Obligada a casarme con el CEO infiel
img img Obligada a casarme con el CEO infiel img Capítulo 4 Decisiones que dejan huellas
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Capítulo 6 Una sabia y dolorosa decisión img
Capítulo 7 Un futuro compromiso img
Capítulo 8 Una increíble propuesta img
Capítulo 9 Serias amenazas img
Capítulo 10 Despedida de soltero, frustrada img
Capítulo 11 Inevitable atracción img
Capítulo 12 Adiós amor img
Capítulo 13 Hermanas rivales img
Capítulo 14 Sentimientos a flor de piel img
Capítulo 15 La boda img
Capítulo 16 El ramo de la novia img
Capítulo 17 Sensaciones extrañas img
Capítulo 18 Fuego y decepción img
Capítulo 19 Bésame img
Capítulo 20 Feliz regreso a casa img
Capítulo 21 Mi esposa y nada más img
Capítulo 22 ¡Felices veinte! img
Capítulo 23 Me es infiel img
Capítulo 24 Una vieja amiga img
Capítulo 25 Quiero el divorcio img
Capítulo 26 No voy a dejarte ir img
Capítulo 27 Besos que dejan huellas img
Capítulo 28 Entre celos y deseos img
Capítulo 29 Fatal accidente img
Capítulo 30 Noticias que te dejan sin aliento img
Capítulo 31 Un caos irremediable img
Capítulo 32 ¡Estás aquí! img
Capítulo 33 Pequeñas señales img
Capítulo 34 Sentimientos correspondidos img
Capítulo 35 Quédate conmigo img
Capítulo 36 Perdiendo su atención img
Capítulo 37 Los planes de Irina img
Capítulo 38 Recuperando la memoria img
Capítulo 39 Un laberinto sin salidas img
Capítulo 40 Enfrentar su castigo img
Capítulo 41 Final feliz img
Capítulo 42 Epílogo img
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Capítulo 4 Decisiones que dejan huellas

Capítulo 4

Decisiones que dejan huellas

Massimo estaba demasiado enojado, no le gustaba perder, pero ahora sentía que estaba contra la espada y la pared. En algún tiempo, su ambición llegó a ser tan grande, que a cambio de dinero y poder, le prometió a su abuelo que mantendría el legado familiar y se acercaba la hora de cumplir con esa promesa.

La mirada de Paolo era desafiante, Massimo sabía que estaba perdiendo ante su padre. No había nada que pudiera salvarlo de contraer ese matrimonio que jamás en su vida había deseado.

-Deja de manipularme con eso. Sabes bien que nadie mejor que yo para liderar las operaciones de la empresa -le responde seguro de si mismo, pero Paolo portaba mucha más seguridad al hablar-.

-Eso lo sé. Eres influyente y muy eficiente, en los siete años que llevas al frente de la compañía has incrementado los ingresos y el valor de sus acciones a más del 40%

-¿Entonces qué? -se relaja en su asiento, adoptando una conducta prepotente y narcisista-. ¿Vas a seguir con la idea de prescindir de mi?

-Como persona adulta debes entender que esa es una decisión que no está en mi poder. Si no te casas en un mes serás despojado para siempre de todo lo que posees ¿Y adivina que? Ni siquiera yo tengo el poder de evitarlo. Tu boda con la primogénita de Ricardo Brucelli será un hecho y aunque te cueste admitirlo, no está en tus manos rechazarlo.

-¿Qué planeas, Paolo? Nunca haces nada a la ligera. Vamos, dime ya. Esa niña tonta no me interesa en absoluto. Sí, es inteligente, dicen que es hermosa, cosa que, reitero, "no me interesa". Habla nueve idiomas, es excelente con el piano y los cuadros que pinta son valorados en miles de dólares. Pero no es el tipo de mujer que a mi me gusta. Para mí no es más que una simple campesina atrapada en un enorme castillo de cristal. No tiene lo que se requiere para ser la esposa de alguien como yo.

-Yo que tú, no me sobreestimaría tanto -Paolo sonríe y le entrega el testamento de Giuseppe-. Esa niña tonta, como acabas de llamarla, tiene más de lo necesario para ser la esposa de un imbécil como tú y déjame decirte algo, para no ser de tu interés, te mantienes bastante informado.

-Me parece que esto ya se está saliendo de control -Adele interrumpe la acalorada discusión que apenas comienza-

-¿Pero qué estás diciendo? Esto es ridículo. Por supuesto que no me interesa ella. Y esto... es absurdo.

Massimo tira los documentos que poco antes había recibido de su padre.

En ellos no solamente estaba estipulada la boda de Massimo, sino que no podía ser con cualquier mujer, el viejo Giuseppe desde su puño y letra expresó que el convenio de ambas familias se sellaría con un lazo de sangre, en este caso, la boda de ambos primogénitos de la siguiente generación.

Dicho acuerdo aseguraba el apoyo mutuo y cooperaciones familiares. Una unión majestuosa que protegería y mantendría unidas la empresa de dispositivos móviles con la Robótica mas avanzada del mercado, juntos lograrian ser potencia a nivel mundial y de no cumplirse este acuerdo Massimo se quedaría totalmente desprotegido si se atraviese a rechazar esta cláusula.

El hombre llevaba mucho tiempo en negativa, había renunciado para siempre a las obligaciones familiares y a la idea de comprometerse con alguien. Hasta que Paolo se vio en la obligación de ponerle un ultimátum a esta penosa situación.

Elha Brucelli hace mucho que había cumplido su mayoría de edad, de hecho solo faltaban dos meses para cumplir sus veinte años, llegada esa fecha podía tener la libertad de renunciar a sus obligaciones, pero ante la sociedad quedaría marcada para siempre como la rechazada del heredero del imperio Rinaldi.

Era una situación muy compleja para ambos, de no aceptar, Elha no volvería a comprometerse en matrimonio con un hombre de poder y Massimo sería desterrado para siempre de su fortuna, perdiendo consigo todos los logros que había acumulado, incluso lo que había trabajado fuera de los patrimonios familiares.

-Cariño, piénsalo bien -aconsejó Adele a su hijo-. Tan solo será un año, cielo un año pasa en un abrir y cerrar de ojos y si en ese tiempo descubres que no es con ella con quien quieres compartir el resto de tu vida entonces te divorcias.

-Lo estás malcriando -Paolo refutó enojado- Es por eso que siempre hace lo que se le viene en gana. Él ya no es un niño. Ya estoy harto de todo esto -se dirige hacia Massimo-. Tú decides, te casas o renuncias para siempre al respaldo del apellido Rinaldi.

-Esto es ridículo. Se dejaron manipular por el viejo Giuseppe, él fue feliz porque anduvo con una y con otra y mi abuela nunca se enteró ¿Por qué yo no puedo hacer lo mismo? ¿Qué tiene de malo que yo quiera seguir su ejemplo y ser feliz como lo soy ahora, pero sin casarme? Créeme, solo estoy tratando de evitarle unos dolores de cabeza a la campesina esa.

-La relación de mis padres fue problema de ellos dos, te prohíbo que vuelvas a mencionar algo como lo que acabas de decir, o no será necesario el no casarte para echarte de mi maldita casa -Paolo gritó enfurecido-.

Massimo respiró profundamente, por primera vez estaba poniendo el futuro de su familia por encima de sus intereses personales, después de todo, se casaría con quien su padre quisiera, pero eso no evitaría que siguiera con su vida loca... Hasta que una vez más Paolo le bajó los humos.

-Como quieras. Haré lo que tú me pidas. Me casaré con la campesina esa y cumpliré con mi obligación. A cambio quiero que no te sigas metiendo en mi vida. Haré lo que yo quiera y eso no estará en discusión.

-Me parece bien que comiences a pensar con claridad -le dijo Paolo ya un poco más calmado-. Para asegurarme que lo has entendido bien, déjame decirte que no puedo cumplir con tus peticiones. La cosa no es solo decir que Sí en el altar, incluye toda la responsabilidad que conlleva dicha decisión.

-¿A qué te refieres con eso? -Massimo pregunta confundido-.

-Hablo de la lealtad, que le seas fiel a tu esposa, honesto y honrado.

-Patrañas -bufó con desgana-, si querías eso por lo menos me habrías dejado escoger con quien casarme. ¿Qué puede tener esa campesina que sea de mi interés?

-No es algo que me importe demasiado -aclaró Paolo, mirándolo fijamente-. Una vagina la puedes conseguir en todos lados, Massimo, pero una mujer que se haya preparado toda su vida para ser tu esposa, eso sólo lo vas a conseguir en Elha Brucelli.

-Eso no es todo -comenta Adele; su madre. Quién se había mantenido ajena a la discusión, hasta ahora-.

-¿En serio hay algo más? -interrogó Massimo, desconcertado-. Como si todo esto no hubiera sido suficiente.

-Así es. En el tiempo en que estén casados deberán procrear un hijo. Un heredero de toda tu fortuna y de la familia Brucelli.

-¿Qué? -gritó exasperado-. ¿Y a ustedes que diablos les hizo pensar que yo quiero jugar a la casita con esa mujer? Con la esposa ideal, las maticas, los niños chillando por toda la casa y la mascotica. ¿Me están tanto el pelo? -estaba incrédulo de todo esto.

            
            

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