Con algo de fastidio, ella solo se levantó, y como lo predijo la noche anterior, al mirarse en el espejo, notó que tenía un enorme morado que cubría la mitad de su frente. Por suerte y con ayuda de maquillaje, logró medio cubrirlo, o al menos eso era lo que pensaba. Porque, al llegar a la tienda, Rocío lo vio a metros de distancia.
-¿Niña, qué te sucedió?
Apresurándose a recibirla, la mujer mayor, la observó detenidamente, y negando al ver que no sirvió de mucho su esfuerzo, ella le contó.
-Sapphira debes tener más cuidado, nena, esta ciudad es de locos, y tú solo eres una niña.
La dulce mujer le pidió mientras acariciaba su frente mayugada, y sonriendo pensando que Rocío era un verdadero ángel, respondió.
-Rocío, no soy una niña, tengo 21 años.
Pasando por su lado, Sapphira solo dejó su bolsa para empezar a trabajar, y negando al ver que se lo tomaba a la ligera, siguió.
-No serás una niña de edad, pero veo que eres algo ingenua y distraída, y eso, mi niña, no es nada bueno, en esta ciudad de locos.
Luego de un par de consejos de Rocío, Sapphira empezó a ordenar y limpiar algunas cosas, moviéndose de aquí para allá, y escuchando cómo de pronto la campanilla de la puerta sonó, anunciando un nuevo cliente, ella soltó lo que traía en sus manos para atenderlo.
-¿Puedo ayudarlo?
Caminando hasta él, ella preguntó en un tono amable al caballero que se encontraba de espaldas, y notando cuando este se giró que se trataba del mismo que casi la mata el día anterior, Sapphira apretó sus manos, tratando de contenerse para no golpearlo allí mismo.
-¡Miren! Qué casualidad, tengo frente a mí a nada más y nada menos que a la ciega de ayer, ¡Que gusto verte de nuevo!
Espetando con ironía esté soltó, reconociéndola también, y deseando ahorcarlo allí mismo, ella solo respondió.
-Lástima que no puedo decir lo mismo del imbécil que casi me mata.
El hombre apuesto empezó a reír, al parecerle increíble la enorme coincidencia, y deseando hacerla perder la paciencia como el día anterior, siguió provocando a Sapphira logrando su cometido con gran facilidad.
-¿Yo? Perdóname, pero ayer la que se le lanzó a mi auto fuiste tú. ¿Por qué me llamas imbécil a mí?
Apretando sus labios, ella solo observó a los lados, para ver si Rocío estaba cerca, y pegándose a él para no ser escuchada, soltó.
-¡No sí! ¡Cuidado! El señor ciego no pudo pisar el freno.
Justo en ese instante, cuando él estaba por responder, Rocío entró en la tienda, y dibujando los dos una enorme sonrisa en su rostro, ella se dispone a decir.
-Buenas tardes, caballero. ¿En qué lo podemos ayudar?
Con dulzura, la mujer se acercó al desconocido, y regalándole una mirada asesina, Sapphira no dejó de verlo, con la intención de saber qué es lo que deseaba.
-Ando en busca de un reloj antiguo, ¿será que me puede ayudar?
Rocío enseguida entendió que ella perfectamente lo podía ayudar, y asignándole la tarea, se apartó para dejarla hacer su trabajo.
- Por favor, cariño, muéstrale al joven los relojes en el mostrador.
Apretando sus puños, Sapphira supo que no tenía otra escapatoria, y pidiéndole al niño rico que la siga, le mostró todos los ejemplares, a pesar de desear estrangularlo, tal vez de esa manera le pagaba el enorme morado en su frente.
Tras observarlos detenidamente, él se decidió por un hermoso reloj de bolsillo, completamente de oro fabricado en 1920, y sonriendo satisfecho por su elección, él solo musitó.
-Me llevaré este. A él le encantará
Con un dejé de emoción, el hombre no apartó la mirada del objeto, y guardando el resto, al ver que no elegiría nada más, Sapphira solo murmuró.
-Al menos el imbécil tiene buen gusto.
Por desgracia, él sí alcanza a escucharla, y recargando su cuerpo sobre el pequeño mostrador, también respondió en el mismo tono solo para ella.
-Señorita ciega, debería aprender cómo tratar a un cliente, porque siendo yo otra persona, téngalo por seguro que no regresó a este lugar jamás. Se ve que carece de educación.
Reteniendo el aire, Sapphira trató de contar hasta diez, sabiendo que él solo lo hacía para molestar, y planteándose frente a él, para demostrarle que no la intimidaba, respondió.
-Pues ni falta hace que regreses, no necesitamos aquí, idiotas, hágame el favor y salga de aquí de una buena vez.
Justo en ese instante, Rocío regresó para ver si el hombre había hecho su elección, y sonriendo, fingidamente, antes de ella acercarse a ambos, él murmuró.
-¡Pero miren, la niña es algo grosera! Veamos si, al quejarme con tu jefa, te dejarán trabajar aquí.
Con el corazón acelerado, Sapphira regresó su mirada a él, y viendo que la tenía en sus manos, él no pudo evitar parar de sonreír.
-¿Consiguió lo que buscaba el joven?
Preguntó la dulce mujer al detenerse frente a ambos, y dirigiendo su mirada intensa a Sapphira, él solo respondió.
-¡Sí! Me llevaré este.
Él solo le tendió la pieza a Rocío para mostrárselo, quien era fanática a esas antigüedades, y asintiendo pensando que hizo la mejor elección, agregó.
-Es un maravilloso ejemplar con mucha historia, un conocedor del tema quedaría encantado con el obsequio.
Por supuesto que lo era, de hecho su abuelo lo había enseñado sobre el tema, por lo que pensaba que era ideal para regalárselo de cumpleaños.
-Es para mi abuelo, sé que le va a encantar.
Después de eso, el hombre arrogante, se dispuso a pagar por su compra, y acercándose a Sapphira antes de salir, soltó.
-¡Ah! Por cierto, señorita torpe, mi nombre es Evan.
Sin más, él solo salió del lugar, y rodando sus ojos al pensar que es el ser más arrogante sobre la tierra, ella se concentró en trabajar.
El resto de la tarde, por supuesto, fue muy tranquila, solo en ocasiones los pensamientos de Sapphira se desviaban para pensar en Evan, quien creía que era un hombre muy apuesto, por desgracia, su arrogancia opacaba está haciéndolo lucir despreciable.
Al llegar al fin a casa, ella se dedicó a ordenar todo antes que llegara Julián, y finalizando al fin un par de minutos después, se dispuso a ver la televisión en donde un anuncio captó su atención enseguida. En este se veía la foto de Evan asistiendo a una gala de prestigio, y centrando su mirada en el anuncio de abajo, negó al parecerle increíble verlo en todos lados.
"Evan Stone, el soltero más cotizado".
Llegando en ese momento, Julián ingresó al departamento, y centrando su mirada en el televisor, soltó un comentario que dejó a Sapphira helada.
-Él es mi jefe, Sapphi, Evan Stone.
De manera relajada, Julián solo señaló la pantalla, y pensando que todo esto no podía empeorar, ella solo se dejó caer en el sofá deseando que la tierra se abriera y la tragara viva.