereces, y he tratado de no ser contigo como lo soy con todos, porque me gustas. ¿Es eso lo que querías oír? Te lo digo. No sé qué mierda vi en ti, pero me quedé enganchado y me ha llevado hasta aquí. Y no me arrepiento, ¿me escuchas? Digo que la vida no se equivoca, pero no me jodas de esa forma-reveló Marcello, mostrando una vulnerabilidad poco común.

Eileen se sintió mal y con cierta vergüenza.

-El desayuno está servido. ¿Prefieren pasar a la mesa o desayunar aquí en el jardín?- interrumpió una de las sirvientas, rompiendo el tenso momento entre Marcello y Eileen.

-Por mi, para no incomodar a la señora con mi presencia, comeré arriba - Eileen inmediatamente se negó.

-Definitivamente no. Quiero que el señor coma conmigo, que me haga compañía - se dirigió ella misma a la servidumbre. -Queremos desayunar aquí en el jardín, por favor- finalizó.

-Ya he dicho que..- Eileen lo interrumpió.

-Haz ordenado ayer que ellas harían todo por complacerme. Ya he dicho -Marcello mordió su lengua y guardó silencio, incapaz de negarse a su petición. La sirvienta, aunque confundida, rió por dentro ante la interacción entre los dos.

-¿Ahora resulta que quieres de mi compañía?- preguntó Marcello con sarcasmo.

-Y quién sabe si algo más- respondió Eileen, con una mirada coqueta.

Marcello se contuvo y pasó su mano por su barba, tratando de calmar sus emociones. Reconocía el poder que Eileen tenía sobre él, y eso lo frustraba.

Por dentro, maldecía su deseo de protegerla y cuidarla, mientras que, con el resto del mundo, prefería ser el hombre duro y peligroso que todos conocían.

Al final, a Eileensita solo le hacia falta que el mafioso la pusiera en su lugar.

''Aún no ha experimentado el infierno que puedo ser", pensó Marcello para sí mismo.

Sin embargo, con ella, quería ser el consuelo, el apoyo y el refugio que necesitaba.

A pesar de sus diferencias, Marcello y Eileen estaban comenzando a conectarse, a entenderse y a encontrar un extraño equilibrio entre sus personalidades opuestas. Ambos se sorprendieron de cómo esa interacción, llena de tensiones y conflictos, estaba empezando a cambiar sus vidas de manera inesperada.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022