El réquiem de un corazón roto
img img El réquiem de un corazón roto img Capítulo 2 No estaba listo
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Capítulo 8 ¿Sigues aferrada a esa idea img
Capítulo 9 ¿Por qué no me dijiste nada img
Capítulo 10 La traición img
Capítulo 11 Rachel estaba en peligro img
Capítulo 12 ¿Me estás amenazando img
Capítulo 13 Ya no había nada que cuestionar img
Capítulo 14 Te ha hecho dudar, ¿verdad img
Capítulo 15 Declarando el fin de su relación img
Capítulo 16 Rachel se ha mudado img
Capítulo 17 Eres repugnante img
Capítulo 18 Pon a Tracy en su lugar img
Capítulo 19 Él la encontró img
Capítulo 20 Llevando a Jeffrey a casa img
Capítulo 21 Rachel fue arrestada img
Capítulo 22 Más que seguro img
Capítulo 23 Celosa img
Capítulo 24 Me gusta tu timidez img
Capítulo 25 Una invitada inesperada img
Capítulo 26 Él no te ama de verdad img
Capítulo 27 ¿Por qué no lo aclaras img
Capítulo 28 Esfuerzo incansable img
Capítulo 29 Un nuevo pasante img
Capítulo 30 Una realidad muy distinta img
Capítulo 31 ¿Mi abrazo te incomoda img
Capítulo 32 Solo me amarás a mí img
Capítulo 33 Ebrio img
Capítulo 34 Murmurando el nombre de Tracy img
Capítulo 35 Un hombre posesivo img
Capítulo 36 Comiendo la misma manzana img
Capítulo 37 No tientes a la suerte img
Capítulo 38 No puedo retenerte img
Capítulo 39 Fiebre alta img
Capítulo 40 Brian se siente culpable img
Capítulo 41 Ella dejaría de amarlo img
Capítulo 42 Ambos necesitaban espacio img
Capítulo 43 Guardaría ese secreto hasta la tumba img
Capítulo 44 Hipócrita img
Capítulo 45 Turbulencia severa img
Capítulo 46 Ir a verla img
Capítulo 47 Espero que cumplas tu palabra img
Capítulo 48 Tú eres mi sueño img
Capítulo 49 Rachel estaba encerrada img
Capítulo 50 Ir a su rescate img
Capítulo 51 Su gentileza (Primera parte) img
Capítulo 52 Su gentileza (Segunda parte) img
Capítulo 53 Me gusta demasiado img
Capítulo 54 La provocación de Doris img
Capítulo 55 Doris se disculpó img
Capítulo 56 La subasta img
Capítulo 57 Un paseo bajo la lluvia img
Capítulo 58 No estás sola img
Capítulo 59 Cocinando para ella img
Capítulo 60 Humillado por Debby img
Capítulo 61 El plan de Doris img
Capítulo 62 Jeffrey fue incriminado img
Capítulo 63 De su lado img
Capítulo 64 Obligado a disculparse img
Capítulo 65 La desaparición de Jeffrey img
Capítulo 66 Un rayo de esperanza img
Capítulo 67 Saltando del puente img
Capítulo 68 Me iré contigo img
Capítulo 69 Brian se rompió la pierna img
Capítulo 70 Ella no vendrá img
Capítulo 71 Me he enamorado de ti img
Capítulo 72 Discúlpame img
Capítulo 73 Intenta reconciliarte con Brian img
Capítulo 74 ¿Podrías darme una mano img
Capítulo 75 Compras juntos img
Capítulo 76 Fingiendo amor img
Capítulo 77 No puedes dejarme aquí img
Capítulo 78 El último baile img
Capítulo 79 Brian fue atacado img
Capítulo 80 No la mereces img
Capítulo 81 Un gesto romántico para ella img
Capítulo 82 La justificación de Brian img
Capítulo 83 ¿Ya no te importo en absoluto img
Capítulo 84 Los celos lo consumían img
Capítulo 85 Ayuda en la ducha img
Capítulo 86 Una noche de copas img
Capítulo 87 ¿Quieres divorciarte de él img
Capítulo 88 Localizándolas img
Capítulo 89 En peligro img
Capítulo 90 Buscando ayuda img
Capítulo 91 Rachel estaba a salvo img
Capítulo 92 Tengo miedo de que me dejes img
Capítulo 93 Reconociendo sus errores img
Capítulo 94 Un objeto para sus necesidades img
Capítulo 95 Las posibilidades de ganar son buenas img
Capítulo 96 Marcas rojas img
Capítulo 97 Por favor, envíame una invitación img
Capítulo 98 Lo malinterpretó img
Capítulo 99 Moretones img
Capítulo 100 Aplicar el ungüento img
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Capítulo 2 No estaba listo

El recuerdo de cómo había conocido a Brian apareció vívidamente en la mente de Rachel.

Sin duda, fue un comienzo tumultuoso. En aquel entonces, Tracy lo había dejado por otro hombre y se mudó a otro país.

La traición destrozó a Brian. En su desesperación, ahogó su dolor en alcohol, perdiéndose en una neblina de ira y angustia.

Esa fatídica noche, consumido por una cruda tristeza, inmovilizó a Rachel, quien no paraba de sollozar y temblar debajo de él, pero ni siquiera eso hizo que se detuviera. Impulsado por una necesidad desesperada, casi primitiva, la hizo suya una y otra vez, como si intentara llenar el vacío que Tracy había dejado con su partida.

Al día siguiente, mientras el peso de la noche anterior pendía entre ellos, Brian se volvió hacia Rachel con una expresión sombría.

"Después de todo lo que ocurrió anoche, ¿aún estás dispuesta a estar conmigo?".

Ella asintió, con la voz atorada en la garganta. Así comenzó su relación, no por amor, sino como el resultado impulsivo de una noche juntos...

En ese momento, mientras Brian estaba frente a Rachel, cuyo corazón se sentía dolorido por el peso de las interrogantes no formuladas, se preguntó si sentía algo por ella, si había siquiera el más mínimo indicio de afecto o ternura en su corazón, o si simplemente había sido un sustituto de la mujer que había perdido.

Los ojos del hombre se posaron en Rachel. Su voz era tierna, pero firme, cuando declaró: "Nuestra boda está a la vuelta de la esquina. Pronto serás mi esposa. Te amaré y te protegeré para siempre".

Un repentino frío rozó los labios del hombre; Rachel, sin pensarlo, colocó los dedos suavemente sobre la boca de Brian, interrumpiéndolo.

"Silencio, por favor... Lo sé", murmuró. "Como estuviste despierto toda la noche, debes de estar exhausto. Cámbiate para que puedas irte a la oficina. Traeré tu ropa", agregó con voz tranquila.

Sin embargo, cuando se giró, las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos sin control.

El hombre le habló con un tono sumamente tierno y le prometió cuidarla y amarla. Sin embargo, lo único que sintió fue un vacío detrás de esas palabras. Sus promesas fueron muy dulces, pero carecían de la sinceridad que ella anhelaba.

Si realmente fueran por amor, no habría habido necesidad de tanta efusividad. Una sola palabra honesta habría bastado. Cuanto más intentaba convencerla, más parecían revelar sus palabras la verdad: el amor era algo que no podía darle.

En ese momento, Rachel sintió que no podía soportar la situación por más tiempo. Se dio la vuelta, incapaz de seguir oyéndolo, y sintió un intenso dolor en el corazón.

Mientras metía la mano en el armario para sacar un traje, Brian la abrazó desde atrás, atrayéndola hacia sí. Acto seguido, la barbilla del hombre se posó suavemente sobre su cabeza, y le tomó la mano con delicadeza. Su voz denotaba preocupación cuando le dijo: "No hace frío, pero tienes las manos heladas".

Las lágrimas aún se aferraban a las pestañas de Rachel y su pecho estaba oprimido por un dolor silencioso. Hizo un gran esfuerzo por encontrar las palabras adecuadas para responder a la repentina ternura de Brian.

Sin previo aviso, el hombre giró hacia ella y Rachel notó que su mirada era suave, pero intensa a la vez.

Rachel levantó los ojos llenos de lágrimas y se encontró con los de él. La vulnerabilidad que reflejaba su mirada despertó algo profundo dentro del hombre. Incapaz de resistirse, la abrazó con fuerza y la besó con desesperación, como si intentara consumirla y convertirla en parte de sí mismo.

Rachel se paró de puntillas y se reclinó bajo su toque, fuerte pero tierno. Se sonrojó, su respiración se volvió errática y se sintió atrapada en el torrente de emociones y la intensidad del momento. En medio de esa vorágine, una dulzura sutil comenzó a emerger de su pecho.

Los años que habían pasado juntos le habían enseñado que solo en esos momentos tranquilos e íntimos Brian le mostraba algún signo de pasión salvaje. Era en esos momentos poco frecuentes cuando ella se sentía realmente amada.

"Brian...", pronunció Rachel con la voz temblorosa, mientras hacía un esfuerzo por respirar.

El hombre pareció salir de su trance y la liberó de repente con un cambio de comportamiento.

"Si no fuera por la reunión a la que tengo que asistir, no habría podido contenerme". Esas palabras, cargadas de deseo, destilaban remordimiento.

El rostro de Rachel se sonrojó más intensamente, al mismo tiempo que una oleada de vergüenza y calidez la recorría. Luego, le dio un suave empujón a Brian, como si intentara escapar de la intensidad del momento.

"Anoche, nosotros...". La voz de la chica se apagó poco a poco.

El hombre permaneció imperturbable, sujetándola con firmeza, pero con delicadeza. Su mirada no titubeó mientras la observaba con firmeza.

"¿Qué importa eso? Ahora eres mía y no puedo evitar desearte".

Antes de que la joven pudiera responder, sintió que algo fresco y suave se deslizaba por su muñeca. Cuando miró hacia abajo, vio una pulsera impresionantemente bella, cuyo centro de rubí captaba la luz y brillaba intensamente. El tono rojo intenso de la gema hacía que su piel luciera aún más tersa.

"¿Esta pulsera es... para mí?", preguntó sorprendida.

Brian asintió y una suave sonrisa se dibujó en las comisuras de sus labios.

"Sí. ¿Te gusta?".

La mirada de la chica pasó de la pulsera al rostro del hombre.

"¿La elegiste personalmente?".

Él asintió nuevamente, esbozando una ligera sonrisa. "Me pareció que sería perfecta para ti".

El corazón de Rachel se llenó de una gran calidez y no pudo evitar sonreír.

"¡Me encanta! ¡Muchas gracias!". Dicho eso, se inclinó hacia delante y le dio a Brian un beso suave en la mejilla, en señal de gratitud.

Pero él, sintiéndose insatisfecho, levantó una ceja y señaló sus labios. Su mirada, juguetona pero seria, captó la atención de Rachel y le exigió más en silencio.

A pesar de que la chica comprendió su súplica silenciosa, la indecisión persistía en su corazón. Como no estaba acostumbrada a ser quien tomara la iniciativa, un ligero rubor tiñó sus mejillas.

Esbozando una sonrisa burlona, el hombre arqueó una ceja, y amenazó: "Si no me besas, me verás irme por esa puerta".

Con eso, soltó la mano de Rachel. Pero su sonrisa la instó a actuar.

El corazón de la chica se aceleró y sus pensamientos se perdieron momentáneamente en la avalancha de emociones. Sin pensarlo, se acercó a él y lo besó.

Brian, casi como si esperara ese momento con ansias, agarró su rostro con ambas manos y profundizó en el beso. Su fervor demostraba lo mucho que la deseaba. No fue hasta que ella jadeó, aferrándose a su ropa, que él se apartó, con la respiración entrecortada.

"Tómate un tiempo para descansar", sugirió él con voz dulce. Su mirada se suavizó mientras miraba el rostro de Rachel, pálido y cansado. "Quédate en casa unos días. Podrás visitar a mis abuelos cuando te sientas mejor. Volverás al trabajo hasta que estés completamente recuperada".

La joven asintió obedientemente. Su mente aún estaba nublada por la intensidad del momento.

Ella siempre se había entregado por completo a su trabajo. Tras licenciarse en Bellas Artes, se unió al Grupo White, donde rápidamente ascendió hasta convertirse en gerente del Departamento de Diseño. Sin embargo, su relación con Brian había permanecido en secreto para sus colegas.

A pesar de que su dedicación nunca flaqueó, el estrés le pasó factura recientemente. Fuertes dolores de cabeza, mareos y ocasionales náuseas eran la forma que tenía su cuerpo de pedirle un descanso. Si no hubiera sido por esas señales, nunca se habría tomado un tiempo libre.

Tenía planeado bajar el ritmo después de la boda. Quería desviar su atención del trabajo a la familia que estaba a punto de formar con Brian.

"¡Ah! Por cierto...", dijo la joven en voz baja, con el peso del momento aun flotando entre ellos. "Tu mamá ya eligió la fecha de la boda".

Al oír eso, los labios del hombre se curvaron en una leve sonrisa.

"Lo sé. Me llamó esta mañana".

Rachel hizo una pausa por un momento, con sus pensamientos enredados, antes de decir entre titubeos: "Entonces... ¿No crees que deberíamos informar a la empresa sobre nuestra relación? Todo el mundo sabe que me voy a casar... pero nadie sabe con quién. Últimamente me han estado haciendo bromas y pidiéndome invitaciones". Esas palabras se le escaparon, teñidas de una mezcla de anticipación e inquietud.

Sin embargo, la expresión del hombre no se suavizó. En cambio, se puso más rígida, la mandíbula se le tensó y evitó la mirada de la chica.

"Rachel...", comenzó a decir con la voz cargada de una disculpa tácita. "Lo lamento...".

Ella, aturdida, lo miró, tratando de procesar su repentino cambio.

"¿Lamentar qué? ¿A qué te refieres?".

Brian clavó sus ojos suaves pero decididos en los de su prometida.

"Aún no estoy listo para hacer público nuestro matrimonio. Ya se lo he dicho a mi familia. De momento, lo mantendremos en nuestro círculo más cercano. Será una ceremonia privada con la familia y los amigos más cercanos".

Al oír eso, las manos de Rachel se congelaron y la corbata se le escapó de los dedos. Su mente se aceleró, a medida que las palabras del hombre penetraban en ella. Entonces, ¿todos los demás ya sabían eso y ella fue la última en enterarse? Si no hubiera mencionado el tema, ¿Brian la habría mantenido en la oscuridad hasta el final?

La idea de mantener su matrimonio oculto le resultaba asfixiante. Estaban a punto de unir sus vidas, pero debía permanecer en secreto a los ojos del mundo.

Rachel se preguntó por qué. Esa dolorosa verdad calaba muy hondo.

Tracy tenía que ser la razón. Brian aún no la había olvidado, y esa constatación destrozó cualquier esperanza que le quedaba a Rachel.

Experimentó una opresión en el pecho por un breve momento, y sintió el aire demasiado denso para poder respirar. Le ardían los ojos; el escozor de las lágrimas no derramadas amenazaba con dominarla, pero parpadeó con fuerza y logró contenerlas.

Si Brian se hubiera casado con Tracy en lugar de con ella, sin duda lo habría hecho público inmediatamente... Lo habría gritado al mundo, ansioso de que todos supieran que Tracy era la mujer que había elegido para compartir su vida.

"¿Qué pasaría si te exijo que hagamos pública nuestra boda?". La voz de la joven vaciló y sus ojos brillaban con lágrimas contenidas, mientras hacía su siguiente pregunta con inesperado desafío: "¿Qué pasaría si te digo que quiero que todos sepan de nuestra relación?".

Brian estaba visiblemente desconcertado; Rachel siempre había sido muy obediente y su comportamiento gentil y servicial.

Esa repentina seguridad no era propia de ella, lo que lo dejó sin palabras por un momento. Luego de una breve pausa, tomó su mano con firmeza, pero sin lastimarla.

"Dame un poco más de tiempo. Te prometo que cuando llegue el momento adecuado, me aseguraré de que todos sepan que eres mi esposa", dijo en un tono mesurado, pero suplicante.

"Entonces, ¿eso no puede suceder ahora?", inquirió ella con voz suave, casi resignada. Ya no se atrevía a albergar esperanzas.

Brian bajó la mirada, al mismo tiempo que la culpa nublaba su expresión. "No, lo siento...", murmuró.

Las manos de Rachel temblaban, mientras trataba de estabilizarse. Respiró profundamente, obligando a sus emociones a controlarse. Pronto, volvió a hablar con una voz tranquila pero firme: "Aceptaré eso... pero con una condición".

            
            

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