Mis Dos Daddys
img img Mis Dos Daddys img Capítulo 5 5: El Antifaz Dorado
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Capítulo 6 6: La Oferta del Antifaz Dorado img
Capítulo 7 7: Las Reglas de la Exclusividad img
Capítulo 8 8: La Marca del Protector img
Capítulo 9 9: El Contrato y la Regla Once img
Capítulo 10 10: La Cocina del Alma img
Capítulo 11 11 img
Capítulo 12 12 img
Capítulo 13 13 img
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Capítulo 5 5: El Antifaz Dorado

.Melody.

Al entrar al salón principal, fui invadida por la magnitud del evento. El lugar bullía de gente que usaba elegantes antifaces que ocultaban identidades, aunque el personal de apoyo prescindían de ellos. El lujo era tangible: cada detalle gritaba opulencia. Admiré la decoración sofisticada y el impresionante candelabro de cristal que colgaba majestuoso en el centro del techo.

Sin embargo, mi atención fue capturada de inmediato por la larga mesa de degustación. Sin pensarlo, arrastré a Dayana hacia ella. Había una variedad asombrosa de bocadillos, tanto salados como dulces, junto a una selección de bebidas premium.

-Todo se ve delicioso, ¿No crees? -le pregunté a Dayana, con los ojos brillando.

-Sí, pero no reconozco ninguno. Deben ser increíblemente caros.

-Puede que lo sean. Lo esencial de la comida es lo deliciosa que esté, no su precio -respondí, encogiéndome de hombros, antes de iniciar mi propia degustación.

Como futura chef y amante de la gastronomía, era mi deber profesional probar cada bocado, analizando sus sabores, adivinando los ingredientes y calculando la precisión de los condimentos.

-Sabía que te encantaría aquí -dijo una voz familiar.

Me giré al instante para encontrarme con Samantha y la abracé con fuerza. -No pude resistirme a venir -Luego la presenté-. Ella es Dayana. Dayana, mi mejor amiga, Samantha.

-Un gusto -Dayana extendió su mano, nerviosa.

-Igualmente -Samantha no estrechó su mano, sino que la envolvió en un cálido abrazo, y ambas rieron.

-Si me disculpan, voy a buscar a una amiga que viene por primera vez -dijo Dayana, antes de desaparecer entre la multitud de máscaras.

Terminé mi último bocadillo y tomé a Samantha de la mano, arrastrándola hacia una esquina apartada del salón.

-¿Por qué diablos no me dijiste que los dueños de toda esta organización son mis jefes? ¡No sabes la sorpresa que me llevé al ver a Alen entrar con ese antifaz dorado y darnos la bienvenida!

Samantha respiró hondo, como si ese secreto fuera una pesada losa que acababa de quitarse. -Una de las cláusulas fundamentales de Sugary Games es la confidencialidad total sobre la identidad de sus miembros y directivos. No podía hacerlo, Melody, y lo sabes. Tampoco podía decírtelo porque aún no eras una Baby oficial. Pero como ya lo eres, entonces... -Me agarró las manos con una excitación incontrolable-. ¡Melody! ¡No vas a creer que tus guapos jefes gemelos son los dueños y unos de los Daddys más exclusivos! Y son mejores amigos de mi Daddy, Dorian.

Se secó el sudor simulado de la frente y me miró con una mezcla de diversión y travesura. -¡Por fin pude decírtelo! ¡No sabes el peso que me quitaste de encima, traicionera!

-Llorona maleducada -le repliqué, rodando los ojos, pero riéndome con ella.

Mi mirada se detuvo en un grupo cerca de la pared. Reconocí la cabellera pelirroja de Dayana junto a una chica rubia despampanante. Ambas estaban siendo presentadas a un grupo de hombres: identifiqué a Dorian (el Daddy de Sam), David y el que creía que era Marcos (los secretarios/amigos de los gemelos). Y, justo en el centro, estaban ellos. Mis jefes gemelos.

-¿Quién es la chica rubia? -pregunté, señalando con la mirada.

Samantha sonrió, entendiendo de quién hablaba. -Ella es Cindy, la Baby de David y Marcos. Es adorable, muy sociable, aunque un poco traviesa. A David le gusta regañarla, pero a ella le encanta la atención. Son pareja oficial incluso fuera de los roles, y llevan un año juntos. Se aman.

-Qué genial -Murmuré, sintiendo un punzada de envidia sana-. Espero conseguir un Daddy. Es incómodo estar aquí, sabiendo que mis jefes están en esto y que saben todo sobre mí.

-Ah, tranquila. No deberías preocuparte por eso -dijo Samantha con una sonrisa que no llegó a sus ojos.

La miré sin entender. -¿Qué quieres decir con eso? ¿Qué sabes que yo no?

Ella abrió los ojos exageradamente. -¿Mmm? ¿Yo? Para nada. -Tartamudeó y miró rápidamente a mis espaldas, con un pánico simulado-. ¡Ay, Daddy! ¿Qué? ¿Que vaya contigo? ¡Claro! -Prácticamente salió huyendo en dirección a Dorian, dejándome sola con mi confusión.

Volví a rodar los ojos. Samantha era pésima para guardar secretos y esa huida me había dejado más que confundida. Decidí volver a la mesa de los bocadillos para calmar mis nervios, concentrándome en el sabor de la comida, tratando de calcular la complejidad de las salsas.

-Te ves muy hermosa.

Esa voz. Grave, profunda, con un tono autoritario que me provocó un escalofrío que recorrió mi cuerpo desde la nuca hasta los dedos de los pies.

Joder.

Miré por encima de mi hombro. Era Axel, mi jefe número uno. Estaba a pocos centímetros, imponente en su traje negro y ese antifaz dorado.

-Uhm... Gracias, creo -Mi voz sonó tensa y nerviosa.

¿Cómo no estarlo? Mi sensual jefe estaba justo detrás de mí, mirándome con una intensidad que me quemaba la piel.

-Espero que estés disfrutando los bocadillos -Se colocó a mi lado, invadiendo mi espacio personal.

-Sí... están deliciosos -Intenté con todas mis fuerzas evitar que el latido de mi corazón sonara como un tambor amplificado.

-Debería castigarte.

Mi respiración se detuvo. Lo miré, parpadeando. -¿Disculpe?

-Debería castigarte. Por venir así, con ese vestido tan sexy y provocativo. Todos los hombres de este lugar no dejan de mirarte -Su voz era un ronroneo de advertencia.

Otro escalofrío me recorrió. -No creo que el vestido sea el provocativo, señor, sino mi cuerpo.

Maldita sea, ¿de dónde saqué tanta audacia?

Axel sonrió de lado, revelando un hoyuelo asesino. -Cierto -Llevó su copa a sus labios, sin romper el contacto visual.

¡Dios, ayúdame a controlarme cerca de este gigante sensual!

Axel es objetivamente guapo, fuerte y musculoso. Su cuerpo me triplica en tamaño; mis pequeñas manos siempre se ven diminutas cuando las paso por sus brazos durante los masajes. Alen es idéntico, solo un poco más alto, y posee una sexy marca de nacimiento en el cuello. Su aura es la de un hombre peligroso y silencioso.

Ambos me fascinan. Mi cuerpo reacciona de la misma manera con ambos. ¡Estos gemelos están para comérselos! Soy una mujer hormonal que nunca ha estado íntimamente con un hombre, y disfruto descaradamente de la "mercancía" que me exhiben.

-Vamos -Axel agarró mi mano, su toque firme y dominante.

No tuve tiempo de protestar. Fui prácticamente arrastrada a través del salón, directo a una habitación privada. Él me dejó entrar primero. Con los nervios electrizando mi cuerpo, obedecí. Lo primero que vi fue la espalda ancha y elegante de Alen, mirando por el gran ventanal.

Oh, Dios. Aquí es donde comienza todo.

                         

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