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Los primeros días con Alejandro López al mando transcurrieron con una intensidad palpable. Clara se dio cuenta de que Alejandro tenía una manera particular de abordar cada situación y eso le encanto, claro esto combinando con un enfoque analítico, así como con una habilidad para motivar a su equipo. Sus reuniones eran directas y enfocadas, por lo cual esto también le encantó, dado a esa personalidad el ambiente en la oficina se volvió más dinámico.
Un viernes por la tarde, Alejandro convocó a una reunión con todo el personal para presentar su visión para la empresa. Clara se preparó para el evento con anticipación, organizando los materiales y asegurándose de que todo estuviera en orden. Cuando llegó el momento, la sala de conferencias estaba llena de empleados ansiosos por escuchar las palabras de su nuevo líder.
Alejandro, con su usual presencia imponente, se dirigió a la audiencia con una mezcla de seriedad y entusiasmo. Expuso sus planes para la empresa, destacando la necesidad de innovación y eficiencia. Clara observó cómo sus colegas reaccionaban, algunos con entusiasmo, otros con escepticismo. Fue evidente que Alejandro estaba determinado a imponer su estilo, y el cambio comenzaba a sentirse en cada rincón de la oficina.