Capítulo 2 2BESTIA

Recuerdo cuando el viejo Maurice vino a mi en busca de ayuda, para saldar una deuda que le debía a un tal Gastón, accedi a prestarle el dinero, sin embargo el alego que tampoco podría devolverme el dinero, pero a cambio tendría a su hermosa hija llamada Isabella, pero de cariño la llama Bella. Para luego mostrarme una imagen de la chica.

Cuando la vi, con su vestido azul, corset blanco y unas rosas en sus manos, sentí como mi verga se estremeció y quiso entrar en las profundas fauces de la hermosa Bella. A pesar de que su hechizo no fuera reversible, extrañaba estar las piernas de una mujer tan hermosa como lo es la hija de Maurice.

Acepté el trato, le di el dinero al viejo y le di un plazo de una semana para que llevara a su hija a mi castillo. Sin embargo él no lo cumplió, baje al pueblo, lugar que no visitaba desde hace unos 6 años y fue cuando lo ví, Maurice estaba completamente borracho mientras que en sus piernas tenía una mujer.

Maurice al verme se palideció y todos dentro de la taberna hicieron silencio, sé que mi aspecto no es el mejor, soy más grande que el promedio de hombres en el pueblo, soy más fuerte, hábil y meticuloso.

La mayoría me han apodado como la bestia, por una maldición que una bruja lanzó sobre mí, dándome un aspecto temible, mi rostro tiene facciones humanas, pero estoy repleto por completo de un pelaje caoba.

La mujer en las piernas de Maurice se levanta y corre gritando que la bestia estaba en el pueblo.

- Por favor. - suplico Maurice. - no lo hagas.

- Rompiste una promesa Maurice, debes cumplirla.

- Mi hija no lo quiso. - El viejo estaba tan nervioso que se orinó encima. - Se fue con Gastón, quise devolver el dinero, pero no halle el camino de regreso.

- Me sabe a mierda tus excusas, ahora tendrás que pagar.

No me importo las súplicas de aquel hombre, le di una muerte rápida para que no agonizara, pero ya tenía una deuda conmigo y su hija debía pagarla.

La mire por mi espejo cada día y cada noche, la vi follar con Gastón, disfrutando del sexo que él le daba, pero podia ver su decepción cuando aquel narcisista se corria dentro de ella y Bella no tenía su tan preciado orgasmo.

No negaré que me masturbaba con aquellas escenas, la imaginaba encima de mi, brincando sobre mi enorme polla, la imaginaba encima de mi cara, mientras que lamo su hermoso coño rosado. Bella ocasionó en mí unas ganas terribles e irracionales de tomarla de una vez por todas.

Y así lo hice. Ella está durmiendo plácidamente en su habitación, la señora Potts se encargó de llenar su closet de hermosos vestidos y zapatos, Lumiere, se encargó de llenar su habitación de rosas y que toda la habitación fuera reconfortante para mi hermosa mujer.

- ¿Crees que fue lo correcto? - Me pregunta la señora potts, desde la puerta de mi habitación.

- Ella me fue ofrecida ¿Lo olvidas? - Le respondo mientras que miro todos mis acres.

- No lo olvido señor, pero ella se opuso a todo esto.

- Aprenderá a vivir con ellos. - Me encojo de hombros. - Isabella, ahora será mi mujer, quiera o no.

- ¿Tienes la esperanza de revertir el encantamiento de la bruja?

Suelto un gruñido de solo recordarla.

- No lo sé, señora Potts, actualmente simplemente quiero tener una compañía que no me tenga miedo. Claro, aparte de ustedes, alguien que me pueda complacer en los aspectos más personales. - Me giro para ver a la señora Potts.

- Entiendo perfectamente señor. - Ella asiente con su cabeza.

- ¡Señor Adams! - Escucho como Chip, el hijo de la señora Potts grita mi nombre, de entre todos mis trabajadores es el único que se toma la osadía de llamarme por mi nombre, y no me molesta.Pero justo cuando esta enfrente de mí, su madre lo reprende con la mirada. - Señor, la señorita se ha despertado y está un poco alterada.

- Señora Potts, encarguese de todo por favor. - Miro a la mujer.

- Claro que sí. - Ella asiente con su cabeza, para luego hacer un ademán a su hijo para que la acompañara.

Actualmente vivo en el ala oeste del castillo, es el lugar más solitario y silencioso de todos, así puedo contemplar la maravilla de horizonte que tengo en la ventana y no solamente eso, puedo pensar en todas las cosas que inundan mi cabeza. Y Bella se encuentra en el otro extremo, lejos de mi.

Tomó el espejo mágico y pido ver a Isabella, su imagen se vuelve turbia, pero a los pocos segundos tengo una imagen clara de la mujer más hermosa que puede existir. Bella se encontraba con sus rodillas pegadas al pecho, mientras que miraba con recelo a Lumiere, pero justo podía notar sus lagrimas bajar por la mejillas..

- Señorita no le vamos a hacer nada. - Dice Lumiere tratando de controlar a Bella.

- ¿Donde carajos esto?

- Está el castillo del príncipe Adam.

- ¿Qué príncipe? Este pueblo hace muchísimo años que dejó la monarquía.

Aquello era cierto, mis padres murieron hace muchos años y luego de ser hechizado cerré las puertas del castillo dejando a la deriva a los pobladores, pero ¿Que podía hacer? me convertí en una bestia amorfa, todos me iban a tener miedo.

Vi como la señora Potts entró a la habitación junto a Chip.

- Nos complace tenerla aquí señorita Isabella.

- No me llame así, mi nombre es Bella.

- Como usted diga señorita Bella. - Potts asiente con su cabeza sin perder la compostura. - El señor Adam me envió para ver si esta bien, o necesita algo.

- Dígale a su señor, que puede irse a la verga. - Una sonrisa ligera surca mi rostro. - Estoy retenida en contra de mi voluntad y quiero irme de aquí.

- Me temo que eso será imposible.

- Me sabe a mierda.

Bella se levanta de la cama y va en dirección a la puerta de la habitación, Lumiere, Potts y Chip van detrás de ella tratando de convencerla de quedarse, pero ella estaba decidida a quedarse y no le importaba lo que dijeran detrás de ella. Sin embargo cuando llegó al gran salón escaneo con su mirada todo el lugar, y a pesar de que todas las cortinas estaban cerradas y todo está oscuro, se podía apreciar con detalles los elementos tallados dentro.

Rápidamente salió de su encanto y corrió a la gran puerta del castillo.

– ¡Señorita Bella! - Exclamó Potts tratando de alcanzarla y evitar que saliera del castillo.

Pero Bella salió del castillo dejando atrás a mis trabajadores. Baje el espejo y justamente por la ventana de mi habitación, la vi corriendo entre el laberinto que había en el jardín.

Solté un aullido y brinque desde mi habitación, hasta el pasto, el calor penetro mi espejo pelaje, el sol estaba en su máximo esplendor, corrí entre los matorrales del laberinto siguiendo el exquisito aroma de Bella y sabía que estaba cada vez más cerca de ella, hasta que justamente la vi saliendo del laberinto para luego internarse en el bosque.

Apresuré mis pasos y el viento inevitablemente chocó contra mi rostro, Bella miraba detrás de sí en unas cuantas ocasiones tratando de saber si la seguía, pero estaba equivocada si pensaba dejar todo a la mitad.

Me trepe en árboles tratando de desaparecer de su panorama Y justo cuando la vi disminuir sus pasos me lance desde lo más alto hasta caer al solo a unos cuantos metros de ella.

Bella gritó llena de pavor al verme, cayó al suelo y comenzó a sollozar.

- ¡Aléjate de mí por favor! - imploro Bella.

- No voy a hacerte daño. - Mi voz salió más rasposa de lo normal. Intento acercarme a Bella para llevarla de nuevo a casa. pero se hizo a un lado huyendo por completo de mi.

La rabia y la impotencia inundó todo mi cuerpo, odiaba mi apariencia física, y que Bella me rechazara llegaba justo a mi tan reducido corazón. Sin importar si le hacia daño la tome del brazo y la comencé a llevar a rastras.

- ¡Suéltame bestia! - Sus pequeñas manos trataban de zafarse de mi fuerte agarre. - ¡No me quiero ir contigo! ¡Sueltameee!

- ¡No! - Me gire para verla con rabia. - ¡Eres mía ahora!

- Yo no soy tuya. - Respondió Bella con seguridad.

            
            

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