Meses atrás
Avy había regresado de un viaje en el que se especializó en diseñar las mejores joyas que las damas de sociedad podían lucir. Después de unos meses fuera de la ciudad, estaba contenta de ver a su familia, a quien adora, y sobre todo de poder observar de lejos a su amor secreto. Tras arreglarse, bajó a desayunar con sus papás y, animadamente, les contó cómo le fue en el viaje y las ideas que traía para poner en práctica y obtener buenos resultados.
Sus padres estaban más que orgullosos de la mujer en la que se había convertido: independiente, segura de sí misma, fría en los negocios pero dulce con su familia. No había visto a su hermano Eliezer, que vivía en su propio departamento, así que decidió ir a verlo a la empresa familiar. Llegó emocionada a su oficina, saludó a la secretaria, que muy amablemente la hizo pasar. Al entrar con una gran sonrisa, se encontró con la sorpresa de que su amigo y amor platónico estaba sentado frente a su hermano.
-Hola, Marcus, ¿cómo has estado? -lo saludó, disimulando sus nervios-. Hola, hermano -saludó a Eliezer con un abrazo.
-¿Por qué no sabía que venías? ¿Cuándo llegaste? -preguntó Eliezer, sorprendido de ver a su hermana menor con una sonrisa.
-Llegué ayer por la noche, fue una sorpresa para mis papás y, como no te vi en casa, decidí venir a verte -comentó Avy a su hermano.
-Hola, lindura, hoy te ves hermosa -le dijo Marcus, levantándose para saludarla, igualmente sorprendido de verla. Le dio un abrazo y dejó un beso en su mejilla, lo que hizo sonrojar a Avy.
-Bueno, ¿qué les parece si vamos a comer, princesa? Así me cuentas cómo te fue en tu viaje -propuso Eliezer, sacando a ambos del trance en el que estaba su hermana, absorta en la imagen de Marcus, que lucía un traje azul que le quedaba muy bien.
-Sí, de hecho vine a eso, quiero pasar tiempo con mi hermano -respondió ella, y este le sonrió antes de irse a comer.
-Bien, chicos, los dejo, me retiro. Disculpen que no pueda acompañarlos, pero el deber me llama. Cuídate, lindura, luego nos vemos -mencionó Marcus al salir de la oficina de su amigo, dejando a los dos hermanos dentro.
Juntos, salieron a almorzar y pasaron la tarde platicando y caminando, como solían hacerlo antes, pero por sus trabajos ya no habían tenido tiempo para estar juntos. Después de esa tarde, llegaron a casa, cenaron con sus papás en una plática amena que reflejaba la armonía y el amor en su familia, fuerte y cálida.
Avy subió a su recámara para darse un baño y luego bajó a su taller para trabajar en los diseños de un pedido especial. A su mente llegaba la imagen del hombre que la hacía suspirar, imaginándose cada vez más enamorada de él, pero por miedo a perder su amistad no se atrevería a decírselo. Marcus, en su oficina, también pensaba en la mujer que le quitaba el sueño. Al entrar y verla, su aroma se quedó impregnado en sus fosas nasales y no pudo evitar admirar lo hermosa que estaba. Él también estaba enamorado de ella, pero temía perder a su mejor amiga y prefería admirarla desde lejos.
Al salir de la oficina de su amigo, se dirigió a casa de sus padres para comer con ellos y pasar la tarde con su madre. Luego regresó a su departamento, donde todo el tiempo pensó en la bella imagen de Avy, que desde niño le había gustado por su alegría, inteligencia, sencillez y, sobre todo, su belleza. Sabía que sus padres y los de ella eran amigos y habían crecido juntos, pero ella solo lo veía como un hermano, y él tenía miedo de declarársele.
En la mansión de los Wong, Avy se levantó muy temprano para ir a su taller a trabajar. Preparó los diseños que presentaría a un cliente por la tarde y se esforzó para que todo quedara según su petición. Después de arreglarse, bajó al comedor, saludó a sus papás y solo tomó el jugo que su mayordomo le dio en las manos antes de salir de casa. Quedó de verse con su amiga Kelly para desayunar en el café que siempre frecuentan. Al llegar, Kelly ya la estaba esperando, y se dieron un fuerte abrazo, ya que hacía días que no se veían. Al igual que Avy, Kelly viajaba mucho por su trabajo como aeromoza y solo podían verse cuando ella estaba de regreso y tenía uno o dos días libres.
Mientras desayunaban, Kelly volteó hacia la entrada y vio entrar a alguien conocido, a quien alguien admira y ama con toda su alma.
-Mira, amiga, es destino o casualidad -le señaló Kelly a Avy, hacia el mostrador de la cafetería-. ¿Aún babeas por él, verdad? ¿Hasta cuándo vas a estar así? Háblale, dile que te gusta, ve tras él -la incitó Kelly.
-¡Estás loca! No lo haré. Él es el mejor amigo de mi hermano. Para él, solo soy su amiga desde niña. Me gusta, crecimos juntos, y él solo me ve como una hermana -respondió Avy, mientras seguía con la mirada a Marcus, que entraba en la cafetería y pedía un café, sin darse cuenta de que ellas estaban allí.
-Eso no importa, él te gusta y punto. Es soltero, guapo, trabajador, no se mete en problemas. O dime, ¿aún sigue con la pelirroja con la que lo vimos la otra vez? -preguntó Kelly, conociendo las andanzas de Marcus. Sabía que él tenía una "disque novia", una mujer llamada Claribel, con quien lo habían visto muy seguido.
-¿Con Claribel? No creo, ya no los he visto juntos, pero si así fuera, menos me corresponde entrar en su corazón, si ya tiene dueña, y ella no soy yo -respondió Avy justo cuando escuchó esa voz que la hacía vibrar.
-Hola, lindura, nos volvemos a ver -saludó Marcus, acercándose a ellas con dos cafés en la mano. Avy giró la cabeza y lo invitó a sentarse, sintiéndose nerviosa por lo que acababan de hablar con Kelly, sin saber si había escuchado algo.
-Hola, Marcus, ¿qué tal tu día? -preguntó Kelly, al ver que su amiga se quedó muda.
-Hola, bien, ¿y ustedes? -respondió Marcus-. Pasaba por aquí y desde allá las vi, quise saludarlas. ¿Cómo han estado? -les preguntó, aún con los vasos de café en la mano.
-Poniéndonos al día y devorando a todo chico guapo que vemos pasar -respondió Kelly de manera atrevida, haciendo sonreír a Marcus.
-¡Kelly! No digas eso, no le hagas caso, Marcus -reprendió Avy a su amiga, mientras Marcus solo reía.
-Pasen un lindo día, gusto en verlas, linduras -se despidió Marcus al levantarse de la mesa y las chicas se quedaron viéndolo salir, sin palabras.
-¿Es en serio? Solo dijo "adiós" y "cuídate". Tienes que dar el paso, lo debes intentar antes de que otra te lo gane -insistió Kelly, con una sonrisa pícara.
-Hay que irnos, veré a un cliente esta tarde para entregar un diseño -comentó Avy-. Te veré en la noche. -Se despidió de su amiga, ya que en la tarde planeaban salir a tomar una copa y bailar un rato, aunque ella siempre desaparecía y la dejaba sola como hacía cada vez que salían.