El abogado y la doctora
img img El abogado y la doctora img Capítulo 4 Segundas (in)oportunidades
4
Capítulo 6 Oportunidad perdida img
Capítulo 7 La tercera no siempre es la vencida img
Capítulo 8 Fuegos artificiales img
Capítulo 9 Perfección img
Capítulo 10 Flash del pasado img
Capítulo 11 Heridas abiertas img
Capítulo 12 Celos profundos img
Capítulo 13 Una posible pista img
Capítulo 14 Derritiendo el hielo img
Capítulo 15 Vuelta al pasado img
Capítulo 16 Infierno I img
Capítulo 17 Infierno II img
Capítulo 18 Infierno III img
Capítulo 19 Sellando una promesa img
Capítulo 20 Pasión desenfrenada img
Capítulo 21 Pasión desenfrenada II img
Capítulo 22 Malos entendidos img
Capítulo 23 Semana infernal img
Capítulo 24 Pérdida de tiempo... ¿o no img
Capítulo 25 Novedades img
Capítulo 26 Reencuentro img
Capítulo 27 Confesiones img
Capítulo 28 París img
Capítulo 29 El final se acerca img
Capítulo 30 Desagradable visita img
Capítulo 31 Problemas img
img
  /  1
img

Capítulo 4 Segundas (in)oportunidades

Malasia, abril 2022

- Esto tiene que ser una broma- exclamé observando la gran mancha de vino tinto sobre el frente de mi vestido blanco Prada, que estaba estrenando esta noche.

Al levantar la vista me topé con dos pozos oscuros que frunciendo el ceño me devolvían la cara de sorpresa. Lo miré fijamente dándome cuenta de que era él. El extraño sujeto del año pasado. El hombre sin nombre. Había tardado días en olvidar el incidente, pero después de meses aún seguía recordando la profundidad de su mirada, lo recto de su porte y el pinchazo en el pecho ante su rechazo.

Y hoy, después de un año, a minutos de que subiera a recibir una mención por nuestro duro trabajo, él acababa de arruinar mi vestido.

Su rostro reflejaba sorpresa, estupor, vergüenza mientras su vista iba de mi vestido a su copa derramada. Pero nada me preparó para cuando nuestros ojos conectaron. En un segundo observé como fruncía el ceño, endurecía la mandíbula, cuadraba los hombros mientras me miraba con la misma actitud indiferente de la última vez que nos vimos. "Por lo visto hay cosas que no cambian" pensé.

- Maldita sea – murmuró por lo bajo mientras dejaba la copa y sacaba un pañuelo para secarse la mano- maldita sea...

Alcancé a tomar unas servilletas de la mesa más cercana, que por suerte estaba sin personas. Necesitaba intentar salvar lo insalvable, usar mis manos en algo que no fuera intentar tocar a aquel sujeto. Aun no entendía la atracción animal que ejercía sobre mi cuerpo. Era como si todos los meses pasados no hubieran ocurrido. Mi respiración se aceleró, las palmas de las manos me hormigueaban. Lo miré de reojo. El esmoquin era de diseño, se ajustaba a su cuerpo como una segunda piel. El peinado hacia atrás lo hacía lucir tan endemoniadamente sexy.

Ajustó su moño y recordé la suavidad de su piel bajo mis manos en aquellos breves segundos que me lo permitió. Sentí que mis pezones vibraban bajo el vestido y un pequeño jadeo escapó de mis labios. Su mirada se enlazó con la mía y luego bajó a mi pecho. Entonces el tiempo se detuvo. Fueron segundos que duraron mucho más, un suave gemido emanó de su boca y la vergüenza me invadió. El pañuelo tembló en su agarre. Intentó hablar pero no emitió ningún sonido. Dio un paso hacia adelante y yo hice lo mismo. Estábamos tan cerca, casi rosándonos pero en ese momento Mica se acercó.

- Misha por Dios...¿Qué ocurrió?- chilló sin dejar de mirar la tela blanca impregnada de color borgoña.

Sus palabras parecieron romper el hechizo, él abrió la boca una vez más pero siguió en silencio. Sin entender el magnetismo que ejercía sobre mí, le di una última mirada, tomé el brazo de Mica diciéndole que luego le explicaría y juntas nos dirigimos hacia la salida del salón.

La gala de este año se realizaba en el salón de eventos del Hilton Kuala Lumpur y por una cuestión de comodidad habíamos rentado una habitación en el mismo lugar. Era un lugar tan bello y agradable. En el segundo piso teníamos dos camas, un baño con una enorme bañera, pero el premio se lo llevaba un pequeño balcón con vista a la ciudad, el cual solo disfrutaba yo porque Mica tenía miedo a las alturas.

La realidad es que el hotel era carísimo pero a las dos nos gustaba tomar de vez en cuando una copa de vino, o champagne, o ambas cosas en los eventos o galas y no queríamos arriesgarnos en un país extranjero a tener que volver en taxi después de beber.

Mientras subíamos al ascensor le pedí a Mica que llamara al Dr. Helf, quien manejaba el programa del evento, para informar del contratiempo. En la habitación busqué entre mis pertenencias mi viejo y soso vestido negro que solía usar en las reuniones del hospital. Miré nuevamente mi hermoso vestido, pensando en lo que había pagado por él y recé esperando que las manchas salieran.

- Misha ¿qué demonios pasó abajo? ¿Acaso ese no era el hombre de la otra vez? ¿Estaba con su amigo?- las preguntas salían una detrás de otra de la boca de mi amiga mientras intentaba poner en orden los sucesos de esa noche en mi cabeza.

Aquel día nos propusimos vestir para impactar. Esa tarde habíamos gastado una pequeña fortuna en nuestro vestuario. Mi vestido era blanco, largo, con un incipiente tajo del lado izquierdo, un escote se pronunciaba tanto en el lado frontal como en el trasero. Las sandalias color nude combinaban a la perfección. El cabello recogido había sido idea de Mica. El maquillaje suave complementaba un look sofisticado. Ideal para aquella noche.

Ella contrastaba con su vestido negro corte sirena con adornos brillantes en el pecho. Se había puesto unas sandalias plateadas con plataforma para "hablar más cerca de las personas" había dicho, como siempre acomplejada por su altura. El rodete y el maquillaje destacando sus ojos la hacían ver como una modelo de alta costura.

Habíamos bajado al lobby cerca de la hora de la apertura. Esta noche era muy importante, nuestro proyecto crecía día a día. El año pasado habíamos logrado dar a conocer los nuevos objetivos que queríamos alcanzar. Pero necesitábamos más. Más inversores, más tecnología, más personal. Y este era el lugar correcto para conseguirlo.

Estábamos ubicadas en la misma mesa que el Dr. Crawford y su esposa, el Dr. Platt y su acompañante de esa noche, la Dra. Mitchell y su novia y la Dra. Kitshora. Además se encontraba el CEO de Industrias MIX, el Sr. Tucker que no dejaba de mirar a Mica como si quisiera que ella fuera el plato de la noche. Era bien conocido su perfil de mujeriego.

La entrada había sido un exquisito salmón ahumado con caviar en salsa de champán, lamentablemente mi amiga era vegetariana por lo que no estaba disfrutando el momento. El primer plato fue un riquísimo kerabu de bacalao, otak otak y satay. Dios! Amaba la comida asiática.

El discurso inaugural estuvo a cargo del anfitrión quien nos dio la bienvenida, presentó a los diferentes referentes de las distintas áreas presentes. Además del nuestro, existían dos proyectos más que buscaban inversores. Iba a ser una larga noche.

Poco después del discurso, el Dr. Adolf Helf había insistido en que lo acompañara al extremo del salón para observar el espacio por donde ingresaría para recibir la mención. En el camino me había contado las ganas que tenía que formar parte de nuestro proyecto. Sin perder tiempo empecé a enumerar las ventajas de su incorporación, como su participación podría ayudar a cientos de niños a tener una mejor calidad de vida.

Nos había interrumpido su secretaria dado que lo solicitaban a él en mesa de entrada. Se disculpó dejándome sola al lado de un improvisado escenario.

Quise saltar de alegría. Había visto las señales de un posible inversor. Y no cualquiera, el más importante de todos. Él era dueño de Kuala Lumpur S.A , contaba con los recursos, el personal. No era tonta, había visto cómo sus ojos se iluminaban cuando explicaba las increíbles ganancias que tendría en el futuro. Pero eso no me importaba. Él tendría su dinero y nosotras seguiríamos adelante con nuestros planes. Quise correr a contárselo a Mica cuando girando bruscamente me topé con un muro de ladrillos y al instante, sentí el líquido viscoso sobre la piel.

- Misha te estoy hablando- dijo Mica tomándome del brazo

- Si Mica, era él, parece que la razón de su vida es joder la mía- intenté impregnarle a mi voz un enojo que no sentía.

- Ojalá haya venido con su amigo- susurró ella con ilusión.

Mica había quedado impactada con Annon desde el accidente. Había intentado rastrearlo luego de nuestra marcha en Inglaterra. Primero intentó contactarlo a través de los papeles del seguro, solo para descubrir que no había registros de ellos. Todos los puertos conducían a un estudio jurídico que desviaba las preguntas y nunca terminaba contestando nada. Luego lo buscó intensamente por redes sociales pero el nombre Annon arrojaba un sinfín de personas y ninguna coincidía con él. Este camino también fue inútil. Solo una cosa era segura, estos hombres eran un enigma. De su amigo ni siquiera conocíamos el nombre por lo que era imposible averiguar su procedencia. Después de dos meses se había quedado sin ideas y dado por vencida.

- Misha ponte mi vestido rojo- dijo sacándolo de la valija y cambiando el tema.

- No, me queda muy ajustado, no voy a poder respirar, además es demasiado corto para mí- argumenté

- En primer lugar te queda genial, marca perfectamente tus atributos que es lo que necesitamos esta noche- dijo bromeando mientras me daba el trozo de tela- y no es indecorosamente corto.

- Todo sea por nuestro proyecto no?- dije mientras pensaba si me volvería a topar con aquellos ojos de ensueño.

Retocamos el peinado, el maquillaje y bajamos. Me sentía sumamente incomoda con aquel atuendo. El vestido era recto delante pero mostraba mucha piel detrás. Tenía más senos que Mica por lo que parecía que iba a explotarlo. Los picos irregulares de la tela acababan debajo de las rodillas y un pequeño tajo dejaba gran parte de mis muslos a la vista. Detrás media espalda estaba descubierta.

Al ingresar el Dr. Helf subió al escenario invitándome a acompañarlo para recibir la mención. La emoción me embargó en ese momento. Por fin nuestro arduo trabajo era reconocido. Agradecí a Mica, al grupo de trabajo, me explayé en nuestros logros y en nuestros objetivos en un periodo de cinco años. Estaba terminando mi discurso cuando volví a verlo.

Sentado en una mesa al costado del salón. Su mirada me quemaba, sus manos cruzadas sobre la mesa, sus cejas fruncidas, su pose rígida. Annon a su lado sonreía mientras me saludaba con la mano. Le devolví la sonrisa mientras continuaba hablando. No reconocía a los hombres y mujeres que los acompañaban pero todos en su mesa miraban la interacción entre nosotros. Al finalizar me dirigí a mi lugar de la mesa agradeciendo.

El Sr Tucker evidentemente había decidido cambiar el menú de la noche, se había olvidado de Mica y ahora dirigía toda su atención a mi persona. Me esperaba de pie, su mano fue intencionalmente a mi espalda presionando y generándome malestar. Su pulgar se movía lentamente de arriba hacia abajo. El escalofrío fue malinterpretado por él, quien se acercó y susurrando sugirió que tomáramos una copa en el bar para hablar de negocios.

En el momento que iba a inventar un rechazo cortes a su propuesta, una voz familiar me distrajo.

- Misha- dijo Annon mientras me arrastraba fuera del alcance de ese hombre- felicidades por tu magnífico trabajo.

- Annon - contesté sonriendo- que agradable sorpresa verte aquí.

De reojo noté como Mica se acercaba y Annon no dejaba de mirarla. La atracción entre ellos era evidente. Aproveché el momento para mirar detrás de él pero su maldito amigo no estaba por ningún lado.

- Dra Kross- ronroneó Annon – que placer volver a verla... está usted muy bonita esta noche.

- Sr Kongkaeo que sorpresa verlo aquí, usted también está muy guapo- respondió nerviosa mientras se acomodaba el cabello- no sabía que pertenecía al mundo de la medicina.

- No, no... un amigo me invitó pero debo decir que el trabajo de ustedes es realmente fascinante- sonrió mientras hacia un brindis con su copa- quizás podríamos...

No pudo terminar su oración porque el Sr. Tucker eligió ese momento para interrumpirnos.

- Dra. Saint Johns Por favor me gustaría discutir negocios con usted- elevó su voz con soberbia- por favor acompáñeme.

- Tendrá que disculparme Sr. Tucker pero deseo ir a los aseos- disimulé una sonrisa ante aquel desagradable hombre- con permiso.

Dejé a Mica hablando con Annon y me dirigí a los sanitarios para refrescarme y huir de aquel descarado hombre. Miraba de reojo hacia atrás viendo si me seguía cuando sentí el impacto de mi parte delantera contra otra. Ese cuerpo lo conocía. Al aspirar aquella conocida fragancia a cítricos todo mi cuerpo se activó.

Una gran mano sujetó la parte descubierta de mi espalda, la suavidad de sus dedos me hacía cosquillas. Su otra mano se encontraba inmóvil en mi cintura. Me percaté entonces que me había sujetado del saco de su esmoquin para no perder el equilibrio. Levanté la mirada para notar la cercanía de sus labios con los míos.

- Tenemos que dejar de vernos de esta manera- susurré sin aflojar el agarre- uno de los dos podría resultar gravemente herido

            
            

COPYRIGHT(©) 2022