Capítulo 6 Tentación

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Ellos han hecho un pequeño recorrido por la pequeña ciudad, luego él se estaciona a un lado de la carretera donde hay algunos negocios.

Gonzalo, voltea a mirar hacia el asiento trasero y le pregunta.

-Señorita, ¿quieres volver ya?

-¡No-o Gonzalo! -Exclama angustiada para no volver a la fiesta, ya que no quiere mirar a Alberto otra vez.

-¿Entonces...? -indaga contrariado.

-Llévame a otro lugar...

Él la interrumpe, está muy preocupado tratando de convencerla de volver a la villa, puesto que siente temor por la señora Victoria.

-Pero no hay, a donde ir, señorita Isabella, a menos que salgamos de esta pequeña ciudad, ¿o lo que usted quiere es tener un poco de tranquilidad y...?

Le indaga finalmente estando totalmente inquieto porque las horas avanzan y se hace más tarde para volver a la villa.

-Piensa a ver donde me vas a llevar hasta que se termine la fiesta.-ella le interrumpe y sigue insistiendo en ir a otro sitio.

-Bueno... -Gonzalo titubea en lo que va a proponerle porque no quiere quedarse en medio de la calle con ella exponiéndose al peligro de la noche. -En nuestra casa, donde vivía con mi hermana y cuñado, es un lugar solitario... Pero, estamos solos y no quiero malos comentarios. Su madre...

-Ja, ja. Por Dios, Gonzalo, "Malos comentarios", pero, si estamos solos en medio de la nada.

Isabella responde más animada porque hay una posibilidad de evadir la fiesta.

Él sigue hablando de su proposición.

-Estamos casi a la entrada de la carretera que va a nuestra propiedad, vamos... Allá se pondrá cómoda, señorita... Y descansa mientras se acaba la fiesta. -Gonzalo corta las frases, ya que la cercanía con Isabella lo tiene totalmente mal. Él mira hacia adelante, hay un pequeño establecimiento. -Mire, hay una pequeña cafetería, ¿quiere que vayamos antes, ahí?

-Por mí está bien para matar el tiempo. Compra unas bebidas o algún jugo.

-Sí, también compraré para llevar, señorita.

Ella extrae algunos pesos de su bolso. -Toma dinero para las bebidas, Gonzalo.

-No jamás, no te aceptaré dinero, yo lo pago. -Se niega rotundamente, ya que para él es una afrenta porque le gusta ser responsable, también no quiere que ella piense que se aprovecha de ella por las circunstancias.

Ellos bajan del vehículo y se sientan frente al mostrador de la cafetería.

Minutos después, ella toma un jugo de fresa, él la mira pensativa.

-¿Se siente a gusto, señorita...? Porque si no, nos iremos de aquí. -le indaga preocupado por su bienestar.

-Tranquilo Gonzalo, es mejor que estar en esa fiesta de hipócritas.

-¿Por qué dice eso, señorita Isabella? Y perdón por preguntar.

-¡Ay por Dios, Gonzalo! ¿Somos ciego acaso? No, por supuesto que no. Mi hermano Andrew no ama a esa mujer, eso está claro.

-Es verdad. -Responde y mira que ella ha terminado su jugo, mientras él ya se tomó uno de naranja-. Ya vámonos, señorita.

Más tarde, Gonzalo va por la carretera con su amada Isabella, esto lo pone intranquilo, ya que estará solo con ella.

Minutos después.

-Ya llegamos.-Dice él cuando se estaciona dentro del terreno.

Mira alrededor, pero no hay personas en la otra propiedad; y seguro no volverán por un buen tiempo hasta que construyan una casa.

Ellos salen fuera del vehículo, él la ayuda como todo un caballero tomando su mano y van hacia la puerta de entrada.

-¡Entremos ya, Gonzalo! -Le grita ella al ver que se ha quedado estático frente a su hogar, pero él siente cierto temor por la soledad de la propiedad.

De pronto reacciona y piensa que no hay porque sentir miedo y al contrario debe hacer sentir segura a Isabella.

-Sí, después de usted, señorita.-Le dice él y enseguida abre la puerta.

Ya dentro cierra la puerta, enseguida Isabella le pregunta, donde queda el baño, entonces ella se dirige al lugar, mientras él se sienta en un viejo sofá a esperarla.

Gonzalo está caliente, siente una calentura por todo su cuerpo, pero no hace calor, es por Isabella que está así porque ella lo descontrola.

<> Son sus pensamientos revueltos, está vuelto loco por lo que siente por ella.

Luego que Isabella termina, se dirige hacia la sala y se sienta frente a él, entonces va directo al grano.

-Dime Gonzalo. ¿Cómo es que no tiene mujer, si eres tan guapo?

-Si tuve esposa, pero... Se separó de mí y nos divorciamos. -Él le contesta muy nervioso.

-¡Ah! Ya veo... -Isabella se levanta con ímpetu y va a su lado, pegándose a él, entonces lo mira profundamente indagando cosas en su cabeza-. Está nervioso e inquieto. ¿Es por mí, cuando me acerco a ti? - Ella lanza sus inquietudes sin reparo alguno.

-Ya sabes que sí. -Gonzalo le contesta con la voz atrabancada en la garganta.

-¿Y por qué, ni siquiera te me insinúa hombre?

-Soy muy respetuoso, señorita, y no debo fijarme en usted. -Dice reculando un poco para atrás, sintiéndose muy impaciente por ella.

-Ja, ja. Pero si eres un hombre casto y... ¿No ha estado con ninguna mujer, desde que te dejo tu exesposa? -Indaga Isabella siguiendo con su interrogatorio.

-No, he trabajado para tu familia y no me volví a enamorar.

Ella empieza a acercarse a él, le toca en el pecho y quiere quitar su camisa.

-¡No, Isabella, no lo hagas...! -exclama desesperado tratando de quitar sus manos de la vestimenta, pero ella no lo deja.

-Sí que quiero hacerlo, voy a tener el primer hombre en mi vida y vas a ser tú. -Insiste ella.

Gonzalo lucha por soltarse de sus manos que lo tocan y acarician su piel, pero ella se aferra con fuerza impidiéndole hacerlo.

-¡¡Oh, eres virgen!!, no puedo, no puedo tocarte, es peor aún más la situación... -exclama con gran pavor por la confesión de Isabella.

-La situación es esta, ¡me harás el amor, ahora! -responde Isabella con toda seguridad y muy firme en lo que quiere.

Gonzalo siente una gran lucha en sus pensamientos por no caer en la tentación.

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Él no resiste más y se quita la camisa con la ayuda de ella, entonces empieza a acariciarla en el cuello con sus manos, luego se detiene otra vez por temor.

-No puedo Isabella... -Titubea mirando a un lado-. Vamos a la villa.

Ella no hace caso ni le responde, en cambio, pone sus caderas sobre su muslo y se quita la blusa, luego se mueve en un vaivén encima de su entrepierna.

La chica se queda en ropa íntima y se pone a espalda de él, nuevamente posa sus caderas por encima del pantalón y siente su pene erecto.

-"Coño, ya cógeme". -Ella grita palabras sucias, sintiendo un gran calor abrazador al sentir las caricias de sus grandes manos, robustas y cálidas sobre su delicado cuerpo.

-¡¡Por Dios, Isabella, no-o!! -Exclama exaltado, perdiendo totalmente la calma.

.-¿Por qué...? ¿No te gusto? -Le indaga estando contrariada y apenada, entonces ella se aflige y lentamente quita sus fuertes manos de su cintura.

-No es eso, si me gusta mucho... -Responde él al ver que está angustiada. Isabella cambia su ánimo al escuchar sus palabras, entonces vuelve a poner sus manos en su pecho para acariciarlo y se intensifica el fuego abrasador entre ellos. Gonzalo está muy agitado, ya tiene el miembro muy duro, no puede resistirse más, está tan enamorado de ella y le gusta demasiado-. No haga esto, señorita, se puede arrepentir. -Le comenta finalmente, sintiendo gran apuro y la mira intensamente porque quiere estar seguro de lo que ella quiere.

Ella lo mira tiernamente, sintiendo mucha pasión y quiere sentir sus caricias.

-No me voy a arrepentir, sé lo que hago, y tú me gustas mucho.

Le confiesa Isabella al chófer sin reparo alguno, de pronto ella desata la correa de su pantalón, luego entra la mano en el bóxer, sostiene su miembro y lo manosea a su antojo.

Él se levanta de pronto totalmente agitado e hipnotizado, sintiendo un calor abrazador en todo su cuerpo, entonces la voltea a su frente.

-Entonces, esto es lo que tú quieres.

Rápidamente, él se deshace del pantalón, ya no hay vuelta atrás, entonces la toma fuertemente por la cintura.

-¡Sí, hazlo ya Gonzalo! -Grita ella desesperada por sentir sus caricias y manos fuerte en su piel tan blanca y pálida.

Gonzalo empieza a besarla con tanta pasión, porque había olvidado como se sentía besar a una mujer.

Con gran arrebato la despoja de sus ropas íntimas, entonces acaricia sus senos suavemente, y ella gime muy excitada, lo que hace que él se vuelva loco.

Luego la tumba al sofá, baja a su cintura y sigue bajando, para darle una buena chupada en su clítoris.

Ella está al punto del éxtasis por las caricias suaves que le hace con su lengua, entonces arquea su cuerpo envuelto en llamas pidiendo más.

Él está goteando su líquido pre seminal.

-Toma un preservativo de mi bolso.-Le dice Isabella estando muy agitada y excitada. Así lo hace Gonzalo.

Cuando él lo ha colocado bien, empieza sus caricias nuevamente, luego empieza a entrar su miembro suavemente porque ya sabe que es virgen.

Gonzalo no soporta la presión en su miembro, en consecuencia arremete sin parar hasta lograr penetrar a su estrecha entrada.

-¡Ay-y, me ha dolido un poco! -exclama ella al sentir la primera estocada fuerte.

-¿Me detengo Isabella? -Pregunta preocupado.

-No-o, quiero que sigas sin parar, porque me gusta, como lo está haciendo.

Él la embiste muchas veces, pero suavemente hasta llegar a la cima del placer después de tanto tiempo sin hacer el amor, y ella también se viene extasiada, totalmente.

Los dos se derrumban en el sofá y él toma por la cintura quedando detrás de ella, entonces le da besitos tiernos por el cuello.

                         

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