El día del encuentro con Daniel Clara despertó con una mezcla de emoción y nervios. Había pasado la mañana eligiendo cuidadosamente su atuendo, queriendo que cada detalle reflejara su personalidad sin perder su esencia. Al mirarse en el espejo, sintió que, por primera vez en mucho tiempo, había un destello de esperanza en sus ojos.
Cuando llegó al café, el aroma del café recién hecho y la calidez del ambiente la envolvieron. Se sentó en una mesa cerca de la ventana, donde la luz del sol se filtraba a través del cristal, creando un contraste perfecto con las sombras que solía evocar en su arte.
Pocos minutos después, Daniel entró, luciendo despreocupado y con una sonrisa que iluminó su rostro. Se acercó a ella y, al sentarse, Clara sintió una oleada de alegría.
-Espero no haberte hecho esperar -dijo él mientras se acomodaba.
-No, para nada. Me alegra verte -respondió Clara, sintiendo que su voz temblaba ligeramente.
Mientras pedían sus cafés, comenzaron a hablar sobre sus intereses. Clara compartió sus sueños de convertirse en una artista reconocida, mientras que Daniel hablaba sobre su deseo de escribir una novela que explorara las complejidades del amor y el dolor. Ambos se dieron cuenta de que compartían no solo pasiones similares, sino también temores y anhelos profundos.
-A veces siento que mis personajes tienen más vida que yo -confesó Daniel-. Es como si ellos supieran lo que quieren hacer mientras yo sigo buscando mi camino.
Clara sonrió con complicidad.
-Creo que todos luchamos con eso. A veces me pregunto si mis pinturas son el reflejo de lo que realmente siento o solo lo que creo que debería sentir.
La conversación fluyó con facilidad, como si se conocieran desde siempre. Rieron y compartieron anécdotas sobre sus vidas; cada historia era un ladrillo más en la construcción de un vínculo que parecía crecer rápidamente.
Sin embargo, Clara sentía un pequeño nudo en su estómago. A medida que hablaban más sobre sus pasados, las sombras de sus historias también comenzaban a asomarse. La pérdida de su madre aún le pesaba; había momentos en los que quería compartir más sobre su dolor pero temía asustar a Daniel o parecer demasiado vulnerable.
Mientras disfrutaban del café, Daniel tomó un sorbo y miró a Clara con intensidad.
-¿Te gustaría mostrarme alguna de tus obras? Creo que sería fascinante ver cómo plasmas todo esto en tu arte -dijo él.
Clara dudó por un momento. Mostrarle a alguien su trabajo era algo muy personal y aterrador. Pero algo en la forma en que Daniel la miraba le dio confianza.
-Sí... me encantaría -respondió finalmente-. Puedo invitarte a mi estudio mañana.
La sonrisa de Daniel iluminó su rostro nuevamente.
-Perfecto, estoy ansioso por verlo.
Al despedirse, Clara sintió una mezcla de emoción y nerviosismo burbujear dentro de ella. Mientras caminaba hacia casa, reflexionó sobre lo lejos que había llegado desde su encuentro inicial con él en la galería. Las sombras ya no eran solo recuerdos tristes; ahora representaban conexiones profundas y nuevas posibilidades.