TORCIDOS: enamorada del primo de mi novio
img img TORCIDOS: enamorada del primo de mi novio img Capítulo 5 Algo raro pasa
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Capítulo 6 18 años img
Capítulo 7 Rivalidad img
Capítulo 8 Delante de mí img
Capítulo 9 La sorpresa de Nikko img
Capítulo 10 Chuva img
Capítulo 11 Mí consuelo img
Capítulo 12 No lo logré img
Capítulo 13 Frente a él img
Capítulo 14 Invento img
Capítulo 15 Vergüenza img
Capítulo 16 Y se fue img
Capítulo 17 Delu y Maël (Maël 1) img
Capítulo 18 La fiesta de Galev img
Capítulo 19 Salud img
Capítulo 20 ¿Se volvió loco img
Capítulo 21 Email img
Capítulo 22 Sucumbir img
Capítulo 23 Sábanas img
Capítulo 24 Ring Ring img
Capítulo 25 ¿Lo amas img
Capítulo 26 Explícame img
Capítulo 27 Embobada img
Capítulo 28 Regalo img
Capítulo 29 ¿Qué vas a hacer img
Capítulo 30 Le diré que lo pase buscando img
Capítulo 31 Sube img
Capítulo 32 Obra en construcción img
Capítulo 33 Maël y Delu (MAËL 2) img
Capítulo 34 Inevitable img
Capítulo 35 ¡Que sí! img
Capítulo 36 Ya yo lo sabía img
Capítulo 37 Mentiras img
Capítulo 38 No me quería desprender img
Capítulo 39 Fran img
Capítulo 40 La moto img
Capítulo 41 Reglas img
Capítulo 42 Taxi img
Capítulo 43 ¿Y si me encuentro con... img
Capítulo 44 La sonrisa de Danilo img
Capítulo 45 Mal de familia img
Capítulo 46 Buraka img
Capítulo 47 No me retes img
Capítulo 48 Hermosa img
Capítulo 49 Rave img
Capítulo 50 Relájate img
Capítulo 51 Gesto congelado img
Capítulo 52 Presión img
Capítulo 53 Sorpresas img
Capítulo 54 Retrocedí en años img
Capítulo 55 ¿Fue él img
Capítulo 56 Baja img
Capítulo 57 Poderosa razón img
Capítulo 58 Dirección img
Capítulo 59 Nueva vida img
Capítulo 60 Enséñame a ignorarte img
Capítulo 61 ¿Qué es todo esto img
Capítulo 62 Ufff img
Capítulo 63 Aniquilador img
Capítulo 64 ¿Te asusté img
Capítulo 65 ¿Y si por fin... img
Capítulo 66 Cuando quisiera img
Capítulo 67 BD img
Capítulo 68 Sin mirar a nadie img
Capítulo 69 Encerrona img
Capítulo 70 Y le creiste img
Capítulo 71 La mejor frase img
Capítulo 72 Ni siendo otros img
Capítulo 73 Yo era la cuerda img
Capítulo 74 Plan img
Capítulo 75 Viaje img
Capítulo 76 Barreras img
Capítulo 77 Conversación img
Capítulo 78 No discutan img
Capítulo 79 Feliz img
Capítulo 80 Un poco más img
Capítulo 81 ¿Se cayó algo img
Capítulo 82 Peligro img
Capítulo 83 Tengo suerte img
Capítulo 84 La misma ciudad img
Capítulo 85 Inevitable img
Capítulo 86 Dar por perdida esta guerra img
Capítulo 87 Confía img
Capítulo 88 Lo hice por ti img
Capítulo 89 Nada podía dividirnos img
Capítulo 90 Bombazo img
Capítulo 91 ¿Los vecinos tienen auto nuevo img
Capítulo 92 ¿Te sorprendí img
Capítulo 93 ¡De aquí no saldrás! img
Capítulo 94 Rabia img
Capítulo 95 Confesión img
Capítulo 96 Llanto img
Capítulo 97 Sí, es ella img
Capítulo 98 Caer y levantar img
Capítulo 99 Emails img
Capítulo 100 De seguro que sí img
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Capítulo 5 Algo raro pasa

Luego de nueve años juntos, las cosas entre Nikko y yo habían llegado a un punto difícil. Él era un hombre que amaba su libertad y tomaba decisiones arbitrarias, sin consultar con nadie lo que haría a continuación. Allí radicaban nuestras discusiones.

Su padre era abogado de una firma pequeña en Viana y antes de que su hijo mayor se graduara, logró introducirlo en su nómina. El trabajo, la ocupación y nuestros horarios, más la condición de vivir en distritos diferentes, le hizo acostumbrarse a no incluirme en casi ninguno de sus planes. Sin embargo, seguíamos juntos, porque el poco tiempo reunidos era bueno.

Catalina, la prima de Nikko, quien era dueña de una tienda de zapatos en Castelo, nos recibía de vez en cuando allí. Ella era una de las primas con las que mejor me llevaba, congeniábamos, e incluso ella conocía a mi amiga Sandra y solíamos reunirnos en Braga cuando Cata viajaba.

Dos días después del cumpleaños de su hijo, Nikko y yo entramos a su tienda con la idea de saludar y ver su nueva mercancía. Amo los zapatos y Cata vendía modelos increíbles, además me daba crédito.

Al entrar, no fueron los nuevos calzados los que provocaron mi ansiedad. Detrás del mostrador se encontraba una hermosa chica, alta, muy delgada y con el cabello lleno de reflejos a quien no conocía hasta entonces. Resultó llamarse Belinda, ser una de las mejores amigas de la dueña y me enteré de que, en sus ratos libres dentro de su trabajo como secretaria en un consultorio médico cercano a la villa de los Saravia, se ganaba un dinero extra colaborando con Catalina en la zapatería.

La mujer fue quien nos atendió en ausencia de la dueña. Nikko me la presentó como alguien a quien ya conocía desde hace mucho y me di cuenta que entre ambos existía mucha camaradería.

Se enfrascaron en una conversación muy amena y muy larga. Estaba acostumbrada a la reserva de Nikko, al no querer incluirme más de lo necesario en algunos ejemplos como ese, así que opté por alejarme poco a poco hasta verme divagando por el recinto comercial.

Me fui perdiendo entre zapatos de todas las tallas hasta llegar a los de damas.

El lugar estaba decorado de una forma muy especial. La repisa de botines femeninos llegaba a un tope de pared hecha de cajas de zapatos ubicada a mi lado derecho. Las mismas fueron ordenadas para crear con ellas un muro de adorno con la finalidad de tapar parte del depósito y así ahorrar espacio. Me encantaba mirar las cajas, estaban pintadas de distintos colores y tenían algunos poster pegados con imágenes de montañas locales, playas y paisajes de nuestro país, mostrando a una que otra modelo usar las marcas que allí se vendían.

Desde allí vi que Nikko y la tal Belinda aún seguían conversando y al parecer ella había dicho algo muy gracioso porque él estaba muerto de risa.

Suspiré y seguí mirando alrededor para quitarme de encima esa sensación de olvidada cuando al bajar la vista, me di cuenta de unos zapatos de hombres que se balanceaban un poco y sobresalían del depósito oculto por las cajas.

La persona que usaba esas deportivas tenía los tobillos cruzados, prácticamente acostado en el suelo

Me fui asomando hasta ir descubriendo un holgado jean claro, luego una camiseta negra y di con el rostro.

¡Pum!

Mi estómago dio un vuelco.

Me quedé congelada por un breve momento pero decidí reaccionar rápido.

-Hey -dije fingiendo una sonrisa.

Maël se sacó unos audífonos de las orejas y alzó la cabeza para verme.

-Hey -respondió casi sin ganas.

Mis labios se separaron.

«¿Me respondió el saludo? Vaya...»

-¿Cómo estás? ¿Qué haces allí? -exhalé con una risa floja.

Él suspiró con fastidio. Intenté que mis cejas no se levantaran por el gesto.

-Trabajo aquí. -Se encogió de hombros.

«Ah, eso no lo sabía...»

Asentí. Lo miré por un segundo y me pregunté qué hacía escondido detrás de esas cajas escuchando música en su iPod. Me eché a reír, no parecía ser el empleado del mes.

-¡Dios mío! Demasiada gente en el centro, estaba loca por llegar -exclamó Catalina entrando a la tienda como una tromba-. ¡Heeey! Buenos días, chica -me saludó con un abrazo ya cuando me alejé de Maël y me acerqué a Nikko.

Al girarse hacia su primo, se puso seria de repente y miró entre la dependienta y mi novio.

-Hola, Nikko.

-Hola, Cata -respondió él de la misma manera, burlándose un poco.

Arrugué las cejas.

-¿Qué sucede? -pregunté, con una sonrisa torcida.

-Ella está molesta conmigo porque dice que siempre vengo a entretener a sus empleados -respondió mi novio.

-Primero Maël y ahora Belinda. Cada vez que viene Nikko, estos se ponen a conversar de mil cosas y no les deja trabajar.

Mi novio y Belinda se echaron a reír. Yo en cambio sonreí como payaso. El pensamiento de Belinda y Nikko conversando animadamente despertó ese análisis de siempre existir algo nuevo de qué enterarme con respecto a mi pareja y siempre por boca de otros. Creo que al final nunca me acostumbraría a tanta reserva. Preferí llamar la atención de Cata para que me indicara los precios de unas botas que me gustaron y así dejar que aquellos siguieran actualizándose. No quería que Belinda me atendiera y mucho menos Maël.

Me probé el calzado frente al espejo bajo anclado en una de las paredes del fondo. Maël se levantó de tajo al ver a su jefa venir y me reí por la situación.

Me subí el jean que cargaba puesto para cerrar el cierre de mis futuras botas color negro de tacón alto y así poder ver mejor cómo me quedaban.

-¡Espectaculares! -opinó Cata. Vendedora, al fin. Aunque no se escapaba de la realidad, las botas eran todo un lujo-. Te quedan divinas. ¿Qué opinas, Maël?

Lo miré. Él miraba mis pies, luego a la nada.

-Sí, le quedan bien -fue lo único que dijo.

Ladeé la boca evitando no expresar lo que sentí: a mis pies arder cuando dejó sus ojos allí por más de dos segundos.

Me fascinó el calzado y en vez de usar el crédito, las pagué de una vez. No deseaba endeudarme delante de la flacucha que entretenía demasiado a mi novio.

-Maël, atiende a Delu, por favor -demandó Catalina y suspiré. Luego se dirigió a la puerta de entrada-. Belinda, voy un momento a casa ¿ok? -Paseó su mirada entre su primo y ella.

La chica asintió y la dueña salió disparada del sitio.

Maël adelantó el paso y mientras lo seguía, me lo quedé mirando de pies a cabeza.

Mordí mis labios... ¡Qué bueno estaba ese tío, por Dios! La forma como le quedaba la franela, el jean...

Al llegar al mostrador guardó los zapatos en una caja y los metió en una bolsa con el logo de la tienda. Pagué rápidamente, todos nuestros movimientos automatizados, y carraspeé mi garganta para avisarle a Nikko que ya estaba lista para irnos. Su tardanza en despedirse de la flaca me hizo sudar.

-¿Nos encontramos entonces allá? -preguntó ella como si yo no estuviera allí.

-¡Claro! Estaré con mamá y un primo en el centro comercial, pero creo que sí podemos ayudarte.

Allí fue cuando me grabé la cara de Belinda.

Nos fuimos, por fin, pero ya instalada en la habitación de Nikko, no me aguanté.

-¿A qué centro comercial irás? -le pregunté.

Él alzó la cara de vivo-tonto. Le vi hacer memoria.

-Ah... Eso es en Braga. Iré con Harry y mamá al centro en unos días.

-¿Y Belinda va con ustedes?

Nikko alzó las cejas.

-Sí. ¿Qué pasa?

Miré mi silueta en el espejo mientras me probaba las botas.

Arrugué los labios y me encogí de hombros.

-Nada.

Decidí concentrarme en las botas, en mi aspecto, de ahora cabellos lacios y largos, negros, olvidándome de Nikko con Belinda, Maël y su prieto culo, y me dejé convencer de mi pareja para quedarme unos cuantos días más en su casa.

                         

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