Capítulo 7 Persona desagradecida

Seguía envuelta en sus pensamientos cuando una voz dulce e infantil le llegó a los oídos...

"¡Papá... Papi...! ¡Aquí está tu niña...!"

Stella miró a la niña de unos cuatro años correr hacia el hombre que estaba parado frente al auto.

Alia salió de la escuela rodeada de varios guardaespaldas. Cuando la niña se dio cuenta quién estaba parado frente al auto, gritó y corrió a su lado...

RK vio a su niña corriendo hacia él, avanzó rápidamente hacia ella y la tomó en sus brazos...

Los guardaespaldas y los autos lo siguieron. Él solo quería recoger a su hija, pero era como una obra de teatro que atraía a muchas personas.

"¿Por qué corres? Sabes que papá se preocupará".

Alia asintió y dijo...

"Lo sé. No te preocupes papi... No correré nunca más..."

Stella observaba el encuentro entre el padre y su hija cuando una vocecita nítida le llegó desde atrás y ella se dio vuelta para mirar...

"¿Mami?"

Adrian es muy observador de cada emoción de Stella. Cuando vio su mirada triste, dijo: "Mami, si no eres feliz, ¡también puedo darte un gran abrazo!".

Como lo dijo, abrió ambas manos de par en par...

Ella miró la carita de su hijo y ocultó esos sombríos sentimientos en sus ojos. Levantó al niño rellenito, lo abrazó con fuerza y lo besó en las mejillas rosadas...

"Cariño, no es que esté triste, pero sí, el abrazo de mi bebé es tan cálido... Me gusta mucho", dijo la madre.

Siempre que mira a su hijo, Stella se olvida del mundo entero y deja sus preocupaciones de lado. En su vida, nada es más importante que él...

"Si tanto te gusta, puedes abrazarme así toda tu vida y una vez que seas mayor, te abrazaré y cuidaré de ti...", dijo Adrian y abrazó el cuello de Stella.

"Ok, entonces no te olvides... Cuento contigo para que me lleves de vuelta y me cuides...", dijo ella mientras le pellizcaba las mejillas regordetas.

Como dijo, caminó con su hijo en dirección opuesta a RK y su grupo de personas.

El tiempo parecía haberse detenido en ese instante tan precioso, madre e hijo están charlando y riendo, es como si estuvieran solos en este mundo y sin nadie alrededor.

*****

En casa...

Hace poco que Stella volvió y aún no encuentra dónde vivir, el último hogar que tuvo fue la mansión RK donde había vivido durante tres años después de su matrimonio con él.

Pero, por supuesto, ella no puede ir allí, incluso ella podría... Ella no estaba dispuesta a ir...

Entonces, ahora mismo vivía en un apartamento que había alquilado con su mejor amiga, Emily.

Emily y Stella trabajaban juntas en Francia y como en la empresa son las únicas del mismo país, se llevaron bien.

El año pasado, Emily fue enviada allí desde la sede. Después de eso, ya no trabajaron juntas en Francia.

"Stella, estás aquí..."

Emily, que estaba ocupada en la cocina, escuchó ruidos en la sala de estar y salió. Cuando vio a Stella, la saludó feliz...

Como había estado cocinando, Emily vestía un delantal...

Mientras hablaba con Stella, sus ojos se posaron en el niño que estaba a su lado y su rostro se llenó de emoción...

"Mira quién está aquí... Mi pequeño amor, sabes cuánto te extrañó tu tía...", le dijo mientras se acercaba para abrazarlo con fuerza y besarlo en las mejillas.

Adrian frunció el ceño, no le gustaba que nadie más que su madre lo apretujara, pero no podía hacer nada, su tía era así...

A Emily no le importó que frunciera el ceño y continuó: "Hoy, la tía te preparó tus platos favoritos: ¡sándwich a la parrilla y sopa de maíz! ¿Quieres comer, verdad?". Preguntó mientras lo tomaba en sus brazos...

Mientras lo alzaba, Emily dijo: "Ayer no te vi porque no estaba en casa. Mira, he pasado casi un año sin verte. No sabes cuánto extrañé a mi bebé...".

Después de eso, lo puso en el sofá y dijo: "Pero puedo decir que en este año mi bebé se puso más lindo y gordo...".

"Gordo?", dijo Adrian que escuchó esas palabras y saltó del sofá.

"Creo que la tía está envejeciendo y tiene problemas de vista... ¿Cómo puede decir que estoy gordo? Solo soy lindo y guapo..."

Dijo con una mirada de enojo y apartó la cabeza de Emily...

Ella vio su linda reacción y se rio...

"Je... je... ¿Alguna vez has visto a una tía tan hermosa que incluso puede cocinar comida deliciosa?"

Pero Adrian no dijo nada, ni siquiera volteó la cabeza...

Emily miró a Stella y se quejó: "Ha pasado solo un año desde la última vez que nos vimos, pero mira a este tipo... es un desagradecido".

Stella no dijo nada, solo sonrió.

Así se trataban siempre esos dos.

Stella frotó la cabecita esponjosa de su hijo y dijo: "Bebé, ve y lávate las manos, es hora de comer".

Adrian escuchó las palabras de su madre y respondió: "Está bien, mami".

Como dijo, corrió hacia el baño para lavarse las manos.

Emily volvió a quejarse: "¡Mira a este pequeño, solo sabe escuchar a su madre! Stella, ¿cuánto tiempo te vas a quedar en el país esta vez?".

Stella se sentó en el sofá y dijo pensativa: "Ya hice lo que el Sr. Paul me pidió. Al principio pensé que este proyecto tomaría al menos dos meses. No esperaba que fuera tan rápido y sin problemas...".

Luego hizo una pausa y continuó: "Ahora que todo está listo, quiero volver lo antes posible".

Ella no quería que él fuera su jefe. No quería trabajar para él...

Tampoco quería que su hijo y su hija estudiaran en la misma escuela. Además, teme que él se entere de su hijo.

Hacía seis años se había divorciado y ella había cortado todo el contacto. Ya estaban separados y no quería volver a verlo...

¡Nunca!

"Entonces regresa... Pero... Escuché que Rene Kingston compró la compañía", dijo Emily.

Ella ya sabía de su situación, conocía todas sus dudas y preocupaciones. Pero, pasara lo que pasase estaría a su lado.

"Pero el problema es..."

"Es decir, ahora que la compañía le pertenece al grupo RK. Si quieres volver a Francia, tienes que obtener su aprobación..."

Stella frunció el ceño...

Porque también era algo que le preocupaba...

Le había dado vueltas al asunto todo un día, pero todavía no reunía el coraje para hablarle cara a cara. Es más, ella no quería mirarlo y mucho menos decirle una sola palabra...

De solo pensar que tenía que reunirse con él, comenzaban a arderle las sienes.