Capítulo 2 ¡Mi hermano está furioso!

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A la mañana siguiente (viernes 2/12/16)

Desayuno con mi hermano Sebastián, ayer en la noche no me dijo nada sobre el tema, solo que hablaríamos hoy.

-¡¿Cómo es posible Karen, que ese hombre quiera hacerte esa maldad?! -expresa de pronto muy indignado y bastante molesto.

-Sabes que es porque está dolido y se está vengando de mí.

-¡Él no te ha podido pisotear y no lo harás esta vez, porque iré y le daré puñetazos hasta que no pueda!

-¡Por favor, hermano, no es necesaria la violencia, solo habla con él!

-¿Hablar? Por favor, no lo creo, Karen.

-Entonces, ¿qué vas a hacer Sebastián? A darle golpes otra vez.

-Si es necesario, sí.

-¡Por favor, no! ¡No quiero violencia...! ¡Y si no hay de otra, pues aceptaré el trabajo, hermano!

-Bien, eso lo veremos Karen. Ya vámonos.

Mi cuñada Katy lo detiene tomando su mano cuando se levanta del comedor.

-¡Mi amor, por favor, nada de violencia! ¡Cuídate, no quiero que te pase nada, bien!

-No te preocupes, no pasará nada que dos hombres no puedan resolver.

-¡Resolver, a golpes! ¡No me gusta para nada, que vuelva a ver ese hombre! -le dice con voz agitada.

Ella está bastante preocupada y afectada por la situación.

-Está bien, amor. -responde él con suavidad y ternura.

Katy posa su mirada en mí al otro lado de la mesa del comedor.

-Karen, talvez sea mejor que te alejes de ese hombre, y evitemos los problemas.

-Tienes razón cuñada, tal vez sea lo mejor.

Mi hermano y ella se despiden, se besan con ternura porque su amor es admirable. Ellos siempre se han amado muchísimo.

Minutos después, nos marchamos.

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Más tarde, llegamos y de inmediato mi hermano se dirige a toda prisa a su oficina.

Enseguida entra con actitud de enfrentar a este hombre, parece que tuvo amnesia y olvidó todo lo que hablamos sobre la "no violencia".

-¡Escúchame bien, Miguel! ¡Si crees que vas a hacerle la vida imposible a Karen, porque no te hace caso, estás equivocado!

-¡Escúchame tú a mí, Sebastián! ¡Es un trabajo muy importante y Karen es muy buena! ¡Tú lo sabes!

-¡No me importa, ella no irás tan lejos solamente por un trabajo!

-¡Es imposible Sebastián, ella tendrá que ir obligatoriamente!

Ellos han empezado a gritar y señalarse con los dedos en modo desafiante.

Presencio la "conversación" en silencio, de pronto miro a mi hermano acercarse a su escritorio mientras él se queda sentado. Mi corazón se acelera, porque ya sé en qué termina esto.

-¡Escúchame pedazo de idiota! ¡Ella no irá! -grita acercándose más a mi jefe.

-¡No me amenaces, Sebastián! ¡Aléjate de mí!

-No, tendrá que desistir de eso de lo contrario yo...

-"Que". ¿Qué vas a hacer, Sebastián...? -pregunta, entonces se levanta de la silla.

De pronto mi hermano lo sostiene por el cuello y lo desafía con la mirada.

-¡Si es lo que quiere! -grita y de repente le da un golpe en la cara.

Ellos empiezan una pelea igual que la vez anterior. Cada uno se da varios manotazos y puñetazos saliendo hasta el pasillo mientras lo sigo con gran inquietud.

Se han aglomerado varias personas espectadoras de la pelea, y un gran escándalo a causa de la multitud acumulada.

Decido que esto se debe acabar para siempre, entonces me posiciono delante de ellos.

-¡Paren esto, por favor! ¡Ya, por favor! ¡Escuchen aceptaré ir! ¡Jefe, dígame que debo hacer!

De pronto tornan su mirada en mí, dejan la pelea a un lado e inmediatamente Sebastián suelta a mi jefe.

Enseguida se me acerca.

-¡Pero, Karen, como que aceptará ir!

-Sí, Sebastián deja de pelear porque esto se acabó... Iré.

Mi hermano se queda aturdido y desconcertado

Enseguida mi jefe se sitúa delante de mí con una sonrisa maliciosa.

-Vamos, Karen, te daré la documentación necesaria, y el nombre que usarás como hombre.

Miro a Sebastián para calmarlo un poco mientras Miguel camina hacia dentro.

-Tranquilo, luego hablaremos.

Él se queda inerte tratando de procesar las palabras firmes ante dichas por mí mientras yo continuo a entrar.

Accedo a la oficina con el jefe.

Estamos dentro en su escritorio, enseguida él me entrega un sobre que contienen los documentos con el nombre de un hombre.

-Mira bien el nombre Karen, para que no cometa errores... Será parecido al tuyo, tiene la letra k al principio. -me instruye.

Miro los documentos y el nombre dice Karl Sánchez. -Pero el apellido no lo cambió, jefe.

-No es necesario, Karen... Los apellidos son comunes... Y ahora, buscará la asesoría de alguien que te transforme en hombre... El lunes tienes que estar lista para él y su agenda de trabajo porque a través de la agencia ya te han conseguido el trabajo.

-Ósea, el domingo tengo que trasladarme hacia allá. -expreso con desgano y miro el carnet de identidad.

-Así es, Karen, y acuérdate que tienes que hacerle ver que eres un hombre, para que te acepte como su escolta.

-Está bien... Conozco a alguien que me transformará, pero dudo que dure mucho este engaño.

-Eso depende de ti, Karen.

-¿Y, por qué tengo que fingir ser un hombre? -indago porque tengo dudas.

-Ya te dije que él no quiere mujer para ser su escolta. Prescindió de los servicios de seguridad personal, por eso no pueden quedar mal porque son una empresa de mucho prestigio.

He decidido aceptar este destino sin pensar en nada más.

-Adiós, a pesar de todo, usted es mi jefe.

-Adiós, Karen... Ya no habrá más mortificación para mí, al menos por un tiempo.

-Es lo mejor jefe Miguel.

Nos despedimos y me alejo rápido de este lugar, huyendo de esa mirada turbia de él, llena de deseo y lascivia.

Al salir fuera miro que Sebastián me espera.

-Creí que te había ido, hermano.

-No me marché Karen, hasta saber si en verdad aceptará ese trabajo.

-Claro que sí, ya lo dije, que acepté.

-Siendo así. Te deseo lo mejor, hermana. Nos vemos en la noche.

Nos abrazamos fuerte, luego él se marcha.

Enseguida me marcho de allí hacia un estilista especialista en transformación de rostro, también compraré cosas de hombres, ropas, perfumes y demás cosas.

            
            

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