Dulce Debilidad
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Capítulo 4 Tyler

Tyler:

Si hay algo que odio en esta vida definitivamente es madrugar.

Por eso, cuando mi despertador suena a las siete de la mañana, mi primer pensamiento es lanzarlo por la ventana.

Me remuevo en la cama, enredado con las sábanas. Estiro mi brazo intentando encontrar mi teléfono pero al no poder abrir los ojos tengo que hacerlo a ciegas y no logro dar con el. El sonido se vuelve insoportable, obligándome finalmente a abrir los ojos.

Tomo mi teléfono y apago la alarma, lo dejo a un lado y vuelvo a cerrar los ojos, con la intención de seguir durmiendo.

Casi estoy por caer nuevamente en el mundo de los sueños cuando tocan la puerta de mi habitación. Suspiro frustrado, pues claro, ¿A quien le gusta levantarse un sábado a las siete de la mañana?

- joven Tyler.- oigo la voz de George del otro lado.- es hora de levantarse o llegará tarde.

El me conoce muy bien como para saber sobre mi costumbre de ignorar la alarma.

- ¡Ya voy Gorge!- respondo de mala gana y con la voz aún somnolienta.

- lo esperaré abajo.

Suelto un fuerte suspiro y finalmente tomo fuerzas para apartar las sábanas y levantarme de la cama.

Voy directo al baño y me doy una ducha, lo mejor para sacarme el sueño, una vez listo salgo y voy hasta mi armario para buscar la ropa.

Unos shorts blancos, una camiseta del mismo color y una vincha igual, la cual ayuda a que mi cabello no se vaya para mi rostro.

Me miro al espejo, notando debajo de mis ojos las notables ojeras, producto de quedarme hasta tarde jugando videojuegos.

Salgo de mi habitación y camino por los pasillos hasta la escalera, me dirijo directo al comedor, donde mi familia ya está sentada desayunando.

Mi padre habla con mi hermano de manera distraída, sin prestarle la más mínima atención a mamá.

- buenos días.- la saludo tras sentarme frente a ella, a un lado de Mike.

- buenos días cariño.- me sonríe dulcemente.

- tu encárgate de eso en la oficina, yo tengo que ocuparme de otra cosa.- oigo que le ordena a mi hermano.

- está bien papá, lo haré, no te preocupes por eso.

El hombre asiente satisfecho, aún así puedo notar algo extraño en el, se oye nervioso.

- muy bien.- su mirada pasa a mí.- ¿Tu tienes práctica hoy?

- si, como todos los sábados.- le digo de manera obvia.

Obviamente no se toma para nada bien mi tono pero aún así lo deja pasar.

- muy bien pues trata de concentrarte y hacerlo bien, a ver si al menos en eso me das un poco de orgullo.- dice de manera fría. - al menos si no eres bueno en la escuela deberías ser bueno en eso.

Ruedo los ojos pero opto por no decir nada pues se que ponerme a pelear con el es inútil, además no es como si me interesara demasiado lo que me dice. Ya le he dicho mil veces que odio estudiar derecho, pero el está empeñado en que lo haga igualmente así que la culpa de que sea malo en la escuela es únicamente suya. No puedo concentrarme en estudiar algo que no me gusta en lo absoluto.

- tu quédate aquí.- le ordena a mamá.- por ahora es mejor que atrases tus campañas.

- no puedo hacer cariño, sabes que ya me he atrasado bastante, las revistas ya están pidiendo más fotografías.

- pues atrásalo una semana, por ahora es mejor que te quedes aquí, o puedes usar la sala y que te tomen las fotos acá.

Puedo notar la extrañeza en la cara de mamá, también puedo notar la curiosidad en Mike, al parecer el tampoco tiene idea de por que papá está tan raro, cosa que también se me hace extraña pues ellos siempre se cuentan todo.

- ¿Está todo bien cariño?

Lo noto trastabillar pero finalmente asiente tratando de mostrar tranquilidad, una que no me creo para nada.

- si, no pasa nada. Tu has tus campañas desde aquí que yo voy a solucionar unos problemas.

Ya nadie replica y continúan comiendo. Yo la verdad no tengo mucho apetito así que solo me dedico a comer unos cereales de chocolate pero tras unos segundos ya siento la necesidad de salir de esa mesa.

- tengo que irme o llegaré tarde a la práctica.- digo fingiendo que me importa cuando en realidad solo quiero escapar de aquí.

Mi padre solo asiente, mi hermano me ignora y mi madre es la única que me dedica un saludo antes de que me vaya.

George me está esperando junto al coche, subo a la camioneta y el va a la posición de conductor, maneja hasta el portón, el cual abre automáticamente con un pequeño control.

El día está bastante agradable así que abro la ventanilla para tomar un poco de aire. La ciudad corre a frente a mis ojos y empiezo a ver personas una vez salimos del barrio privado.

- ¿Desea comer algo joven?- pregunta George mirándome momentáneamente a través del espejo.

Sonrío ante la pregunta. El sabe bien que odio comer en la mesa con mi familia, sobre todo con mi padre, porque si no están hablando de campañas y políticas, es una discusión constante que siempre me deja sin ganas de ingerir alimento.

Nunca le he dicho esto a George pero el lo sabe igualmente, por eso me cae tan bien, a pesar de que la mayoría del tiempo se muestra como alguien frío y serio - porque es parte de su trabajo - en realidad es muy atento.

- estoy bien George, gracias.- le sonreí.- aunque creo que quiero comerme un helado luego de la práctica.

- muy bien joven, entonces haremos eso.

Llegamos finalmente a la cancha de las prácticas, y una vez el coche está estacionado, bajo el pequeño espejo que tengo para mi en la parte trasera y me observo una vez más en el. Acomodo un poco mi cabello, tomo unas gafas de sol negras y me las pongo.

- ¿Y ese hermoso quien es?- sonrío apreciando mi propia imagen.

Finalmente abro la puerta y bajo del coche.

Ya hay algunas personas sentadas en los bancos, algunos se acomodan los zapatos, otros hablan y hay cuatro personas practicando en las canchas.

A lo lejos puedo divisar a Roma, una chica pelirroja que se encuentra sentada en las pequeñas gradas tomando de su botella de agua.

Cuando ya estoy cerca ella se voltea y me ve, me sonríe enseguida.

- ¡Ty!- me saluda el cuánto llego a su lado.- creí que no ibas a venir, pensé que te habías quedado dormido.

- sabes que George no me dejaría quedarme dormido.- ella asiente de acuerdo.

- es verdad.- tras decir eso le dedica una mirada a George, quien se queda a unos metros, simplemente observando todo.- hola George.

El hombre le devuelve el saludo con un asentimiento de cabeza, con su recurrente expresión de seriedad y parado derecho con profesionalismo. Aveces no entiendo como es que soporta estar tanto rato parado, aún más con este calor, yo ya me hubiera desmayado pero el parece ser de piedra.

- ¿Llegaste temprano?- le pregunto a la pelirroja.

- un poco, pero te estaba esperando, ¿Vamos a jugar?

- vamos.

Ambos nos ponemos de pie y caminamos hasta la cancha.

- hola Ty.- Tomi, otro de los chicos me saluda de pasada, me acerco a el para chocar nuestras manos.

La verdad es que me llevo bien con casi todos ellos, son chicos como yo, de mi edad y clase social, pues este club de deporte solo es para este tipo de gente.

Roma es hija de un conocido abogado, una chica extrovertida que desde el primer momento me pareció muy agradable y con el tiempo nos hemos hecho buenos amigos.

Practicamos por un buen rato y cuando terminamos yo ya estoy sudando a más no poder. Volvemos a los bancos para beber agua mientras charlamos con otros de los chicos.

- ¿Que harás hoy Ty?- pregunta mi amiga.

- la verdad no mucho, papá está extraño últimamente así que no quiere que salgamos mucho. Aún así iré a comerme un helado, ¿Vamos?- la pregunta va dirigida a ella y a los demás.

Al final terminamos yendo cinco personas a la heladería, nos sentamos a comer un helado mientras charlamos.

- ¿Y que harán hoy chicos?

- bueno, yo tengo que viajar esta tarde, papá tiene trabajos que hacer en Moscú, no se muy bien de que se trata pero me gusta la idea de viajar.- nos cuenta un chico moreno.

Mientras como el helado puedo notar la mirada de uno de los chicos puesta en mi, más precisamente en mis manos, en las cuales llevo unas cuantas pulceras.

- ¿Eres una niña Ty?- dice con diversión.- ¿También te vas a poner pendientes?- lleva un dedo a sus orejas de manera burlona.

Algunos de los chicos ríen, yo le muestro una pequeña sonrisa.

- diría que estoy ofendido pero la verdad es que no puede molestarme lo que piense una cabecita tan pequeña como la tuya.- su rostro pasa de la diversión a la seriedad y la molesta en un segundo.- pero bueno ya que estás tan interesado te diré que tú comentario además de ser homofóbico demuestra tu frágil masculinidad.- levanto las piernas sobre la silla, doblando mis rodillas y apoyo mis codos sobre estas. Puedo escuchar las risas de los demás.- y la verdad...- pienso un momento llevando un dedo a mi oreja justo como lo hizo el antes.- si tenía pensado ponerme pendientes, no se me verían nada mal.

Ya no dice nada, solo le queda escuchar las risas de los demás.

En ese momento George se acerca a mi y me hace una seña, me pongo de pie y me acerco hacia el.

- tu padre dice que volvamos a la casa, es mejor que ya regresemos.

Pongo los ojos en blanco, pero no quiero meter a George en problemas así que luego de despedirme de mis amigos me subo a la camioneta y regresamos a la casa.

Mamá está sentada afuera cuando regreso, tomando alguna bebida fría hecha de frutas. No hay rastros de papá.

Le doy un beso en la mejilla y me siento frente a ella en la pequeña mesa de vidrio del jardín.

- ah, cariño, ya regresaste.

Veo que está haciendo algunos garabatos en unas hojas, tomo un lápiz y una de las hojas y me pongo a dibujar mientras hablamos.

- ¿Que tal te fue?

- bien, fui a comer un helado con los chicos.- le cuento.

- oh, eso está bien.- sonríe sin dejar de mirar su trabajo.

- ¿Que estás haciendo?

- bueno... Le dije a los de la campaña que yo elegiría la ropa para las próximas revistas, y tengo las ideas pero... Soy muy mala dibujando, no queda nada parecido a lo que en realidad quiero.

- a ver.- tomo la hoja y veo el dibujo, el cual efectivamente está un poco torcido y no se puede notar muy bien ningún detalle en especial.- déjame ver si puedo ayudarte.- tomo otro de los lápices y la miro.- tu dime cómo quieres que sea y yo intentaré dibujarlo.

- muy bien.- asiente.- pues... La primer prenda será un bikini, pero quiero que la parte de abajo resalte y contraste con mi piel, quiero que sea color rojo vino.

Hago una mueca.

- si me permites darte un consejo creo que un rojo más sutil contrastaría mejor con tu piel.

- pues... Quizás si.- sonríe satisfecha al verme pintarlo con un rojo más claro.- si, ese me gusta.

También le sonrío y continúo dibujando a medida que ella me relata cada detalle del bikini.

Finalmente, cuando termina, levanto el dibujo y se lo enseño. Ella abre mucho los ojos con sorpresa.

- cariño está... Es perfecto, me encanta.- lo mira atentamente por unos cuantos segundos y luego vuelve a mí.- definitivamente tienes talento mi amor. Te ha quedado estupendo.

- puedo ayudarte con los otros si quieres.- le ofrezco.

- claro cariño, me encantaría.

Pero la tranquilidad se rompe en cuanto una tercera presencia llega junto a nosotros. Mi padre acaba de salir de la casa y se para junto a mi madre, su expresión severa como de costumbre.

Primero me mira a mi de reojo y luego se centra en mamá.

- tengo que salir nuevamente, aún me quedan unas cosas que hacer, no salgas de la casa.

Mamá frunce el ceño pero asiente.

- ¿Seguro que está todo bien cariño?- vuelve a preguntarle, evidentemente preocupada por la extraña actitud de papá.

- que si mujer, no pasa nada.- pienso que se irá sin dirigirme la palabra y estoy bien con eso pero entonces se vuelve hacia mi. Observa el dibujo que está a mi lado con total desaprobación.- en lugar de dedicarte a hacer esas tonterías deberías ponerte a estudiar para pasar los exámenes en la preparatoria, no puedo pagarle a tus profesores todos los años para que te pasen de clase, en algún momento tendrás que ganartelo por ti mismo.

- lo has hecho todos estos años así que uno más no va a hacerte daño.- digo de manera desafiante pero tranquila a la vez.

Papá siempre ha odiado mi amor por el arte. Desde que soy pequeño tengo recuerdos de el enfadado cada vez que me veía dibujar, incluso una vez le dijo a mamá que dejara de regalarme pinturas, porque eso no ayudaría. Pero ella, al ver lo feliz que me hacía cada vez que me las regalaba, no fue capaz de dejar de hacerlo. Fue la única a la que siempre le mostraba mis dibujos. Aunque nunca pudo meterme a clases de pinturas porque eso sería el colmo para papá, era algo que no iba a tolerar jamás. Para el, el arte es una pérdida de tiempo.

- o tal vez la mejor solución sea mandarte a un internado, donde vas a estar concentrado únicamente en la escuela.

Ruedo los ojos para nada afectado por su amenaza. Es algo que me ha dicho desde hace mucho tiempo, pero se muy bien que mamá jamás lo permitiría, el también lo sabe.

- hazlo entonces.- lo desafío.

Le sostengo la mirada por unos cuantos segundos, pero finalmente el niega y se marcha sin más.

            
            

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