Caricias de odio
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Capítulo 3 2

Eric Marzzolli

No puedo dejar de pensar en ella. No he podido desde que la conocí. Horas intentando entender que demonios sentí cuando la tomé como mi mujer y ahora me ha puesto más inquieto aún.

Recostado contra la pared del salón donde mi hermano me hacía sus demostraciones quirúrgicas cuando estudiaba, me saco la polla dura y empiezo a menearmela con vehemencia sin poder apartar la frente de la pared si quiero mantener el equilibrio. Esa maldita rubia me ha puesto a cien. Ha despertado sentimientos de pertenencia que jamás he tenido por una mujer y nunca he deseado tener tampoco, no soy un tipo celoso y definitivamente no voy jodidamente reclamando hembras para mi por la vida; pero con ella fue distinto. Algo casi instintivo, natural

Una necesidad visceral de dejar claro que soy su dueño y ella me pertenece a mi, sin que nadie más pueda tocarla.

Después que huyó de la boda imprevista, me quedé pensando en la locura que cometimos y entonces vengo a aquí y tengo que verla, al mando de la cirugía de mi hermano y siendo manipulada por las manos de otro tipo cuando es mía. Completamente mía. Soy su marido, ella mi mujer y si Emer no sobrevive las cosas serán más difíciles e irán mucho más allá del mes que ambos pactamos hace un rato.

Esa mujer va a hacerme cometer locuras. Ya lo sé.

Los malditos Zallinskis iban a tener mayoría en la empresa conjunta de la familia si yo no me casaba. De todas las propiedades que tenemos esa es la que más le importa al abuelo y jamás podría dejarla en el aire pero...joder, casarme con una Zallinski no me apetecía. Salí huyendo y me tropecé con ella, esta rubia enloquecedora que se veía tan necesitada como yo de huir de algo parecido. En ese momento se sintió exactamente como lo perfecto pero ahora, ahora que la he vuelto a ver.

..que la he besado, tocado y reclamado...ahora será mucho más difícil de manejar.

Aprieto mi columna de carne con más fuerza hasta que logro que en medio de un jadeo silencioso, me explote el clímax lanzándolo contra la pared. Es inadecuado y mal educado por mi parte pero no puedo ir donde mi familia con una erección de campeonato mientras mi hermano lucha por su vida.

Me acomodo la camisa como puedo y trato de recomponerme, lanzo algo de alcohol a la pared embarrada y me salgo escabulléndome con cuidado para volver con los míos.

Solo necesito doblar por el pasillo para volver a verla. Su pelo saliendo rebelde por su espalda en tanto mi madre le mira, Jenha -la mujer de Emer -le toma las manos y llora. ¿Qué jodidos pasa?

-¡¿Mamá...?! -todos se vuelven a verme -. ¿Qué pasa?

Mi hermano pequeño está en brazos de la abuela. Mamá niega anegada en llanto mientras mi padre sostiene al abuelo que está demasiado pálido y mi hermana Anne corre hacia mi para saltar a mis brazos y darme la respuesta a tan estúpida pregunta:

"Emer ha muerto" "Mi hermano ha muerto y mi mujer le ha matado".

Kaia LaBeouf

Jenha me aprieta las manos tratando de soportar en mi, su dolor. Sabe cuánto quería a su marido. Sabe que soy quien visita cada consulta de su embarazo porque Emer solo confía en mi para cuidar de su mujer y sus hijos no natos pero sin embargo, nadie de la familia al completo que acabo de conocer sabe que me acabo de convertir en parte de ellos además de ser la portadora de la mala noticia.

Yo también lloro. También lo siento y también cargo con el peso de saber que lo hice bien pero que no fue suficiente. George ni siquiera se atreve a venir a dar la cara. He tenido que hacerlo todo en su nombre y no me pesa pero joder... el tipo a mi espalda me mira acusatorio y tengo miedo de que sepa que hubo irregularidades en la cirugía de su hermano más no errores. Simplemente los aneurismas no son fáciles de sobrevivir.

-Te avisaré para que vengas al funeral, Kaia -la viuda me dice como puede -. Él te quería y sé que tú también a él.

-Jenha tengo que decirte algo...

-Luego -ella me corta y se aleja dándome un apretón con la mano -. Hablamos luego tengo que...

Me sorprende verla tan calmada pero la seguiré de cerca. Quiero confesarle que me he casado con su cuñado, que no sabía nada y que todo esto es una locura pero no es el momento, en eso le doy razón.

-¡Ven conmigo!

La voz del hombre con el que tengo una especie de contrato matrimonial me taladra los sentidos. Su mano toma una de mis muñecas y nos guía por el pasillo hasta el despacho de su hermano donde nos encierra con llave, tirando la puerta enseguida de entrar.

-¿Qué crees que haces? -me detengo al recordar que no nos conocemos.

-¿Quién operó a mi hermano? -me aborda directamente.

-Somos un equipo -estamos frente a frente -, y es nuestro equipo el mejor del hospital. Tú hermano nos hizo lo que somos.

Sigo estando sorprendida de que esta maldita casualidad esté pasando pero tengo que seguir tirando para alante. No hay de otra.

-Dame un nombre, Kaia -mi nombre suena fuerte entre sus labios -. Quiero un culpable de la muerte de mi hermano o serás definitivamente tú.

-Pero, ¿Qué estás diciendo? -le empujo intentando poner distancia pero nos sostiene juntos -.Nadie es culpable. Y en cualquier caso un nombre no cambia el resultado, y no puedes asumir que le matamos cuando le salvamos. Joder...¿Cómo te atreves?

En medio de mi insulto forcejeamos y logro abrir la puerta para alejarme de él y enseñarle algo cuando me retiene nuevamente y las cosas se complican más todavía.

-¡Sabía que estarías aquí, maldita cobarde! ¿Te estás acostando con Emer Marzzolli, y por eso no te quisiste casar conmigo?

Daniel está delante de mi fuera de control. Lleva un aspecto peligroso en su expresión y no espera mirar al tipo que sale de detrás de mí que ahora tiene más elementos para dudar de mi persona teniendo en cuenta la sarta de idioteces que acaba de soltar por la boca el tío con el que me obligaron a casarme y del que salí huyendo luego de vomitarle encima.

-¡Perdona, ¿de qué coño hablas?! -el moreno con el que sí me casé le enfrenta y me aparta.

-Estoy hablando con mi mujer, no te metas -Jackson me busca con los ojos y los míos caen cuando...

-Pues resulta que Kaia -se endereza Eric Marzzolli con arrogancia -...es mi mujer. Así que aquí las explicaciones las pido yo que soy su marido.

Esto tiene que ser algún tipo de broma pero sucede...que no tiene ni puñetera gracia.

            
            

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