Una pasión prohibida.
img img Una pasión prohibida. img Capítulo 4 Igual de inteligente que usted.
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Capítulo 15 El juego ha comenzado. img
Capítulo 16 Hasta que pierda el control img
Capítulo 17 Como un tonto adolescente. img
Capítulo 18 Como tocan tus manos. img
Capítulo 19 Ese juego peligroso nuestro img
Capítulo 20 Fingir que no ha pasado nada. img
Capítulo 21 Tu y yo, otra vez en guerra. img
Capítulo 22 No podemos aguantar las ganas. img
Capítulo 23 El enigma img
Capítulo 24 Fingir lo que siento por ella. img
Capítulo 25 Celo (PARTE 1) img
Capítulo 26 Celos (PARTE 2) img
Capítulo 27 ¿Qué me pasa contigo img
Capítulo 28 ¿Qué siente cuando está conmigo img
Capítulo 29 Tenémos química img
Capítulo 30 Puede ser nuestro secreto. img
Capítulo 31 Lo prohibido es lo más atractivo. img
Capítulo 32 El que busca encuentra. img
Capítulo 33 Conocernos un poco. img
Capítulo 34 Un magnetismo entre los dos. img
Capítulo 35 ¿Se está enamorando img
Capítulo 36 Ella es diferente al resto. img
Capítulo 37 ¿Quieres ser exclusivo img
Capítulo 38 Me vuelve loco. img
Capítulo 39 Completamente perdido. img
Capítulo 40 ¿Por qué tuvo que ser conmigo img
Capítulo 41 Una conversación incómoda. img
Capítulo 42 Estás en problemas. img
Capítulo 43 Con el corazón en la mano. img
Capítulo 44 Yo también estoy enamorado de ti. img
Capítulo 45 Ponerle fin a algo que no existe. img
Capítulo 46 Solo preocuparme por él. img
Capítulo 47 No la miras como a otras. img
Capítulo 48 ¿Estas enamorada de mi img
Capítulo 49 Debemos detenernos. img
Capítulo 50 Solos en casa (Parte 1) img
Capítulo 51 Solos en casa (Parte 2) img
Capítulo 52 Perdamos el control (Parte 1) img
Capítulo 53 Perdamos el control (Parte 2) img
Capítulo 54 Nuestro punto final. img
Capítulo 55 No poder olvidarte img
Capítulo 56 Juégate por ella. img
Capítulo 57 Pensé que significaba algo para ti. img
Capítulo 58 No quiero jugar con ella. img
Capítulo 59 Me duele amarte. img
Capítulo 60 Sólo tienes que decirle. img
Capítulo 61 ¿Por qué no admites que me amas img
Capítulo 62 Ella es mi esposa. img
Capítulo 63 conferencia aburrida. img
Capítulo 64 Todavía hay tiempo. img
Capítulo 65 Siendo sincero img
Capítulo 66 Necesito que confíes en mi. img
Capítulo 67 Tu me hiciste creer. img
Capítulo 68 Ponte de rodillas. img
Capítulo 69 La comida puede esperar. img
Capítulo 70 Totalmente entregado a ella. img
Capítulo 71 Me gustan las perras como tu. img
Capítulo 72 Quiero saber un poco más de ti. img
Capítulo 73 Un golpe de realidad. img
Capítulo 74 Me tratas distante. img
Capítulo 75 Un campo minado. img
Capítulo 76 Una verdad que puede destruirnos. img
Capítulo 77 En la playa contigo. img
Capítulo 78 La tormenta que se avecina. img
Capítulo 79 No hay escapatoria. img
Capítulo 80 Todo fue una gran mentira. img
Capítulo 81 Ahogando penas en el alcohol. img
Capítulo 82 Te seguiré amando, aunque me odies. img
Capítulo 83 Libre de secretos (Parte 1) img
Capítulo 84 Tu entrega total. img
Capítulo 85 Solo amémonos. img
Capítulo 86 Cuéntame sobre tus sueños. img
Capítulo 87 Unas vacaciones de parejas. img
Capítulo 88 Me gusta mirarte. img
Capítulo 89 La verdad expuesta. img
Capítulo 90 Puedes confiar en mí. img
Capítulo 91 Una boda caliente. img
Capítulo 92 No puede ser una buena coincidencia. img
Capítulo 93 A nada de comenzar nuestra historia de amor. img
Capítulo 94 Tienes que dejarla. img
Capítulo 95 No me busques nunca más. img
Capítulo 96 Renuncie a todo por ti. img
Capítulo 97 Al igual que en Romeo y Julieta. img
Capítulo 98 Intento de homicidio. img
Capítulo 99 Porque te amo... img
Capítulo 100 Amnesia. img
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Capítulo 4 Igual de inteligente que usted.

El libro era una copia del clásico "Lolita" de Vladimir Nabokov.

-Lolita -dije y ella sonrió-. Tengo curiosidad por saber tu opinión al respecto. Señalé la portada del libro, mientras me acercaba un poco más a su silla.

-¿Por qué estás tan obsesionado con mis opiniones? -Se mordió el labio inferior con una risa contenida. Sus ojos tenían cierta burla y parecían querer descubrirme, poco a poco.

- Es que nunca he tenido un estudiante con opiniones tan fuertes. Así que... Creo que me gusta saber lo que estás pensando -pensó un momento y volvió a sonreírme.

- Es un libro para los que tienen estómago. No es una historia de amor ni un thriller del New York Times. Es la narración de un hombre obsesionado con una niña de doce años, es terrible solo leer la sinopsis. Sin embargo, la escritura es impecable, y la genialidad con la que Nabokov narra, tratando de convencer al lector de que Humbert tiene razón, es simplemente increíble.

Era muy inteligente, tal vez era mi alumna más brillante.

-Pero no puede, ¿verdad? -le pregunté y volvió a sonreír.

- Depende mucho de la mente de quien lo esté leyendo -se encogió de hombros. -Es un libro muy bueno, pero que no recomendaría.

- Tal vez sea una decisión acertada -me encogí de hombros y nos miramos fijamente una vez más, sin perder de vista el uno en el otro. Y así, me di cuenta aún más de lo hermosa que era. Los ojos penetrantes, la boca bien diseñada, e incluso tenía un aro en la nariz. Vestía una blusa azul de manga larga y pantalones negros ajustados, en los pies tenía un par de zapatos planos del mismo color que los pantalones. Miré hacia otro lado cuando la sala comenzó a ser ocupada por otros estudiantes. Me acerqué a mi escritorio y me apoyé en el borde.

- Buenas noches, clase. La clase de hoy, como sabrás, es de lengua y literatura francesas. - Empecé y Vera cerró el libro, cruzando las piernas y centrando su atención en mí. - ¿Qué obra literaria te viene a la mente cuando escuchas la palabra "Francia"? -pregunté y concentré mi mirada en la hermosa mujer que tenía sus ojos clavados en mí.

- ¿Los Miserables? ¿De Víctor Hugo? -Una muchacha con gafas, que parecía tener unos dieciocho años, dijo con cierto nerviosismo y cambié el foco de mi mirada hacia ella.

-Perfecto -me aparté de la silla y caminé por la sala. -¿Cómo te llamas?

-Elizabeth.

- Perfecto, Elizabeth. Es una obra muy conocida, un clásico, aclamado en todo el mundo ¿Por qué crees que hay tanto aprecio por el trabajo? -Rachel levantó la mano, nunca lo confesaría en voz alta, pero lo único que quería saber era su opinión.

-Creo que es porque Víctor Hugo ha narrado la vida tal como es -dijo, y yo fruncí el ceño. - Mostró la pobreza y la miseria tal y como son, sin romantizar nada de ello, y consigue trasladar a un lector sensible todo ese sufrimiento a través de la narración.

- ¿Te consideras un lector sensible? -le pregunté y frunció los labios por un momento. Yo sonreí de reojo.

- No creo que ese sea el punto aquí.

- ¿Por qué cada vez que te hago una pregunta, tienes que refutar? -pregunté y ella se lamió los labios casi con naturalidad. O era demasiado atractiva o me estaba convirtiendo en un pervertido para ella.

Apuesto por ambas opciones.

- No lo sé, profesor. -Sonrió. - Creo que necesitabas a alguien en tu vida a quien le gustara discutir.

- ¿Alguien en mi vida? -le pregunté y ella se encogió de hombros.

- Un alumno concreto -se llevó el lápiz que tenía en la mano a la boca y se lo pasó por el labio inferior -, pero, me considero un lector sensible. Sin embargo, con estómago -dijo y yo asentí.

- Esto es importante. Es importante que puedas sentir los personajes, los defectos, el sufrimiento..., pero también es importante que tengas estómago para una obra como "Los Miserables" -dije y ella asintió, sorprendentemente sin refutar mi argumento. Volví a dar la vuelta al salón y me senté de nuevo en el borde de la mesa. Vera me miraba fijamente, y nunca me había puesto nervioso la mirada de un estudiante, pero esta vez sí. Ella siguió cada uno de mis movimientos exactamente, lo cual era común para un estudiante atento, sin embargo, ella ... Yo también la miraba a ella.

¿Qué estaba pasando?

Cruzó las piernas con una mirada burlona y mucha sensualidad, pareciendo notar que mi mirada se enfocaba disimuladamente en ella.

. ¿Iban a ser seis meses de eso?

Soy un hombre ético. ¿Qué estoy haciendo?

¿Se estaba burlando de mí? ¿O todo estaba en mi cabeza?

. . .

– Profesor... -Se acercó a mi escritorio y se paró frente a mí con el cuaderno de trabajo abierto en la página que le había pedido-. Tengo una pregunta.

– Creía que hablabas francés con fluidez... -bromeé y ella puso los ojos en blanco.

- Y lo puedo hacer -sonrió irónicamente y se inclinó un poco sobre la mesa para mostrarme la página. - Este verbo aquí -señaló con su lápiz-, es regular -dijo con confianza. - Y se está poniendo como un verbo irregular, ¿debo tacharlo? ¿O tenemos una explicación lógica para ello? -preguntó, dejando de inclinarse sobre la mesa y dando un poco de paz a mi mente.

- Debe estar rayado. Fue solo un error de impresión. Este verbo debe estar en la tabla de al lado -ella asintió- ¿Algo más, señorita Galeano? -negó.

- Eso era todo lo que había que hacer -contestó y se fue.

- Espera, ¿ya terminaste? -asintió-, pero, no han pasado ni diez minutos desde que empezaste a hacerlo y son muchos verbos... ¿Me dejas mirar? -sonrió y levantó una ceja.

- ¿Dónde crees que estamos? ¿En la escuela secundaria? -preguntó y puse los ojos en blanco. - Muy bien, tómalo. - Me tendió el cuaderno de ejercicios-. La sostuve en mis manos y observé la actividad, absolutamente todos los verbos estaban conjugados correctamente, y lo hizo en menos de diez minutos. Le volví a extender el cuaderno de trabajo y ella lo recogió con una sonrisa en la cara. Luego añadió-: No creo que hayas conocido a alguien con un nivel de inteligencia como el tuyo, ¿verdad? -preguntó y fruncí el ceño.

-¿Por qué la pregunta, señorita Galeano? -pregunté con interés.

- Porque actúas conmigo como si necesitaras demostrar mi inteligencia todo el tiempo. Es casi como si necesitaras esta confirmación de que soy lo que parezco ser... -dijo con algo de ira por el tono de su voz.

-No es eso, señorita Galeano. Me parece totalmente fascinante que una mujer tan inteligente como tú haya hecho una defensa de tesis tan mala. Sonreí de reojo y ella cerró el semblante.

- Para tu información, mi defensa de tesis es genial. Eres egocéntrico y solo quieres firmar con tu maldito nombre si es un trabajo genial. -dije y miré a mi alrededor. Algunas personas ya empezaban a centrar sus miradas en nosotros y respiré hondo. Nos estábamos convirtiendo en la atracción de la universidad.

-Estamos en clase, señorita Galeano. Ve a tu asiento, deja de contestarme y siéntate en tu silla -le dije con seriedad y ella resopló. - Deja de comportarte como si tuvieras catorce años.

Ella solo respiró hondo y se sentó en la silla, enfocándome una mirada muy enojada. Le devolví la mirada y ella sonrió irónicamente.

Miré mi reloj de pulsera y vi que eran más de las nueve.

- Son liberados -dije y los estudiantes comenzaron a irse uno por uno.

- ¿Llegarás tarde? -me preguntó Selene, mientras se echaba la mochila a la espalda.

- Sí, no me esperes. Mañana le entregaré el regalo a Sara.

- Bueno, buena suerte-. Miró a la chica con los ojos entrecerrados y me sonrió con picardía. - Hasta mañana, Vera.

- Incluso, Selene. - dije sonriendo y mi hermana salió de la habitación, dejándome sola junto a mi estudiante.

El infierno se desataría ahora.

            
            

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