-Porque la mitad de la familia no sabe que soy tu mujer, Eric -me levanto para acercarme a él -. Porque quería muchísimo a tu hermano y no quiero llorar en público y porque encuentro que hay muchas más personas aquí, que pueden hacerlo y tienen más derecho que yo.
-No te sigo -se pone en sus trece y siento ansiedad.
-Por favor no me hagan hacer esto -imploro a los dos.
Jenha levanta las manos y hace una mueca de conformidad que de cierta forma deja todo en manos de su cuñado. Este me mira, pone sus manos alrededor de mi cintura y tira de mi para pegar mi torso al suyo y su boca a mi oído hasta susurrar...
-No me mientas, Kaia -su tono es de advertencia -. No me, jodidamente, mientas.
-Eric yo...
-Nadie en mi familia acostumbra a decir palabras en los funerales porque te dije que tenemos una manera peculiar de despedir a nuestros difuntos...ni siquiera te preguntaré otra vez porque no quiero que las ganas que tengo de follarte se me pasen si me vuelves a mentir. Esa ropa te queda increíble y me siento violento de las ganas que tengo de quitártelo.
Luego de decir esas palabras cargadas de erotismo y amenazas, se marcha. Me deja en medio de todos y desaparece.
Yo paso un rato más en compañía de su familia y un rato después decido llamar a George y subir a mi habitación.
Me siento en la cama con vista al valle y aprovecho que estoy sola para poner el altavoz y empezar a desvestirme.
-Hola, guapa -contesta al primer tono.
-Voy a estar unos días fuera. ¿Te puedes encargar de mis pacientes? -hago un puchero a pesar de que no me ve.
-Sabes que no tienes que preguntar. ¿Cómo te trata ese hombre?
Me quito el sujetador y bajo mis bragas pensando en el hombre al que se refiere y me palpita el sexo. No puede ser que su sola mención me afecte tanto.
-Estoy bien no te preocupes.
Se me endurecen los pezones solos. Solamente de recordar sus ojos, la forma en que me aprieta contra él y cuando me besa la dominación que siento entre sus manos. Es un hombre que tiene la capacidad de hacerme sentir como nadie.
-Sí, lo hago, Kaia. Sabes que eres muy importante para...
La llamada se corta y miro mi teléfono para darme cuenta de que ya no está en la cama. Pego un brinco y me cubro los pechos desnudos cuando veo a Eric con el aparato en su mano y entiendo que ha colgado la llamada él.
-Eric, sal por favor -mi voz está casi apagada. Y él casi desnudo. Solo lleva bóxers.
-Yo estaba antes aquí y créeme que verte quitándote la ropa hace imposible que esto no suceda.
Señala su erección y la noto enorme dentro de sus calzoncillos. Retiro la vista y me doy la vuelta consciente de que estoy desnuda y exictada.
Sus manos se acomodan en mis hombros y jadeo. Le deseo...muchísimo.
-No quiero que hables con él -me besa la nuca y le dejo -. Tú eres mía y ese hombre te desea.
-Lo nuestro es convenio y atracción física, Eric -murmuro dejando que sus manos suban por mis costados y saquen mis manos de mis senos tomando su lugar y haciéndome caer contra su torso tonificado -. Puede que follemos y se te pase este arranque de posesividad que tienes conmigo.
-No lo creo pero...demuéstralo -ruge bajando una mano al espacio entre mis piernas y hurgando entre mis pliegues -. Mira cuánto me lloras -saca un dedo y me lo mete en la boca. Chupo sin remedio -. Me deseas con locura y yo también. ¿Por qué te niegas a entregarte a mi?
-No soy así de fácil. No me acuesto con alguien a quien no conozco de más de dos días.
-No soy alguien, nena -me muerde el cuello -...soy tu marido y tú eres toda mía. Y no digas que es fácil tenerte cuando no dejas de resistirte a mi...que no te pienso dejar ir.
Me masturba y me besa al tiempo que manosea mis pechos y me restriega la prueba de su deseo. No puedo más. La verdad no aguanto mucho y tengo que gemir su nombre, dejarle que me de la vuelta, me coma la boca y luego me alce en sus brazos para pronto estar sobre la cama con su cabeza entre mis piernas.
Yo gimo, grito, me tiro de los pelos y me empujo contra su boca. Le aprieto con mis muslos y me hago palanca empujandome con las palmas clavadas en el cabezal de la cama.
-¡Ay,Dios, Eric!
-Vamos nena, déjate ir -me anima metiendo y sacando dos dedos de mi, pasando la lengua desde mi culo hasta mi clítoris y lamiendo sin parar.
-Oh, joder...
Me dejo ir porque soy incapaz de aguantar más. No puedo hacerlo, soy débil y me entrego enseguida. No puedo aguantar mucho y no importa que toda su familia esté sobre el mismo suelo que nosotros...yo simplemente estoy poseída de placer.
-Ahora voy a poseerte.
Esas palabras son el preludio de la lujuria. Se quita los boxer, pone un condón en su gran falo y me pone de cuclillas sobre sus muslos, deja un beso y me empala de una sola estocada.
-¡Dios, espera un segundo! -lloriqueo. Es enorme y me siento llenísima de él.
-La sensación es igual para mi...no quiero moverme nunca de aquí pero nena, acabo de empezar contigo.
Toma mis piernas, las pone alrededor de su cintura y comienza a moverse dentro y fuera de mi. Una curva bien adentro y vuelve a empezar.
Me estira hacia atrás, lame mis pechos y yo solo puedo disfrutar. Soy una marioneta en sus manos y nunca me he sentido tan bien.
No sé cuánto tiempo pasa ni cuántas posturas me regala pero el goce es único y siento que jamás me han hecho sentir tanto placer.
Me empuja contra la cabecera y muerdo la piel del tapiz. Estoy a cuatro patas ahora y todavía no se corre. Es impresionante cuánto aguanta y cuánto disfruto yo.
No puedo dejar de jadear y morderme los labios para no gritar. Es extremo el placer y este hombre una maquina en la cama.
-¡Aguanta!
-No puedo, no puedo - jadeo grito gimo -. Creo que voy a llorar.
Tira de mi pelo y me obliga a sentarme con el dentro y detrás. Siento que reviento de éxtasis. Le beso, le muerdo y le disfruto.
-Necesito volverte tan los como me vuelves a mi. Enloquezco de celos, de rabia y de deseo...te quiero colérica como haces conmigo. Vamos...aguanta.
Sus palabras van acompañdas de empellones y apretones a mis pechos. De besos. De mordidas. De jadeos y gritos. Estamos poseídos y su sentido de la posesión sobre mi, me pone más enferma de él de lo que ya estoy.
Entra, sale y no me importa lo que dice.
Mete las manos bajo mis brazos y pellizca mis pechos, chupa el cuello y me dejo caer contra su cuerpo mientras me provoca empellón tras empellón gritos de placer.
-¿Que me estas haciendo, maldito cabrón? -me siento a punto otra vez y él todavía nada.
-Poseerte -responde en un jadeo -. Tu eres mía, mi mujer, totalmente mía y tu cuerpo me pertenece -me da la vuelta y vuelve a entrar en mi, nos acuesta y me busca la boca para decir contra mis labios -, no quiero que rías con él, ni que le hables o le mires.
Me empala con más fuerza y grito poseída no puedo más y me muerdo los labios. Le abrazo con mis piernas y creo que me matará...es extremo el placer...una locura inagotable.
-Eric no aguanto -me averguenza ser tan sincera.
-Yo tampoco, amor...yo tampoco preciosa...vamonos ...Los dos juntos -casi agradezco porque es muy intenso - al lugar donde solo podemos estar nosotros y tu eres tan mía como yo tuyo.
Sus palabras me terminan de hacer llegar y le siento escupir su placer por fin dentro de mi quedando los dos tirados contra la parte trasera de nuestra cama. Si esto es el principio de algo...creo que moriremos de pasión.