Obligada a casarme con el CEO infiel
img img Obligada a casarme con el CEO infiel img Capítulo 5 Desacuerdos y un trato justo
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Capítulo 6 Una sabia y dolorosa decisión img
Capítulo 7 Un futuro compromiso img
Capítulo 8 Una increíble propuesta img
Capítulo 9 Serias amenazas img
Capítulo 10 Despedida de soltero, frustrada img
Capítulo 11 Inevitable atracción img
Capítulo 12 Adiós amor img
Capítulo 13 Hermanas rivales img
Capítulo 14 Sentimientos a flor de piel img
Capítulo 15 La boda img
Capítulo 16 El ramo de la novia img
Capítulo 17 Sensaciones extrañas img
Capítulo 18 Fuego y decepción img
Capítulo 19 Bésame img
Capítulo 20 Feliz regreso a casa img
Capítulo 21 Mi esposa y nada más img
Capítulo 22 ¡Felices veinte! img
Capítulo 23 Me es infiel img
Capítulo 24 Una vieja amiga img
Capítulo 25 Quiero el divorcio img
Capítulo 26 No voy a dejarte ir img
Capítulo 27 Besos que dejan huellas img
Capítulo 28 Entre celos y deseos img
Capítulo 29 Fatal accidente img
Capítulo 30 Noticias que te dejan sin aliento img
Capítulo 31 Un caos irremediable img
Capítulo 32 ¡Estás aquí! img
Capítulo 33 Pequeñas señales img
Capítulo 34 Sentimientos correspondidos img
Capítulo 35 Quédate conmigo img
Capítulo 36 Perdiendo su atención img
Capítulo 37 Los planes de Irina img
Capítulo 38 Recuperando la memoria img
Capítulo 39 Un laberinto sin salidas img
Capítulo 40 Enfrentar su castigo img
Capítulo 41 Final feliz img
Capítulo 42 Epílogo img
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Capítulo 5 Desacuerdos y un trato justo

Capítulo 5

Desacuerdos y un trato justo.

La situación que se presentaba en la mansión Rinaldi se hacía casa vez más tensa, Paolo comenzaba a tener sospechas acerca de la relación abierta que mantenía Massimo con su amiga de infancia, Irina. Estaba seguro de que haría hasta lo imposible para evitar que esa mujer y su hijo terminasen juntos.

Paolo conocía lo trepadora que era Irina, la odiaba, estaba seguro de que era una mala influencia para su hijo y que si se mostraba interesada en él, no era más que por el dinero, por esa cuantiosa herencia que ella sabía que estaba a punto de recibir y que por supuesto, ella quería sacar su buena tajada.

Por otra parte, Adele, la madre de Massimo intentaba a toda costa hacer entrar en razón a su hijo. Ignoraba los motivos por los cuales su esposo sospechaba de la amistad que tenía Irina y Massimo, pero no le dio importancia, quería llegar a un acuerdo pronto.

-¿Qué? -gritó Massimo exasperado-. ¿Y a ustedes que diablos les hizo pensar que yo quiero jugar a la casita con esa mujer? Con la esposa ideal, las maticas, los niños chillando por toda la casa y la mascotica. ¿Me están tanto el pelo?

-No, esto no es una simple broma, Max, Elha es una buena muchacha -agregó Adele-. Me gustaría creer que con el tiempo vas a enamorarte de ella. Dedícate a conocer a tu esposa antes de crucificarla solo porque ella no es lo que tú esperabas. Es más que eso Massimo, aprende a quererla como ella lo merece.

-Mientras eso no suceda, por lo menos espero que la respetes -demandó Paolo-. A la primera que me entere de que sigues con tu libertinaje cancelo el acuerdo de matrimonio y te dejo en la calle. ¿Te quedó claro?

-Vaya, hasta que por fin sacaste las garras, Paolo. Pero ya lo veía venir -reclamó Massimo-. Típico de un dictador.

-Sería dictadura si te estuviera poniendo una pistola en tu cabeza para que firmes el maldito documento. Pero no es así y ya me estoy hartando de tu comportamiento infantil. Como futuro cabecilla de la familia debes comprender que hay decisiones que van más allá de nuestros sentimientos. El respeto a tu familia es mas importante que amanecer con tres o cuatro mujeres en tu cama. Sí, hacer el amor es importante, pero la responsabilidad y disciplina lo es todo en la vida. Si estás de acuerdo con el compromiso firma el documento. Te sugiero que leas las cláusulas detenidamente antes de hacerlo. Ten en cuenta que a partir de que lo hagas deberás cumplir con tu deber como un verdadero hombre ejemplar de la familia Rinaldi.

Massimo era muy arrogante como para seguir acatando órdenes. Tomó el bolígrafo y firmó al pie del documento sin terminar de leerlo. Tiró el folio sobre las piernas de su padre y salió enfurecido de esa terraza.

Por la mente de aquel hombre solo pasaba la idea de tener un hijo. Jamás en la vida pensó en algo como eso. ¿Por qué tuvo que ser con ella? Con la única mujer a la que juró no amar nunca.

No sabía que era peor, si la idea de casarse o tener que concebir un hijo con aquella niña que había cargado en sus brazos cuando era apenas un niño.

Cada pensamiento era más catastrófico que el anterior. Lo último que recordaba de Elha era aquellas veces que, siendo un poco mas joven, le tocó ir a visitarla junto a su padre, manteniendo los tratos empresariales y futuros negocios familiares.

Todas esas veces Elha solía salir corriendo asustada, apenas y lograba ver su delgada figura, carente del desarrollo físico de una mujer y esos ojos encantadores que era lo único que para ese entonces podía ver atractivo en ella.

La actitud de Elha le era indiferente, pero de cierto modo le hacía recordar a los campesinos del pueblo. Esos que al ver a nuevos visitantes solían correr a esconderse atemorizados.

Para Elha sucedía lo mismo. La noticia de la boda le cayó de imprevisto, como una avalancha que arrasó con todo a su paso.

Tenía un remolino de sentimientos encontrados y solo se preguntaba ¿Qué pasará con su relación actual? ¿Cómo quedarán sus planes con Adrián después de que la obliguen a casarse con un hombre al que jamás había visto en su vida?

La cabeza de Massimo también era un caos, aunque para él era totalmente diferente, solo no quería intentar de nuevo una relación, por miedo a que lo abandonen nuevamente.

-No es mi obligación y quiero que lo entiendas, necesitaba ese dinero para sacar a flote la maldita empresa y para ese entonces le aseguré al abuelo que haría lo que él quisiera, le hubiera vendido el alma al diablo con tal de tener ese dinero conmigo.

-Lamento decirte que sí es tu responsabilidad, sin importar el motivo por el que te hayas comprometido -respondió Paolo enojado-, tu abuelo Giuseppe estableció en su testamento que para hacerte cargo de tu parte de la herencia debes estar casado. La empresa depende de esta decisión. Ten la madurez necesaria para enfrentarlo.

-Lo siento, pero ya sabes mi respuesta. No me casaré hasta que encuentre a la indicada -dijo tratando de salir del paso-. Y algo me dice que esa mujer no es ella.

-¿Algo te dice, o alguien? ¿Esa amiguita tuya, la que se quiere meter en tu cama no es la que te está diciendo que Elha no es lo que mereces? Esta vez no te lo estoy pidiendo de favor. Te estoy diciendo que si no aceptas tu matrimonio con Elha Brucelli no vas a recibir un solo centavo de la fortuna de la familia. Queda de tu parte si decides emprender un nuevo negocio o si decides seguir siendo el CEO de Robótica Rinaldi. ¿Por qué no haces la pregunta? La que importa.

-¿Por qué no dejas de chantajearme con eso? Estoy cansado de decirte que fue un error.

Las cartas estaban echadas y Elha debía aceptar lo que su padre tenía previsto para ella en el futuro. Aunque no quisiera, no era más que una prisionera que vivía atrapada en la lujosa torre de ese castillo que se asemejaba al de un cuento de hadas, mismo que odiaba más que a nada en este mundo.

Desde siempre, Don Ricardo Brucelli había sido un arrogante monarca que trataba a los miembros de su familia como si fueran sus peones, ejerciendo tanto poder en ellos que no tendrían ni siquiera el valor para negarse a sus órdenes o por lo menos enfrentarlo.

Elha era una de las personas que mas le temía al poder que ejercía su padre, por ello, decidió aceptar cada una de sus exigencias sin protestar, a pesar de que esa propuesta de matrimonio a conveniencia que él le tenía preparada para ella era una verdadera locura.

Después de todo, su padre era uno de los hombres más ricos e influyentes del mundo entero, si se negaba a aceptar su petición, no habría un lugar donde Ricardo no la buscaría para traerla de vuelta y hacerle pagar por destruirle unas de sus más grandes inversiones.

Porque sabía que eso era lo que significaba ella en la vida de su padre, un negocio del cual podría sacar una buena tajada de ganancias y por supuesto, mantener en alto el imperio de su apellido que por tanto tiempo se había mantenido en la cima.

                         

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