Capítulo 4 ¿No es eso suficiente para ti

Bryan miró fríamente a Jillian. Luego, la despidió y volvió a revisar sus documentos.

Jillian observó al hombre impasible mientras se mordía el labio con frustración. En silencio, juró que un día lo vería derrotado.

Rápidamente se recompuso, se vistió y abrió la puerta de la oficina. Estaba a punto de salir cuando vio a su excompañero de clase, Liam Griffiths, en la puerta con unos papeles.

Al verla, él arqueó una ceja y dijo: "Estabas bloqueando la puerta. ¿Qué estaban haciendo tú y... Bryan?".

"¿Qué crees tú?", replicó ella mientras se alisaba el cabello despeinado.

"¿Tan rápido conseguiste llevarlo a la cama otra vez? ¡Recuerda que necesitas pruebas para recibir tus ganancias!".

"Tu interrupción arruinó todo el ambiente. La próxima vez no entres de golpe".

Jillian lanzó ese comentario por encima del hombro y se marchó.

Bryan levantó la mirada con una expresión sombría.

Esa tarde, en la oficina, Jillian acababa de conseguir un importante cliente corporativo y se aseguró unos lucrativos honorarios legales anuales.

Una vez que el cliente se fue, Zachary entró después de haber estado esperando afuera.

"Con todos estos clientes prácticamente dándote su dinero, ¿cuánto ganas en un año?", preguntó.

"¿Has instalado las cámaras de vigilancia?", preguntó Jillian. Estaba concentrada regando una orquídea, por lo que esquivó hábilmente su pregunta sobre sus finanzas.

"Todo está arreglado. Pero ese gigoló no ha ido a su casa estos últimos días. Probablemente Bryan se lo aconsejó", resopló Zachary con frustración.

"No te apresures", respondió Jillian.

"¿Cuál es tu estrategia para el tema del soborno?", presionó él ansiosamente.

Jillian hizo una pausa mientras reflexionaba. Bryan tenía pruebas del soborno de Zachary, pero no había tomado medidas al respecto. ¿Cuál era su plan?

¿Quería jugar con ella un poco más? En ese caso, ¡tenía que verlo!

"Por ahora, lo mantendré a raya. ¿No dijiste que tu esposa se está viendo con otros hombres?".

"Por supuesto. La he visto cenando con varios hombres y coqueteando descaradamente. ¡De haber conocido su verdadero carácter, jamás me habría casado con ella!".

"Entonces, contrata a un buen detective y reúne pruebas sólidas de sus infidelidades", sugirió Jillian.

Utilizarían cualquier prueba de los amoríos de Emely para negociar el tema del soborno. Si eso fallaba, tendrían que llevar primero ese caso a los tribunales.

Esa noche, Bryan y Liam se relajaron mientras bebían y conversaban en un bar local.

De repente, entró una mujer con un delicado vestido blanco de finos tirantes. Su maquillaje sutil y el cabello que caía suavemente sobre sus hombros realzaban su encanto natural.

A medida que se acercaba, Bryan la vio instantáneamente.

"¿Ustedes también están aquí?".

Jillian se acercó, ignoró el asiento vacío junto a Bryan y se sentó al lado de Liam.

"Te ves impresionante. ¿Quieres volver a llamar la atención de Bryan?", bromeó Liam.

Jillian le hizo una señal al mesero para que trajera una botella de whisky. Luego, se sirvió medio vaso y bebió un sorbo. Con una mano sobre el hombro de Liam, respondió juguetonamente: "¿Sabes? Tú también eres bastante atractivo, divertido y carismático".

Bryan la observó y bebió un sorbo tranquilo antes de preguntar seriamente: "Liam, ¿sabes qué criatura se aparea sin discreción?".

Jillian casi escupió su trago. ¡La estaba insultando otra vez! ¡Ese idiota!

"¿Los animales no hacen lo mismo? No se rigen por las normas humanas", respondió Liam, desconcertado. "¿Por qué mencionas eso ahora?".

Claramente no entendía las preguntas de su amigo.

"Exacto, no se les puede juzgar según estándares humanos", respondió Bryan, con la misma serenidad de siempre.

A los ojos de Jillian, su virtud no era más que una fachada. En el fondo, tenía muchos defectos.

"Bueno..., parece que alguien es menos que una bestia. No es muy bueno en la cama, y su tamaño no ayuda. No me extraña que envidien la destreza natural de los animales", comentó Jillian. Tenía la barbilla apoyada en su mano y una sonrisa burlona mientras observaba a su adversario desde el otro lado de la mesa.

"¿Y quién no pudo dejar de gemir en toda la noche? ¿Quién estaba maravillada por mi tamaño? ¿Quién seguía pidiendo a gritos que parara?", replicó Bryan con una ceja arqueada.

Liam se atragantó con su trago.

Las mejillas de Jillian adquirieron un color rojo intenso. ¿De verdad se había maravillado del tamaño de su pene mientras estaba borracha? Era muy mortificante.

"Yo le eché un vistazo cuando Bryan y yo fuimos juntos al baño. ¡Su tamaño no es nada pequeño! ¿No te parece suficiente?", resopló Liam.

Irritada, Jillian le dio una fuerte patada en la espinilla con su tacón y lo hizo a un lado.

Se acercó a Bryan, se inclinó rápido, le levantó la barbilla con una mano y besó valientemente sus fríos labios.

En esa postura, se veía imponente, como una feroz emperatriz que reclamaba un beso de un concubino.

La expresión de Bryan se volvió amarga. Justo cuando se preparaba para apartarla, ella ya había retrocedido, observando el labio que acababa de morder. Tenía los brazos cruzados y una sonrisa triunfal.

"Bryan, deberías respaldar tus afirmaciones con hechos. Si dices mentiras, puede que...".

Pero entonces él se levantó abruptamente, eclipsándola con su altura. Rodeó su cintura con un brazo y la presionó contra la barra, reflejando su agresión con un mordisco de represalia en su labio.

Jillian hizo una pequeña mueca de dolor.

Cuando levantó la mano para golpearlo, él ya había retrocedido con una postura presumida. Tenía las manos entrelazadas detrás de su espalda.

Jillian acunó su dolorida cintura y tocó cuidadosamente su labio sangrante, maldiciendo su audacia.

A pesar de su frustración, se echó a reír y declaró: "¡Bryan Michaels, algún día te someterás frente a mí!".

"¿En serio?", replicó él con una risita.

"¡Si no puedo derribarte, no me llamo Jillian!", declaró ella, desafiante.

Bryan la miró con una pequeña sonrisa, pero permaneció callado.

"Oh, ¿quieres que el respetado abogado Bryan Michaels se someta? ¡Jillian, estás haciendo una afirmación atrevida! ¡Pero... me gusta tu espíritu! ¡Apuesto diez mil a que ese será el resultado!".

Liam estaba muy emocionado. Su sonrisa era tan amplia que casi le partía el rostro.

A él también le gustaba la idea de que Bryan se diera por vencido, dada su habitual arrogancia.

'Esos momentos deben celebrarse con muchas personas', pensó entusiasmado.

Sin dudarlo, sacó su celular y transmitió la audaz declaración de Jillian en el chat grupal de la universidad, desatando de inmediato un frenesí de apuestas entre sus compañeros.

El celular de Jillian empezó a zumbar sin cesar.

Lo miró y le dio a Liam una mirada sarcástica. "¡Eso fue muy útil, gracias!".

"¡Cuando quieras! La alegría es más divertida cuando se comparte". Liam se rio entre dientes mientras se rascaba la nariz.

Jillian llenó su vaso hasta el borde con vino, esperando calmar su irritación. Tras terminar la bebida, arrojó el vaso a un lado y se dirigió al baño.

No se dio cuenta de que unos hombres la siguieron en silencio.

Cuando ingresó al pasillo del baño, una voz preguntó: "Eres Jillian Chapman de Maple Abogados, ¿verdad?".

Ella se dio la vuelta y quedó frente a cinco o seis hombres corpulentos. "¿Quiénes son ustedes?", preguntó firmemente. "¿Quién los envió?".

"No importa quién nos envió. Alguien tiene una cuenta pendiente contigo y quiere asegurarse de que nunca vuelvas a pisar un tribunal...", declaró el líder pelirrojo. Estaba blandiendo una barra de hierro que tenía oculta. De inmediato, les indicó a los hombres que avanzaran con sus armas.

"¿De verdad crees que soy tan fácil de intimidar?", espetó Jillian.