Capítulo 5 Encuentro en el crucero

Mientras tanto, en una de las habitaciones privadas del crucero, Melany disfrutaba de los elogios que le prodigaban los amigos de Colton.

"¡Brindemos por la señorita Johnson, quien acaba de regresar del extranjero!", exclamó uno.

"Señor Stevens, ¡eres muy afortunado por tener a una mujer tan despampanante a tu lado!", se sumó otro.

"Escuché que la señorita Johnson obtuvo el primer lugar en el concurso de perfumes que se celebró hace cinco años. ¡Es toda una estrella en ascenso!", agregó un tercero.

La expresión de Melany no cambió al escuchar su cumplido. Mantenido su sonrisa dulce, miró con amabilidad a Colton y dijo: "Honestamente, eso fue una mera casualidad, pues no soy una experta en perfumes. Solo me metí en ese mundo por alguien que me importa".

"Señorita Johnson, puede que no lo sepa, pero todas las noches el señor Stevens huele el perfume que le dio en aquel entonces; si no lo hace, es incapaz de conciliar el sueño", intervino Kaelyn, siempre dispuesta a adular a sus superiores.

Una exclamación colectiva recorrió la habitación, mientras las mejillas de Melany se sonrojaban de un rosa muy tenue.

Todos los presentes sabían que el éxito de Colton estaba profundamente relacionado con el negocio de los perfumes; por eso, la atmósfera vibraba con la expectativa tácita de algún gesto grandioso y romántico. De hecho, en ese momento todos los ojos estaban puestos sobre el hombre, esperando a que reaccionara, pero él permaneció inusualmente silencioso.

Desde que decidió divorciarse de Allison, siempre sentía una extraña incomodidad molestándolo, aunque no podía precisar el motivo.

En ese momento, Kaelyn se percató de una figura familiar a la distancia.

"Un momento... ¿esa no es Allison?", soltó sorprendida, captando la atención de todos los presentes.

El nombre golpeó a Colton como un vendaval. En el acto se levantó y caminó hacia la barandilla, antes de clavar su mirada en lo que pasaba en la cubierta.

Entonces vio a Allison, ataviada con un vestido rojo ajustado que acentuaba su figura, que en conjunto con sus tacones la convertían en la representación de la belleza. Se veía tranquila, serena y cautivadora, girando una copa de vino en su mano. Mientras la veía, solo una palabra ocupaba su mente: cautivadora.

Frente a ella estaban varios hombres, que a juzgar por sus posturas y expresiones no tenían intenciones amistosas. El más chaparro de ellos usaba una gruesa cadena de oro y sostenía una botella en la mano, lo que indicaba que estaba liderando el ataque.

"¿Crees que puedes irte así como así? Estás acabada, ¿me oíste?", amenazó a la mujer.

Algunos de los amigos de Colton lo habían seguido hasta la barandilla y también veían la escena que se desarrollaba ante ellos. Pronto, comenzaron a intercambiar sus impresiones sobre el asunto.

"Hombre, tienes que admitirlo, se parece mucho a la esposa de Colton, pero su aura es completamente diferente", dijo uno.

"¿De qué estás hablando? ¡Es ella!", exclamó otro.

"¡Vaya, Colton, tu esposa se ve impresionante! ¿Quién lo habría imaginado?", añadió un tercero.

"Espera, ¿ese tipo de ahí no es Danny Mason? Es un completo psicópata. Si se mete en su camino, está acabado. Además, es conocido por acosar a las mujeres, casi como si fuera un depredador", comentó un cuarto.

"Vaya. Acaba de divorciarse, ¿y ya se viste así? Además, ¿cómo chingados logró subirse a este crucero? Apuesto a que se gastó una fortuna para mezclarse con los peces gordos de aquí. Probablemente está buscando a un rico", especuló un quinto.

"Vamos, muchachos, no seamos tan duros con ella. Sé que la señorita Clarke no tiene familia ni conexiones importantes, así que probablemente vino para una oportunidad. Por eso...", intervino Melany en una voz que casi parecía un suspiro.

Kaelyn comprendió rápidamente la insinuación y continuó con el comentario, justo en donde Melany se había quedado. "Exactamente, señor Stevens. ¿Se fue sin nada y ahora aparece aquí toda arreglada? Seguramente está intentando...", empezó.

"¡Suficiente!", la interrumpió el aludido bruscamente, con una voz tan fría como el hielo. "Tú ni siquiera estás calificada para quedarte en un lugar como este".

Kaelyn se congeló al oír eso. Su rostro perdió el color y cayó inmediatamente de rodillas, mientras suplicaba: "Discúlpeme, señor. No fue mi intención sobrepasarme".

Los demás, que segundos antes habían estado lleno de risas y comentarios alegres, cayeron en un incómodo silencio. Los presentes intercambiaron miradas perplejas, intentando descubrir qué había causado el cambio de humor de Colton. Nadie entendía qué le pasaba.

Incluso Melany, quien siempre mantenía la calma, sintió que algo no andaba bien. Por eso, dijo: "Colton, no te enojes. Kaelyn no lo dijo con ánimos de ofender. Ella se la pasó despierta toda la noche preparándome todo, desde la habitación hasta los regalos. Déjala quedarse, ¿te parece?".

Luego, inclinó la cabeza ligeramente y añadió en un tono de culpa: "Y con respecto a la señorita Clarke, la verdad es que yo soy la responsable de su transformación. Si no hubiera regresado, probablemente no sentiría la necesidad de actuar así solo para llamar tu atención...".

"No es tu culpa", respondió el hombre con firmeza, pues ver a su amada así hizo que el corazón se le retorciera por la preocupación. "Y sin importar qué esté tramando Allison, no pienso caer en su trampa", remató.

La explicación de Melany le parecía mucho más lógica que la de sus amigos, que sugerían que su exesposa se había aparecido ahí para seducir a alguien más.

'¿Nos acabamos de divorciar y ahora se aparece de la nada en el crucero y yo soy testigo de cómo la acosan? Todo parece un plan muy elaborado para molestarme', reflexionó.

"¡Veamos cómo sale de este problema!", dijo Colton, con el semblante endurecido, mientras seguía dándole vueltas al asunto.