Capítulo 6 Coqueteo en plena clase

¿Era mi habitación?

¿El aula?

¿Un hotel?

No sabría decirlo.

Vera se acercó a mí con una mirada más que malvada. Llevaba lencería roja que dejaba al descubierto más de lo que la cubría a ella. Era casi irónico.

-¿Qué quiere hacer conmigo, profesor? - Tenía un lápiz envuelto alrededor de su cabello y tan pronto como se acercó a mí, se lo quitó del cabello, dejándolo caer alrededor de su cara y tirándolo al suelo detrás de ella.

-Cosas -le respondí y ella se detuvo frente a mí, colocó ambas manos sobre mi cara, pasando sus manos por mi barba. Había algo enigmático en sus ojos, y desde que era un niño me encantaban los acertijos.

- ¿Qué tipo de cosas? -preguntó y se mordió el labio inferior.

- ¿Estás dispuesta a saberlo? Porque si sabes... tendrá que hacer -dije y ella sonrió.

- Creo que eso está bastante claro, ¿no? Bajó sus manos hasta mi cuello, acariciando el lugar con las uñas. - A estas alturas ya te habrás dado cuenta de que me gustan mucho los retos. -Una sonrisa traviesa se formó en sus delgados labios, que esa noche eran de un hermoso tono rojo.

-¿No crees que está mal desear a tu alumna? -preguntó y se mordió el labio inferior.

- Creo que sí, creo que sí. -me sentía un poco nervioso.

- ¿Crees que no es ético? -asentí. - ¿Y por qué quieres? -preguntó con curiosidad.

- Porque es inevitable.

[...]

Me desperté angustiado esa mañana, angustiado y tarde para la primera clase del día. Simplemente había tenido un sueño casi erótico con mi estudiante y la idea me emocionó y me dio un poco de claustrofobia.

Tan pronto como llegué a clase, la vi sentada en la primera silla de una de las filas.

Un estudiante dedicada.

Acomodé mis cosas sobre el escritorio y encendí el proyector de diapositivas y seleccioné la presentación para la clase del día, aunque mantuve mi atención en lo que estaba haciendo, no podía quitar los ojos de Vera. Llevaba un vestido en tono rosado, con algunos diseños florales en el estampado. En los pies llevaba zapatillas azules. Ni siquiera se parecía a la provocadora de anoche.

Se dio cuenta de que la miraba fijamente y levantó la cabeza para mirarme. Una sonrisa maliciosa brotó de su boca y se llevó el lápiz que tenía en la mano al labio inferior y lo pasó lentamente.

Miré hacia otro lado y miré hacia atrás, viendo la primera diapositiva de la clase. Me arrepentí totalmente de haber elegido el color amarillo, ahora daría cualquier cosa por ir a Power Point y editar el color de fondo de las diapositivas.

¿Por qué amarillo? ¿Quién hace el deslizamiento amarillo?

Sí, Alejandro Osores.

¿Qué pretendía con ese color? ¿Quemar los ojos de los estudiantes?

De hecho, estos pensamientos solo me vinieron porque quería desviar mi atención de Vera.

- Buenos días, clase. La asignatura optativa de hoy trata sobre las relaciones entre la literatura y el cine, que son dos artes diferentes, pero que pueden unirse. Avancé una de las páginas de la diapositiva y el tema "Literatura vs. cine" apareció en la pantalla en un fuerte tono negro. Obviamente, todos están familiarizados con las adaptaciones cinematográficas de libros. ¿Alguien me puede dar un ejemplo? - Intercalé mi mirada con algunos rostros presentes en la clase.

- ¿Cincuenta sombras de Grey? -preguntó una muchacha que parecía estar en la flor de los diecisiete años. Se escucharon algunas risas y supe que era por el tema sexual que abordaba la película.

Yo no era exactamente del tipo liberal, pero aun así veía muchos tabúes innecesarios en los estudiantes debido al tema del "sexo".

- "Cincuenta sombras de Grey" es un buen ejemplo. Es una película que se ha hecho muy famosa y que además está rodeada de polémicas respecto a los temas abordados, y es una adaptación de un libro con el mismo nombre.

-¿Lo ha leído, profesor? -preguntó la misma chica, mientras toda la clase no me miraba fijamente.

-La verdad es que no. Sonreí de reojo. - No es específicamente mi tipo de literatura. Me encogí de hombros. - Por lo tanto, no tengo ninguna propiedad para formarme una opinión al respecto.

-¿Y Lolita, profesora? -preguntó Vera con una sonrisa. - Ha sido adaptado para la pantalla en varias ocasiones.

- Buen ejemplo, señorita Galeano. -dije y ella sonrió. – ¿Qué adaptación prefiere mencionar? -Parecíamos adolescentes histeriqueando, pero éramos dos adultos frente a una clase donde yo era el maestro.

- La más reciente, de 1997. Creo que es una adaptación peligrosa -dijo y yo asentí, queriendo escuchar más de sus opiniones. Creo que eso es lo que más me atrajo de ella. Su mente.

-¿Por qué cree eso, señorita Galeano?

- El libro está narrado en primera persona. Lo que hace que el narrador no sea digno de confianza, ya que solo tenemos un punto de vista. En todo el libro solo tenemos el punto de vista de Humbert queriendo justificar sus acciones ante la chica, pero no tenemos el punto de vista más importante, el de la propia Lolita. -Asentí con la cabeza y ella respiró hondo para continuar-: La película, al ser una adaptación audiovisual, no tiene la esencia de dejarnos imaginar que solo pasa por su mente. La película muestra de alguna manera... mmm, como si realmente estuviera sucediendo, como si sus acciones estuvieran destinadas a provocarlo, y no solo un producto de la cabeza de Humbert. Después de todo, ella era una niña de doce años y él, un hombre. No justificaría absolutamente nada sus acciones. Pero para una mente más débil, puede ser fácilmente idealizado. -Me tenía realmente sorprendido con su análisis. Me tenía embelesado con su inteligencia. - Es una buena película, pero para los que tienen buen sentido crítico.

-Su comentario es brillante, señorita Galeano. Trajiste una reseña impecable a la película e incluso trajiste un tema que tenía la intención de debatir. La manipulación de las escenas. Es común que los lectores salgan del teatro con el cerebro en llamas y con críticas de todo tipo -me apoyé en el borde de mi escritorio. – Es muy común escuchar cosas como "se ha cortado parte de la esencia de la historia", "hay escenas que no tienen sentido", "la adaptación fue horrible".

- A veces la gente no entiende que no se pueden resumir quinientas páginas en una hora de película. Las cosas se cortarán y es inevitable. -dijo ella, mientras balanceaba el lápiz entre sus dedos.

- Entonces, ¿estás de acuerdo con la manipulación de las escenas? -pregunté, centrando mi mirada en la suya. Estábamos hablando de adaptaciones cinematográficas y sentí que estábamos coqueteando. Tal vez ese era nuestro tipo de coqueteo.