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Primer arco: El Primer amor del Príncipe.
La mañana despertó con suavidad, trayendo consigo un aire fresco y renovador que invadió el hogar de la familia Fox. Los rayos dorados del sol se filtraron a través de las cortinas entreabiertas, llenando la sala de estar con una cálida y alegre luminosidad. El aroma del café recién hecho flotaba en el aire, despertando los sentidos y anunciando el comienzo de un nuevo día.
En esta tranquila mañana de primavera, los primeros rayos de luz se filtran entre las ramas, creando juegos de sombras y destellos rosados. El cielo se tiñe de tonalidades suaves, mezclando el azul con pinceladas de naranja y rosa, mientras las nubes flotan en formas caprichosas, como pinceladas de un lienzo en constante cambio.
Gerald Thompson, el padre de familia, se encontraba en la cocina, ocupado preparando el desayuno para todos. Sus manos expertas se movían con destreza entre los utensilios y los ingredientes, mientras su rostro reflejaba una mezcla de concentración y alegría. Gerald era un hombre amable y cariñoso, siempre dispuesto a cuidar de su familia con amor y dedicación.
Elena Fox, la madre, irrumpió en la cocina con una sonrisa radiante en su rostro. Su elegante figura y su mirada llena de ternura y comprensión eran un reflejo de su amor incondicional hacia los suyos. Vestida con un sencillo, pero impecable atuendo, Elena desprendía una belleza natural y una energía acogedora que envolvía a todos a su alrededor.
Beth Fox, la hija mayor, ingresó a la cocina con paso ligero y una expresión animada en su rostro. Con sus rizos castaños y ojos brillantes, era una joven llena de vida y curiosidad. Beth poseía una inteligencia aguda y una pasión por el conocimiento, siempre buscando nuevas formas de aprender y crecer.
Benjamín Fox, el hijo menor, se unió al grupo con su característica energía juvenil y entusiasmo contagioso. Su rostro rebosaba de una mezcla de inocencia y determinación, mientras su mirada avispada exploraba el entorno con curiosidad. Benjamín era un joven noble y valiente, heredero de un linaje antiguo, pero con el corazón de un niño que siempre buscaba diversión y aventura.
La familia se reunió alrededor de la mesa del comedor, donde un festín matutino los esperaba. Huevos revueltos, tostadas crujientes, frutas frescas y una variedad de jugos y bebidas calientes adornaban la superficie de la mesa. Los platos emitían un aroma irresistible que despertaba el apetito y llenaba la habitación con un ambiente acogedor.
Mientras se sentaban juntos, los Fox intercambiaban sonrisas y miradas cómplices. Las conversaciones animadas llenaban el espacio, creando un coro de voces alegres que se mezclaban en armonía. Hablaban de los planes para el día, de los sueños y aspiraciones, compartiendo risas y apoyándose mutuamente.
En ese momento, la magia de la familia se hizo evidente. A pesar de las diferencias y los desafíos que enfrentan en el mundo exterior, en la mesa del desayuno reinaba la unidad y el amor incondicional. Gerald y Elena se miraban con amor y gratitud, orgullosos de los hijos que habían criado. Beth y Benjamín intercambiaron risas y chistes, ocasionando recuerdos que perdurarían para siempre.
La paz y la calidez llenaban el espacio, mientras todos compartían el regalo precioso de estar juntos en ese momento. El desayuno en familia era más que una simple comida, era un ritual sagrado que reafirmaba los lazos indestructibles que los unían. En medio de la alegría y el amor compartidos, los Fox encontraban fortaleza y consuelo, acordándose mutuamente que siempre estarían allí el uno para el otro, sin importar qué desafíos les deparará el destino.
Y así, en ese cálido y luminoso amanecer, la familia Fox se deleitó en la compañía mutua y en la promesa de un nuevo día lleno de posibilidades y aventuras. Las clases empezarían dentro de poco. Ambos hermanos asistían a la institución Gold and Silver Crowns.
El Colegio Gold and Silver Crowns, majestuosamente asentado en los amplios terrenos de Crown Estate, emerge como una joya educativa en el corazón de Washington DC. Su renombre trasciende las fronteras de la ciudad gracias a su insigne reputación por la excelencia académica y la inquebrantable rigurosidad que caracteriza su enfoque pedagógico. Dotado de una estructura educativa abarcadora y progresiva, el colegio atiende a una diversidad de edades, desde los primeros pasos de la educación inicial hasta los desafíos intelectuales de la secundaria.
El emblema distintivo de Gold and Silver Crowns residía en su compromiso inquebrantable de proporcionar una educación de primera categoría que trascienda la mera transmisión de conocimientos. Sus aulas reverberaban con la pasión de educadores dedicados que no solo instruyen, sino también inspiran y moldean a las mentes jóvenes para enfrentar los desafíos de un mundo en constante cambio.
Los imponentes edificios de arquitectura clásica, rodeados por jardines bien cuidados y áreas verdes, establecían un ambiente propicio para el aprendizaje y la reflexión. Los estudiantes son guiados no solo en las materias académicas, sino también en la exploración de sus talentos y pasiones individuales, fomentando así un desarrollo integral y una autenticidad en el proceso de aprendizaje. El colegio destinado a la nobleza.
-¿La fiesta de Erika sigue en pie? -preguntó Elena, sonriéndole al más joven, quien masticaba con entusiasmo una frutilla bañada en crema.
-Sí -respondió Benjamín, luego de tragar rápidamente-. Ella está muy emocionada por esta fiesta, ya que es la primera vez que organiza una desde cero. La semana que entra será emocionante -comentó y sonrió dulcemente. Beth asintió con elegancia. Ella se mantuvo erguida mientras desayunaba.
Cada mañana, Elena irradiaba alegría en su rostro, contagiando a todos a su alrededor con su luminosa disposición. Por su parte, Gerald no se quedaba atrás en cuanto a sonrisas; mientras hojeaba las noticias en su iPad, sus labios se curvaban en una expresión de refinada satisfacción, añadiendo un toque de elegancia a su semblante.
-Seguro que sí, la jovencita Schelling es muy entusiasta -agregó el hombre pelinegro, sentado en la punta de la mesa. En un movimiento rápido, giró su muñeca para mirar el reloj, dándose cuenta de la hora-. ¿Terminaron? Ya casi es hora de que los lleve al colegio.
Ambos hermanos se observaron. Habían terminado hace unos minutos, solo esperaban a su padre. Se sonrieron y empezaron a ponerse de pie.
-Por supuesto -contestó Beth y se alzó con determinación. Tomó su mochila y se arregló la falda. Benjamín la imitó, pero se mantuvo ocupado revisando su celular.
Finalmente, Gerald besó a Elena, quien luego se levantó para despedirse de sus hijos. Intercambiaron unas palabras y se subieron al coche que salió con rumbo a la finca Crown Estate.