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Joaquín
Llegamos al colegio y estacioné frente a la entrada principal, deteniendo el auto justo donde Camila pudiera bajar rápido.
Todavía podía notar la tensión en sus hombros, el temblor en sus manos, pero cuando la miré, intenté darle una sonrisa que la tranquilizara.
-Anda, baja. Yo estaciono y te sigo -le dije, tratando de transmitirle ca
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