¿Cómo pudo haber permitido que esto sucediera? Siempre fue muy cuidadoso. Pero él lo sabía. En su última noche no había tenido cuidado. Simplemente estaba desesperado. Desesperado por tener a Constanza. Forjar un recuerdo tan arraigado en él que incluso en su lecho de muerte sería lo único que recordaría.
Y ahora se enfrentaba a las consecuencias de perder el control. Su corazón galopaba. Estaba furioso consigo mismo por permitir que Constanza lo interpretara así, como los demás que lo habían intentado. Estaba decepcionado porque pensaba que ella era diferente. Y tan, tan frustrado porque incluso ahora su cuerpo le respondía.
Dante sabía que tenía que lograr algún tipo de control sobre lo que sentía. No había manera de que pudiera mostrar ninguna debilidad, que era exactamente lo que era este miedo. Fue una vulnerabilidad. Algo que de ninguna manera es aceptable para él. El control tranquilo era la única manera de encontrar una solución. Así había vivido toda su vida: cada vez que se le presentaba un problema, un poco de calma era exactamente lo que utilizaba para resolverlo. Lo que su padre le había enseñado a hacer. Así que tener un momento de calma fue lo que hizo.
Se quitó las gafas y las colocó sobre la mesa, pellizcándose el puente de la nariz. -''Eso salió mal, Constanza. Pido disculpas. Pero estás muy equivocada si crees que puedes entrar aquí e intentar atraparme con este plan.''
''¿Plan?''
-''¿De qué otra manera llamarías decirme que no puedes tener hijos y estar sentada aquí, claramente embarazada?'' Luchó por mantener la voz tranquila. No le daría a nadie la satisfacción de saber que lo tenían bajo la piel. Ni siquiera Constanza.
''¡Que te jodan, Dante!'' Ella chasqueó.
Admiró el fuego que aún ardía intensamente dentro de ella, escondido bajo el cansancio que podía ver claramente en su rostro y en la forma en que sostenía su cuerpo.
No sabía por qué debería importarle, pero se puso de pie y cruzó la oficina, donde abrió un armario lleno de bebidas. Fue a buscar una botella de agua, desenroscó la tapa y se la entregó. Ella lo aceptó de mala gana y él la observó mientras bebía constantemente, asumiendo que realmente debía haberlo necesitado si aceptaba su ayuda a pesar de su enojo hacia él.
No tenía ningún derecho a estar enfadada. No cuando ella había mentido tan claramente.
''Entonces, ¿cómo lo explicarías?'' "Él demando.
-''Nunca te mentí, Dante. No estaba destinado a suceder. Este bebé es un milagro", dijo en tono áspero. ''Ahora puede ser mi bebé o puede ser nuestro. Eso depende de ti.''
-''¿Esperas que confíe en tu palabra?'' Obviamente ella todavía estaba mintiendo. Y qué mentirosa tan talentosa era. Lo que le hizo preguntarse sobre qué más era capaz de mentir. ''No es probable. Quiero una prueba de paternidad.''
''¿Qué? ¡El bebé es tuyo! ¡Eres la única persona con la que he estado sin protección y no he estado con nadie más desde hace algún tiempo!''
Si antes había pensado que ella estaba enojada, ahora no era nada comparado con su furia. Estaba incandescente en su ira.
Eso no lo desconcertó.
''Palabras, Constanza. Son sólo palabras.''Se apoyó en su escritorio una vez más, cruzando los brazos sobre su amplio pecho. "Organizaré la prueba de paternidad... y te lo advierto ahora, no te gustará si me vuelves a mentir".
"No te he mentido en absoluto", dijo, mirándolo a los ojos desafiante.
"Eso aún está por verse". No podía permitirse el lujo de confiar en ella. Ya lo había hecho una vez. Ahora se preguntaba hasta dónde había llegado la traición. -''¿Quién ha venido a Londres contigo?'' Quizás Anna; Quizás Dante también estuvo aquí. Su amigo, más cercano que un hermano, que podría haberlo sabido y no contárselo. Podría habérselo ocultado tal como lo había hecho Constanza, como si no tuviera derecho a saber quién era potencialmente su hijo.
Oh, estaría llamando a su amigo. Nunca antes había sentido una ira como esta, al menos no hacia Oliver. Después de todo lo que habían pasado, habría pensado que su 'compañero' se preocuparía lo suficiente por él como para decirle la verdad.
Dante observó cómo Constanza fruncía el ceño mientras respondía. ''Nadie.''
''¿Dónde te estás quedando?''
Constanza le dijo el nombre del hotel y él se pasó los dedos por el despeinado cabello rubio, lanzando un suspiro.
''Tenemos mucho de que hablar. Éste no es el lugar. Esta noche pasaré por el hotel.''
* * *
Él la estaba despidiendo. Constanza no podía culparlo. Ella había arrojado una bomba en su regazo sin siquiera decir '¿cómo estás?', pero su reacción le hizo hervir la sangre. Eso la hizo cuestionar la conexión que había sentido con él siete meses atrás y preguntarse si ese hombre cálido era sólo una ficción.
Que él quisiera una prueba de paternidad tenía sentido pero, en ese momento, ella no quería ser comprensiva. Todo lo que sentía era ira hacia esta persona que realmente no conocía.
Ella estaba asustada. Ella todavía no sabía dónde estaba él y se sentía expuesta, como un nervio en carne viva.
''Bien.''
Colocó sus manos en el reposabrazos, lista para ponerse de pie, pero un brazo fuerte la envolvió debajo de los hombros y la ayudó a ponerse de pie.
Gracias estaba en la punta de su lengua, pero se lo tragó, aferrándose a su ira. Ella se giró para mirarlo y su corazón dio un vuelco cuando él le rozó la mejilla con el dorso de los dedos.
Ella vio su mandíbula temblar mientras miraba sus dedos, como si estuviera molesto por el toque.
"Adiós, Dante".