img

Esculpidos por el Destino. Descubriendo el amor

Aruana Smmith
img img

Capítulo 1 CA

Gael

El día está soleado y caluroso, pero aquí dentro el aire acondicionado hace que el ambiente sea agradable. Mientras leo los informes para su aprobación y firma, mi mente está dividida entre las tareas pendientes y los pensamientos que me atormentan.

Le pido a mi secretaria que me traiga un café. Dinorá es amiga de la infancia de Laís, hija de su vecina de la niñez. Jugaban juntas y eran como hermanas. Es una persona en quien confío plenamente. Hoy vivimos lejos, así que casi no se ven. Generalmente, se ponen al día cuando Laís viene a la empresa.

–Gael, aquí está su café. ¿Desea algo más?

–Gracias, Dinorá, eso es todo por ahora.

Dinorá sale de la oficina, y yo me detengo un momento mientras saboreo el café que ella trajo. Comienzo por reflexionar sobre los problemas que me han estado rodeando últimamente.

Ser el futuro Don de la mafia mexicana me ha traído no solo más poder, sino también innumerables responsabilidades. Una de ellas es renunciar a vivir libremente el amor que siento por Laís, la mujer de mi vida. Desde su adolescencia, ella ocupa un lugar central en mi corazón, y juntos tenemos una hermosa hija llamada Luna. Ella es mi princesa y también mi sucesora en el trono de Don.

Mi vida ha sido un constante ajetreo. Este cargo me obliga a viajar frecuentemente para cumplir compromisos, pero siempre encuentro la manera de volver con las personas que amo. Sin embargo, algo me preocupa en los últimos días. Me siento inquieto, como si algo importante estuviera a punto de suceder. Esta incertidumbre ha afectado mi concentración y me ha dejado irritado.

He pedido a mis hombres de confianza que investiguen cualquier información relevante a través de sus contactos. Ahora sólo queda esperar respuestas.

Vuelvo a centrarme en mi trabajo, pues tengo muchas revisiones pendientes. Una hora después, logro adelantar gran parte de los informes cuando suena mi teléfono. Miro la pantalla.

Es Laís.

–Hola, mi amor. ¿Está pasando algo? ¿Necesitas algo?

–No, Gael, solo quería decirte que te amo y escuchar tu voz. Quiero invitarte a almorzar juntos. ¿Estás muy ocupado?

–Para ti, nunca estoy ocupado. ¡Te amo, mi vida!

–¡Qué bueno! Quiero llevarte a conocer un restaurante nuevo que está en un viñedo. Pasaré por ti cuando termine aquí, y disfrutaremos la tarde juntos.

–¡Me encantará, Laís! Te estaré esperando. Besos.

Decido adelantar todo lo posible para disfrutar la tarde con Laís. Aprovecharé que Luna estará en la escuela para pasar este tiempo con la mujer que amo.

Un rato después, salgo de la oficina y me dirijo a mi coche. Mientras camino, siento una extraña sensación de ser observado. Para no levantar sospechas, finjo dejar caer algo y me giro disimuladamente para ver quién podría estar vigilándome, pero no logro detectar nada. Me subo al coche y observo por el retrovisor, sin encontrar ninguna señal de peligro. A pesar de eso, la incomodidad persiste.

Al llegar a casa, encuentro a Laís esperándome lista. Lleva un vestido floral que realza su figura de manera exquisita, combinado con unas zapatillas negras y los pendientes junto a la cadenita que le regalé en nuestro primer aniversario. Está deslumbrante.

¡La amo tanto! Su presencia basta para iluminar mi día. Por lo que veo, Luna está heredando la belleza de su madre, y no tengo dudas de que tendré más de un quebradero de cabeza cuando llegue a la adolescencia.

Me acerco a Laís y la beso con pasión, sintiendo cómo su suspiro se mezcla con el mío. Pero no es el momento. Hoy quiero llevarla a un lugar especial.

–Vamos, Laís. ¡Nuestra reserva ya está hecha!

Ella toma mi mano y salimos hacia el coche. Antes de arrancar, observo la calle. Vivimos en un condominio cerrado con seguridad, pero la sensación de ser observado no me abandona cuando pasamos las puertas del recinto.

Conduzco por unos 40 minutos hasta llegar a un viñedo donde recientemente inauguraron un restaurante exclusivo. Es un lugar destinado a clientes selectos y amantes de un buen vino. Las parras llenas de uvas son un espectáculo visual impresionante. Laís queda encantada.

–¡Gael, este lugar es maravilloso! ¡Me encanta! ¡Qué hermoso!

–Gracias, mi amor, por traerme aquí.

–Te amo, Laís, y mereces mucho más que esto.

Nos dirigimos a la recepción, donde nos llevan a nuestra mesa. El menú es completamente italiano, acompañado por un excelente vino rosado. La mesa y las sillas, hechas de madera rústica, están ubicadas al aire libre bajo una pérgola cubierta de racimos de uvas. La atmósfera es íntima y acogedora, como si formáramos parte de este hermoso paisaje.

Pasamos la tarde disfrutando de nuestra mutua compañía. Intercambiamos besos, caricias, sonrisas y promesas de amor. Cuando el atardecer tiñe el cielo con tonos cálidos, nos encuentra abrazados, completamente inmersos en este momento especial.

Al llegar a casa, Luna nos recibe con entusiasmo. Está ansiosa por contarnos sobre su día en la escuela, y la escuchamos con atención.

Dos días después...

En mi oficina, Dinorá anuncia que Marcelo ha llegado para verme.

–Marcelo, ¿qué descubriste?

–Gael, hay una mujer que te está vigilando. Nadie sabe quién es.

Un frío recorre mis venas. Debo actuar rápidamente para proteger a Laís y a Luna.

–Marcelo, sigue investigando y mantenme informado.

–¡Lo haré, Gael! ¡Ten cuidado!

Nos damos la mano, y tras un breve abrazo, Marcelo se marcha apresuradamente. Mi mente ya está planificando los próximos pasos para asegurar la seguridad de mi familia.

Tomo asiento nuevamente en mi escritorio, pero ya no puedo concentrarme. La noticia de Marcelo resuena como un eco perturbador en mi cabeza. ¿Quién es esa mujer? ¿Por qué me está vigilando? ¿Está relacionada con alguno de nuestros enemigos del pasado?

Saco del cajón una carpeta con los últimos informes de seguridad de nuestras propiedades y personas cercanas. Reviso cada línea, cada nombre, cada dato, buscando algún indicio que se me haya pasado por alto. Nada. Todo parece estar bajo control, pero sé que en nuestro mundo, las apariencias pueden ser engañosas.

Decido llamar a Javier, mi primo y mano derecha en muchos negocios. Si alguien puede mover recursos rápidamente y con discreción, es él.

–Javier, necesito que me consigas las grabaciones de las cámaras de seguridad del condominio y de los alrededores de la empresa. También quiero que pongas vigilancia discreta en Laís y Luna. No podemos correr riesgos.

–Entendido, Gael. Me encargaré personalmente. No te preocupes, las vamos a proteger.

Al colgar, me levanto y camino hasta la ventana. Desde lo alto, observo la ciudad, pero lo único que siento es una creciente oscuridad acercándose. Algo se avecina. Y no pienso permitir que lastimen a quienes más amo.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022