En los brazos del mafioso
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Capítulo 4 4

Sara

Mi voz se esfumó con una simple interrogante. Intenté mover los pies del suelo, pero parecía que estaban pegados como si fueran plomo.

Pasé saliva. Me aferré a mi hijo como si fuera a quitármelo y tomé aire. Debía actuar rápido.

Encontrar una respuesta, pero no salió.

__ Mi amor, ¿Desayunamos juntos? - preguntó la rubia del desayuno, con una sonrisa que solo yo vi, ya que al parecer al nieto de Don Braulio le valió un grano de arena que ella fuera atenta.

__ Debo irme. Me estan esperando - logré articular. - Con permiso.

__ Enfermera. - me habló él y mi boca se secó. - Hice una pregunta.

__ Lo sé, solo que...

__ ¿Que ocurre? - preguntó la chica en mi dirección. Apenas estaba recuperando el aire como para perderlo de nuevo.

__ Nada, se hace tarde. - casi corriendo abandoné esa casa. El taxi ya me estaba esperando y por primera vez ni siquiera saludé. Solo quería estar lo más lejos posible de él, tanto como se pudiera.

No me atreví a voltear a ver la casa. Sabía que estaba ahí, aún podía ver ese par de ojos iguales a los de Anthony estar sobre mí todo el recorriendo que dió el taxi alrededor de la fuente para salir de esa casa.

No siquiera vi cuanto dinero le di al conductor para salir del vehículo, pero estaba segura que me diría después si faltaba o me sobraba. Por un instante estuve a punto de tropezar, pero me estabilicé. Abrí la puerta del apartamento y solté la pañalera, Keyla no había asistido a clases por lo que no se me hizo extraño verla ahí en ese momento.

__ ¿Que traes? - cuestionó - Te ves muy pálida. Hasta diría que viste la muerte en persona.

Su intento de hacerme reír fue inútil. Ni siquiera estaba pensando. Ninguna idea era formulada como tal.

__ Lo vi. - declaré.

__ ¿El nuevo vecino? Yo también lo vi, no está nada mal, pero tampoco es para que te pongas así. - llenó de besos a mi hijo.

__ No, me refiero al padre de Anthony, lo vi. - afirmé y ella se vio sorprendida también.

Le dije como habían sucedido las cosas y fue algo que no esperé pasara, pero lo hizo y en ese momento debía por todos los medios saber cómo enfrentar la situación.

La puse al tanto de lo que pasó, la pregunta que me hizo y no supe responder, más saber que volvería a verlo.

__ Si no quieres ir, está bien, Sara. Solo no te pongas así, asustas al bebé.

No tenía idea de como disimular. Todo el mar de preguntas que no me podía responder sola llegaron.

Podía abandonar el empleo , claramente, pero se solo recordar que la paga era buena, me quitó el impulso.

No sería tan inconsciente de no encontrar un trabajo primero antes de abandonar ese o al menos despedirme de Don Braulio.

Me acerqué al siguiente día a la casa, me aseguré que nadie estuviera en mi camino para entrar al dormitorio de mi paciente. Este, como todos los días me recibió con una sonrisa enorme en el rostro, cosa que estuvo más allá de mis miedos.

Nuestra conversación habitual se dió, pero cuando preguntó sobre alguna pareja de nuevo, fue una negativa lo que recibió. No estaba interesada en tener a nadie con esas intenciones en mi vida..

__ Tengo un nieto que tiene más o menos tú edad. - aseguró y me reí de su insinuación. - Es hermano de Leonardo. Pero él, si es más relajado.

__ Bien por él. Está vida hay que atacarla con sonrisas genuinas. - afirmé doblando su rodilla.

Siguió hablándome de su vida antes de tener el accidente que lo dejó así y yo me perdí en eso, al tiempo que mi hijo se dispuso a jugar.

Con eso era fácil tomar otro rumbo en mi mente, cosa que duró poco, pues cuando salí al pasillo ahí estaba. El hombre de mirada de plomo esperando por mí, supuse.

__ Quiero una respuesta. - dijo y me tensé.

__ Anthony es hijo...

__ ¿Neón o solo blanco natural? - consultó su novia. Él la ignoró completamente.

Ella era su prometida, me tuve que recordar. No debía interferir en eso.

Desafortunadamente a la chica le habló alguien desde lo que pareció ser su habitación. Corrió a él y tragué grueso.

__ Estoy esperando.

__ Es hijo de mi ex. - mentí. No podía decirle que era suyo si estaba a punto de casarse, quizá luego vería la forma de hacerlo, pero no era el momento.

__ Mientes. - acusó.

__ No lo hago. - me defendí. Pasé a su lado y este soltó un resoplido.

__ Voy a averiguar la verdad. - aseguró. - Y te juro que si me mientes, vas a lamentarlo.

Pero cuando eso sucediera, yo estaría segura que no arruinaría una boda por irme de boca. Solo guardé sielncio para llagar a la salida, el taxi estaba ahí y por ello solo saludé de lejos viendo el auto que tenía la cajuela medio abierta.

Me quedé perpleja ante la mano ensangrentada que tenía afuera. Planté mis pies al ver que sangraba mas con cada centímetro que podía ver.

«¿Está muerto?» Mi sangre se enfrió como si estuviera en la Antártida, los nervios se adueñaron de mi y corrí, tanto como pude me metí al taxi con una sola idea.

No debía haber visto eso. Tenía que irme lejos, ellos eran peligrosos, muy peligrosos. Si el nieto de Don Braulio era el jefe de todos ellos, eso significaba que...

__ Empaca, debemos irnos. - le dije a Keyla desde que llegamos al apartamento. - Lo que sea que necesites, solo hazlo rápido

__ ¿Cual es la prisa? - se vió confundida. Yo también lo estaba, pero no había tiempo de explicar detalladamente.

__ Solo hazlo. - le dije. Reservaré los boletos de avión.

__ ¿A donde? - cuestionó horrorizada.

__ A donde sea. Es lo de menos, lo importante es que debemos alejarnos lo más posible de aquí. - continué apresurada.

__ Sara, mírame. ¿Tomaste algo ilegal? - deseó saber.

__ No, estoy más cuerda que nunca. - afirmé sin dejarla que hiciera más preguntas al reservar nuestros boletos para regresar a la ciudad donde vivimos años atrás. Cualquier sitio era más seguro que la ciudad donde residimos los dos años anteriores.

            
            

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