La mirada tierna y las dulces palabras de antaño se habían convertido ahora en un sentido de derecho, hiriendo profundamente mi corazón.
No podía negar que sus pensamientos aún me sorprendían.
Mis ojos se llenaron de lágrimas. Aunque había decidido dejarlo ir, era difícil aceptar que alguien a quien había amado durante tanto tiempo no era dif