Capítulo 2 Episodio 2

- Discúlpeme

Los ojos del hombre se volvieron hacia Darling. No podía ver bien su cara porque no llevaba puestos sus anteojos en ese momento. Pero si pudo percibir que los ojos del hombre se habían vuelto notablemente agudos. Aún así, Darling no retrocedió y se acercó un paso más.

-Si está poniendo un reclamo, debe decir dónde y cómo sufrió el daño, cuándo y cómo resultó herido, y qué tipo de compensación desea. Tampoco no puedes amenazar con despedir al empleado de otra persona.

Las cejas rectas del hombre se movieron de una vez.

-¿Otros empleadores?

Era una voz que arañaba el corazón de quienes la oían. Tal vez sea porque no ve bien, sólo preguntó una vez en tono bajo, pero al escucharla le hizo sentir una tremenda presión. Fue una sensación impresionante, pero Darling se contuvo de temblar y apretó el puño.

-No sea tan agresivo. Está obstruyendo seriamente el negocio.

-¿En serio?

El hombre parecía verdaderamente muy enojado. Ante eso Darling bajó la cabeza para ocultar su estremecimiento, sin embargo sabía que no había hecho nada malo. A propósito, examinó el rostro del hombre de aspecto borroso de arriba para abajo. Y con voz clara, le espetó.

-Tú te ves bastante bien. ¿Dime, qué está mal contigo?

El empleado que estaba al lado golpeaba una y otra vez el pie con nerviosismo y miraba alternativamente entre Darling y el hombre. Parecía tener miedo de que este incidente lo afectara hasta cuatro meses después de sucedido. Darling señaló a la empleada con la barbilla.

-Me disculpo

-Bueno, señor, no es eso...

Extendió la mano hacia la empleada, que lucía muy asustada y la calmó.

-Todo está bien. No te preocupes

-No, cliente, no es eso...

Esta vez, incluso un empleado que estaba tratando con otro cliente quería dar un paso al frente al ver la incómoda situación. Darling mantuvo sus ojos en el hombre que estaba frente a él. Se veía molesto, pero él no se avergonzaba en lo absoluto, seguía mostrando una apariencia digna, y por lo visto parece que no tenía mucho que decir esta vez. Sí, tal vez no tenga nada que decir. Claramente era un verdadero idiota.

-Escúcheme. Le voy a contar lo que está sucediendo...

Darling, que estaba preparándose para hablar, miró hacia afuera y cerró la boca. El autobús acababa de llegar afuera del edificio del hotel. ¡Tenía que subir a ese bus!

-¡No! ¡el autobús!

Darling arrastró el carrito de su maleta tal como estaba. Algo cayó de su cuerpo y golpeó el piso detrás de él, pero ni siquiera lo notó. Tenía que esperar unas horas si lo perdía, eso le angustiaba porque ya perdió mucho tiempo tratando de lidiar con ese perdedor.

Una vez a bordo del autobús, Darling se dio cuenta de que había dejado una de sus pertenencias después de su partida. -El espejo de mano... que era de mi mamá. No podía volver, así que tendría que volver al trabajo y llamar al complejo. De alguna manera sentía su bolsillo vacío al no tenerlo consigo.

Por otro lado, el personal en el vestíbulo del hotel todavía estaba confundido después de que Darling se fuera. El hombre al frente miró fijamente a la puerta por donde se había ido Darling, y no pasó mucho tiempo después de que desapareció cuando volvió a mirar al personal.

Tan pronto como sus ojos se encontraron, el empleado se encogió. No es por lo que el hombre les hizo hace un rato. Sino porque sabía quién es el hombre.

-Tan pronto como regrese el gerente, vuelva a capacitarse con el manual de respuestas

-Sí, Director Ejecutivo

El personal inclinó la cabeza con expresiones llenas de precaución, luego el hombre se dio la vuelta y caminó por el vestíbulo, quitándose la chaqueta que había visto Darling. La hizo a un lado con disgusto, como si estuviera tirando la basura, al ver ese gesto un hombre se acercó rápidamente para tomarla.

-Director Ejecutivo, estamos esperando con el coche. Le dijo el hombre mientras tomaba la chaqueta. Los caros zapatos que avanzaban suavemente sobre el vestíbulo, se detuvieron de repente. El hombre miró hacia atrás y el empleado se asustó, pero los ojos del hombre se posaron donde había estado Darling, no en él.

-...¿Qué es ese olor?

El alto hombre frunció el ceño, el malestar se reflejó en su rostro. Aunque respiró hondo, no pudo volver a percibir el aroma.

El hombre miró hacia donde había estado Darling. Y en eso vio el viejo espejo de mano que había caído al suelo.

***

-El Director Ejecutivo de -Keystil, Keith Dominic; negó todos los rumores de su renuncia esta mañana y también negó cualquier desacuerdo con su abuela, la presidenta Victoria Domimic.

Keith apagó la televisión con los nervios al límite. Suelta maldiciones mientras afloja su corbata. Ya estaba enojado, la alfombra estaba hecha un desastre otra vez.. Cuando tocó el timbre junto al teléfono, el secretario Hong se acercó corriendo con presteza.

-Director Ejecutivo, usted llamó...

-Llévate eso de aquí ahora mismo

El secretario Hong no pudo averiguar fácilmente a qué se refería con eso. La oficina de administración también le parecía perfecta. Los utensilios de escritura y los documentos sobre el escritorio estaban ordenados, las cortinas se lavaron anteayer, los marcos, las ventanas, y las estanterías estaban claramente supervisados en persona.

Entonces, ¿qué le pasa esta vez?

-¿Qué estás haciendo?

Keith preguntó con un tono de bordes muy afilados. El secretario Hong cayó de inmediato y voluntariamente boca abajo en el suelo, sintiendo un sudor frío fluyendo por su espalda. De alguna manera tenía que encontrar un lugar sucio. Afortunadamente, pudo ver un pequeño mechón de cabello cuando puso su mejilla en la alfombra. Su jefe estaba haciendo ese escándalo por ese pelo, entonces rápidamente lo recogió.

-No he podido ver muy bien últimamente...

Sonrió torpemente y tiró el cabello a la basura. El secretario Hong, que estaba a punto de darse la vuelta, se detuvo en seco cuando vio a Keith Dominic sosteniendo algo. A primera vista, el panel trasero parece un espejo de mano de madera.

-¿Qué es eso?

Cuando se lo preguntó, el rostro de Keith Dominic se arrugó automáticamente a pesar de que no sabía la razón. Al ver ese impulso sangriento de parte de su jefe, el secretario Hong mira hacia atrás y se da la vuelta lentamente, con moderación para no ser percibido.

Keith oyó la puerta cerrarse su espalda. Entonces arrojó el espejo de mano al escritorio y suspiró largamente.

Cuando estaba a punto de sentarse, vaciló al ver el papel de la prueba a un lado de su escritorio y su ceño se frunció.

-Le dejé claro que lo tirara a la basura...

Tomó el papel para tirarlo al suelo. Suspiro de nuevo cuando vió el porcentaje en el documento. Una tasa de coincidencia de solamente el 2%. Keith Dominic era un alfa. Y estaba realizando interminables pruebas de emparejamiento con omegas. Ni siquiera podía recordar cuántas veces lo había hecho ya, pero curiosamente, Keith solo tenía cifras bajas para cada prueba de compatibilidad con omegas. Por lo general, el promedio es del 30 al 45%, pero curiosamente, obtenía un máximo del 3 por ciento para cualquier prueba que realizara con omegas. Incluso estaba más que dispuesto a elegir a cualquier omega si la prueba fuera al menos del 10% de compatibilidad.

Por supuesto, la elección aquí significa -supervivencia de su linaje, ya todo que se trata de tener un bebé teniendo sexo con un omega que fuera compatible.

Keith se hundió profundamente en la silla. La luz del sol fluía suavemente por la ventana de la oficina ejecutiva.

El es un alfa, es decir, una raza especializada en reproducción. Pero él odiaba a los niños. Los odiaba hasta el punto que ni siquiera quería mirarse a sí mismo cuando era uno. Los niños son sucios. Ellos babean, derraman la comida, y no pueden limpiar sus desechos. Keith Dominic odiaba las cosas sucias. Debido a eso la oficina se debe limpiar más de una vez al día, sus dientes castañean incluso cuando un cabello cae al piso.

Sin embargo, sólo había una razón por la que constantemente busca un omega que diera a luz un bebé. Se debe a los términos de la herencia.

No era una exageración decir que él realmente posee el área de recreación y ocio del conglomerado Keystil. El resort, los hoteles y los casinos de Busan estaban en sus manos. Pero todo eso era tan sólo una pequeña fracción del gran monopolio que maneja la empresa.

La presidente Victoria Domimic, su abuela, lo crió después de la prematura muerte de los padres de Keith. Él aprendió administración de empresas directamente de ella cuando era joven. Desde niño tuvo que lidiar con su mal genio e impaciencia, cada vez que su inquieto trasero hacía una travesura o algo que no le parecía, ella le daba una bofetada directa y sin contemplación.

A medida que iba creciendo, naturalmente creyó que el grupo Keystil sería suyo. Sin embargo, después de estudiar en el extranjero y dejar el ejército a una edad temprana, se unió a la empresa en la línea de producción de Keystil, realizando labores de lo más cotidianas y comunes.

¿Por qué me enviaste a estudiar al extranjero si iba a realizar un trabajo sencillo en la empresa? ¿Entonces por qué me enseñaste a administrar?

Cuando él estaba protestando, la presidenta Victoria Domimic le respondió, chasqueando su lengua.

-Tsk, mocoso ingrato. Si realmente quieres algo de mi dinero, cállate y haz lo que te digo

Desde entonces más de una vez se preguntó si su abuela tenía razón.

A partir de ese día, Keith Dominic trabajaba quince horas al día y ni siquiera era su casa a la que regresaba cansado, sino que era un officetel en las afueras de la provincia de Gyeonggi, ya que su abuela lo echó de la casa. Si iba a trabajar como los demás, tenía que vivir como los demás.

-El problema es que te falta paciencia

Su abuela siempre lo regañaba por su temperamento impulsivo y su forma de ser tan precipitada. Pero esas características innatas no se arreglan tan fácilmente. Siempre detestó las cosas lentas y más aún odiaba sentirse como en una congestión de tráfico, que avanza a paso de caracol. Pero se contuvo, logró hacerlo a la manera de ella y de esa forma su abuela finalmente manifestó que podría heredar Keystil.

De todos modos, Keith Dominic trabajó muy duro hasta que llegó a este puesto. Al no tener ninguna clase de paciencia en absoluto, el mero hecho de haber soportado hasta ahora era casi el límite que pensaba para sí mismo que lograría aguantar. Por supuesto, es innegable que la influencia de abuela fue parte de aquellos rumores sobre él que le han difamado al máximo, ya que ganó el puesto de director ejecutivo a los treinta años, lo cual alzó varias cejas a su alrededor.

Justo cuando pensó que ya no tendría que seguir sufriendo tanto como los demás, su abuela le asaltó con una sugerencia inesperada:

-Ten un hijo

Keith Dominic casi escupió el té que había estado tomando, y trató de aclarar su mente y su expresión.

            
            

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