Esta comprando su almuerzo, se despide de la misma chica, habían sobre algo, agudizo el oído para escuchar su conversación.
-Cuando termines no olvides tomar tus medicamentos, yo tengo reunión con el equipo de básquetbol- le dice a mi mate, está asiente y se alejan la una de la otra. Me ubico en una esquina para evitar que la chica me viera.
«¿Por qué dijo medicamentos? ¿Nuestra Mate está enferma?»
Ignoro a Carter, quiero seguir observando cada paso que dé, no luce enferma realmente, aunque no puedo evitar preocuparme. Se sienta en una mesa alejada, sola. Le veo quitarle las orillas a su emparedado, ve el jugo de naranja haciendo una mueca, en su lugar bebé el de durazno. Cuando termina de comer saca un frasco de su mochila al parecer un tipo de fármaco, lo abre son pastillas, toma dos colocándola sobre la palma de sus mano, pasa las píldoras terminando con una pequeña muñeca que me parece de lo más tierna. Repite el mismo procedimiento con una especie de gotas dejándolas caer sobre el vaso de jugo. Es allí que su mirada se encuentra con la mía, tiendo a alejarme, no quiero que piense que soy un acosador o psicópata.
Nunca me había sentido con tanta energía, inclusive divague en algunas de mis clases. El reloj avanzó con prisa, en cuanto los alumnos salieron de sus clases me apresuré a buscarla, su delicioso olor me llamó, fue fácil igualar sus pasos. Tomé el auto y la seguí.
Las sinfonías tranquilas en inglés envolvían su caminar, le gustaba ese tipo de melodía al parecer, le miré quitarse un auricular para escuchar los autos pasad delante de ella, se guío a si misma entre un callejón de lo más normal, aunque para mí, imaginarla andar por este sector de la ciudad caída la noche, hacía que mis sentidos se revolvieran en un atisbo de desprecio. Su casa es la última de la cuadra, un condominio pequeño sin muchas decoraciones a excepción de la línea de luces navideñas en el techo. Sonreí.
•Aquí vive nuestra Luna•
Después de que abre la puerta observó por la ventana como se pierde entre un pequeño pasillo entrando a una habitación. La casa en su solo es para el hospedaje de una sola persona, las manchas de humedad en las esquinas inferiores de la pared, convierten la estancia en lúgubre, lo primero que noto es un sofá pequeño de dos asientos, está frente a un televisor igual de modesto. Busco algún indicio de sistema para calefacción encontrando el lugar donde debería estar, completamente inexistente.
«Ella merece estar en un lugar mejor, en nuestro hogar» pienso.
Mis pasos se vuelven los más silenciosos posibles. Me acerco a la puerta de su habitación la cual está abierta y la veo tratando de elegir una prenda sobre la cama. Tiene el torso descubierto, lo único que la cubre es un sostén azul de encaje, sus brazos están cruzados, como en una posición pensativa hasta que se decide por una camiseta tipo cárdigan de mangas largas tejida. El escote cuadrado enmarca perfectamente su cuello, decorado con un collar de tres capas, su diseño de cerezas pequeñas le hace ver cómo ella, tierno. La habitación es pequeña, está repleta de dibujos pegados en la pared, a lado de un escritorio creativo, puedo notar la colección de apenas cinco libros, por su portada asumo que se trata de historias fantasiosas. Esta estancia es diferente a lo demás, le gustan los osos de peluche, las decoraciones infantiles y el color azul mediterráneo. Me da la espalda viéndose al espejo. Pauso la mirada en su mesita de noche, hay un marco con la fotografía simple de una familia, ella se ve muchísimo menor, quizás apenas una década de existencia.
-Tengo que llegar rápido al trabajo antes de que me pongan retraso- susurra para si misma.
«¿Ella trabaja?» Debí suponerlo al ver las condiciones en qué vive. Hago una mueca, eso cambiará muy pronto. Al volver hacia ella noto que su cuerpo se ha paralizado, tenso, el olor a miedo nace de sus poros, su corazón empieza a latir frenéticamente. Sigo sus ojos que están puestos en un punto fijo en el espejo. Allí es cuando me doy cuenta.
¡Mierda! Me a visto reflejado gracias a el. No hay marcha atrás, salgo de mi escondite entrando a la habitación.
-¡No, aléjese de mí!- Grita aterrada, duele que nos tenga miedo. Estoy por hablar pero ella simplemente balbucea súplicas. Corre al otro extremo de la habitación y toma la lámpara que yacía conectada sobre su mesita de noche, amenazándome con ella.
-Tranquila Luna mía, debo decir que tardaste siglos en venir hacia mí-frunce el ceño y toma fuertemente el aparato de sus manos.
-¡Salga de mi casa ahora o llamaré a la policía!- Niego con la cabeza y un suspiro cansado sale de mis labios.
-Pensé que nunca te encontraría, y ahora que mi diosa me dio tal regalo, no voy a dejarlo ir. Se que es confuso pero-Me acerqué. Andrea retrocedió hasta chocar con la pared, escuchaba su respiración, su corazón y olía su miedo.
-Eres mi Alma gemela, mi Luna.
-¡Está demente, psicópata!- Quedé embelesado por su tono de voz, que no reaccioné suficientemente rápido, sentí cómo estrelló la copa de la lámpara en mi cabeza. Retrocedí por instinto, lo cual le facilitó correr.
Gruñí molesto, me apresuré ha alcanzarla. Justo cuando estaba por abrir la puerta de la entrada, la cerré con la palma de mi mano. Arrinconándola contra la pared nuevamente. La tomé por la cintura y respiré el olor de su cuello.
-Tu aroma se ha convertido en mi droga favorita- susurré dejando un casto beso sobre el hueco de su cuello.
Su cuerpo temblaba como una gelatina bajo mi toque, la miré a los ojos y estos se cristalizaron.
•Chris ahora sí estás pareciendo un puto demente psicópata•
"¿Qué quieres que haga Carter?"
•Súbela a tu hombro y llevémosla al castillo ahora•
Rodé los ojos. Y yo era el puto psicópata.
-No te haré daño, eres mía tanto como soy tuyo.
-Yo, no le pertenezco a nadie ¡suéltame!- sé removía entre mis brazos pero lo único que logró fue que la tomara con mayor fuerza.
-La diosa luna te eligió para mí, eres mía desde ahora Andrea. Estamos destinados, tu alma y la mía. Juntas.
-¿Qué dices? Estás demente. No me salgas con los cuentos de las historias, ¿Qué sigue? ¿Me dirás qué eres un hombre lobo y tú mejor amigo es un vampiro homosexual?
Su suposición no estaba del todo fuera de lugar, era un licántropo, aunque por nada del mundo tendría como amigo a un asqueroso vampiro. Sonreí de lado, ahora comprendía el buen papel que habían hecho los humanos al crear historias de nosotros, del mundo que habitaba en frente de sus ojos y que, solo algunos, podían verlo.
-Y si te dijera que tienes razón en lo que haz dicho, soy un hombre lobo- frunció el ceño y no esperé lo que hizo después.
Empezó a reír, su risa era de lo más hermoso que había oído en mi vida.
-Que tonta, me asusté por nada. Claro, esto tiene que ser una broma de Luciana, ¿en dónde está eh?-Se giró mirando el pasillo y empezó a gritar su nombre.
-Ella no está aquí, no es una Broma- gruñí.
-Suéltame ya, esto tiene que ser una broma solo ella sabe lo que me gusta leer, sobre todo que dije que jamás llegaría un dios griego a impartir clases.
-¿Así que te parezco un dios griego?- Sonreí cínicamente. Andrea se ruborizó y bajó la cabeza.
-Tu eres mi mate, soy un lobo Andrea.
Una vez más volvió a reír y negar con la cabeza, ya no parecía asustada si no abrumada y enfadada.
-¡Basta! Déjame está estúpida broma terminó, tengo que irme, dile a Luciana que caí en su maldito juego, no tengo la menor idea de cuánto dinero te pagó por esto, pero conseguiste darme un gran susto.
Retrocedí molesto, la tomé de su muñeca y la arrastré hasta el centro de la pequeña sala.
-¿No crees que soy un lobo y yo soy tu mate?, bien te lo demostraré.
A una velocidad sobrehumana me retiro la mayoría de la ropa quedando solamente en boxers. En su rostro veo asombro y vergüenza.
-Pero qué...
Cuando está por darse la vuelta y correr de nuevo, arraso con un gruñido de lobo. Esta me ve con horror cuando empiezo a transformarme, Carter está emocionado por mostrarse con su mate, pero yo solo deseo que nos acepte. Mis huesos crujen, mi peso es detenido por cuatro patas y se que ahora puede verme a mí como un gran lobo. Mi tamaño es tan grande que apenas cabe en la estancia.
Me acerco a ella, ni siquiera parpadea.
-No puede ser- murmura. Su corazón que latía frenéticamente empieza a ir más lento y su pulso a regularizarse. Andrea se tambalea un poco, sus ojos se cierran, su cuerpo crea un sonido sordo al caer desmayada al suelo.
Preocupado me convierto de nuevo en mi forma de hombre colocándome el pantalón para no estar desnudo.
-¡Andrea!-La muevo pero no reacciona, su cuerpo está laxo y una extraña opresión se filtra en mi pecho. La cargo y llevo de vuelta a su habitación, recostándola sobre la cama.
-Ahora que te he encontrado no te dejaré ir-. Tomo mi celular que se encontraba en la bolsa de mi pantalón y marco el número de Camilo mi beta.
-Hola, ¿cómo te la estás pasando? Aquí es de madrugada, ¿Y allá?- Pregunta
-Deja eso para después, encontré a mi mate Camilo, encontré a nuestra Luna, y además es una humana-Una carcajada estruendosa es lo único que obtengo como respuesta.
-Vaya forma de vengarte por perder la apuesta.
-No estoy jugando, encontré a nuestra luna, es una estudiante de la universidad- suelto con autoridad, el silencio muestra que se está tomando el tiempo de asimilar lo que acabo de decir.
-Por la diosa luna no lo puedo creer, eso es fabuloso, ¿y dime qué planeas hacer para decirle que eres un Alpha?
-Ya se lo dije, me transformé en frente de ella, de hecho se desmayó.
-¡¿Qué hiciste qué?!- Me alejo un poco el celular de mi oreja por el grito de Camilo.
-¿Cómo se te ocurre decirle todo esto así como así? Con que razón se desmayó. Si es cierto que es una humana, los hijos de la tierra son frágiles.Masajeo el puente de mi nariz, él tiene razón, no tomé en cuenta nada de esto.
-Es perfecta Camilo, me la llevaré de aquí.
-Espera, ¿piensas traerla a Gran Bretaña así como si nada?
-No pensarás que ahora que la he encontrado después de estos años me iré sin ella. En cuanto despierte haré que empaque sus cosas y vaya conmigo.
-Christopher no estás pensando con claridad, no planearas secuestrar a una adolescente de yo que sé, ¿cuántos años tiene?
Suspiro.
-Diecinueve, es una de mis alumnas.
-Es muy joven, Christopher ella debe tener una vida, amigos, familia, incluso como lo dijiste está estudiando en la universidad, no puedes quitarle todo esto.
Necesitaba pensar con claridad, Camilo no me estaba ayudado en nada.
-Te llamaré después, coméntale lo sucedido a Alan, pero solo a él, que nadie más se entere- cuelgo el teléfono, dejo salir el aire que tenía contenido.
-¿Qué haré contigo hermosa?
Acaricio su rostro, es tan suave, sin evitarlo por más tiempo, la beso.