que este fn de semana haremos un viaje a la playa? - No me quedé. -Está en el tablón de anuncios. Será un viaje del profesor de biología. - ¿Qué día será? - El sábado el autobús saldrá de aquí a las ocho. Lo harás.
¿no? - Creo que si. - Que bien. Dejé de prestar atención a lo que ella decía, porque llegó Aarón con su grupo.
Una vez más se sentó en la silla detrás de mí. Suspiro, preguntándome ya por qué. - Entonces te vas a quedar aquí, ¿no? Pienso en no contestar, pero hoy no tengo paciencia. Me volví hacia él, mirándolo, él continúa mirándome, sin mostrar ningún signo de sorpresa. - Te voy a dejar las cosas muy claras, no me importa lo que quieras y mucho menos de quién seas hijo. Así que haz lo mejor que puedas para sacarme de aquí. Lentamente comienza a sonreírme. Pasa su lengua muy lentamente por su labio superior, en ese
momento veo un piercing en su lengua. Intento ignorarlo. - Hmmm... mejor así, después de todo, no sería divertido si simplemente te dieras la vuelta y te marcharas. ¿No es lo mismo? Levanto una ceja y lo miro. -
¿Cuál es tu problema, eh...? ¿Por qué no me dejas en paz? - Pero puedo dejarte en paz. Mi cara debió haber respondido, porque continúa. - Sólo discúlpame. Suspiro ruidosamente. - No muchas gracias. "Entonces
prepárate. - Ahora volvemos al jardín de infantes, ¿verdad? Crece, está bien, ¿por casualidad eres un niño?
Dije más fuerte de lo que debería. Su rostro se vuelve impasible. Pero veo una vena en el costado de tu cabeza que late cada vez más fuerte. Escucho un ruido de sorpresa, en ese momento miro alrededor de la sala, que ahora está llena, y todos simplemente nos quedamos mirando, algunos con la boca abierta, y otros
como Sofía, con expresión de enfado. - No voy a pedir un traslado, olvídalo. Esta vez él no respondió.
simplemente se levantó y se dirigió a su asiento, yo me senté erguida, con el corazón martilleando en mi pecho. - Te dije que no respondieras, que ignoraras. ¿Qué hiciste, Ella? Vitória habla asombrada. -Nunca he
sido de los que se limitan a escuchar, Vi, preguntó. Ella suspiró. - Sé que es muy difícil no responder a las provocaciones, lo sé, pero deberías haberlo intentado. - Pero lo intenté. - Está bien, recemos para que no se
lo tome como algo personal. - Sinceramente no me importa, si él quiere la guerra, le demostraré que yo también puedo jugar. Ella niega con la cabeza y se sienta erguida; luego entra el profesor de matemáticas.
Durante cada clase, siento que alguien me mira fjamente y sé que es él, pero no me giro para comprobarlo.
Durante el descanso me siento con los demás. La noticia de nuestra pequeña discusión ya está en boca de todos. Escucho mi nombre pronunciado en voz baja. - Ignoralo, eres sólo una noticia nueva, pronto lo olvidarán. - Me doy la vuelta y veo a Nicolas sonriéndome, le devuelvo la sonrisa. El descanso termina y Bella
se va con su grupito, si sabía algo no mostró nada. Mis compañeros van al salón, pero yo corro al baño.
Cuando salgo del baño me llevo un susto. Me saludan con un balde de agua sucia en la cara. Me quedé mirando a Sofía, sonriéndome. No puedo moverme porque hace mucho frío. - Sabes niña, debiste haberme.
escuchado y simplemente alejarte, pero como no lo hiciste, espero que te gusten las sorpresas que te estoy preparando. - ¿Estás loco? Doy un paso hacia ella, en ese momento veo a cuatro chicas más paradas detrás de ella. - ¡Tuvimos que venir con más gente! ¿Por qué? Pensó que no sería capaz de manejarlo. - Le sonrío.
- Te gusta bromear, ¿no? - No tienes idea. - Mi voz es fuerte. Ella me da la espalda y se va. Respiré hondo y di un paso hacia el espejo. Mi cabello está revuelto, mi ropa está empapada y lo único que está un poco seco.
es mi falda. Intento arreglar lo que puedo, pero no se ve muy bien. Voy al salón, llamo a la puerta y escucho una voz que me dice que entre. Entré y todos me miraron con la boca abierta. La profesora se acerca y se
para frente a mí. - ¿Lo que le pasó? Capítulo 05 En este momento observo a todos en la sala. Vitória parece preocupada, el grupo de Aaron oculta su sonrisa, él, por alguna razón, se pone serio. Por un momento veo su ceja alzarse y si no lo supiera mejor, podría jurar que no entiende lo que me pasó. Pienso si debería llevar esto
a la junta, sí podría, pero algo dentro de mí me ruega que no lo haga. Miro a Sofía con cara de satisfacción.
Ella no pierde esperando. - Un accidente en el baño, profesor. No sé si el profesor entendió lo que dije, levanta una ceja y continúa mirándome. - ¿Está seguro? Le doy una pequeña sonrisa. - Sí, profesor, pero no
puedo quedarme el resto del tiempo. ¿Puedo irme? - Claro. ¿Estás en coche? - No. - No hay manera de que puedas volver a casa así. Se detuvo un rato como pensando en una solución, me dirigí hacia mi escritorio y recogí mis cosas. Mis manos tiemblan por el frío. - Alguien necesita llevarte. Habla en voz alta, pero nadie se ofrece, estoy segura que es por miedo. Cuando abro la boca para decir que encontraré la manera, el maestro.
habla primero. - Tienes coche, Aarón. ¿Puedes llevarla a casa? La maldita cosa sonríe. - Sí, lo soy profesor.
pero estoy seguro de que ella no querrá que la lleve. Me quedo ahí mirando a ese idiota, por un momento pienso en decirle que se vaya a la mierda, pero mi mirada se dirige a Sofía, ella lo mira como si tuviera miedo,l.
o me atrevo a decir, miedo. Sonrío más falsa que la suya cuando digo: "Me encantaría que me llevaras". Me puse una máscara de calma, como si realmente disfrutara estar con él. Éste, por cierto, me mira alzando una ceja. Pero se levanta, mete una mano en el bolsillo delantero de su pantalón y se detiene frente a mí, todavía
tengo una sonrisa ridícula en mi rostro. - Excelente. - La profesora sonríe. - Estaré más tranquilo. Y con eso nos fuimos, ninguno de los dos dijo nada hasta que se detuvo frente a un auto rojo sangre. Él entra, voy a la
puerta trasera y cuando voy a abrir la puerta escucho su voz. - No soy tu conductor, así que intenta sentarte.
delante. Su voz suena más como un gruñido. Cierro los puños, con puro odio, pero abro la puerta y me siento delante. No digo nada, me pongo el cinturón de seguridad. Arranca el auto y comenzamos a movernos. Me froto las manos, tratando de calentarlas. Aunque trato de controlarme, tiemblan. Aaron no dice nada, pero
presiona un botón en el tablero del auto y siento una ráfaga de aire caliente inundar el interior del vehículo.