Acomode mi bata, por supuesto que es bastante transparente, quiero hacerle ver su suerte a Nicolás y se muy bien cómo.
Salí de la habitación y caminé justo hacia la cocina, sé que él está ahí, aunque trate de evitarme, sé que él me espera ahí, lo sé.
-¡Buenos días hijo! -dije, se que lo saco de sus casillas con tan solo llamarlo hijo, pero me encanta provocarlo.
-¡Mire Leticia! Le he dicho miles de veces que deje de llamarme hijo, le recuerdo muy bien que usted no es mi madre, y que por su culpa ella está ahora en un manicomio -exclamó Nicolás mientras me fulminaba con la mirada.
-Sí lo sé, no soy tu madre, pero puedo darte el cariño que tú necesitas -dije llevando mis manos a su dorso desnudo. Es lo habitual a esta hora siempre hace ejercicio.
Además muero por hacerlo rabiar, no le pienso perdonar el mal rato que me hizo pasar el día que llegó, además disfruto mucho sus miradas.
-Yo no necesito su cariño, créame señora cuando le digo que la aborrezco con toda mi alma -dijo tan cerca de mí que sentí mi cuerpo estremecer, dios, si tan solo supiera lo que él me provoca, en este momento estaría encima de mí brindándome el placer que tanto deseo.
En fin, deje salir una sonrisa llena de picardía, dije que me vengaría de él, y es lo que haré, aunque mi cuerpo pida otra cosa.
-Ya sabes que no soy una señora, solo tengo tres años más que tú, es más puedo ser tu hermana mayor -dije retrocediendo un poco o de lo contrario voy hacer lo que tanto deseo, «Saltar sobre él como gata en celo»
-Para mí eso es, una señora, una que se metió en nuestras vidas, una que arruinó por completo nuestras vidas, ¿O me va negar que fue por usted que mi padre se divorció de mi madre? -vociferó Nicolás acercándose rápidamente a mi, su boca se movía al compás del viento, era como si un suave murmullo hablara tan cerca de mi que solo me lo imaginé abajo dándome placer, "por Dios, estoy completamente húmeda", y lo peor por él.
-No juegues conmigo niñito, yo no arruine absolutamente nada, tu padre estaba solo y tu madre ya estaba completamente loca, así que como puedes ver yo no tengo la culpa de absolutamente nada, cosa que no puedo decir de ti -dije. Mi respiración ya estaba empezando a traicionarme, mi pecho había empezado a subir y bajar desmesuradamente.
Dios, porque no puedo controlar mis emociones, si tan solo el no hubiera regresado yo estuviera feliz con Mark, disfrutando de la vida que me merezco, pero no, el está aquí, y lo peor cerca de mi.
-Yo no juego Leticia, yo actúo -dijo acercándose más a mi, sus manos se resbalaron por mis muslos hasta llegar donde quería sentirlo.
Bajé mis manos rápidamente y detuve lo que tanto quería, «Sentirlo» Es mejor antes que no haya reversa, se que él lo hace solo por burlarse de mí, y por supuesto que yo no pienso dejar que él lo haga.
-Es mejor que quites tu manos de encima de mi, o tu papito puede llegar en cualquier momento y darse cuenta que su dulce y adorado hijo está colando sus manos en su linda y amada esposa -vocifere, que contrariedad, muero por sentirlo dentro de mí, pero sé muy bien que él solo juega conmigo.
-¡Jaja!, No puedo creer que todavía no le hayas dicho a mi padre absolutamente nada de lo que hubo entre nosotros, es increíble, una semana y tú ni siquiera te atreves a decirle nada, vaya que eres una basura. -Las palabras de Nicolás me golpearon el corazón, pero aún así no puedo dejar que me falte al respeto, sin dudarlo un segundo levanté mis manos y la estampe en sus mejillas, las mismas que solía besar con tanta pasión.
-¡Cállate!, tú no eres nadie para decidir qué le digo o no a Mark -dije, me giré y quise caminar, las manos de Nicolás se enredaron en mis brazos haciendo que me girara por completo hasta quedar de nuevo frente a frente a él.
-Por supuesto que soy, o se te olvida que estás casada con mi padre. Falta ser cínica para seguir aquí después de darte cuenta de quién soy, pero que vas a saber tú de vergüenza, si no la tuviste para meterte con un hombre mucho más mayor -vociferó Nicolás.
Definitivamente Nicolás me odia tanto, o más de lo que lo odio yo a él.
-No, no se me olvida, y suéltame hijito -dije, ví como sus ojos se oscurecieron y se llenaron de irá, grave error, no debí decirlo nuevamente, en fin el me provocó, y yo solo sigo su jueguito
-Nunca, óyeme bien, nunca vuelvas a llamarme hijo -dijo tan cerca que podía sentir su respiración cerca de mi.
Dios, Nicolás me tomó del cuello y beso mi boca, solo que esta vez sus besos no fueron iguales a los que recordaba, está vez estaba cargado de rabia, odio, dolor...
Así que no lo dudé un segundo y me separé de él, estire mi manos y la estampó en sus mejillas, mientras mi pecho subía y bajaba solo por él, por mi querido hijastro, debo estar loca, si, definitivamente si, volver a besar sus labios me hicieron querer tenerlo dentro de mi.