-Deja de manipularme con eso. Sabes bien que nadie mejor que yo para liderar las operaciones de la empresa -le responde seguro de si mismo, pero Paolo portaba mucha más seguridad al hablar-.
-Eso lo sé. Eres influyente y muy eficiente, en los siete años que llevas al frente de la compañía has incrementado los ingresos y el valor de sus acciones a más del 40%
-¿Entonces qué? -se relaja en su asiento, adoptando una conducta prepotente y narcisista-. ¿Vas a seguir con la idea de prescindir de mi?
-Como persona adulta debes entender que esa es una decisión que no está en mi poder. Si no te casas en un mes serás despojado para siempre de todo lo que posees ¿Y adivina que? Ni siquiera yo tengo el poder de evitarlo. Tu boda con la primogénita de Ricardo Brucelli será un hecho y aunque te cueste admitirlo, no está en tus manos rechazarlo.
-¿Qué planeas, Paolo? Nunca haces nada a la ligera. Vamos, dime ya. Esa niña tonta no me interesa en absoluto. Sí, es inteligente, dicen que es hermosa, cosa que, reitero, "no me interesa". Habla nueve idiomas, es excelente con el piano y los cuadros que pinta son valorados en miles de dólares. Pero no es el tipo de mujer que a mi me gusta. Para mí no es más que una simple campesina atrapada en un enorme castillo de cristal. No tiene lo que se requiere para ser la esposa de alguien como yo.
-Yo que tú, no me sobreestimaría tanto -Paolo sonríe y le entrega el testamento de Giuseppe-. Esa niña tonta, como acabas de llamarla, tiene más de lo necesario para ser la esposa de un imbécil como tú y déjame decirte algo, para no ser de tu interés, te mantienes bastante informado.
-Me parece que esto ya se está saliendo de control -Adele interrumpe la acalorada discusión que apenas comienza-
-¿Pero qué estás diciendo? Esto es ridículo. Por supuesto que no me interesa ella. Y esto... es absurdo.
Massimo tira los documentos que poco antes había recibido de su padre.
En ellos no solamente estaba estipulada la boda de Massimo, sino que no podía ser con cualquier mujer, el viejo Giuseppe desde su puño y letra expresó que el convenio de ambas familias se sellaría con un lazo de sangre, en este caso, la boda de ambos primogénitos de la siguiente generación.
Dicho acuerdo aseguraba el apoyo mutuo y cooperaciones familiares. Una unión majestuosa que protegería y mantendría unidas la empresa de dispositivos móviles con la Robótica mas avanzada del mercado, juntos lograrian ser potencia a nivel mundial y de no cumplirse este acuerdo Massimo se quedaría totalmente desprotegido si se atraviese a rechazar esta cláusula.
El hombre llevaba mucho tiempo en negativa, había renunciado para siempre a las obligaciones familiares y a la idea de comprometerse con alguien. Hasta que Paolo se vio en la obligación de ponerle un ultimátum a esta penosa situación.
Elha Brucelli hace mucho que había cumplido su mayoría de edad, de hecho solo faltaban dos meses para cumplir sus veinte años, llegada esa fecha podía tener la libertad de renunciar a sus obligaciones, pero ante la sociedad quedaría marcada para siempre como la rechazada del heredero del imperio Rinaldi.
Era una situación muy compleja para ambos, de no aceptar, Elha no volvería a comprometerse en matrimonio con un hombre de poder y Massimo sería desterrado para siempre de su fortuna, perdiendo consigo todos los logros que había acumulado, incluso lo que había trabajado fuera de los patrimonios familiares.
-Cariño, piénsalo bien -aconsejó Adele a su hijo-. Tan solo será un año, cielo un año pasa en un abrir y cerrar de ojos y si en ese tiempo descubres que no es con ella con quien quieres compartir el resto de tu vida entonces te divorcias.
-Lo estás malcriando -Paolo refutó enojado- Es por eso que siempre hace lo que se le viene en gana. Él ya no es un niño. Ya estoy harto de todo esto -se dirige hacia Massimo-. Tú decides, te casas o renuncias para siempre al respaldo del apellido Rinaldi.
-Esto es ridículo. Se dejaron manipular por el viejo Giuseppe, él fue feliz porque anduvo con una y con otra y mi abuela nunca se enteró ¿Por qué yo no puedo hacer lo mismo? ¿Qué tiene de malo que yo quiera seguir su ejemplo y ser feliz como lo soy ahora, pero sin casarme? Créeme, solo estoy tratando de evitarle unos dolores de cabeza a la campesina esa.
-La relación de mis padres fue problema de ellos dos, te prohíbo que vuelvas a mencionar algo como lo que acabas de decir, o no será necesario el no casarte para echarte de mi maldita casa -Paolo gritó enfurecido-.
Massimo respiró profundamente, por primera vez estaba poniendo el futuro de su familia por encima de sus intereses personales, después de todo, se casaría con quien su padre quisiera, pero eso no evitaría que siguiera con su vida loca... Hasta que una vez más Paolo le bajó los humos.
-Como quieras. Haré lo que tú me pidas. Me casaré con la campesina esa y cumpliré con mi obligación. A cambio quiero que no te sigas metiendo en mi vida. Haré lo que yo quiera y eso no estará en discusión.
-Me parece bien que comiences a pensar con claridad -le dijo Paolo ya un poco más calmado-. Para asegurarme que lo has entendido bien, déjame decirte que no puedo cumplir con tus peticiones. La cosa no es solo decir que Sí en el altar, incluye toda la responsabilidad que conlleva dicha decisión.
-¿A qué te refieres con eso? -Massimo pregunta confundido-.
-Hablo de la lealtad, que le seas fiel a tu esposa, honesto y honrado.
-Patrañas -bufó con desgana-, si querías eso por lo menos me habrías dejado escoger con quien casarme. ¿Qué puede tener esa campesina que sea de mi interés?
-No es algo que me importe demasiado -aclaró Paolo, mirándolo fijamente-. Una vagina la puedes conseguir en todos lados, Massimo, pero una mujer que se haya preparado toda su vida para ser tu esposa, eso sólo lo vas a conseguir en Elha Brucelli.
-Eso no es todo -comenta Adele; su madre. Quién se había mantenido ajena a la discusión, hasta ahora-.
-¿En serio hay algo más? -interrogó Massimo, desconcertado-. Como si todo esto no hubiera sido suficiente.
-Así es. En el tiempo en que estén casados deberán procrear un hijo. Un heredero de toda tu fortuna y de la familia Brucelli.
-¿Qué? -gritó exasperado-. ¿Y a ustedes que diablos les hizo pensar que yo quiero jugar a la casita con esa mujer? Con la esposa ideal, las maticas, los niños chillando por toda la casa y la mascotica. ¿Me están tanto el pelo? -estaba incrédulo de todo esto.