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Xiza era una asistente de oficina, quien todos los días se levantaba con la esperanza de conseguirse a un buen candidato para casarse, pues tenía ya 24 años de edad y su madre siempre le decía que ya era hora, pero Xiza no pensaba en casarse aún, ella quería seguir disfrutando de las maravillas de la soltería sin pensar en compromiso.
Un día como cualquier otro día, llega a la oficina y se topa con un hombre, apuesto, de buen porte, con una estatura aproximadamente de 1.80 centímetros, y con un perfume que al pasar por el lado de alguna chica cualquier se derretiría con solo oler su rico perfume.
Xiza con mucha educación saluda, y todos a su alrededor contestaron el saludo, pues Xiza era muy atractiva que a cualquiera cautivava con sus encantos. Al llegar a su ubicación de trabajo la jefa le da instrucciones de atender al chico de la entrada, ella extrañada va y lo busca y lo ayuda a llenar la oferta de servicio pero este tenía unos gestos extraños, sin embargo trate de explicar lo que debía colocar en la hoja sin pensar que su ubicación iba a ser junto a la mía.
Xiza no se sentía muy a gusto con este hombre, pues viendo los gestos ella pensaba que era gay, sí, pensaba que ahora debía trabajar y compartir su espacio con un gay.