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Clara

Aleilip
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Capítulo 1 La niña veía

Clara siempre había sido diferente. En un mundo donde los niños solían seguir la corriente, ella navegaba contracorriente con una energía vibrante y una alegría desbordante. Su hiperactividad y entusiasmo la apartaban de los demás, convirtiéndola en el blanco fácil de los desaires y malos tratos de sus compañeros.

Clara no solo era diferente por su comportamiento. Había algo más, algo que la hacía aún más incomprendida. Ella veía cosas que los demás no podían ver. La primera vez que intentó compartir lo que veía, fue duramente castigada y tachada de mentirosa. Desde entonces, aprendió a convivir en silencio con esos seres que poblaban su mundo. Algunos la asustaban, otros la acompañaban, pero todos ellos formaban parte de una realidad paralela que la aislaba aún más de los demás.

En medio de su soledad, Clara encontró consuelo en la naturaleza y en el arte. Pasaba horas explorando los bosques cercanos a su hogar, dibujando y pintando los paisajes que la rodeaban. Amaba ayudar a los demás, aunque a menudo sus buenas intenciones eran malinterpretadas y la etiquetaban como rara.

La incomprensión y el rechazo la llevaron a buscar respuestas. Clara comenzó a investigar sobre los fenómenos que experimentaba. Se sumergió en la biblioteca de su pueblo, leyendo todo lo que podía sobre el mundo sobrenatural, la historia de su región y las antiguas leyendas. Poco a poco, fue descubriendo que no estaba tan sola como pensaba. En las páginas de los viejos libros, encontró relatos de personas que, como ella, podían ver más allá de lo visible.

Un día, mientras exploraba uno de sus lugares favoritos en el bosque, Clara encontró algo que cambiaría su vida para siempre. Oculto entre las raíces de un viejo roble, había un pequeño cofre de madera. Con las manos temblorosas y el corazón latiendo con fuerza, abrió el cofre y encontró un diario antiguo y una llave.

El diario pertenecía a una mujer llamada Inés, que vivió en el pueblo hacía más de cien años. Al leer sus páginas, Clara descubrió que Inés también tenía el don de ver lo que otros no podían. El diario relataba sus experiencias, sus miedos y sus descubrimientos. A medida que avanzaba en la lectura, Clara sintió una conexión profunda con Inés. Era como si, a través del tiempo, alguien finalmente la entendiera.

La llave, según las notas de Inés, abría una puerta secreta en una cueva cercana. Inés había dejado pistas detalladas sobre cómo encontrarla. Clara, decidida a seguir los pasos de Inés, se adentró en el bosque con una mezcla de emoción y temor.

Tras varias horas de búsqueda, finalmente encontró la entrada de la cueva, camuflada entre la vegetación. Con la luz de su linterna, avanzó cuidadosamente, siguiendo las instrucciones del diario. Al llegar a una puerta de piedra tallada, insertó la llave en la cerradura. La puerta se abrió con un crujido profundo, revelando una cámara oculta.

Dentro de la cámara, Clara encontró símbolos antiguos grabados en las paredes, artefactos de tiempos remotos y un altar en el centro. Sobre el altar, había una figura de una mujer con una mirada serena, que sostenía una esfera de cristal. Al tocar la esfera, Clara sintió una energía poderosa recorriendo su cuerpo. En ese instante, comprendió que su don no era una maldición, sino una habilidad especial que debía aprender a controlar y comprender.

El hallazgo de la cueva y los secretos de Inés marcaron el comienzo de una nueva etapa en la vida de Clara. Con renovada determinación, decidió aceptar su singularidad y aprender todo lo posible sobre sus visiones. Sabía que el camino no sería fácil.

            
            

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