Parte 1: Un Nuevo Comienzo
Hoy es un día que marcará un nuevo comienzo en nuestras vidas. Nos estamos mudando de Estados Unidos a la encantadora ciudad de Greenfield, una ciudad con un aire europeo que parece haber sido arrancada de un cuento de hadas. Mi madre, Eun-Ji Lee Kim, es una exitosa empresaria coreana que dirige la renombrada compañía "Eleganza Moda". Mi padre, Marcus David Jones Williams, de ascendencia afroamericana y nacido en Europa, trabaja en la empresa "Tech-Jones", líder en tecnología. Y luego está mi hermano mayor, Henry, un chico apuesto, atlético y mujeriego que siempre encuentra una fiesta antes que un libro. La relación entre él y yo es complicada. Nos amamos, pero siempre ha habido rivalidad entre nosotros.
El bullicio de la mudanza llena la casa mientras empacamos los últimos objetos en cajas. Mi madre, una mujer elegante de cabello oscuro, verifica una lista en su mano, asegurándose de que nada quede atrás. Su sonrisa refleja una mezcla de emoción y preocupación por el viaje que se avecina.
-Hana, cariño, asegúrate de que no olvidemos nada importante -dice, su voz materna llena de ternura.
-No te preocupes, mamá. Tengo todo bajo control -respondo, tratando de ocultar mi emoción detrás de una expresión serena.
Mi hermano, conocido como Henry, siempre bromea conmigo y me molesta de manera cariñosa. Sus ojos traviesos brillan mientras se acerca.
-Hana, ¿crees que podrás sobrevivir sin tu guapo hermano mayor durante todo el viaje? -me pregunta con una sonrisa traviesa.
-Oh, Henry, creo que el espejo te mintió -respondo con una risa, para luego darle un jalón a su cabello.
-¡Mocosa! -exclamó para luego sobar su brazo.
-Jeong-Henry Jones Lee, no molestes a tu hermana- madre siempre al rescate.
Finalmente, llega el momento de abordar el carro que nos llevará al aeropuerto. Los asientos están llenos de cajas y maletas, y la emoción se siente en el aire mientras todos nos acomodamos. El motor arranca, y la casa que ha sido nuestro hogar durante tanto tiempo se aleja lentamente.
El viaje al aeropuerto es largo pero emocionante. La conversación fluye entre nosotros mientras compartimos historias y risas. Mi mente se llena de expectación por lo que nos depara en Greenfield, una ciudad completamente nueva para nosotros.
Finalmente, llegamos a Greenfield un sábado soleado. La ciudad nos da la bienvenida con sus calles arboladas y edificios con encanto europeo. Desde la ventanilla del carro, mis ojos se agrandan mientras observo el paisaje que se despliega ante nosotros. El sol acaricia las fachadas de los edificios de ladrillo, pintando destellos dorados en cada esquina. Los árboles a lo largo de las aceras mecen sus hojas en una danza tranquila, como si nos estuvieran saludando.
-¡Guau, esto es increíble! -exclamo, sin poder contener mi emoción.
Mi madre, sentada a mi lado en el asiento trasero, asiente con una sonrisa.
-Es una ciudad hermosa, Hana. Estoy segura de que te encantará vivir aquí.
Henry, mi hermano mayor, que se encuentra en el asiento delantero, se vuelve hacia mí y lanza una mirada juguetona.
-¿Qué dices, hermanita? ¿Lista para conquistar Greenfield?
-¡Absolutamente! -respondo con entusiasmo-. Pero no sé si Greenfield esté lista para nosotros.
Henry ríe a carcajadas, y su risa llena el carro mientras continúa con su juego de hermano mayor molesto.
Pasamos el fin de semana arreglando nuestra nueva casa, y cada rincón parece ser más impresionante que el anterior. La residencia moderna combina a la perfección elementos clásicos, y no puedo evitar sentir que estamos viviendo en un castillo moderno.
-¡Esto es asombroso! -exclamo mientras recorro los pasillos.
Mi madre, con una expresión orgullosa, me sigue y me muestra la cocina con un diseño impecable.
-Y mira esto, Hana. Dos cocinas en una casa. Tendrás espacio para preparar todas tus deliciosas recetas.
Mi mente se llena de ideas para mi nueva habitación. Imagino cómo decoraré las paredes, qué colores elegiré para las sábanas y cómo personalizaré cada rincón para que refleje mi estilo.
-Voy a tener la habitación más genial de todas -le digo a mi familia con una sonrisa traviesa.
Después de horas de trabajo agotador, finalmente logramos poner orden en cada rincón de nuestra nueva casa. Mis padres y Henry están agotados, pero sus sonrisas reflejan una satisfacción palpable.
-Buen trabajo, equipo -dice mi madre, levantando una caja de cartón vacía como si fuera un trofeo.
Henry y yo compartimos una mirada cómplice y una sonrisa burlona. Siempre hemos sido un equipo peculiar, él con su estilo despreocupado y yo, la soñadora meticulosa.
-Sí, pero no estoy segura de quién tenía la peor parte. ¿Cargar cajas pesadas o escuchar las bromas interminables de Henry sobre las mudanzas? -bromeo mientras me froto el cansancio de los hombros.
Henry rueda los ojos de manera dramática.
-¡Hey, mis bromas son el alma de la mudanza! Sin ellas, sería un aburrimiento total.
Mis padres se ríen ante nuestro típico intercambio. La risa llena la sala de estar, disipando cualquier rastro de agotamiento.
Finalmente, nos sentamos a disfrutar de una merecida cena en familia. Mi madre ha preparado su delicioso ramen casero, uno de mis platos favoritos.
-¡Oh, mamá, esto es increíble! -exclamo mientras tomo un bocado del sabroso caldo.
Mi padre asiente con aprobación mientras saborea cada bocado.
-Eun-Ji, deberías abrir tu propio restaurante de ramen. Sería un éxito rotundo -dice mi padre, halagando las habilidades culinarias de mi madre.
Mi madre ríe con modestia.
-Marcus, solo cocino para mi familia. Eso es lo que más importa.
Henry, siempre el bromista de la familia, no puede evitar hacer una observación sarcástica.
-Y pensar que podríamos haber tenido pizza congelada para la cena si no fuera por tu talento culinario, mamá.
Nos reímos ante su comentario. La comida casera de mamá es insuperable, y todos lo sabemos.
Mientras disfrutamos de la cena, compartimos anécdotas y sueños sobre nuestro futuro en Greenfield. Mi padre menciona las oportunidades profesionales que planea dar a sus nuevos trabajadores, mientras que mi madre habla sobre la expansión de su empresa en esta encantadora ciudad. Henry, por otro lado, se enfoca en las posibilidades de fiestas y nuevas amistades que lo esperan.
-Y tú, Hana, ¿qué sueños tienes para tu vida aquí en Greenfield? -me pregunta mi madre con una mirada llena de expectación.
Me tomo un momento para reflexionar. Este es un nuevo comienzo, y tengo grandes esperanzas y sueños para mi futuro en esta ciudad.
-Quiero estudiar diseño de moda en la universidad y seguir los pasos de mamá en la industria. Y tal vez, algún día, abrir mi propia tienda de moda aquí en Greenfield -respondo con una sonrisa, emocionada por lo que el futuro me depara.
La cena continúa, y la conversación se convierte en risas y bromas familiares. A medida que la noche avanza, me doy cuenta de que, aunque estamos lejos de nuestro antiguo hogar en Europa, esta nueva casa en Greenfield ya se siente como un verdadero hogar lleno de amor y risas.
Después de la cena, subo a mi habitación, agotada pero emocionada. La luz de la luna se cuela por la ventana abierta, creando un ambiente tranquilo y sereno en mi nuevo refugio. Observo la habitación, mi espacio personal, y sonrío. He logrado convertirla en un rincón acogedor y lleno de personalidad, con las guirnaldas colgando en las paredes y las almohadas con estampados de Kuromi que adornan mi cama.
Me siento en el borde de la cama y suspiro, permitiéndome un momento de reflexión. Greenfield es un lugar completamente nuevo para nosotros, y aunque estoy emocionada por las oportunidades que ofrece, también siento una pizca de preocupación. ¿Cómo serán mis días en el Instituto Greenfield? ¿Haré nuevos amigos fácilmente? Y más importante aún, ¿podré seguir los pasos de mi madre en la industria de la moda?
Mis pensamientos se centran en mi madre, Eun-Ji Lee Kim, una exitosa empresaria que dirige "Eleganza Moda". Siempre he admirado su dedicación y talento en el mundo de la moda, y estoy decidida a seguir sus pasos. Pero también siento la presión de estar a la altura de sus expectativas.
Cierro los ojos por un momento, sintiendo el peso de la responsabilidad y la emoción de las posibilidades que Greenfield tiene para mí. Sé que este es un nuevo comienzo, y estoy decidida a hacer lo mejor que pueda.
Finalmente, me acurruco en mi cama, rodeada de las almohadas que me recuerdan a casa. La emoción y los nervios se mezclan en mi mente mientras me sumerjo en un sueño lleno de promesas y oportunidades. Mi corazón late con la anticipación de lo que el futuro me depara en esta encantadora ciudad de Greenfield.
Parte 2: Nuevas Amistades
Mi primer día en el Instituto Greenfield marcó un emocionante comienzo en mi nueva vida. Aunque inicialmente mi hermano, Jeong-Henry, se suponía que debía acompañarme a la secretaría del instituto para solicitar mi horario, lista de útiles, uniforme y otra información importante, me dejó a mi suerte apenas llegamos al edificio.
-¡Nos vemos luego, quedas por tu cuenta! - exclamó Henry con una risa burlona, casi corriendo hacia el pasillo que se dirigía al patio. Lo miré con incredulidad y algo de preocupación. Sabía que él era un alma libre, pero me preocupaba enfrentar mi primer día en una escuela nueva sin su guía. Traté de convencerlo de que se quedara conmigo, aunque fuera un poco más.
-¿Estás seguro, Henry? No sé por dónde ir. Podría necesitar ayuda para encontrar la secretaría y todas esas cosas -le dije, tratando de sonar convincente.
Henry se rió entre dientes y me lanzó una mirada juguetona.
-Vamos, pajarito, eres lo suficientemente inteligente como para encontrar tu camino. Además, no querrás que tu hermano mayor te acompañe en tu primer día, ¿verdad? -me dijo, burlándose cariñosamente.
Mis labios se fruncieron en un puchero mientras lo miraba, pero no pude evitar sonreír.
-Está bien, Henry. Pero si algo sale mal, ¡sabrás que es tu culpa! -le advertí, tratando de sonar amenazante.
Henry rió y me dio un rápido abrazo antes de darse la vuelta y alejarse por el pasillo. Sus palabras de despedida resonaron en mis oídos mientras quedaba atrás.
-¡Nos vemos en casa, pajarito! ¡Diviértete!
-¡HENRY! - Me quedé parada en medio del pasillo, sintiéndome muy avergonzada, ya le he dicho que no me diga así en público y lo grita en mi primer día, de golpe estoy un poco perdida. No tenía más opción que estudiar un mapa de la escuela y tratar de encontrar la secretaría por mi cuenta
Caminé por los pasillos, tratando de seguir las señales, pero pronto me di cuenta de que estaba perdida. Mis pasos me llevaron a un cruce donde accidentalmente choqué con una chica pelirroja con pecas y ojos verdes oscuros. Ambas nos disculpamos al mismo tiempo, y ella respondió con una sonrisa amable.
-¡Vaya, lamento eso! Soy Susan Davis, por cierto. ¿Necesitas ayuda para encontrar algo? -preguntó con una expresión amigable.
La calidez de su voz y su disposición a ayudar alivió mis nervios.
-Soy Hana Lee. Estoy buscando la secretaría del instituto. Me perdí un poco -le expliqué tímidamente.
Susan asintió con comprensión y gentileza.
-¡No te preocupes, puedo llevarte allí! -respondió con entusiasmo.
Caminamos juntas por los pasillos, y mientras lo hacíamos, compartimos un poco sobre nosotros mismas. Susan tenía una personalidad amigable y desenfadada, lo que me hizo sentir más cómoda en medio de esta nueva experiencia.
-¿Así que te gusta la música? -pregunté, tratando de encontrar un punto en común.
Susan asintió con entusiasmo, sus ojos verdes oscuros brillando.
-¡Sí! Soy una gran fan de la música. ¿Tú también?
-Definitivamente. Me encanta escuchar música cuando estoy dibujando o diseñando. ¿Tienes algún cantante o grupo favorito? -le pregunté.
Susan sonrió ampliamente y comenzó a hablar apasionadamente sobre su banda favorita y algunos de los conciertos a los que había asistido. Mientras escuchaba sus historias, me di cuenta de que teníamos gustos musicales muy similares. Hablamos de nuestros artistas favoritos, canciones que nos emocionaban y los géneros que más disfrutábamos. La conversación fluyó naturalmente, y pronto nos encontramos intercambiando recomendaciones de música y series de televisión.
Mis pensamientos se llenaron de alegría al darme cuenta de que había encontrado una nueva amiga con intereses compartidos. Susan tenía una forma refrescante de ver la vida, y su entusiasmo era contagioso. Mientras hablábamos, noté las expresiones faciales de Susan, sus ojos brillantes cuando mencionaba algo que le apasionaba y sus gestos animados que acompañaban sus historias. Era evidente que ella también estaba disfrutando de nuestra conversación tanto como yo.
A medida que continuamos charlando y compartiendo nuestros gustos y preferencias, me di cuenta de que mi primer día en el Instituto Greenfield estaba tomando un giro mucho más emocionante de lo que había imaginado. Susan y yo parecíamos tener mucho en común, y esperaba que esta amistad recién nacida creciera aún más en los días por venir.
Finalmente, llegamos a la secretaría, donde una señora amable nos atendió. Mientras esperaba mi turno, me sentí agradecida por la ayuda de Susan. Me pregunté si tendría la oportunidad de hacer más amigos como ella en este nuevo instituto.
-Gracias por llevarme hasta aquí, Susan. Realmente aprecio tu ayuda -le dije con una sonrisa.
Ella asintió con amabilidad. -No hay problema, Hana. Estoy feliz de haberte conocido. Si necesitas algo más o tienes alguna pregunta, no dudes en buscarme.
Eso me reconfortó, saber que ya tenía una amiga en este lugar desconocido. Susan era una chica encantadora, y su amabilidad me hacía sentir más segura.
Finalmente, la secretaria me llamó, y me dirigí a la oficina de la directora. La puerta se cerró tras de mí, y me encontré con la directora Dina McWell. Era una mujer elegante, con cabello plateado y una mirada aguda que parecía conocer cada rincón de mi alma. Se presentó con una sonrisa cálida, y me invitó a tomar asiento.
Mientras hablaba, observé a la directora atentamente, tratando de adivinar su edad. Sus ojos chispeaban con sabiduría, pero su energía era juvenil. Supuse que debía estar en sus cincuenta y tantos, pero no podía estar segura.
-Es un placer conocerte, Hana. Soy la directora Dina McWell, y estoy emocionada de tenerte aquí en el Instituto Greenfield. -Su voz era tranquila pero firme.
Correspondí a su saludo con cortesía. -El placer es mío, directora McWell. Estoy emocionada de comenzar mi nueva etapa aquí.
La directora McWell me habló sobre el Instituto Greenfield y la ciudad de Greenfield en sí. Mientras escuchaba sus palabras, me impresionó la pasión con la que hablaba de la educación y el enfoque de la escuela en el desarrollo integral de los estudiantes.
Después de su presentación, la directora McWell hizo algunas preguntas sobre mi familia, mis talentos y mis intereses. Cuando mencioné que me apasionaba el diseño de moda, sus ojos brillaron con interés.
-El diseño de moda es un campo fascinante. Tenemos un club de moda en el instituto que podría interesarte. Además, estamos ansiosos por conocer tus habilidades académicas. Tu historial de calificaciones es impresionante. Eres la primera estudiante en años con un puntaje casi perfecto. -La directora McWell elogió, y me sentí abrumada por sus amables palabras.
Asentí con gratitud. -Gracias, directora McWell. Siempre he sido apasionada por el aprendizaje y estoy emocionada por las oportunidades que este instituto ofrece.
Después de nuestra conversación, la directora me pidió que me pusiera de pie y me acompañara mientras llamaba a Susan.
-Susan Davis, por favor ven a mi oficina -anunció a través del intercomunicador.
La voz de Susan respondió con un "en camino" y pronto la vi entrar a la oficina. Estaba agradecida de que ella estaría allí para guiarme por el instituto y ayudarme a conocer mejor el lugar.
La directora McWell nos recordó que debíamos pasar por la secretaría para obtener los documentos y horarios necesarios, así como el uniforme. Luego, nos dejó partir con una sonrisa.
Susan y yo salimos de la oficina de la directora, y ella se ofreció a mostrarme el resto del instituto. Estaba emocionada por la perspectiva de explorar más y conocer a más compañeros de clase mientras me adaptaba a mi nueva vida en Greenfield.
Mientras Susan y yo explorábamos el instituto, me mostró lugares clave como la biblioteca, la cafetería, el club de debate y el club de arte. A medida que conocía estos lugares, me emocionaba pensar en las nuevas amistades y experiencias que podría tener en cada uno de ellos.
Luego de nuestro recorrido, finalmente llegó la hora de nuestra primera clase, Literatura. La maestra, una mujer elegante y con una actitud seria, me pidió que entrara al salón. A medida que lo hacía, noté que las miradas curiosas de mis compañeros de clase se posaban en mí, lo que no pasó desapercibido.
Algunos chicos susurraban entre ellos, comentando sobre mi apariencia.
-Mira esa chica, ¡es hermosa! -dijo uno de los chicos con asombro.
-Sí, definitivamente es bonita -respondió otro, sin apartar la vista de mí.
Por otro lado, algunas niñas cuchicheaban en voz baja, claramente sintiéndose amenazadas o celosas.
-¿Quién es ella? ¿Por qué está aquí? -preguntó una de las chicas, con un tono de desaprobación.
-No sé, pero parece que va a robar toda la atención -susurró otra chica con enojo.
Mientras tanto, yo continué avanzando hacia el frente del salón. La maestra me dirigió una sonrisa amigable y me instó a presentarme ante la clase.
-Bienvenida, Hana. Parece que ya has causado una impresión en tus compañeros. ¿Por qué no te presentas? -me dijo con una sonrisa.
Me puse de pie frente a la clase y comencé a hablar, compartiendo algunos detalles sobre mí.
-Hola a todos. Mi nombre es Hana, tengo 14 años y acabo de mudarme a Greenfield desde Europa. Mi familia es muy diversa, con raíces coreanas, afroamericanas y europeas. Amo el diseño de moda y estoy emocionada de aprender más aquí en el Instituto Greenfield. Espero poder hacer nuevos amigos y tener una experiencia increíble en este lugar.
La maestra se presentó a continuación.
-Soy la directora de curso, la señorita Anderson. Este año será especial, y estoy segura de que todos disfrutaremos de la literatura. Tenemos muchas historias interesantes que explorar.
Después de mi breve presentación y la de la maestra, la señorita Anderson me indicó un asiento. Mientras me acomodaba, seguía sintiendo las miradas curiosas y los susurros en el salón. La sensación de ser el centro de atención era abrumadora, pero estaba ansiosa por comenzar mi nueva vida en el Instituto Greenfield y conocer a mis compañeros de clase.
Mientras me alejaba de la mesa con una sonrisa de satisfacción, podía escuchar los murmullos y comentarios que llenaban la cafetería. Los chicos no podían evitar hablar sobre lo atractivos que éramos Henry y yo, y algunas chicas cuchicheaban con envidia por haber tenido una interacción con mi hermano. Era evidente que nuestra llegada había causado un revuelo en el Instituto Greenfield.
Susurros y comentarios llenaron el aire:
-¿Viste a los nuevos? Son increíblemente guapos.
-¡Oye, ese es Henry Jones! ¡El chico de Tech-Jones!
-Dicen que la chica es igual de brillante que él. ¿Has visto sus notas perfectas?
-¡Mira cómo amenaza a su hermano! ¡Esa chica tiene carácter!
Los estudiantes se miraban entre sí mientras compartían sus observaciones sobre nosotros. Yo solo mantenía mi sonrisa y continuaba caminando junto a Susan, quien parecía estar disfrutando de la atención que atraía debido a su estatus en la escuela.
Mientras avanzábamos por la cafetería, me sentía agradecida de tener a alguien como Susan a mi lado. Era obvio que ella también era una figura popular en el instituto, y me preguntaba si tendría la oportunidad de conocer más sobre ella en el transcurso del día.
A medida que Susan y yo nos alejábamos de la mesa, los murmullos y comentarios de los estudiantes continuaban llenando la cafetería. Era evidente que nuestra apariencia había llamado la atención de nuestros compañeros de clase. Los chicos comentaban sobre lo atractivas que éramos, y algunas chicas parecían interesadas en acercarse a nosotras, especialmente a Susan, gracias a su estatus en la escuela.
Escuché algunos susurros mientras caminábamos:
-¿Viste a las nuevas? Son increíblemente guapas.
-Esa chica pelirroja es Susan Davis, ¿verdad? ¡He oído que es la hermana menor de James Davis!
-Sí, he oído que muchos chicos han intentado conquistarla, pero ninguno ha tenido éxito debido a su hermano.
-¡Espera un segundo! ¿Estás viendo esto? ¡Se están alejando juntas! ¡Este es el dúo perfecto!
Los estudiantes se miraban entre sí mientras compartían sus observaciones sobre nosotras. Era claro que mi llegada al Instituto Greenfield había causado un revuelo, y Susan y yo comenzábamos a llamar la atención como un dúo dinámico. Esto solo aumentaba mi curiosidad sobre cómo se desarrollaría mi experiencia en esta nueva escuela.
Después de la cafetería, Susan me guió por el resto del instituto, mostrándome las instalaciones, los clubes y algunas curiosidades sobre la escuela. Fue un recorrido emocionante que me permitió familiarizarme un poco más con mi nuevo entorno.
Al entrar a casa, dejé mi mochila en la entrada y me dirigí hacia la oficina de mamá. Su espacio de trabajo era un remanso de organización y elegancia, con estanterías llenas de libros de moda y muebles de diseño contemporáneo. Mamá, Eun-Ji Lee Kim, estaba absorta en su computadora, revisando probablemente algunos aspectos de su empresa "Eleganza Moda".
-¡Mamá! -la saludé con entusiasmo mientras me acercaba a su escritorio.
Eun-Ji levantó la vista de su computadora y me miró con una sonrisa.
-¡Hola, cariño! ¿Cómo te fue en tu primer día en el Instituto Greenfield?
-Fue genial, mamá. Conocí a una chica llamada Susan, y me ayudó mucho a orientarme en la escuela -respondí con emoción.
Mi madre asintió con aprobación y cerró su computadora portátil.
-Me alegra escuchar eso. ¿Y qué tal tus clases? ¿Todo bien?
-Sí, mamá, las clases fueron interesantes, y la directora de curso de Literatura es muy amable. Me gusta la escuela, y creo que me va a ir bien aquí -le aseguré con confianza.
Eun-Ji sonrió y se levantó de su silla para acercarse a mí. Me dio un abrazo cálido y cariñoso.
-Estoy orgullosa de ti, Hana. Sé que te irá de maravilla en Greenfield.
La abracé con fuerza y luego nos separamos. A pesar de su apretada agenda como empresaria exitosa, mi madre siempre encontraba tiempo para mostrarme su amor y apoyo.
-Gracias, mamá. Sabes que siempre trato de dar lo mejor de mí -le respondí, agradecida por su confianza en mí.
Sabía que Henry estaría encerrado en su habitación, inmerso en el mundo de los videojuegos.
Decidí pasar un tiempo en la biblioteca, rodeada de libros de ciencias, sumergiéndome en el conocimiento. La casa estaba tranquila, y aunque todavía estaba procesando todo lo que había experimentado en mi primer día en el Instituto Greenfield, me sentía emocionada por lo que vendría.
Finalmente, llegó la hora de la cena. Nos reunimos en la mesa familiar, y una charla animada llenó el comedor mientras compartíamos nuestras experiencias del día. Mi madre me miraba con orgullo, y Henry, entre mordiscos de su comida, no pudo evitar burlarse de algunas de mis anécdotas en el instituto.
Para que mamá no preguntara sobre si Henry si fue a la dirección, le mencioné con anticipación que habíamos jugado en el receso y logré derrotarlo luego de que se pavoneara diciendo ser invencible.
-Hana, no puedo creer que le hayas ganado a Henry en ese videojuego -dijo mi madre con una risa, tratando de cambiar de tema.
-¡Oh, mamá! Fue pura suerte. Henry, ¿verdad que fue pura suerte? -respondí con una sonrisa.
Henry rodó los ojos, pero asintió con complicidad, dispuesto a seguir el juego y cambiar la conversación.
La cena transcurrió de manera alegre y animada, con conversaciones que saltaban de un tema a otro mientras compartíamos anécdotas y noticias del día. A medida que disfrutábamos de la comida casera preparada por mi madre, el sonido de la puerta principal se abriendo llamó nuestra atención.
Mi padre, Marcus David Jones Williams, había llegado a casa. Era un hombre alto y apuesto, con una mezcla de herencia afroamericana y europea que se reflejaba en sus rasgos y su cabello oscuro y elegante. Mamá se levantó para recibirlo con una sonrisa cariñosa.
-¡Marcus, cariño, bienvenido a casa! -exclamó mi madre, abrazándolo con ternura.
-Hola, Eun-Ji. ¿Cómo estuvo tu día? -preguntó mi padre mientras la abrazaba de vuelta.
La atmósfera en la casa se llenó aún más de calidez con la presencia de mi padre. Era un hombre tranquilo, pero con un sentido del humor encantador que siempre encontraba la manera de hacernos reír.
-Pues, te cuento que Hana tuvo su primer día en el Instituto Greenfield hoy -anunció mamá, mirándome con orgullo.
Mi padre se volvió hacia mí con una sonrisa.
-¡Vaya, Hana, eso suena emocionante! Cuéntame, ¿cómo te fue en tu primer día en la nueva escuela?
-Fue genial, papá. Conocí a una chica llamada Susan que me ayudó mucho, y las clases parecen interesantes. Estoy emocionada por lo que viene -respondí, reflejando mi entusiasmo en mi voz.
La cena continuó con risas y conversaciones animadas, y aunque todavía tenía mucho que descubrir en Greenfield, me sentía agradecida por tener una familia que me apoyaba en esta nueva aventura
.
Parte 3: Amistad, Sorpresas y Encuentros Inesperados
Han transcurrido dos emocionantes meses desde mi primer día en el Instituto Greenfield. Durante este tiempo, Susan y yo nos hemos convertido en amigas inseparables y, a los ojos del instituto, en el "Dueto de Diosas". A menudo, chicos se acercan tímidamente para invitarnos a salir, y aunque es obvio para todos, yo, en mi densa inocencia, a veces no me doy cuenta de sus intenciones.
En el pasillo, mientras conversábamos animadamente sobre nuestras clases y los proyectos escolares, Susan me miró con una sonrisa juguetona.
-Hana, ¿alguna vez te has dado cuenta de cuántos chicos intentan invitarte a salir? Eres la chica más popular del instituto, ¡y ni siquiera lo sabes!
Me encogí de hombros, un tanto abrumada por su comentario.
-No sé, Susan. Supongo que no presto mucha atención a ese tipo de cosas.
Ella rió y me dio un suave codazo.
-Deberías empezar a notarlo, ¡tienes una lista de pretendientes que podría rivalizar con la de las celebridades!
Aunque me sonrojé ante su afirmación, no pude evitar reír. La popularidad nunca había sido mi prioridad; estaba más enfocada en mis estudios y en hacer amigos genuinos.
Mientras continuábamos charlando y caminando por los pasillos, el instituto parecía cobrar vida a nuestro alrededor. El bullicio de los estudiantes, las risas y los susurros eran la banda sonora de nuestra amistad creciente. Poco a poco, iba descubriendo que Greenfield tenía mucho más que ofrecer de lo que había imaginado en mi primer día.
Susan me invitó a su casa un día después de clases. Cuando llegamos, la casa estaba inusualmente tranquila. La ama de llaves nos informó que su padre, el doctor Davis, había sido llamado de urgencia al hospital para realizar una operación, y su hermano se había ido a casa de un amigo. La preocupación se reflejó en el rostro de Susan, pero ella trató de ocultarla mientras me mostraba su casa impresionante, me pregunto ¿si su padre es el doctor, que le preocupaba sobre esa urgencia?
-Wow, Susan, tu casa es increíble -le dije, admirando la elegante decoración y los amplios espacios de su hogar.
-Gracias, Hana. A veces es un poco solitaria, pero al menos tenemos suficiente espacio para perdernos en ella -respondió Susan, tratando de sonreír.
Mientras caminábamos por la casa, pasamos por una sala de entretenimiento con una pantalla de cine en casa y una impresionante colección de películas.
-¿Te gustaría ver una película? Podemos hacer palomitas de maíz y relajarnos un poco -propuso Susan.
Asentí con entusiasmo, y pronto estábamos preparando palomitas y eligiendo una película para ver. Nos sumergimos en una comedia ligera y, antes de que nos diéramos cuenta, estábamos riendo a carcajadas en el sofá.
-Vaya, Susan, tu risa es contagiosa. Me alegra que hayas pensado en invitarme hoy -comenté.
Susan sonrió genuinamente por primera vez desde que llegamos.
-Gracias, Hana. Estaba preocupada por mi padre, pero estar contigo aquí me ha ayudado a distraerme un poco.
Después de la película, Susan me llevó a su habitación, donde había un escritorio lleno de papeles y libros.
-Deberíamos terminar el proyecto para la escuela. Es sobre la Segunda Guerra Mundial. ¿Y si trabajamos un poco en ello? -preguntó Susan.
-¡Por supuesto! Debemos aprovechar ahora -respondí con una sonrisa.
Mientras trabajábamos en el proyecto, compartimos anécdotas sobre nuestras familias y nuestras experiencias en el instituto. Poco a poco, Susan se relajó y su preocupación inicial pareció disiparse.
-Hana, eres genial. Me alegra mucho haberte conocido y que seamos amigas -dijo Susan con sinceridad.
-Lo mismo digo, Susan. Eres una de las mejores amigas que he tenido, y estoy emocionada de que compartamos tantas cosas juntas -le respondí con gratitud.
Terminamos el proyecto y luego decidimos disfrutar de un poco de helado en la cocina. Mientras saboreábamos nuestros conos, el chofer de mi familia llegó a recogerme.
-Debo irme, Susan. Gracias por invitarme hoy. Me has hecho sentir muy bienvenida -le dije mientras me levantaba.
Susan se puso de pie y me abrazó.
-Gracias a ti, Hana. Espero que podamos hacer esto nuevamente pronto.
Salí de la casa de Susan y subí al auto que me esperaba. Mientras me alejaba, miré por la ventana y pensé en la maravillosa amistad que había encontrado en esta nueva etapa de mi vida en Greenfield.
Al llegar a casa, justo cuando el auto se detuvo, otro vehículo salió de nuestra entrada. Mi hermano, Henry, estaba en la entrada, esperando con una sonrisa traviesa.
-¡Pajarito! ¿Cómo te fue hoy? -me saludó con su voz característica, usando el apodo que me había dado desde que éramos niños. Parecía que no había cambiado nada. Aunque a veces podía ser molesto, en ese momento, me alegré de verlo. Él era mi hermano, después de todo.
-Hola, Henry. Mi día estuvo bastante bien, gracias por preguntar -respondí mientras salía del auto y cerraba la puerta detrás de mí.
Henry me miró con una expresión juguetona en el rostro.
-¿Sabes, pajarito? Me enteré de que algunos chicos están tratando de acercarse a ti. Tengo que decirte que me he encargado de ellos, así que no tienes de qué preocuparte. Eres solo una niña de 14 años, después de todo.
Me quedé mirándolo con incredulidad. Henry siempre había sido un hermano protector, pero esta vez parecía estar llevando las cosas al extremo.
-Henry, no necesito que te metas en mi vida amorosa. Además, no tengo novio ni nada por el estilo. Solo estoy tratando de adaptarme a esta nueva escuela -le dije, tratando de mantener la calma.
Henry se rió entre dientes y me miró con complicidad.
-Está bien, pajarito, solo bromeaba. Pero recuerda que siempre estaré aquí para protegerte. No dejes que esos chicos se aprovechen de ti.
Sus palabras me hicieron sonreír, a pesar de su actitud protectora exagerada. Siempre había sido así, y supuse que nunca cambiaría.
-Gracias, Henry. Lo aprecio, de verdad.
Sin embargo, la conversación tomó un giro inesperado cuando Henry continuó.
-Aunque, en serio, no deberías tener novio a tu edad. Tienes que enfocarte en tu educación y tus metas. El amor puede esperar.
Mi sonrisa se desvaneció mientras lo miraba, incrédula. ¿De verdad estaba tratando de darme un sermón sobre tener novio?
-Henry, no eres mi padre. Puedo tomar mis propias decisiones cuando llegue el momento adecuado. No necesito que tú o mamá intervengan en mi vida amorosa -respondí con un tono firme.
Henry pareció sorprendido por mi reacción y luego frunció el ceño.
-Solo digo esto porque me preocupo por ti, pajarito. No quiero verte lastimada por algún chico que solo esté jugando contigo.
La discusión continuó mientras caminábamos hacia la casa. A pesar de nuestras diferencias de opinión, sabía que Henry solo quería lo mejor para mí, pero también necesitaba aprender a confiar en mis propias decisiones y aprender de mis propias experiencias.
Una semana después, durante el receso, ocurrió algo inesperado. Mientras Susan y yo charlábamos en la cafetería, un chico alto se acercó y se sentó a mi lado. Era lo suficientemente guapo como para llamar la atención de todas las chicas del instituto. Susan y el chico intercambiaron una mirada cómplice antes de que él se dirigiera a mí.
-Ji-Hana Jones, ¿verdad? -preguntó con una sonrisa traviesa.
Susan asintió, divertida por la sorpresa que estaba a punto de llevarse.
-¡Exactamente! -confirmó ella.
Entonces, sin previo aviso, el chico le dio un golpe suave en la cabeza con su libro a Susan y la llamó despistada mientras soltaba una risa contagiosa.
-¡Eres realmente despistada! -exclamó, aun riendo.
Mi sorpresa creció al ver a Susan siendo el blanco de la broma de su hermano, ya que generalmente era ella quien tomaba la delantera en situaciones sociales.
Susan sonrió con paciencia, acostumbrada a las bromas de su hermano, y luego se volvió hacia mí.
-Hana, permíteme presentarte a mi hermano mayor, James Davis. James, esta es Ji-Hana Jones, una de mis mejores amigas.
-Mucho gusto, Ji-Hana Jones. He oído mucho sobre ti -dijo James, extendiendo la mano hacia mí.
Mis mejillas se sonrojaron al instante. Aunque solo por un instante, me pareció atractivo de una manera que me dejó sin aliento. Tragué saliva, nerviosa por su presencia.
-H-Hola, James. Es un placer conocerte -murmuré, estrechándole la mano con timidez.
James me miró con una expresión traviesa en los ojos y una sonrisa juguetona en los labios.
-Entonces, Ji-Hana Jones, ¿así que tú eres la pequeña pajarito de Henry? -bromeó, utilizando el apodo que Henry suele usar conmigo.
Mis mejillas se pusieron aún más rojas, y antes de que pudiera responder, me levanté de un salto de mi asiento, sintiéndome incómoda de repente.
-Lo siento, tengo que irme. Nos vemos después, Susan -murmuré, antes de salir apresuradamente de la cafetería.
Me alejé, sin entender por qué me había sentido tan nerviosa en ese momento. Susan salió detrás de mí, tratando de alcanzarme y preguntándome qué sucedía
Mientras observaba a Henry retirarse, noté que James se quedaba unos segundos más. Nuestros ojos se encontraron y, antes de irse, él inclinó la cabeza hacia mí y me susurró muy bajo:
-Hasta luego, pajarito.
Mis mejillas ardieron al instante, sintiendo cómo el rubor se extendía por mi rostro como un tomate maduro. Tragué nerviosamente y asentí con un gesto tímido antes de volver mi atención a la clase de manualidades. El corazón me latía con fuerza, y una sonrisa nerviosa se dibujó en mis labios mientras me sumergía en mi proyecto, agradecida por la inesperada emoción que había traído ese día.
La clase siguiente se convirtió en un borrón mientras mi mente divagaba constantemente hacia el encuentro en el club de manualidades. Me preguntaba si James había notado mi reacción y si pensaba que era extraña. También me preguntaba por qué Susan no me había mencionado que tenía un hermano tan atractivo y carismático.
Finalmente, el timbre anunció el tan esperado receso. Mientras caminaba hacia el área de reunión, me preocupaba que James estuviera allí y que nuestra interacción anterior se convirtiera en tema de conversación entre él y Susan.
Sin embargo, al llegar, mi sorpresa fue grande cuando vi a James parado junto a Susan, quien me saludó con entusiasmo.
-¡Hana! Aquí está mi hermano, James. No te preocupes, no le ha contado a nadie sobre tu... repentino escape de la cafetería -dijo Susan con una risa.
James asintió con complicidad.
-Prometí guardar el secreto del pajarito, ¿verdad, Hana? -preguntó con una sonrisa.
Sonrojada, asentí y respondí con timidez:
-Sí, gracias. Siento haberme ido tan abruptamente. No sé qué me pasó.
James rió amigablemente.
-No te preocupes, Hana. No muerdo, lo prometo. Además, deberías saber que, si eres amiga de Susan, tendrás que acostumbrarte a nuestras bromas familiares.
Las palabras de James me hicieron sentir más tranquila, y poco a poco, mi timidez inicial disminuyó. Con el tiempo, descubrí que James era un chico amable y divertido. A pesar de sus bromas, siempre se mostraba respetuoso y protector con su hermana, lo que me hizo apreciarlo aún más.
A medida que pasaban los días, nuestra amistad creció, y James se convirtió en un amigo cercano tanto para Susan como para mí. Su presencia en nuestras vidas aportó un toque de diversión y camaradería, y aunque a veces sus bromas podían ser exasperantes, no podía evitar reírme junto a él.
Poco a poco, comencé a entender que la relación entre Susan y James era especial. A pesar de sus bromas y su fachada despreocupada, se notaba que se cuidaban mutuamente. James siempre estaba dispuesto a ayudar a su hermana, y Susan, a su vez, siempre estaba ahí para él cuando lo necesitaba. Era evidente que su lazo fraternal era sólido y valioso.
A medida que el tiempo pasaba, James y yo también nos convertimos en amigos cercanos, y su presencia en mi vida añadió un matiz interesante a mi experiencia en el Instituto Greenfield. Aunque inicialmente su atractivo y su personalidad juguetona me habían dejado sin aliento, con el tiempo, aprendí a apreciarlo como un amigo confiable y divertido que formaba parte de mi nuevo mundo en Greenfield.