Señor Griego
img img Señor Griego img Capítulo 2 La huida
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Capítulo 6 Órdenes img
Capítulo 7 Sumisión img
Capítulo 8 Ardiendo img
Capítulo 9 Enfados img
Capítulo 10 La solución img
Capítulo 11 La reunión img
Capítulo 12 Confesiones img
Capítulo 13 Amándonos img
Capítulo 14 Solamente juntos img
Capítulo 15 Confusiones img
Capítulo 16 Viaje concluido img
Capítulo 17 El regreso img
Capítulo 18 Demasiado cerca img
Capítulo 19 No me toques img
Capítulo 20 Por favor ... img
Capítulo 21 Juntos es peligroso img
Capítulo 22 Mientras lo averiguo img
Capítulo 23 Celos img
Capítulo 24 Riesgo img
Capítulo 25 Retiro img
Capítulo 26 Finalmente img
Capítulo 27 Epílogo img
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Capítulo 2 La huida

Siento que el vestido de novia me aprieta el esternón. No sé si mi asfixia es a causa del pánico o del asco que siento hacia mi padre, y hacia el maldito miserable con el que voy a casarme o simplemente estoy sufriendo un ataque de ansiedad.

Toda mi familia se fue extinguiendo poco a poco hasta que misteriosamente solo quedamos mi padre y yo.

Este, presa de las deudas de juego me entregó a un hombre que se dedica a traficar con drogas y que pese a tener una belleza notable y una juventud en su apogeo, solo me desea a mí y no se consuela con nadie...jura que nunca dejará de intentar hacerme su mujer hasta que consiga que lo sea.

Más de una vez me hizo suya en el plano sexual pero no le fue suficiente. Quiere más y lo que quiere es que sea su esposa, legalmente suya.

A veces me pregunto si lo que siente por mí es obsesión o un simple capricho. Creo que nunca lo sabré. Cuando salga del altar pretendo darle un veneno mortal y convertirme en su viuda y su asesina pero no seré la mujer de un tipo así.

Me miro al espejo intentando no pensar en lo que está a punto de suceder y entonces las cosas simplemente...acontecen movidas por un destino al que siempre le estaré agradecida.

Un mar de tiros se escuchan en el jardín de la casa y me asomo a través de las ventanas de cristales para ver todo el jaleo que se monta.

La seguridad de Mauro saca toda su artillería y bajo el corre corre de los invitados, se sumergen en un tiroteo estruendoso del que no tengo idea como saldrán.

Las flores blancas que decoran el jardín vuelan por los aires víctimas de las balas de todos los bárbaros que se mutilan ahí debajo y a pesar del horroroso panorama, no me asusto. Me he vuelto lo suficientemente fría como para no temer una pistola ni varios tiros. Creo que en el fondo me ubico en la ventana con la esperanza de que alguna bala me alcance y acabe la pesadilla esta, antes de que siquiera empiece. Cuando sea yo quien le mate a él, mi vida estará subastada entre la venganza y el poder.

-Vamos, Mell. Es el momento -una de mis damas de honor tira de mí. Me sorprendo al ver lo que hace.

No entiendo nada. Simplemente me dejo guiar por los pasillos de la mansión de mi futuro marido y pienso mientras corro, que es posible que me libre de ser una dama de la mafia. Y de todo lo que eso conlleva.

También asumo y noto mientras corremos, que nadie está vigilando mi puerta y quizás de haberlo sabido podía haberme largado yo solita y ponerme a kilómetros de distancia de este animal.

-¿Sabes que si Mauro se entera de que me has ayudado a escapar te matará?

Calibro sus intenciones y ver que no lo niega me confirma que de eso se trata. No sé por qué no asumí 1ye quizás me estaba llevando a un lugar seguro para él; pero su no-negativa me confirma que efectivamente me ayuda a irme más allá de quedarme.

No paramos de correr y entonces llegamos al final del pasillo. Nunca había estado en esta parte de la casa y delante tengo un auto negro desde el que me abren una puerta y cuando estoy a punto de negarme a subir, ella dice...

-Él no puede saber que yo te ayudé a salir de aquí -le da unos billetes al chófer -. Quiero ser su mujer y tú lo odias. Vete lejos y deja que sea yo quien cumpla un sueño que tú rechazas.

No sé que decir porque de todas las cosas que podía haber esperado, jamás creí que alguien se atreviera a desafiar a Mauro Capolli ni mucho menos ambicionar ser su mujer.

Me parece descabellado completamente pero supongo que todos sabemos a lo que aspiramos en la vida. Luego nos toca lidiar con esas aspiraciones.

Entonces pongo un pie dentro del coche sin perder más tiempo y una idea surca mi mente...

-¿Has sido tú quien ha provocado este caos? -me lanza una sonrisa extraña.

-Agradécemelo yéndote lejos de nosotros y nunca vuelvas. Escóndete bien.

Asiento y tomo una tarjeta que me da dejando atrás un mundo que aborrezco, me subo al coche y salimos pitando de aquel cruel destino que antes me esperaba y ahora me sabe a pasado.

Ahí es donde verdaderamente respiro el olor de la libertad y mientras el auto avanza no sé a dónde, lanzo la tarjeta por la ventanilla. No confío en Nubia y no puedo esconderme en ningún sitio que ella proponga.

Conociendo este mundo como lo conozco, es muy capaz de mandar luego a alguien a matarme para que no consiga entorpecer su vida al lado de la bestia Capolli.

En el siguiente semáforo tomo la bolsa que hay a mi lado y que reconozco como mía y sin ver qué hay dentro, salto del coche y echo a correr en dirección al muelle. Mi amiga se va de viaje en un crucero de lujo por su trabajo y quiero despedirme de la única persona que aprecio, además de hacerle saber que no tuve que casarme.

Tal vez esa decisión sea otra jugarreta del destino pero definitivamente me dejo guiar por mis instintos y aunque me arden los pies de tanto correr y todo el mundo me mira asombrado por mi atuendo, no paro ni siquiera cuando siento como se va rasgando el bajo del vestido de novia que aún llevo encima.

No sé cuanto tiempo pasa ni como consigo llegar al final de mi trayecto pero cuando finalmente identifico el crucero en el que ella se va y me informan por donde abordan los empleados, doy la vuelta aprovechando que todo el que me ve asume que acabo de huir de mi boda y mentalmente -cosa que agradezco-culpan al novio, trato de llegar hasta donde ella debe estar pero un cuerpo tremendo y muy bien plantado me detiene.

He chocado contra alguien que ha provocado que casi caiga al suelo y me sostiene por las manos...

En ese mismo momento oigo a Cindy gritar mi nombre y tras un básico:"lo siento", me libro de las manos de quien me ha impactado y sigo mi camino hasta ella.

Cuando siento su abrazo, sonrió feliz de entender que al menos hay una persona en mi vida que me quiere, sin segundas intenciones.

Aquí...aquí, es donde verdaderamente empieza la historia de mi vida.

            
            

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