Miro el reloj de la pared que marca las seis.
Levanto ligeramente las cejas, sorprendida de lo temprano que desperté esta mañana. Mi estómago se contrae ligeramente por la falta de comida, por lo que me dirijo a la cocina con la intención de preparar mi desayuno.
Coloqué sobre la encimera todos los ingredientes necesarios para hacer panqueques. Después de completarlos, saqué un plátano, lo coloqué sobre una encimera y comencé a cortarlo.
Hasta que fui interrumpida por Tami que apareció en la cocina. Miro por encima del hombro y noto que ha escondido su cuerpo desnudo bajo una fina bata.
-¿Qué estás haciendo aquí?-Me pregunta.
Exhalo ruidosamente.
-Preparo mi desayuno como puedes ver.
-Está bien entonces, prepara para mí...
Pero no la dejé terminar la frase porque dejé caer sobre el mostrador el cuchillo que sostenía con fuerza en mi mano. Giro sobre mis talones y apoyo mis palmas contra el borde del mostrador.
-Para en este momento, de una buena vez te digo que no voy a preparar tu desayuno.
-Pero una de tus tareas es ayudar al personal.
-Sí, cuando él también está activo.
Dante aparece en la habitación. Tami se acerca a él y le pone una mano en el hombro antes de pasarle las uñas por el pecho desnudo. Había elegido usar sólo un simple par de pantalones deportivos.
-¡Cariño, le dije a esta criada que me preparara el desayuno pero ella se resistió!
Resoplo y hago un esfuerzo por no desfigurar mi expresión en una llena de disgusto ante el sonido de su voz.
-¿Criada? Mejor mírate y luego habla- digo ante sus palabras con enojo
-Será mejor que...
Tami quiere darme una respuesta pero es interrumpida por Dante.
-Tami, será mejor que vayas a cambiarte.
Ella resopla nerviosamente antes de salir de la habitación.
Giro sobre mis talones y retomo lo que estaba haciendo antes de que la falta de respeto de Tami me distrajera. Hago una leve mueca cuando siento las manos de Dante descansando en mi cintura.
-¡Hola amor!-Siento su cálido aliento golpeando mi mejilla.
-Hola
-¿Enojada?
-Para nada, estoy desbordando alegría- Elijo darle una respuesta irónica a la pregunta que me hizo.
En el siguiente segundo me giro para mirarlo.
-No eres muy buena mintiendo.
-No necesito que...-Pero no consigo terminar la frase porque aplasta sus labios contra los míos.
Mueve sus labios lentamente tratando de someterme pero me mantengo firme, sin querer responder a su beso. Agarra mi labio inferior entre sus dientes, mordiéndolo y obteniendo un grito ahogado de mi parte. Mi cuerpo está envuelto por un calor extraño.
Pierdo mis manos en su cabello sedoso y me dejo rebotar en el mostrador, mis piernas rodean su cintura y nuestras bocas continúan saboreándose.
Cuando terminamos el beso debido a la falta de aire, siento mis labios levemente hinchados, jadeando levemente pero como anhelando los de Dante.
-Realmente necesitaba esto, sabes tan dulce.
Sus palabras logran hacer que mis mejillas se sonrojen. Me ayudó a poner los pies nuevamente en las frías baldosas. Intenté ocultar mi vergüenza evitando el contacto visual.
-Me da placer verte sonrojar. Te aporta una sensualidad especial.
-¡Oh ya cállate!
El solo me sonríe.
-¿Qué hiciste de desayuno?- elige cambiar de tema para mi alivio.
-Preparé unas tortitas. ¿Deseas un poco?
-Suena bien.
Con cuidado sostuve un panqueque en mi mano y se lo tendí, pero él decidió morderlo con gusto. Me río levemente, el gesto parece infantil. Fue tomado con un bocado.
No tome más, levanté el mismo panqueque hacia mi cara y mordí el extremo que estaba en mi dirección. Sin embargo, Dante aplasta el panqueque entre mis dedos y se lo come de un bocado.
-¡No es justo!
-La vida no es justa.
XXX
Punto de vista de Dante
Al llegar al dormitorio, mi mente vaga hacia Lana.
Su actitud y carácter a primera vista no delatan ningún trauma adquirido durante los años que pasó bajo la dirección de Daniel. Sin embargo, elijo no dejarme llevar por ellos.
A lo largo de la vida cada persona ha llevado consigo un juego de máscaras. Cada uno de nosotros es libre de elegirlas sabiendo que las usaríamos y manejaríamos como queramos.
Pero muchos optan por ocultar su crueldad y sus verdaderas intenciones bajo una máscara que revela a una persona amable, comprensiva y, lo más importante, convencida de que no podrían hacerle daño ni siquiera a una persona que les haya hecho daño.
Busco mi teléfono detrás de la mesa de noche y llamo a Mike.
Es uno de los raros días en los que tengo tiempo para respirar y darle a mi mente el tiempo necesario para analizar los últimos acontecimientos y mis deberes en el futuro próximo.
Tras una breve llamada telefónica en la que Mike, curioso por naturaleza, quiso saber algunos detalles sobre Lana, consciente de mi decisión, decidimos encontrarnos en nuestro bar habitual.
XXX
Punto de vista de Lana
Descalza, me dirijo hacia la cama con la idea de prepararme para ir a dormir.
Me masajeo suavemente el hombro y en el momento en que llego a la cama, la puerta se abre ruidosamente, golpeando la pared.
Dante entra a la habitación. Frunzo ligeramente el ceño cuando encuentro su mirada preocupada.
-¿Qué quieres a estas horas de la noche?
-A ti-Habla con decisión y luego se acerca a mí.
Se podía detectar el olor a alcohol en su aliento. Intento no dejarme intimidar por su presencia, levanto la barbilla y lo enfrento.
-Creo que Tami estaría más que dispuesta a darte el placer que deseas.
Giro sobre mis talones con la idea de refugiarme bajo las sábanas pero en un solo segundo, mi espalda se presiona contra el colchón y el peso del cuerpo de Dante me presiona ligeramente.
Empiezo a luchar, tratando de liberarme pero fue en vano, mis brazos terminan inmovilizados por encima de mi cabeza.
-Déjame demostrarte que hay placer para ambas partes- Habla en tono ronco.
Suspiro suavemente, tratando de reprimir las lágrimas que quieren correr por mis pálidas mejillas. Sus labios besaron lentamente la sensible piel de mi cuello y luego tomaron un trozo de piel entre sus dientes.
Entierro mi cabeza en la almohada tratando de liberar mis muñecas.
La tensión se intensifica y con su palma libre cubre mi pecho a través de la tela del vestido, masajeándolo a un ritmo insoportablemente lento. Agarra la delgada correa entre sus dedos, exponiendo mi hombro. Realiza el mismo movimiento en la segunda correa. Lentamente me quita el vestido, bajando con su tela sobre mi cuerpo. Coloca besos húmedos en la piel entre los senos y luego en el abdomen.
Me quita el vestido y lo tira al borde de la cama. Libera mis muñecas con ganas de abalanzarse sobre mis pechos.
En el momento en que agarra un pezón entre sus dientes y tira suavemente de él, un gemido se escapa de mis labios. Se abre paso entre mis muslos con la mano a pesar de que sacudo la cabeza con desaprobación.
En el momento en que insertó un dedo dentro de mí, mi cuerpo se retorció ligeramente bajo su mirada.
Mi espalda está ligeramente separada del colchón cuando agrega otro dedo, comenzando a meterlos dentro de mí. Mis gemidos se vuelven fuertes, casi incontrolables.
-¡Ni siquiera sabes cuánto tiempo llevo esperando para probarte!-Lo oigo hablar como en trance.
Clavo mis dedos en el brazo donde él soporta su peso. Ningún hombre me había tocado así antes, pues ese placer me resultaba ajeno.
Y maldita sea, era un sentimiento difícil de describir. Entonces me dejé llevar por el placer que se me ofrecía.
Sus labios depositan besos húmedos en mi cuello, quedando expuesta. Cierro los párpados con fuerza. El ambiente estaba cargado de tensión sexual.
-Vamos cariño, suéltate- Y luego agarra el lóbulo de mi oreja entre sus dientes.
Arqueé la espalda una vez más y dejé escapar un largo gemido antes de alcanzar el éxtasis. Retiró ambos dedos llevándolos inmediatamente a sus labios.
Nuestras miradas se vuelven a encontrar y siento de nuevo el ligero palpitar entre mis muslos. Se levantó y se quitó la camisa que llevaba de una vez.
-Desde aquí continúas tu- habla y me coloco al borde de la cama.
Puse mis delgadas manos en su cinturón y lo quité. Tiro con fuerza de sus jeans, revelando así su bulto que estaba oculto por el material de sus boxers. Agarro el borde entre mis dedos y luego los dejo deslizarse por sus caderas revelando un miembro erecto.
-Ponte a trabajar.
-¿Estás bromeando?
-¿Tengo cara de hacerlo?
-No.
-Hazlo.
Tomé su miembro en mi palma. Pase por todo el largo antes de juntar mis labios y dejar algunos besos en su cabeza. Recibo un gemido arrullador que me anima a continuar. Lentamente lo tomé entre mis labios y luego él tomó mi cabello en su puño, guiando mis movimientos.
Me equilibro con mis manos en sus caderas. Nunca disfruté mucho dando sexo oral, y eso es lo que Dante infirió en este momento.
Mis movimientos son calculados, correctos, sé dónde tocar y cómo posicionar mis labios sobre su fina piel, pero me faltan por completo esas ganas de verlo alcanzar el éxtasis.
Porque somos los más vulnerables en los momentos en que el placer alcanza su punto máximo.
Los movimientos de su mano se tensan sabiendo que alcanzará el orgasmo en cualquier momento. Sin embargo, jadeo de sorpresa mientras me recuesta en el colchón. El sonido de un paquete roto me impulsó a mirarlo, pero él ya estaba parado encima de mí.
Nuestros ojos se encuentran. Pasa su pulgar sobre mi labio inferior ligeramente hinchado antes de dejar que se abra paso entre nuestros cuerpos.
No rompo el contacto visual mientras él me penetra, ganándome un gemido gutural. Continúa poseyéndome a un ritmo insoportablemente lento, desafiándome con su mirada a poner fin a esta tortura por mi cuenta.
Coloco mis palmas en sus mejillas y capturo sus labios en un beso. Paso mis labios por su mandíbula sintiendo que su cuerpo comienza a temblar ligeramente.
Se retira sólo para sentarse sobre sus rodillas y colocar mis piernas sobre sus hombros antes de enterrarse dentro de mí de una sola vez.
Pone su frente contra la mía mientras otro gemido escapa de mis labios, que pronto se vuelve incontrolable. Sus puños están enterrados en las sábanas, el ritmo de las penetraciones se acelera, nuestros cuerpos se cubren de una fina capa de sudor y el silencio de la habitación es roto por mis gemidos sonoros y el sonido provocado por nuestros cuerpos fusionándose.
Mi cuerpo tembló levemente al ser golpeado por un segundo orgasmo y pronto Dante me siguió, liberándose con un gemido masculino, lleno de deseo.
Presiona mi cuerpo con su peso corporal, permaneciendo en esta posición por unos segundos.
Pero la sensación de sus labios presionando contra mi clavícula y sus brazos alrededor de mi cuerpo me ayuda a darme cuenta de que me gustó lo que pasó entre nosotros dos esta noche.
Para mi sorpresa y horror...