La Heredera Oculta
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Capítulo 4 4

La noche cayó sobre Puebla como un manto oscuro, trayendo consigo un aire de calma inquietante. Valeria caminaba de un lado a otro de su apartamento, su mente llena de pensamientos que la arrastraban de un lado a otro. No podía dejar de pensar en Leonardo y en las palabras que había pronunciado esa tarde, cargadas de promesas y amenazas. "No me detendré hasta recuperar lo que es mío."

El sonido de Emiliano riendo desde su habitación la hizo detenerse un instante. Su pequeño estaba jugando con uno de sus juguetes, ajeno a todo lo que estaba ocurriendo. Valeria sintió un nudo en el estómago. ¿Cómo podía protegerlo de algo tan grande como el mundo de los Montenegro?

A medida que avanzaba la noche, su cabeza se llenaba de preguntas sin respuesta. Leonardo era un hombre con poder, con recursos, con una capacidad de manipular a todos a su alrededor. Y ella... ella solo tenía su amor de madre y la determinación de mantener a su hijo alejado de ese torbellino. Pero, ¿sería suficiente?

Se dejó caer en el sofá, agotada, y apoyó la cabeza en las manos. Durante años, había sido capaz de vivir lejos de la oscuridad de los Montenegro, construir una vida tranquila y, sobre todo, proteger a Emiliano. Pero ahora que Leonardo había regresado, todo estaba en peligro.

El teléfono de la mesa vibró, rompiendo el silencio. Valeria lo miró con desconfianza, sabiendo que no podía ignorar lo que estaba por venir. Alzó el auricular y contestó, su voz baja, casi temerosa.

-¿Sí?

La voz de Sofía sonó al otro lado, grave y urgente.

-Valeria, debes prepararte. Leonardo está haciendo todo lo posible para encontrarte.

El corazón de Valeria dio un salto en el pecho.

-¿Qué? ¿Cómo sabes eso?

Sofía respiró hondo antes de responder.

-Tengo una fuente confiable. Leonardo no es un hombre que se quede de brazos cruzados. Está haciendo todo lo necesario para localizarte, y no creo que tarde mucho en llegar a ti.

Valeria sintió que las piernas se le aflojaban. ¿Cómo había llegado tan lejos? ¿Cómo había podido pasar tantos años creyendo que su vida estaba a salvo?

-¿Qué puedo hacer? -preguntó, casi suplicante.

Sofía guardó silencio unos segundos.

-Lo mejor que puedes hacer ahora es estar preparada. Si Leonardo viene por Emiliano, no lo hará con suavidad. Puede que tenga un plan, algo que lo haga más difícil de enfrentar.

La sensación de pánico volvió a invadirla. La idea de que Leonardo estuviera tramando algo la hacía sentir pequeña e indefensa.

-No voy a dejar que lo toque -dijo Valeria, apretando los dientes.

Sofía suspiró, como si quisiera advertirle sobre lo que venía.

-Sé que no lo vas a permitir, pero tienes que saber que va a ser un combate sucio, Valeria. Los Montenegro juegan de manera diferente a cualquier otra persona. No se detendrán ante nada.

Valeria cerró los ojos, tomando aire. Sabía lo que Sofía quería decir. Los Montenegro no eran simples magnates. Eran una familia que se había hecho un nombre a base de influencias, de poder, y de pasar por encima de quienes se interponían en su camino. Leonardo lo sabía, y eso la aterraba.

-Lo sé -respondió, su voz firme, pero temblorosa-. Haré todo lo que esté a mi alcance. Pero no voy a permitir que me arrebaten a mi hijo.

Sofía permaneció en silencio por un momento, y luego su tono se suavizó.

-Te ayudaré en lo que pueda, Valeria. Pero recuerda que no estamos hablando solo de un hombre. Estamos hablando de un imperio. Y aunque la batalla es difícil, tú tienes algo que ellos no tienen: amor. Esa es tu fuerza. No la olvides.

Valeria apretó el teléfono con fuerza, mirando el horizonte a través de la ventana. Sabía que la noche sería larga, pero no tenía otra opción que luchar. Emiliano era su vida, su razón de ser, y no lo dejaría ir tan fácilmente.

El día siguiente comenzó con un aire de tensión palpable. Valeria se despertó temprano, sabiendo que cada momento contaba. Después de dejar a Emiliano en la guardería, se dirigió a su trabajo, pero la sensación de estar constantemente vigilada nunca la abandonó. Cada vez que alguien la miraba, su instinto le decía que debía estar alerta.

En el camino, no pudo evitar pensar en lo que Sofía había dicho la noche anterior. "No estamos hablando solo de un hombre. Estamos hablando de un imperio." Y eso era cierto. Leonardo no era solo un hombre que había regresado por su hijo. Era un magnate, una figura imponente que había construido su fortuna con la astucia, la manipulación y una imparable ambición. Nada lo había detenido en el pasado, y nada lo haría ahora.

Al llegar al trabajo, Valeria se esforzó por mantenerse enfocada, pero su mente no dejaba de volver a la misma pregunta: ¿cómo proteger a Emiliano?

Durante toda la jornada, su mente divagaba entre posibles soluciones, planes, y escenarios que no deseaba enfrentar. Sabía que las respuestas no llegarían fácil, que tendría que tomar decisiones difíciles, pero algo dentro de ella le decía que debía actuar rápido. Leonardo estaba cerca, y ella no podía esperar más.

Por la tarde, mientras caminaba hacia su auto, recibió un mensaje que la hizo detenerse en seco. Era de Sofía.

"Lo encontré. Leonardo ha comenzado a investigar sobre ti en todas partes. Él sabe dónde vives. Tienes que estar preparada."

La sangre se le heló en las venas. ¿Cómo podía saber tanto? ¿Y por qué lo hacía? ¿Qué más estaba tramando?

El miedo comenzó a ahogarla nuevamente, pero se obligó a respirar hondo y a no ceder ante la desesperación. No importaba lo que Leonardo estuviera planeando, ella no iba a dejar que su hijo fuera parte de su juego.

Con paso firme, Valeria se dirigió a su auto. La batalla ya había comenzado.

            
            

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