Capítulo 5 No es tu hijo

-No sé de qué hablas - trató de exonerarse la chica.

-Ella no hace eso - saltó al rescate Sebastián.

Una sonrisa lobuna se asomó en mi cara.

-Escucha, Catalina, nuestra empresa no prohíbe los trabajos a tiempo parcial, pero desearíamos que nos lo hubieras comunicado, ya sabes, por aquello de las relaciones con los medios. Sería un problema si tus fotos llegan a la luz - puse unas fotografías sobre la mesa. Había sido fácil para el investigador privado que contraté obtenerlas.

La expresión de la mujer se puso pálida como la de un fantasma.

Mientras Sebastián abría sus ojos, dándose cuenta de las poses comprometedoras en que ella había sido fotografiada. Las fotos mostraban claramente cómo ella estaba de la mano, el brazo y a veces con la cadera mezclada con los hombres, los cuales tenían expresiones satisfechas mientras entraban a los hoteles con ella. En algunas incluso se besaban apasionadamente o la tocaban un poco inapropiadamente.

-¿Qué es esto? - cuestionó preocupado.

-Son fotos de Catalina con clientes - señalé una de las fotos - en esta estuvieron en el bar por una hora y luego la llevó a su habitación de hotel - busqué la siguiente - aquí vemos que ha pasado dos horas y ahora la vemos salir con el maquillaje corrido.

Catalina se apresuró a recoger todas las fotos y ocultarlas en su regazo. Parecía estar a punto de tener un ataque de pánico. Un sentimiento de agrado comenzó a crecer en mi corazón; esperaba que esa mujer entendiera que se quedaría con él, pero primero íbamos a pelear por eso, porque no dejaría que arruinara mi matrimonio por un capricho de escalar de posición social.

Sebastián se había quedado sin palabras.

-No es lo que parece - se apresuró a decir la mujer - me sentí mal por nuestras citas en el club y me fui a descansar. Ellos simplemente me escoltaban al hotel, jamás tuvimos nada de sexo o algo por el estilo.

Me impresionaba su nivel de descaro ahora que estaba atrapada entre la espada y la pared. Aun esperaba que el estúpido de mi esposo le creyera con los ojos cerrados.

-No he hecho nada malo, por favor, créeme - le suplicó desesperadamente la chica.

Él retiró el brazo que tenía sobre el hombro de ella.

-¿Es eso cierto? - preguntó poniendo algo de espacio entre ellos en el sofá.

-¡NO! Claro que no, eres el único para mí, Sebastián - sus ojos se habían puesto rojos por las lágrimas - Por favor, tienes que creerme.

Sebastián parecía completamente desanimado, como si el suelo bajo sus pies ya no lo sostuviera. Pero sabía que podría no ser suficiente, porque el muy estúpido era demasiado crédulo para su bien. Entonces reproduje los audios que el investigador me había enviado, eran sumamente incriminatorios, con voces escandalosas llenando la habitación, los gemidos de la mujer ahora eran audibles para todos y repetía los nombres de los chicos con los que estaban diciéndoles que ellos eran los únicos.

Entonces mi esposo comprendió todo. Estaba acabado, comenzó a sujetarse la cabeza y jalar su cabello.

-¡BASTA! JODER, HAZ QUE SE DETENGA.

Y eso hice. Detuve el audio, pero no pararía ahí.

-Las paredes de los hoteles son increíblemente finas, uno no sabe cuánto. Hay que ser cuidadoso al respecto, nunca sabes quién puede estar del otro lado - anuncié sonriéndole a la mujer que había adquirido una expresión enferma - Es la tecnología lo que me impresiona, casi pareciera que estamos ahí en la habitación al escuchar el audio.

Catalina se puso de pie con furia.

-¡NO PUEDO CREER QUE HAGAS ESTO SOLO PARA SEPARARNOS! ÉL ES MI VIDA - me gritó furiosa.

No resistí la tentación de reírme.

-Catalina, todos ellos lo son. Eso les dices cada vez que te acuestas con ellos.

La mujer levantó su mano para abofetearme, pero fue Sebastián quien la jaló con fuerza de vuelta al sofá, sentándola.

-¡NO TE IMPORTAN LOS SENTIMIENTOS DE SEBASTIAN! SOLAMENTE QUIERES HACERLE DAÑO - continuó gritándome furiosa.

-Solo estoy revelando la verdad, ya que ahora serán la pareja del momento. Merecen saber realmente quién es el otro. Tú eres la que lo lastimó yéndote a la cama con cualquiera por un par de billetes.

-Eres una desgraciada - me acusó.

Entonces tenía una última carta por jugarme.

-¿Estás realmente embarazada? ¿O solamente quieres ser la mujer del jefe?

-Claro que sí. Pronto se me notará la barriga.

-¿Segura de que es el hijo de Sebastián?

Una leve duda atravesó su cara.

-Seguro que es el hijo de Sebastián.

-Con todos esos hombres de las fotos, ¿quién sabe quién pueda ser el padre? - mis palabras hicieron hincapié en mi esposo, el cual se veía cada vez más desolado. Estaba segura de que su sueño de ser padre se había arruinado.

-Es intuición de madre.

Comencé a reírme por lo descabellada que era esta mujer. No tenía un solo argumento lógico con ella.

-Esos hombres eran solo ligues de una noche. Mi corazón está con Sebastián Nash.

-Lo siento, no puedo entender tu lógica - contesté mirando a mi esposo acusadoramente - ¿Y tú? ¿Realmente criarías al niño como tu heredero si no se parece a ti en lo absoluto?

Él pareció dudarlo y una vez más mi corazón se hizo pequeño. Él estaría dispuesto a hacerlo.

-¿Eso es todo? ¿Cualquier niño estaría bien para ti? ¿Tan desesperado estás por tener un heredero? - comencé a reírme.

-¡NO DIGAS ESO! MI HIJO NO ES DE UN DESCONOCIDO.

Toda la paciencia dentro de mi estallo.

-¡Oh por favor! Ni siquiera estas embarazada.

La expresión de la mujer se ensombreció.

-Siempre has sido una perra arrogante. Te odio desde el día que entre en la empresa. Te haces la arrogante y crees que eres poderosa porque estás casada con Sebastián, pues tengo noticias para ti. Ahora este hombre me ama.

-No soy arrogante porque estás casada con él. Soy excelente en lo que hago y ayude a poner el negocio donde esta. No abrí simplemente las piernas para conseguir una posición como otras personas.

-Dices todas esas cosas porque estas celosa de mi belleza. Soy tan buena en el trabajo como tú y tengo menos edad.

-Claro, lo dice la mujer que le coquetear con todos los empleados masculinos y usar tus encantos con los jefes para que pasen tus errores por alto. ¿Crees que puedas hacer eso por una vez? El día que lo hagas veremos quién es mejor en su trabajo - le conteste.

Entonces Catalina se rio estridentemente.

-¡Ya está bien! Ustedes dos me tienen harto- trato de apaciguar la situación.

-Tonta, incapaz de tener hijos y una mujer amargada, él se abría divorciado de ti mucho tiempo atrás, pero te tiene lastima- sus palabras hicieron hincapié en mi corazón - se compadeció de ti, te tuvo todo este tiempo a su lado, a pesar de que eres defectuosa. Pero todo eso ya se acabó. Ahora se casará conmigo y tú puedes volver hacer una vieja soltera.

Deje que la loca me insultara todo lo que quisiera. Cuando el sonido de la puerta abriéndose, hizo palidecer a mi esposo.