Capítulo 5 La prueba del guardián

Liora salió de la casa de Martha con el sol aún alto, su luz dorada proyectándose sobre el paisaje mientras se dirigía hacia el bosque. La conversación con Martha había sido esclarecedora, pero no había resuelto todos sus interrogantes. Decidió que la exploración del bosque podría ofrecerle más pistas sobre La Cámara del Viento.

La brisa fresca acariciaba su rostro mientras caminaba por el sendero que se adentraba en el bosque. El suelo estaba cubierto de hojas caídas y ramitas secas que crujían bajo sus pasos. La vegetación se hacía más densa y las sombras se alargaban, creando un juego de luces y penumbras en el suelo. Liora estaba atenta a cualquier señal que pudiera indicar la proximidad de un lugar significativo.

Después de una caminata prolongada, el sendero se abría a un claro sorprendente. Allí, parcialmente oculto entre la vegetación, se alzaba una estructura antigua y majestuosa. Sus muros de piedra estaban cubiertos de musgo y enredaderas, y el gran arco de entrada parecía haber sido parcialmente arrasado por el tiempo.

Liora se acercó con cautela, admirando la construcción. Las paredes exteriores estaban adornadas con frescos desvanecidos que representaban figuras y símbolos enigmáticos. El aire estaba cargado de un silencio profundo y reverente.

Al llegar al umbral, Liora sintió una mezcla de anticipación y nerviosismo. Estaba a punto de cruzarlo cuando una figura emergió de entre las sombras del bosque. La criatura era una visión fantástica y tenebrosa: una mezcla de sombra y sustancia, con una figura que parecía flotar en lugar de caminar. Su cuerpo estaba compuesto de una neblina negra y amorfa, que se retorcía y cambiaba de forma como si fuera humo en movimiento. Sus ojos, resplandecientes y de un rojo intenso, brillaban con una luz que parecía cortar a través de la penumbra.

La figura se materializó en el aire, sus formas indistintas revelando un rostro distorsionado que parecía un mosaico de fragmentos sombríos. De repente, un profundo eco resonó desde lo que parecía ser el pecho de la criatura, su voz grave y resonante llenando el aire.

-¿Quién se atreve a interrumpir el silencio de este lugar? -la criatura habló con un tono que mezclaba autoridad y amenaza.

Liora se detuvo en seco, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda. La presencia era imponente y perturbadora. Con el corazón latiéndole con fuerza, dio un paso adelante, intentando mantener la calma.

-Soy Liora. He venido en busca de pistas sobre La Cámara del Viento. No pretendo causar daño, solo deseo aprender más sobre lo que aquí se oculta.

El guardián la observó detenidamente, sus ojos resplandecientes fijos en Liora. -Este lugar está protegido por antiguas fuerzas que no toleran a los intrusos sin un propósito claro. Para entrar, debes demostrar que eres digna de este conocimiento.

Liora frunció el ceño, sintiendo una mezcla de ansiedad y determinación. -¿Cómo puedo demostrar que mi intención es legítima?

El guardián se deslizó hacia ella, su forma cambiante mostrando destellos de luz rojiza a medida que se movía. -Debes enfrentar una prueba que revelará tu verdadera motivación y tu preparación para lo que aquí se guarda. Solo si superas este desafío podrás entrar.

Con una mezcla de inquietud y resolución, Liora aceptó la prueba. El guardián indicó un área despejada frente a la entrada, donde aparecieron en el suelo patrones intrincados que parecían formarse a partir de las sombras mismas.

Liora se enfrentó a la prueba, que consistía en una serie de preguntas y desafíos mentales que forzaban a la reflexión sobre temas de ética, conocimiento y la búsqueda de la verdad. Las preguntas eran abstractas, formuladas de manera que requerían tanto intelecto como introspección personal. Cada respuesta debía reflejar no solo conocimiento, sino también una comprensión profunda de los principios detrás de la búsqueda.

Después de una serie de desafíos que parecieron durar horas, el guardián se detuvo, su forma flotante estabilizándose mientras examinaba las respuestas de Liora con una intensidad casi palpable.

-Has demostrado que tu presencia aquí es adecuada -dijo el guardián, su voz resonando con una mezcla de aprobación y advertencia. -Puedes entrar y explorar, pero ten cuidado. Lo que encuentres puede tener implicaciones más allá de lo que estás preparada para enfrentar.

Con un gesto impreciso, el guardián se apartó, permitiéndole a Liora el acceso a la estructura. Ella cruzó el umbral y entró en el vestíbulo, donde la luz tenue que entraba por las rendijas iluminaba vagamente los frescos desgastados en las paredes. La estructura estaba en un estado de abandono, pero su magnificencia aún era evidente.

El vestíbulo tenía un suelo de piedra lisa y fría, cubierto en algunos lugares con polvo y escombros. A lo largo de las paredes, los frescos mostraban escenas fragmentarias de una civilización antigua: figuras estilizadas en ceremonias, escenas de naturaleza exuberante y símbolos desconocidos. Estos frescos estaban parcialmente desmoronados, pero aún se podía distinguir la habilidad y el arte que habían empleado los antiguos habitantes.

En el centro del vestíbulo se alzaba un pedestal de piedra, cubierto de musgo y arañas. Sobre el pedestal reposaba un pergamino antiguo, enrollado y atado con una cuerda de cuero desgastada. A su alrededor había una caja de madera deteriorada, su tapa medio rota. Dentro de la caja, Liora encontró varios objetos de interés: discos de piedra tallados con inscripciones arcanas, herramientas rudimentarias de piedra y fragmentos de cerámica rota, todo envuelto en una fina capa de polvo que indicaba que había estado allí durante mucho tiempo.

Liora tomó el pergamino con cuidado, notando que estaba cubierto de símbolos y diagramas complejos. Estos símbolos parecían ser una mezcla de caracteres antiguos y patrones geométricos, pero su significado le resultaba críptico. Se dio cuenta de que necesitaría una comprensión más profunda para descifrar lo que contenía.

Cuando Liora salió de la estructura con su carga, el crepúsculo había comenzado a envolver el bosque en un manto de sombras. Mientras se dirigía de regreso al sendero, el guardián apareció nuevamente entre las sombras del bosque, su presencia aun destacando con un aura ominosa.

El guardián observó a Liora con una mirada penetrante, como si ya supiera lo que llevaba consigo. -Recuerda que lo que has obtenido aquí no es sin riesgo. La búsqueda del conocimiento tiene sus propias consecuencias. No olvides el equilibrio entre el deseo de saber y la responsabilidad que conlleva.

Liora se detuvo y, con una mezcla de inquietud y determinación, sostuvo su mochila con firmeza. -Lo tendré en cuenta. Gracias por permitir mi entrada.

El guardián asintió lentamente, su forma desvaneciéndose en las sombras mientras Liora se dirigía al sendero de regreso a la posada. La advertencia del guardián resonaba en su mente mientras reflexionaba sobre lo que había encontrado y se preparaba para enfrentar los desafíos que le aguardaban en su búsqueda de La Cámara del Viento.

                         

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