- ¿Piensas volver a casa? Tú hermana acaba de regresar del extranjero.
- Tengo demasiado trabajo. Mis últimos clientes, tienen unos temas legales bastantes graves y me están quitando mucho tiempo. - contestó Ciro de forma bastante distante.
- ¿Tanto trabajo tienes, que no tienes tiempo para ver a tu hermana? Porque vengas un día antes, no va a hacer que pierdas este juicio. Tienes media hora para venir a cenar con nosotros. - gruñó su padre.
- De acuerdo. En media hora estaré allí. - dijo Ciro mientras su padre colgaba el teléfono, sin apenas darle tiempo a contestar.
Tras un pequeño suspiro, avisó a su secretaria.
- Hemos terminado todo por hoy. Puedes marcharte. Mañana seguimos.
- Muy bien, señor Edevane. ¿Quiere que deje algo preparado para mañana? - preguntó Jessica, su secretaria.
- Nada, señorita Smith. Ya mañana, tras haber descansado, vemos lo que necesitamos para el caso. - contestó Ciro.
- Gracias, señor Edevane. Hasta mañana. - dijo Jessica, mientras recogía sus cosas para irse.
- Mañana nos vemos. - dijo Ciro mientras se levantaba de la silla.
En cuanto terminó de hablar con su secretaria, bajó al parking del edificio, donde le estaba esperando su chófer, Robert y su jefe de seguridad Einar.
- Buenas noches, señor Edevane. - dijeron al unísono, mientras Einar abría la puerta del coche para que Ciro entrase.
Tras acomodarse, tanto el chófer, como el jefe de seguridad, entraron también en el coche en sus respectivos sitios.
- Necesito ir a casa de mis padres. Tengo una cena con mi familia. - comentó con seriedad Ciro.
- Muy bien, señor. ¿Se quedará allí a dormir o luego desea regresar a su piso? - preguntó Robert.
- Hoy me quedaré allí. Seguramente terminaré tarde y mañana deseo comenzar pronto a trabajar. - contestó Ciro mientras revisaba algunos papeles que se había llevado de su despacho.
Arrancando el coche, inició el camino hacia la villa familiar.
En cuanto llegaron a la villa el coche fue aparcado cerca de la entrada, donde esperaba una chica joven que Ciro no conocía. Le parecía muy hermosa. Tenía un pelo ondulado que le caía en forma de cascada por los hombros. Se quedó observando a la chica, mientras Einar se daba cuenta que el joven no dejaba de mirarla. Antes de salir para abrirle le comentó:
- Es mi hija, señor. No se preocupe por ella. Vino solo a buscarme y por no molestar se quedó al lado de la puerta.
- No te preocupes. Sabes que mi familia no tendría problema porque esperara dentro, eres un hombre de confianza. - respondió Ciro obligándose a dejar de mirarla, pues era realmente hermosa.
- Gracias, señor, pero sabe que nunca me ha gustado abusar de su amabilidad. - respondió Einar mientras salía y le abría la puerta. Ciro sonrió y salió del coche acercándose a la joven a la espera de que su padre los presentase. - Señor Edevane, está es mi hija, se llama Hazel, Hazel Berrycloth. Es mi hija mayor.
- Es un placer, señorita Berrycloth. - dijo con una sonrisa Ciro aunque se notaba algo distante. No quería que pensara que se había sentido atraído por ella.
- El placer es mío, señor Edevane. - respondió Hazel con bastante timidez y enrojeciendo su rostro. Aunque a ella le había parecido un hombre muy frío, debía reconocer que era un hombre muy atractivo y el traje que llevaba le quedaba perfecto haciendo que su cuerpo se viera inmejorable. No podía dejar de mirarlo.
- Espero poder verla por aquí más veces. - dijo Ciro, tras lo cual entró en la casa dejándolos solos, ante la mirada de extrañeza de Hazel. "Era un hombre extraño." Pensó mientras lo veía entrar en la casa.
- Vamos querida. Tú hermana nos espera en casa y mañana tiene clases. - dijo Einar, haciendo que Hazel volviera a la realidad. Esta asintió. - Hasta mañana Robert. Nos vemos a las misma hora de hoy.
Tras decir eso, los tres dejaron la villa, dejando a la familia Edevane en la mesa, preparándose para cenar.
- Llegas tarde. - gruñó Ilai.
- Llegué en cuanto pude, padre. El coche no podía ir más rápido. - contestó con desdén Ciro.
- Ahora no puede ir más rápido? Eso no te preocupaba hace unos días. Parecía que querías quemar el asfalto. - comentó con sorna Ilai, recordando cómo corría su hijo con un Saleen S7 hace unos días. Sabía que su hijo solía correr con alguno de sus coches, cuando estaba estresado o recuerdos del pasado le abrumaban su mente.
- En esos momentos, necesitaba relajarme, pero como vi que eso te molestaba, hoy preferí ser cauto. - dijo con cierta altanería mientras dejaba su abrigo en el sofá y abrazaba a su hermana.
- Te eché mucho de menos, hermano. - dijo con alegría Fátima mientras abrazaba con fuerza a su hermano.
- ¡Me aprietas demasiado fuerte, hermanita! - gimió Ciro mientras sonreía. Ella hizo un mohín. - Te traje algo.
Ella volvió a sonreír y cogió el regalo que le estaba entregando. Eran dos hermosos pendientes con un rubí cada uno y unos diamantes rodeándolos.
¡Son hermosos! Gracias, hermano. - comentó emocionada Fátima mientras le daba un beso en la mejilla.
- ¡Qué menos para mí pequeña hermana! - dijo divertido Ciro. Era con la única que se sentía cercano y podría ser el mismo. Sobre todo después de lo que había pasado hace algunos años. - Ahora debemos sentarnos, o cenaremos demasiado tarde. Y nuestro padre es algo que no puede aguantar.
Ilai puso los ojos en blanco. Su hijo era capaz de sacarle de sus casillas en poco tiempo. Ingrid, la madre de ambos, dió un codazo a su marido. No quería peleas el día en que regresaba su hija, pues sabía que tanto su hijo como su marido eran dos hombres demasiado orgullosos y de fuerte carácter.
La cena fue algo más relajada, mientras Fátima contaba todo lo sucedido en los últimos meses, les ponía al día sobre su vida y todo lo que había hecho. Ciro sonreía al verla tan feliz.
Mientras tanto en la casa de Hazel, está preparaba una cena fácil y rápida para su padre y su hermana, a la que ya se le notaba el cansancio.
- ¿Tardas mucho Hazel? - preguntaba Sira con algo de cansancio. - Quiero acostarme ya.
- ¡Estoy terminando! - gritó Hazel. - Termina de poner la mesa.
Sira resopló pero obedeció a su padre.
- Ayuda a tu hermana. Si estás cansada, ella lo está más. Ha estado estudiando y trabajando a la vez. Estaba con los exámenes finales y aún así tenía tiempo para trabajar y cuidarte a tí también. - dijo Einar en tono serio.
- Yo ya no necesito que nadie me cuide. ¡Tengo ya 16 años! - gimoteó Sira.
- Sira, a tu edad aún necesitas a un adulto cerca. - dijo seriamente Einar. Ante la dura mirada de su padre, Sira no sé atrevió a responder y terminó de poner la mesa.
Poco después, Hazel trajo la cena con una sonrisa algo cansada. Había tenido un día algo largo.
- Aquí tenéis la cena. - dijo Hazel mientras servía la comida y se sentaba.
- Gracias, cielo. -dijo Einar, comenzando a cenar.
El señor Edevane, es un hombre muy frío, ¿No? - titubeó Hazel. Ella sabía que su padre le tenía bastante cariño a Ciro y que posiblemente esa pregunta pudiera molestarle.
- Espera.... ¿¡Cuál señor Edevane!? ¿¡Ciro o Ilai!? Hermanita, dime qué fue Ciro al que conociste. - exclamó Sira. Hazel suspiró. Sabía que su hermana adoraba a Ciro Edevane y que había rogado muchas veces a su padre que lo llevase con él, para poder conocer a Ciro.
- Fue Ciro. Papá vino con él mientras lo esperaba. - contestó Hazel.
- ¡Ahh! Yo quería conocerlo. ¿Por qué nunca puedo ir a esperarte? - gimoteó Sira.
- Tú debes estar estudiando para finalizar el instituto. - dijo en tono serio Einar.
- Pero...Hazel estaba estudiando y trabajando y muchas veces fue a buscarte. - gimoteó Sira.
- Muchos días, Hazel terminaba de trabajar a horas intempestivas, no tenía forma de regresar a casa y la casa de los Edevane, le quedaba más cerca. - contestó seriamente Einar, que tras hacer una pausa siguió comentando. - Además, no entiendo tú interés por conocerlo.
- Él es el mejor abogado junior de la ciudad y uno de los mejores del país. - exclamó Sira. - Sabes perfectamente que quiero ser abogada. Él es el mejor ejemplo que puedo tener. Además, se ve tan atractivo en las imágenes que salen de él.....
Hazel y Einar pusieron los ojos en blanco. Ambos sabían que Ciro era el amor platónico de Sira, y que cuando Einar ya llevaba algunos años trabajando para la familia Edelvane, tras la muerte de su mujer y su salida del ejército, ella lo único que deseaba era que su padre le llevase junto con él para conocerlo. Realmente, les sorprendía la adoración que tenía por aquel hombre.
- Si tan buena abogada quieres ser ponte a estudiar y déjate de comportarte como una niña pequeña cada vez que hablamos de ese hombre.... - dijo Einar.
- Pero..... - intentó contestar Sira pero fue interrumpida por Hazel.
- No te preocupes por eso, sí te esfuerzas y consigues destacar, posiblemente un día tengas la oportunidad de conocerlo.
- Pero, ¿Cómo? No soy buena en los estudios. - gimió Sira.
- No eres tan buena, porque no te esfuerzas y prefieres perder el tiempo con tonterías esfuérzate y ya verás como esas notas mejoran. - comentó Einar con seriedad.
Tras decir esto, la sala se quedó en silencio, que solo era interrumpido por el uso de cubiertos, hasta finalizar la cena. Sin nada más que decir, Hazel recogió la mesa, mientras que su hermana y padre fueron a acostarse.
Desde que murió su madre y debido a que era la hermana mayor, ya que ambas se llevaban siete años de diferencia, Hazel había cogido algunas responsabilidades en la casa para ayudar a su padre, que desde aquél fatídico día, había tenido que responsabilizarse sólo de ambas y había tenido que dejar su carrera en el ejército, para así pasar más tiempo con ellas. Aunque él ganaba bastante dinero, bastante más que en el ejército y aún más, desde que fue nombrado jefe de seguridad por Ciro, tras varios años trabajando para la familia Edelvane, Hazel sabía que él echaba de menos aquel trabajo, por el que había dado su vida en su momento.
Metida en sus pensamientos, terminó de recoger todo y se dispuso a descansar. Mañana tenía que ir a pagar por su diploma antes de dirigirse a su trabajo.
Aunque ahora estaban bien de dinero, ella quiso trabajar mientras estudiaba su carrera, de esta forma no cargaba con tantos gastos a su padre y eso le daba algo más de libertad. Sabía que su padre le hubiera pagado todo, pero ella se sentía mejor así. Además, de esta manera podrían ahorrar para los estudios de su hermana.
Cansada, se metió en cama y finalmente se quedó dormida entre sus pensamientos.
Al día siguiente, tras llevar a su hermana al instituto, se dirigió a su facultad. Quería hacerlo lo antes posible pues así no tenía que estar pendiente de eso y podía comenzar a buscar trabajo de lo suyo. Ahora mismo trabajaba a media jornada en una pastelería, y aunque agradecía enormemente que la dueña la hubiera contratado, deseaba poder trabajar de lo suyo.
Mientras se dirigía hacia su facultad, desde un coche continental gt de color gris oscuro, Ciro la estaba mirando, tras reconocerla. Se dirigía a su oficina desde la casa de sus padres. Hoy sería un día complicado en su trabajo. Mientras ella desaparecía de su línea de visión, pensó en su belleza. Ayer la había observado con detenimiento mientras los presentaban y debía reconocer que era demasiado hermosa y su timidez lo cautivaba aún más. Algo le había llamado la atención y hacía que en su interior algo se removiera.
- Me alegra haber conocido ayer a tu hija. Dijiste que era tu hija mayor. - comentó a Einar, que también estaba en su coche pero no se había dado cuenta de que su hija acababa de pasar.
- Si, tengo una hija siete años menor, que ahora mismo tiene 16 años. Está aún en el instituto. Ambas son mi orgullo. Aunque he de reconocer que Hazel siempre ha sido una niña demasiado amable y responsable. No me ha dado tanto trabajo. - dijo Einar con orgullo.
- Seguro que la pequeña dejará de darte trabajo pronto. Dele tiempo. - comentó Ciro.
- Eso espero. Cuando murió mi mujer hace siete años, ella tenía nueve, y aunque fue muy duro para ambas, al ser ella la más pequeña, lo sintió mucho más y eso le acabó repercutiendo demasiado en ella. - dijo Einar recordando todo aquello con cierta pena y congoja.
- Comprendo. - comentó Ciro. - Aún así sé que habrás hecho un gran trabajo con ambas.
- Gracias, señor Edevane. - dijo Einar mientras sonreía.
En cuanto llegó a su oficina, se enfrascó en el trabajo. Sabía que su buena reputación dependía de este juicio, juicio que según los medios de comunicación, iba a ser el juicio del año. Sabía que le iba a dar mucha publicidad, por eso deseaba con todas sus ganas ganar. La empresa Thetrecx que había sido denunciada por verter residuos en río, con los problemas que eso había causado. Los vecinos de un pueblo cercano, que se habían vistos afectados por esos residuos, produciendo en muchos de ellos enfermedades y malestares, y tras enterarse de que esos residuos eran echados al río, denunciaron a la empresa. El señor Edevane había aceptado representarlos pues pensaba que tenían buenos indicios.
Tras varios meses buscando y recabando información, tenía suficiente para tumbar dicha empresa. Aún así, quería acabar con algunos flecos que había en su trabajo. No quería que nada se le escapase.
Mientras leía los papeles que tenía delante, su secretaria entró.
- Los abogados de la empresa Thetrecx están aquí. Quieren hablar con usted. ¿Qué les digo? - dijo Jessica.
- Hazlos pasar. Quiero escuchar lo que tienen que decir. - contestó Ciro con una medio sonrisa.
Tras escuchar esto, Jessica fue a buscarlos y los hizo pasar. Ciro los hizo sentar en una pequeña mesa anexa que tenía y que solía usar cuando tenía pequeñas reuniones.
Después de sentarse, espero a que empezarán a hablar.
- Señor Edevane, como sabe representamos a la empresa Thetrecx ante este tema tan escabroso... - comenzó a decir uno de ellos.
- Si, eso tengo entendido. - murmuró Ciro mirándolos fijamente. Se les veía algo nerviosos. Dejó que siguieran hablando y comentarán lo que querían.
- Consideramos que esté pleito está fuera de lugar. - siguió diciendo.
- ¿Fuera de lugar? - preguntó Ciro mientras fruncía el ceño.
- Si, la empresa a la que representamos cumple con todas las legalidades, es más, son tan conscientes en hacer bien las cosas, que se auto-inponen normas, que en este país no son obligatorias.... - comentó aquel abogado. El cual, supuso Ciro, era el que habían elegido para que hablase en representación de los demás. Ciro sonrió.
- ¿Están seguros de lo que están diciendo? - preguntó Ciro mirándolos fijamente.
- Estamos muy seguros. Usted mismo habrá visto tras investigar de lo que estamos diciendo... - comenzó a decir nuevamente aquel abogado, mientras los demás asentían. La mirada de Ciro se oscureció.
- Durante estos meses he investigado a la empresa que representáis. Hay tal cantidad de información sobre todas las ilegalidades que ha cometido Thetrecx, que si esto sigue adelante, seguramente, no solo tengan un varapalo legal con la posibilidad de cárcel para algunos de los altos cargos de la empresa, sino también supondría que esta acabaría al borde de la quiebra y tendrían que cerrar. - dijo seriamente Ciro.
- Está insinuando que la empresa comete ilegalidades y que es sabedora de dicha ilegalidad? - preguntó haciéndose el molesto, junto a los demás.
- No solo estoy insinuando que comente irregularidades, estoy seguro de ello. - contestó Ciro, viendo cómo aquellos abogados se removían en sus sillas molestos.
- Le recomiendo, señor Edevane, no dar informaciones falsas de las que luego pueda arrepentirse.... - comenzó a decir aquel abogado que comenzaba a crispar a Ciro, tras lo cual, lo acabó interrumpiendo.
- Me tomo muy enserio mi trabajo, como para asegurar algo de lo que no estoy seguro en su totalidad. No me he llevado meses trabajando en este caso y he seguido adelante con él, si no hubiera visto el mínimo indicio de que se podría ganar. Y créanme todos, que tengo suficiente, no solo para hundir a la empresa, sino también sus carreras. Así que dejen intentar que no siga a delante con esto, porque ustedes, al igual que yo, saben que este caso lo tienen perdido, y yo no hago acuerdos con perdedores.
Tras lo cual, todos se quedaron de piedra. Sabían de sus capacidades como abogado, su carácter fuerte y decidido y de su capacidad para acongojar a sus rivales, pero verlo, era otra cosa. Tranquilamente, Ciro se levantó y les hizo un gesto para que se marcharán. No lo pensaron dos veces y comenzaron a salir de allí en silencio.
- No los quiero volver a ver, hasta el día del juicio, para que en ese momento vean como los aplasto a todos.