Capítulo 3 Vestigios de inquietud

La mañana en Seraphius comenzó con una atmósfera de calma y serenidad. Liora se despertó temprano, dispuesta a aprovechar el día para avanzar en su estancia en el pueblo. Había estado en Seraphius durante seis días, tiempo suficiente para familiarizarse con su entorno y adaptarse a la vida local. Tras un desayuno ligero en la posada, se dirigió a la biblioteca del pueblo, que había reabierto recientemente después de una extensa remodelación.

La biblioteca, con sus estantes repletos de libros antiguos y su ambiente tranquilo, ofrecía el escenario perfecto para sumergirse en documentos históricos. Liora estudió manuscritos y archivos relacionados con la historia del lugar y los artefactos mencionados en las leyendas locales. Mientras trabajaba, comenzó a sentir una incómoda sensación de ser observada. Aunque la biblioteca estaba bastante tranquila, no podía deshacerse de la impresión de que alguien la estaba mirando. Miró a su alrededor discretamente, pero no logró identificar a ningún observador. Decidió seguir concentrándose en su tarea, tratando de ignorar la creciente inquietud.

Al mediodía, Liora decidió visitar a Martha, la anciana conocida por su profundo conocimiento sobre la historia local. La casa de Martha, situada en el borde del pueblo y rodeada de un pequeño jardín, tenía un aire acogedor. Martha la recibió con una calidez genuina, ofreciéndole té y compartiendo historias y leyendas relacionadas con el artefacto estelar, un objeto famoso en Seraphius.

-La leyenda dice que el artefacto estelar trae prosperidad y protección al pueblo -le explicó Martha-. Aunque el artefacto real desapareció hace generaciones, se realiza un festival anual para celebrar su legado. La réplica del artefacto se exhibe en el mercado central y el evento atrae a visitantes de todos los rincones.

La conversación con Martha fue esclarecedora y ofreció información valiosa sobre el artefacto y el festival. Aunque Liora había comenzado a investigar por razones personales, sus interacciones con los locales siempre giraban en torno a su interés general en la historia del pueblo.

Al salir de la casa de Martha, Liora decidió dar un paseo por el pueblo para disfrutar del entorno y conocer más sobre la vida local antes de la cena. Quería aprovechar la tarde para familiarizarse con los rincones del pueblo que aún no había explorado. Mientras paseaba por las calles y visitaba tiendas y mercados, la sensación de ser observada regresó. Aunque el bullicio del mercado hacía difícil identificar a un posible observador, Liora no pudo evitar sentir una creciente inquietud. Miró a su alrededor, pero no vio a nadie en particular, añadiendo un matiz de misterio a su paseo.

Cuando la tarde comenzó a dar paso a la noche, Liora regresó a la posada para dejar algunas de las compras y recuerdos que había recogido durante su paseo. Mientras entraba en el vestíbulo, se encontró con Rolan, que estaba en medio de una conversación animada con el conserje. Al notar su presencia, él se acercó con una sonrisa amistosa.

-Hola, parece que has tenido un día ajetreado -dijo Rolan, con un tono relajado-. ¿Cómo ha ido todo?

Liora sonrió al verlo y le respondió con un tono igualmente relajado.

-Sí, ha sido un día interesante. He pasado tiempo en la biblioteca y luego he charlado con una anciana sobre la historia del pueblo.

Rolan asintió, mostrando un interés genuino.

-Qué bien. Estaba pensando en salir a cenar esta noche. Hay un restaurante en el pueblo llamado La Rosa Dorada que es muy acogedor y tiene una comida excelente. Si te apetece, podríamos ir juntos.

Liora aceptó la invitación con una sonrisa.

-Eso suena estupendo. Agradezco la oferta.

Más tarde, cuando la hora de la cena se acercaba, Liora y Rolan se encontraron de nuevo en la entrada de la posada y se dirigieron al restaurante La Rosa Dorada, un lugar encantador con una decoración íntima y romántica. El restaurante estaba iluminado por luces suaves y velas en las mesas, creando una atmósfera cálida y acogedora.

Durante la cena, la conversación fluyó con naturalidad. Rolan le contó a Liora sobre su fascinación por los objetos históricos y cómo había comenzado a coleccionarlos desde su llegada a Seraphius. Mencionó, de manera casual, que tenía una pequeña colección personal que había acumulado en el poco tiempo que llevaba en el pueblo.

-He estado reuniendo algunas cosas interesantes relacionadas con la región -dijo Rolan-. Me encantaría mostrarte lo que he encontrado algún día, si te interesa. Creo que podrías encontrarlo fascinante.

Liora mostró interés y una chispa de curiosidad.

-Me encantaría verlo. Siempre es interesante descubrir nuevas cosas, especialmente cuando están relacionadas con la historia local.

La conversación durante la cena se volvió cada vez más personal. Compartieron anécdotas y risas, descubriendo intereses y pasiones comunes. El ambiente romántico del restaurante, con sus luces suaves y el tono íntimo de la conversación, contribuyó a una conexión creciente. En un momento, mientras compartían una sobremesa tranquila, sus miradas se encontraron y se sostuvieron durante un instante prolongado, creando una chispa de intimidad que no pasó desapercibida para ninguno de los dos.

Después de la cena, Liora regresó a la posada con una sensación de satisfacción. Sin embargo, al llegar a su habitación, notó algo inquietante. La luz de la lámpara parpadeaba y algunos objetos en su mesa estaban desordenados. Una nota en un rincón del escritorio decía: "No estás sola en tu búsqueda." El mensaje, vago y amenazante, aumentó su preocupación. Aunque no había firma, la nota sugería que había una presencia desconocida en Seraphius. Liora sintió un escalofrío recorrer su espalda y se prometió investigar más a fondo. La noche, que había comenzado con una promesa de conexión y calidez, ahora estaba marcada por un misterio inquietante que no podía ignorar.

            
            

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