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Caminaba por palacio mientras intentaba recordar lo que
tenía que hacer, hasta que mis neuronas conectaron de nuevo, "cierto, el
jardín" recordé, fui al armario donde guardaban los accesorios de limpieza,
tomé una escoba y salí al jardín, era otoño y todo estaba lleno de hojas "esto
me tomará una eternidad" Pensé, suspiré y empecé mi labor barriendo la terraza
y los caminos de piedra luego fui por bolsas y un rastrillo y empecé a sacar
las hojas ya casi había terminado cuando escuché:
-Sofía, pst, Sofía por acá.
Miré a todos lados entonces vi unos rostros familiares
detrás de unos arbustos sin hojas, me acerqué rápidamente.
-Mamá, papá ¿Qué hacen aquí?- Dije entre sorprendida y
asustada, si los pillaban ahí lo más probable es que terminaran muertos, una
vez que una chica se convertía en esclava estaba prohibido que volviera a
ponerse en contacto con su familia o con cualquier humano de fuera del palacio.
-vinimos a asegurarnos que estuvieras bien, no podíamos simplemente
dejarte ir, hijita- Dijo mi papá.
-Estoy bien, papá y eso es justamente lo que tienen que
hacer, dejarme ir
-¿En serio estás bien? ¿Estás comiendo apropiadamente?-
Agregó mi mamá.
-En serio, estoy bien, pero ustedes no lo estarán si los
encuentran, de todos modos ¿Cómo entraron? La seguridad aquí es implacable.
-Sobornamos a un guardia, a los vampiros también les gusta
el oro ¿sabes?- Dijo mi papá con una sonrisa.
-o sea sí es cierto lo de la compensación económica- Dije,
de lo contrario hubiera sido imposible que sobornaran al guardia con oro.
-Sí, somos ricos ahora- Dijo mi papá, me alegré por eso,
antes apenas teníamos para comer.
-pero devolvería todo ese dinero contar de tenerte de nuevo
en casa mi niña- Dijo mi madre.
-Lo sé, pero tienen que aceptarlo, no quiero que les pase
nada por mi culpa.
-No nos va a pasar nada y no sería tu culpa- Dijo mi papá.
-En serio tienen que irse, tienen que aceptar que soy una
esclava ahora, no debería estar hablando con ustedes.
-esclava o no, siempre serás nuestra niña- Dijo mi papá, lo
que enterneció mi corazón pero tenía que hacerles ver el peligro que corrían.
-Si nos encuentran hablando nos matarán a los tres, en serio
si no lo hacen por ustedes háganlo por mi- Les dije pero ellos no entendían
razones.
-Como nos vamos a ir ahora que al fin nos reencontramos-
Dijo mi madre.
-fue lindo verlos y todo pero en serio tienen que irse, por favor- Dije ellos pusieron expresión de
tristeza- no me mal interpreten, me
encantó verlos pero hay vampiros muy peligrosos aquí.
-¿Te han hecho daño?
-No, Lord Carlo es muy bueno conmigo, pero no todos son como
él...
-¿Con quien hablas?- Dijo Lord André a mis espaldas, justo
el vampiro que temía que nos viera.
-con nadie- Respondí dándome vuelta tapando con mi cuerpo el
agujero por el cual hablaba con mis padres.
-No me mientas, esclava, escuché voces además, aquí hay olor a sangre humana y
no es la tuya.
-Solo hablaba sola mi lord- insistí esperando que mis padres
ya estuvieran muy lejos de ahí.
-Te lo advierto esclava- Dijo acercándose a la velocidad de
la luz y poniendo una mano en mi cuello- sabes que esta prohibido hablar con
gente de afuera.
-Yo no...- Dije pero no alcancé a terminar porque él empezó a
apretar mi cuello, si a mi me trataba así que no era su esclava no podía ni
imaginar los tormentos que tenía que pasar Natalia con él. Empecé a sentir como
el aire a mi alrededor desaparecía.
-¿Qué crees que haces? Suelta a mi esclava en este minuto-
Dijo Lord Carlo llegando al rescate.
Lord André me soltó al instante, justo a tiempo porque ya no
aguantaba más, empecé a toser mientras terminaba de recuperar la respiración.
-Esta esclava estaba hablando con alguien a través de la
reja, estaba rompiendo las reglas.
-De todos modos ese no es motivo para que maltrates a mi
esclava, es mi derecho y solo mi derecho decidir si castigarla o no y de que
forma, te lo han dicho mil veces, no toques esclavas ajenas- Dijo Lord Carlo,
al parecer no era primera vez que Lord André lastimaba una esclava que no era
la suya, Natalia tenía razón, era despiadado.
-Como quieras, pero es cosa de que lo huelas aquí habían 3
humanos- Dijo Lord André, Lord Carlo olió el aire y me miró con seriedad.
-¿con quien hablaste?- me preguntó una vez que Lord André se
fue.
-yo no...
-No intentes negarlo, él tiene razón, Aquí habían 3 personas
y no huele a ninguna otra esclava así que eran humanos de afuera del castillo-
Dijo yo quedé sorprendida por todo lo que podía saber solo por su olfato, no
sabía que el olfato de un vampiro podía ser tan agudo- Tranquila, no te voy a
castigar, lo que hizo Lord André es más que suficiente pero quiero que me digas
la verdad.
-Está bien, sí hable con alguien pero todo lo que les dije
es que se fueran- Respondí.
-¿Eso era tan difícil de decir?- Dijo, yo negué con la
cabeza- ¿Quiénes eran esas personas?
-Mis padres, pero Ud tiene que entender, ellos solo querían
saber si estaba bien, yo les dije que estaba bien y que tenían que irse.
-Bien, mandaré una nota de advertencia a su casa, la próxima
vez no seré tan comprensivo- Dijo Lord Carlo
-Sí mi lord, gracias, gracias- Respondí haciendo reverencia con
las manos.
-Ahora muéstrame tu cuello, ese animal te lo destrozó- El me
sentó en sus piernas y pasó su lengua por todo el rededor y yo no pude evitar
soltar un suspiro- Tranquila, solo estoy arreglando lo que ese imbécil
destrozó.
-Sí mi Lord, disculpe- Dije apenada, pero era imposible no
sentirse excitada sentada en la piernas de un hombre tan impresionante y que
acababa de salvar mi vida "no es un hombre, es un vampiro" me recordé, de todos
modos ese vampiro estaba buenísimo.
-Bien, termina lo que estabas haciendo- Dijo, noté algo de
pesar en su voz, aunque quizás solo era mi imaginación.
Yo tomé mis herramientas y terminé de sacar la mayoría de
las hojas, porque seguían cayendo cada vez más.
-Está bien así, ya se está haciendo tarde, acompáñame adentro-
Dijo.
Yo asentí, cerré la bolsa, la tiré a la basura y lo seguí al
interior del palacio.
Al entrar al palacio, el ambiente cambió por completo. Los
pasillos oscuros y decorados con candelabros dorados y cortinas de terciopelo
parecían acentuar el poder y la opulencia de los vampiros que habitaban allí.
Caminé detrás de Lord Carlo en silencio, intentando no hacer ruido con mis
pasos. No quería provocar ningún motivo de queja en él, no después de lo que
acababa de pasar.
-Sofía, quiero que seas más cuidadosa. Sé que tus padres
solo querían asegurarse de que estuvieras bien, pero estas imprudencias no solo
te ponen en peligro a ti, sino también a ellos y, por extensión, a mí.
¿Entendido? –dijo mientras caminaba sin mirarme.
-Sí, mi Lord. No volverá a ocurrir –respondí con la voz
baja, aunque mi corazón latía con fuerza.
Nos detuvimos frente a una gran puerta de madera tallada con
detalles que parecían relatar historias antiguas. Lord Carlo la empujó y me
hizo una seña para que lo siguiera. Entramos en lo que parecía ser su estudio
personal: una habitación con estanterías llenas de libros, un escritorio enorme
de madera oscura y una chimenea encendida que iluminaba tenuemente el
lugar.
-Siéntate –ordenó señalando una silla frente al
escritorio.
Obedecí al instante, intentando no cruzar su mirada. Aunque
él siempre había sido amable conmigo comparado con otros vampiros, su presencia
seguía imponiéndome respeto, y ahora más que nunca después de lo que había
pasado.
-Dime algo, Sofía –dijo mientras se sentaba tras el
escritorio y apoyaba los codos sobre la superficie de madera–. ¿Por qué
decidiste quedarte aquí cuando tuviste la oportunidad de huir con ellos?
La pregunta me tomó por sorpresa la verdad, ni siquiera había pensado en escapar. Mi
mente se quedó en blanco por unos segundos antes de que lograra articular una
respuesta.
-Porque... porque sé que huir no resolvería nada, mi Lord.
Sé que si me escapara, ellos pagarían el precio, y yo... yo no podría vivir
sabiendo que les hice daño –respondí sinceramente, mirando el suelo.
Él asintió lentamente, como si analizara cada palabra.
-Buena respuesta –dijo al fin–. Aunque me pregunto si es la
única razón.
Lo miré confundida.
-¿Qué quiere decir, mi Lord?
-Tu lealtad no parece provenir solo del miedo a las
consecuencias. Hay algo más, ¿no es así? –Su tono era tranquilo, pero su mirada
era penetrante, como si intentara leer mi mente.
Negué con la cabeza, aunque sabía que no podía
engañarlo.
-No hay nada más, mi Lord –mentí, esperando que no
insistiera.
Él entrecerró los ojos, pero no dijo nada más sobre el tema.
En cambio, se puso de pie y caminó hacia la chimenea, donde se quedó mirando
las llamas danzar.
-Quiero alimentarme de ti y luego que te tomes el resto de
la noche para descansar –dijo finalmente–. Has pasado por mucho hoy, y no puedo
permitir que mi esclava ande agotada por el palacio.
-Sí, mi Lord. Gracias –respondí, pasándole mi brazo como
siempre, el mordió y luego cicatrizó la herida con su lengua, me levanté de la
silla y haciendo una ligera reverencia antes de dirigirme a la puerta, salí.
Cuando estaba a punto de salir, su voz me detuvo.
-Sofía.
Me giré para mirarlo.
-Si necesitas algo... lo que sea, ven a mí. No intentes
enfrentarte sola a las cosas, ¿entendido?
Asentí, incapaz de pronunciar palabra. Había algo en su tono
que me desconcertaba. No era solo la autoridad que siempre llevaba en su voz,
sino algo más... algo que no lograba descifrar.
Salí del estudio con el corazón latiendo descontrolado.
Caminé hacia mi habitación, intentando ordenar mis pensamientos. No podía
evitar recordar el momento en que él me había salvado de Lord André. La forma
en que me había defendido, cómo había cuidado de mí... ¿Podría ser posible que
sintiera algo más por mí?
Sacudí la cabeza, tratando de despejar esos pensamientos. No
podía permitirme soñar con algo así. No con alguien como él, un vampiro, un ser
sanguinario, que estaba muy por encima de mí.
Al llegar a mi habitación, me dejé caer sobre la cama,
sintiendo cómo el cansancio del día finalmente me alcanzaba. Cerré los ojos,
pero mi mente seguía atrapada en la imagen de Lord Carlo y en las palabras que
había dicho.
"Si necesitas algo, ven a mí..."
Sus palabras resonaban en mi mente mientras poco a poco me
quedaba dormida, preguntándome qué significaban realmente y si alguna vez
tendría el valor de descubrirlo.