TORCIDOS: enamorada del primo de mi novio
img img TORCIDOS: enamorada del primo de mi novio img Capítulo 3 Regresó un fantasma
3
Capítulo 6 18 años img
Capítulo 7 Rivalidad img
Capítulo 8 Delante de mí img
Capítulo 9 La sorpresa de Nikko img
Capítulo 10 Chuva img
Capítulo 11 Mí consuelo img
Capítulo 12 No lo logré img
Capítulo 13 Frente a él img
Capítulo 14 Invento img
Capítulo 15 Vergüenza img
Capítulo 16 Y se fue img
Capítulo 17 Delu y Maël (Maël 1) img
Capítulo 18 La fiesta de Galev img
Capítulo 19 Salud img
Capítulo 20 ¿Se volvió loco img
Capítulo 21 Email img
Capítulo 22 Sucumbir img
Capítulo 23 Sábanas img
Capítulo 24 Ring Ring img
Capítulo 25 ¿Lo amas img
Capítulo 26 Explícame img
Capítulo 27 Embobada img
Capítulo 28 Regalo img
Capítulo 29 ¿Qué vas a hacer img
Capítulo 30 Le diré que lo pase buscando img
Capítulo 31 Sube img
Capítulo 32 Obra en construcción img
Capítulo 33 Maël y Delu (MAËL 2) img
Capítulo 34 Inevitable img
Capítulo 35 ¡Que sí! img
Capítulo 36 Ya yo lo sabía img
Capítulo 37 Mentiras img
Capítulo 38 No me quería desprender img
Capítulo 39 Fran img
Capítulo 40 La moto img
Capítulo 41 Reglas img
Capítulo 42 Taxi img
Capítulo 43 ¿Y si me encuentro con... img
Capítulo 44 La sonrisa de Danilo img
Capítulo 45 Mal de familia img
Capítulo 46 Buraka img
Capítulo 47 No me retes img
Capítulo 48 Hermosa img
Capítulo 49 Rave img
Capítulo 50 Relájate img
Capítulo 51 Gesto congelado img
Capítulo 52 Presión img
Capítulo 53 Sorpresas img
Capítulo 54 Retrocedí en años img
Capítulo 55 ¿Fue él img
Capítulo 56 Baja img
Capítulo 57 Poderosa razón img
Capítulo 58 Dirección img
Capítulo 59 Nueva vida img
Capítulo 60 Enséñame a ignorarte img
Capítulo 61 ¿Qué es todo esto img
Capítulo 62 Ufff img
Capítulo 63 Aniquilador img
Capítulo 64 ¿Te asusté img
Capítulo 65 ¿Y si por fin... img
Capítulo 66 Cuando quisiera img
Capítulo 67 BD img
Capítulo 68 Sin mirar a nadie img
Capítulo 69 Encerrona img
Capítulo 70 Y le creiste img
Capítulo 71 La mejor frase img
Capítulo 72 Ni siendo otros img
Capítulo 73 Yo era la cuerda img
Capítulo 74 Plan img
Capítulo 75 Viaje img
Capítulo 76 Barreras img
Capítulo 77 Conversación img
Capítulo 78 No discutan img
Capítulo 79 Feliz img
Capítulo 80 Un poco más img
Capítulo 81 ¿Se cayó algo img
Capítulo 82 Peligro img
Capítulo 83 Tengo suerte img
Capítulo 84 La misma ciudad img
Capítulo 85 Inevitable img
Capítulo 86 Dar por perdida esta guerra img
Capítulo 87 Confía img
Capítulo 88 Lo hice por ti img
Capítulo 89 Nada podía dividirnos img
Capítulo 90 Bombazo img
Capítulo 91 ¿Los vecinos tienen auto nuevo img
Capítulo 92 ¿Te sorprendí img
Capítulo 93 ¡De aquí no saldrás! img
Capítulo 94 Rabia img
Capítulo 95 Confesión img
Capítulo 96 Llanto img
Capítulo 97 Sí, es ella img
Capítulo 98 Caer y levantar img
Capítulo 99 Emails img
Capítulo 100 De seguro que sí img
img
  /  2
img

Capítulo 3 Regresó un fantasma

Año 2016.

-¿Qué hacen los fantasmas merodeando por aquí?

Las palabras de Maël hicieron que mi cara se arrugara y me girara hacia él. Por primera vez escuchaba la voz crecida del "niño".

Cuando pequeño, era juguetón y hasta tremendo con los mayores, pero conmigo se desvanecía, perdía la capacidad de hablar.

Sabía que por alguna razón, o varias, los primos le molestaban, a veces eran crueles. A pesar de su comportamiento, siempre me pareció un niño muy inteligente.

Pero esas burlas quedaron siete años atrás, cuando dejé de verlo por motivo de su viaje a la capital. Su regreso a Viana fue más que suficiente para recordar de sopetón aquella carita tersa y linda para que ahora, a comienzos del año 2016, mis ojos pudieran ver que ya no se trataba de un infante cualquiera, sino de un adolescente de quien ya más nunca nadie se burlaba.

En esa actualidad pude sentir cómo se forma el carácter de un sujeto cuando crece demasiado pronto.

Siempre me pregunté ¿qué sintió él cuando me vio después de tanto tiempo? ¿Cuánto duraban los amoríos en los niños? ¿Cuánto tiempo duraban enamorados de su maestra, por ejemplo? ¿Son ciertos los casos en los que, al salir de la escuela, siguen embobados por aquellas faldas? Solo supe una cosa: cuando me vio ahora en el año 2016, por primera vez me dirigió una frase, mi presencia le hizo hablar como nunca antes, porque ahora era capaz de hacerlo, hablar y mucho más; hablar y estar allí de pie mirándome por los rabillos de sus ojos como si fuese posible no notarle. Entonces le preguntó a los primos con los que estaba reunido: "¿Qué hacen los fantasmas merodeando por aquí?" Justo cuando aparecí en la zona. ¿Qué significaba eso? ¿Yo era un fantasma? Me devané los sesos pensando en qué diablos quiso decir aquel niñato. Jamás, ningún miembro de aquella familia me había tratado de mala manera. Pero luego de mirarle, sentir el impacto y ocultarlo muy bien, pensé que aún seguía siendo un muchacho, un puberto con las hormonas revueltas y la rebeldía a flor de piel. Decir sandeces y meterse con lo ajeno debía ser tan divertido para él, seguro que sí.

Pero es que... ¡Dios! El comentario fue tan extraño que al saludar a todos los presentes, una energía amarga impidió que le diera mis saludos. Me dio rabia, él me dio rabia aquella vez. No lo soporté, me cayó mal, directo al estómago.

Aun así, tuve tiempo para observarlo. Maël se había convertido en uno de los adolescentes más hermosos que jamás había visto en mi vida. ¡No exagero nada! Extra de alto, extra de buenmozo, limpio, guapo... divino, bello, apabullante de sensual. ¡Sensual! Portugal está llena de rostros y físicos hermosos, pero si me topaba por la calle con alguien así, no sabría qué hacer de los nervios. Él era anormal, ni siquiera aparentaba su edad, la que calculé rápidamente debía ser de catorce o quince años.

Pero lo más interesante era su temperamento, la forma en cómo se posaba sobre las cosas, fingiendo estar relajado, la manera en cómo miraba a sus familiares. Y ese día que nos vimos noté que no, no estaba para nada relajado. Se vislumbraba en la distancia esa tensión en aquellos juveniles brazos. «¡Por Dios! Soy una adulta, ¿qué haces mirando?» me regañé.

Al rato, ya no estando allí, no me aguanté y lo busqué en las redes.

Y no solo una vez.

Estábamos en enero y durante mis días en Viana Do Castelo luego de las celebraciones decembrinas, el tenerlo cerca encendió mi curiosidad por ver sus fotos todos los días. Vi algunas que se tomó frente a un espejo, otras sin camisa o logrando una hazaña en el gimnasio, haciendo un deporte al aire libre... Lo detallé mejor y en segundos pensé que había exagerado un poco con su entrenamiento, demasiada hormona en ese cuerpo tan joven.

Pero una imagen me asqueó y a la vez me dejó con la boca seca. Una tercera persona tuvo que haberla tomado. Sentado, con los antebrazos sobre sus rodillas, sin camisa una vez más, con un pantalón corto tipo caqui, descalzo, serio y mirando al frente como si le supusiera un leve esfuerzo levantar la mirada.

Sus ojos... Allí estaba, aquella misma estúpida mirada intensa seguía merodeando sus facciones, eso no había cambiado, más bien parecía haberse intensificado.

Sentí algo en el pecho y aparté la mirada cerrando la aplicación de móvil.

Maël dejaba libre ante todos que yo no le caía nada bien. Solía ser tan soez conmigo que incluso se lo comenté al propio Nikko, quien me dijo, sin prestarle demasiada atención, que el "niño" solía ser así con todo el mundo. ¡Mentira! Lo más falso que le había oído decir a mi pareja. Esas actitudes, las cuales rozaban la incomodidad, eran solo para conmigo, el panorama estaba al ras de tierra. A Maël le faltaba madurar, Nikko pensaba igual, eso sí que era verdad.

Me quedé en Viana dos largas semanas, unas cortas vacaciones. Comencé a toparme a Maël en cada esquina. No sabía si era el perseguir de un destino cruel, o que tal vez él ya comenzaba a dejarse llevar por sus instintos. Pero lo veía más que a Nikko, me lo encontraba en cada pasillo y me fui dando cuenta de que mi presencia era un caos para él. Me vi ignorada por él en cada uno de mis saludos, cuando su mirada de asombro cambiaba dando paso a una de repugnancia o fastidio. Sopesé que mi forma de ser no le gustaba. La Delu Vaz de aquella época reía fuerte, siempre estaba apurada y nunca llegaba a ningún sitio. Decía cosas locas, vivía metida en un personaje, estudiaba guiones en voz alta, cantaba a cada rato, vestía de jeans, sandalias o botas, usaba suéteres todo el tiempo (o quizás alguna chaqueta de cuero para la templada temperatura), llevaba el pelo ondulado y extra de largo. Viéndolo a él, con sus camisetas de alguna banda rara bien pegada al cuerpo, jeans gruesos que se vislumbraban de buena marca, zapatos deportivos de la mejor calidad, cabello bien cortado, perfumes caros, yo no entraba en el reino de su lujoso cielo. Pensé tantas cosas intentando apartar de mi cabeza lo que me parecía ser la razón de su odio hacia mí.

Así que decidí ignorarle porque me estaba volviendo loca. Y en ocasiones también me divertía. Ver cómo se iba cuando me sentaba a su lado, o se cambiaba de puesto frente a una mesa compartida. Me reí bastante al verle cruzar varias veces por la tangente cuando me acercaba a saludar a sus tíos, y pude morir de asombro cuando actuaba delante de todos como si yo no existiera. Tétrico y divertido. Pero las cosas no siempre salen como uno quiere.

Eso no acabó con mi regreso al trabajo en Braga, sino que se propagó para ejecutarse los fines de semana, cuando tomaba el bus y me dirigía a Castelo. Siguió pasando y pasando, así y así durante meses, todo el tiempo que sucedía Maël fue así de infantil, como si yo le hubiese hecho algo muy malo. Porque las maneras de su trato se asemejaban a las de un jovencillo rencoroso que odiaba el mundo, simplemente él odiaba el mundo en el que yo estaba.

Su familia nunca notó nada. Ni siquiera se preguntaron qué le pasaba. Era tan extraño, que deseaba que Nikko supiera de aquello para que le desatara su pleito y todo terminara en sana paz, pero seguí siendo entonces la odiada a escondidas, retrasando mis ganas de ser yo quien lo detuviera.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022