Capítulo 3 Primer encuentro

THOMAS

¿Acaso conocen los límites del deseo?

Yo no los conocía. Solía tener deseo por las cosas que eran difíciles de poseer, de pensar que era un privilegio y no cualquier otro podía tenerlo... se convertía en un deseo sin límites.

Así fue en la noche de Halloween, donde luego de cerrar un negocio más. La vi por primera vez. Con una falda negra corta, un corto top, unos pantis y un par de botas fueron suficiente para mí. La muchacha de quien se trataba debe tener apenas 19 años, por lo que me hacía sentir un maldito perro de lo peor.

¿Pero qué querían que hiciera?

Soy un simple humano con gustos perversos.

Esa noche, la mantuve a mi lado toda la noche. Sintiendo que podía tener cierto poder de ella y de su inocencia y con ganas de poder tener más de ella.

Su nombre es Mabel Brown, no era de Nueva Orleans sino de Seattle. Estudia física aquí con una media beca. Sus padres son Marta y Esteban. Estaban tiene una ferretería, aquel se trataba de un negocio familiar y al parecer la pequeña Mabel tomo un destino diferente que al de su familia.

¿Qué haces tan lejos pequeña conejita?

¿Tratas de saltar en busca de tu libertad?

-¿El vestido fue entregado? - hablé a través del teléfono.

-Sí, señor. La señorita lo recibió y... se veía feliz.

-Perfecto.

Terminé la llamada y volví a tomar asiento. Tenía una gran vista de Nueva Orleans en mi edificio.

Mi siguiente paso lo tenía bien calculado. Era momento suficiente para vernos cara a cara. Esa pequeña piensa que todos los presentes son del estúpido de su novio, un niñato mujeriego. Miro las fotos que le tomaron desde hace dos días. Christian Forward.

Lo conozco perfectamente... es mi sobrino.

Aunque no tenía una buena relación y prefería usar el apellido de mi madre para no ser entrelazados con ellos.

Sonreí de lado luego de conocer cuál sería mi siguiente paso. Hice un par llamadas ordenando el siguiente regalo para Mabe y... algo más. Es momento que esa pequeña conejita me vea sin mi rostro de diablo.

MABEL

Ya casi era fin de semana y los detalles... habían parado. A Christian aquellas sorpresas el gusto le duro solo dos días. Sin embargo, me sentía especial de saber que hizo eso por mí.

Después de dos días sin detalles, pensé que ya no llegarían más. Pero, el jueves por la mañana, al ser la primera en entrar al salón de clases, encontré una caja de terciopelo de color blanco.

-¿Otro regalo? -dijo Roxana.

Me acerqué a abrir la caja y encontré unos pendientes. Podía combinar a la perfección con el vestido rojo. Sonreí al saber que Christian aún continuaba con estos detalles.

-Hay una nota.

Tome la nota entre mis manos y la abrí, saque el pequeño papel y vi esta vez el mensaje era más largo. "Estoy más cerca de lo que crees, conejita. Salta y vístete, te veo esta noche, un auto pasará por ti a as 6 pm".

Fruncí el ceño ante el mensaje ¿Conejita? No recuerdo haberle comentado a Christian de lo que me disfrace en Halloween y llegue a la conclusión que él no era el de los detalles sino alguien más. No me sentí asustada, solo intrigada.

-¿Estás bien? -pregunto Roxana.

-Sí... solo me extraña esto -volví a cerrar la caja -solo es Christian -agregué.

Intente demostrar en mi tono seguridad, pero no la hubo. Comenzaba a dudar de la persona en la que envía estos presentes. Espere por el resto de la clase que Christian me dijera algo al respecto, pero no fue así lo que me hizo confirmar mis sospechas.

Continúa con mis dos siguientes clases después de esta, espere con ansias que llegara las 3 pm, ni bien el reloj marco esa hora. Salí corriendo de mi última clase y regresé a la casa. Debo admitir que estoy en ascuas por saber... quién es la verdadera persona de estos regalos extraños.

Mire las flores que había en mi habitación al llegar. Tome el vestido de armario y lo deje junto a los tacones en la cama, tome una ropa interior de mi cajón y deje todo listo antes de ducharme.

A pesar de todo seguí pensando en que era Christian, aún mantenía la esperanza de ello y que todo se trataba de una simple sorpresa.

Después de a ducha arregle mi cabello y mi maquille un poco. Me coloqué el vestido de rojo, el cual me quedaba como un guante de seda y finalmente los tacones. Use un poco del perfume que había comprado en mi cumpleaños número 18, fue costoso y trato de solo usarlo en ocasiones especiales.

Faltaba a penas unos minutos para las 6 y empezaba a creer que lo mejor no sería salir. Quedarme y si se trata de Christian... mañana tendríamos una simple pelea que se arreglaría en cuestión de días.

Dude de ese pensamiento razonable y termine saliendo de mi habitación. Al cerrar la puerta de la casa, un auto se estacionó frente a la acera. Voltee y vi la casa, trague grueso y me acerque.

El hombre del auto bajo y sonrió de manera amable.

-¿Es usted Mabel Brown?

-Sí, soy Mabel.

-Soy Gustavo, seré su chofer esta noche -abrió la puerta del auto -entre.

Sonreí esperando mostrar la misma amabilidad y entre al auto. Gustavo subió después y empezó a conducir. Envié mi ubicación real a Roxana por cualquier emergencia.

Mientras que Gustavo seguía el camino, veía el auto y los miles de formas de escapar por si se trataba de un secuestro. Podía saltar por la ventana o abrir la puerta con el auto en pleno movimiento, también podía romper a ventana y gritar por ayuda.

Pensando en la multitud de formas de escapar, no me di cuenta de que ya... habíamos llegado. Gustavo bajo y vino a abrir a puerta.

-Señorita.

Recibí su mano y salí de auto. Al restaurante que habíamos llegado se llamaba Alzara, era uno exclusivo. Gustavo me llevo hasta la entrada, hablo con un joven de la recepción y ahí me dejo.

-Sígalo, señorita.

-Gracias -susurre.

Él asintió y salió. Seguí al joven, quien me adentro en el restaurante.

-Esta es su mesa señorita.

Asentí y tomé asiento. El joven se retiró y yo me quede sola... pero con varias personas alrededor. Todos usaban ropa costosa y joyas, reían y tomaban un vino, despreocupados de la vida, ya que... lo tenían todo.

-Mabel.

Al oír mi nombre, dirigí a mirada hacia quien lo pronuncio. Se trataba de un hombre... alto, musculoso, usaba un traje azul y una camisa blanca, era rubio y tenía ojos verdes. Sonrió al verme y se sentó frente a mí.

No era Christian, eso podía afirmarlo.

Su perfumo... lo conocía, esta no era la primera vez que lo olía.

-Hola Mabel. Estoy encantando de volver a verte.

-¿Quién eres? -su rostro... por otro lado, nunca lo había visto.

-Soy Thomas Kingsley -se inclinó hacia mí y me tomo del mentón -tu hombre diablo.

Y la noche de Halloween llego a mí. El hombre diablo que usaba una máscara de terror... Bajo de ella se ocultaba un rostro perfecto de un hombre aparentemente perfecto que está interesado en mí.

¿Cómo es que podía llamar su atención? Algo de ello me gusto, tenerlo aquí con su total interés en mí y en conocerme más allá. Sonreí de lado y juguetee con mi cabello, decidiendo aceptarlo.

                         

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