Mis Dos Daddys
img img Mis Dos Daddys img Capítulo 4 4: La Máscara de la Sinceridad
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Capítulo 6 6: La Oferta del Antifaz Dorado img
Capítulo 7 7: Las Reglas de la Exclusividad img
Capítulo 8 8: La Marca del Protector img
Capítulo 9 9: El Contrato y la Regla Once img
Capítulo 10 10: La Cocina del Alma img
Capítulo 11 11 img
Capítulo 12 12 img
Capítulo 13 13 img
Capítulo 14 14 img
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Capítulo 20 20 img
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Capítulo 4 4: La Máscara de la Sinceridad

.Melody.

Hoy era un vórtice de emociones. No sabía si clasificar lo que sentía como miedo, emoción, ansiedad, felicidad o terror. Todos los sentimientos invadían mi cuerpo y mi alma a la vez. No tenía idea de si esta decisión resultaría bien ni de las consecuencias que acarrearía, pero una voz interna insistía en que debía ser valiente y enfrentar mis temores. Hoy, mi vida cambiaría drásticamente; sería el inicio de una nueva Melody. Estaba ansiosa porque ese cambio fuera para mejor.

No sabía cuánto tiempo tardaría en adaptarme a la vida de una Baby: el comportamiento esperado, la posible disciplina, los regalos y los premios serían algo completamente nuevo. Convivir con un hombre mayor, que haría todo por verme feliz a cambio de mi sumisión, era una perspectiva extraña. Solo esperaba sentirme cómoda.

En los últimos meses, había devorado toda la información disponible sobre el Daddy Kink. Había practicado sola, imaginado escenarios con mi futuro Daddy y había convivido con Samantha y su Daddy, Dorian, quienes me habían ofrecido valiosas guías. Pero sabía que no todos los Daddys eran como Dorian; cada uno tenía su propia personalidad y preferencias de disciplina.

Dorian es, por lo general, el Daddy que adora mimar y cumplir los caprichos de su Baby. Pero su faceta disciplinaria es severa. Una vez, lo vi enfadado con Samantha. Ella le había gritado por teléfono porque él no podía ir a recogerla personalmente, sino que enviaría a su chofer. No pasaron ni diez minutos cuando Dorian llegó hecho una furia. La agarró con fuerza del brazo, me dio un beso de despedida en la frente y se la llevó sin decir una palabra más. Al día siguiente, Samantha caminaba con dificultad y me confesó que Dorian la había azotado por violar una de sus reglas fundamentales: nunca levantarle la voz en público.

En esta clase de relaciones, las reglas son el pilar; deben seguirse al pie de la letra. Si se incumplen, el castigo es inevitable, y puede ser cualquier cosa. Había leído sobre varios tipos de castigos más allá de las nalgadas: ir a la esquina a mirar la pared, días sin bocadillos ni postres, la privación de besos y mimos, la reclusión en la habitación, sin televisión o tecnología, y el silencio obligatorio. Leí uno en particular que me aterrorizó: "No tendrás orgasmos". Nunca había experimentado uno, pero sabía que era un placer intenso. La idea de que me lo prohibieran era una tortura que no quería afrontar jamás.

Solo esperaba que, al llegar al evento, pudiera conocer a un Daddy que me apoyara, me protegiera y nunca me hiciera daño. Eso era lo que realmente buscaba: una persona que me cuidara. No importaba si había un contrato de por medio, si era bueno conmigo, todo estaría bien.

El evento comenzaría en media hora. Me habían informado que un vehículo vendría a recogerme. Aún no había recibido aviso, así que aproveché el tiempo mirándome al espejo por última vez.

Llevaba más de una hora lista. Los nervios estaban al límite. Días atrás, con el dinero de mis horas extra y ahorros, compré el vestido más caro de mi vida: corto, de mangas largas y un seductor escote corazón. Lo mejor era su color, azul eléctrico, que contrastaba de manera hermosa con mis ojos grises. Los zapatos de tacón bajo eran un regalo de Samantha y Dorian; no soy experta en caminar con tacones.

Mi maquillaje era mínimo: un sutil lipgloss brillante, ya que debía llevar un antifaz blanco todo el tiempo. Mi cabello estaba recogido en una coleta alta, con dos mechones cayendo suavemente sobre mis mejillas. Como accesorios, unas argollas discretas y, en mi pulgar derecho, el anillo de mi padre, que siempre llevo conmigo a pesar de que me queda grande.

El celular vibró: una simple oración que decía "El chofer espera por usted".

Respiré hondo. Me di una última mirada, coloqué el antifaz y salí rápidamente de mi departamento. Fui cautelosa para que el vigilante no me viera y me acerqué al auto negro, donde un hombre vestido de traje me abrió la puerta. El trayecto fue rápido y silencioso. Solo podía escuchar el sonido acelerado de mi respiración y los latidos de mi corazón.

Al llegar, entramos por una puerta discreta en la parte trasera. El chofer me guio a una habitación donde ya había varias Babys sentadas, esperando instrucciones. Todas portaban el mismo estilo de antifaz, pero de colores diferentes: plateado, azul claro, rosa. Tal vez era una clasificación.

Me senté junto a una chica pelirroja, vestida con un sencillo pero elegante vestido rosa que resaltaba su piel blanca y pecosa. Su cabello caía suelto como una cascada. Se veía tan nerviosa como yo: sus manos se apretaban, sus labios temblaban y su mirada estaba perdida.

-Hola -saludé en voz baja.

Ella me miró, forzando una sonrisa. -Hola.

-Te noto muy nerviosa.

-Lo estoy. Esto es muy nuevo para mí, y no sé si alguien me elegirá -confesó, con un hilo de voz.

-Oye, eres muy hermosa. Seguro que encuentras un Daddy maravilloso -Extendí mi mano hacia ella-. Me llamo Melody.

-Dayana -Estrechó mi mano con la suya.

-Un gusto. Espero que podamos ser amigas aquí.

-Lo mismo digo -Ambas compartimos una sonrisa de alivio.

El ruido de una puerta abriéndose resonó en la habitación. Todas las miradas se dirigieron al hombre que entró. Alto, impecablemente vestido, con un antifaz dorado que hacía un fuerte contraste con su traje negro. Mi corazón se agitó de forma incontrolable. Había algo en su porte, en la confianza con la que ocupaba el espacio, y sobre todo, en la familiaridad de su colonia.

Lo conozco. Estoy segura de saber quién es.

-Buenas noches -Su voz, profunda y resonante, era autoritaria.

-Buenas noches -respondimos todos los Babys al unísono.

-Les doy la bienvenida. Yo soy uno de los dos fundadores de Sugary Games, y tengo el placer de explicarles la dinámica. -Se posicionó justo en el centro del círculo-. Primero, felicitaciones por haber sido seleccionados. De las miles de solicitudes que recibimos, solo ustedes han sido aceptados. Debo decir que fueron los únicos sinceros con respecto a su realidad financiera y personal; los demás aplicantes mintieron.

Tragué saliva, sintiendo un escalofrío. Su mirada se posó en mí, fue un instante fugaz, pero cargado de conocimiento, antes de desviarla hacia los demás. Ellos saben de mí. Saben de mis problemas.

-Hemos investigado sus vidas a fondo y les aseguro que aquí nadie los lastimará o humillará. Encontrarán a personas dispuestas a ayudarlos y a darles lo que pidan, pero, por supuesto, ustedes deberán ofrecerles lo que ellos deseen a cambio.

Continuó con la explicación técnica: -No todos llevan el mismo color de antifaz, esto es porque cada uno de ustedes representa una orientación sexual distinta (hetero, homo o bi). Los Daddys o Mommys sabrán a quién acercarse. A nosotros también se nos identifica por el color de nuestro antifaz: el plateado es común; el dorado indica que somos miembros exclusivos, por así decirlo. Los que portamos el dorado somos los principales patrocinadores de esta organización; tenemos un conocimiento elevado y una posición de liderazgo.

Un chico levantó la mano. El hombre asintió, dándole permiso.

-¿Qué sucede si uno de nosotros no consigue un Mommy o un Daddy?

-Si eso ocurre, se les otorgará una bonificación monetaria cada mes hasta el próximo evento de iniciación, como este.

Todos asintieron, visiblemente aliviados. Miré a Dayana y le apreté la mano en señal de apoyo.

-Aparte de ustedes, también habrá Babys que ya tienen contrato. Pueden acercarse a ellos para pedir consejos sobre el Daddy Kink. Debo informarles que ser Baby no es permanente. La edad límite es de dieciocho a veintiséis años. Los Daddys o Mommys deben tener entre veintiuno y cuarenta y cinco años. -El hombre hizo una pausa dramática-. Les aseguro que aquí no encontrarán "viejos asquerosos" o personas extremadamente pervertidas. Esto también aplica a las mujeres.

Sentí el suspiro de alivio colectivo.

-Por último, no somos excluyentes. Somos libres de ver parejas homosexuales y hasta relaciones polígamas. Si dos o más Sugars se acercan y desean compartirte, la decisión final será siempre suya. Tampoco se sorprendan si un Daddy o Mommy desea más de un Baby. Si les llega a pasar, mi único consejo es que se dejen llevar, aprendan y disfruten. Las experiencias son deliciosas de tener, y quizá hasta les guste. -Miró su Rolex y nos dio una última mirada-. Ya es hora.

Salió del lugar, dejando un silencio cargado de expectativas. Todos nos miramos. El mismo hombre que nos trajo nos guio hacia la entrada.

Mi piel estaba erizada, y mi corazón no dejaba de latir desbocado. El dueño de todo esto, el hombre del antifaz dorado y la colonia familiar... eran mis jefes, los gemelos Cameron. Ahora sabía que ellos me habían elegido, y el pánico se mezcló con una excitación innegable. Ellos lo sabían todo sobre mí. Y yo estaba a punto de ser suya.

            
            

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