Capítulo 2 Un nuevo comienzo

LOS MISTERIOS DE LOLA.

Capítulo 2.

Un nuevo comienzo.

Bajamos al comedor y serví la cena: pollo glaseado al limón. Todos quedaron encantados, sobre todo Juanse.

-Te quedó delicioso -Comentó papá.

-Tendrás feliz a tu futuro esposo -habló mamá.

-¡Mamá, por favor! -exclamé.

-Es verdad, no solo es hermosa, también tiene una buena sazón. Yo estaré más que feliz de comer estas delicias todos los días.

Comentó Juanse.

- ¡Gracias cariño!

-Juanse, estás como demorado ¿para cuándo el anillo? -inquirió papá.

-¡Papá, tú también! -me quejé.

Tomó mi mano, me miró con tanta dulzura.

-Si por mi fuese ya estaría casado con esta princesa. Ya casi me gradúo, estoy recogiendo unos ahorros para tenerla como debe ser, toda una reina. Ya he mirado opciones de casas, quiero poder brindarles una estabilidad a Lola y a mi pequeño. Les aseguro suegros que pronto estaré aquí pidiendo su mano.

-¡Ay sí, que felicidad! -habló mamá-, muero por verla vestida de novia.

-Súper, pero primero seré yo. Así que vamos planeando cómo será todo -intervino Leila.

Mi salvadora, como siempre, cambiaron de tema. Menos mal, porque me sentí incómoda. Hablaron de todo un poco, luego se retiraron a sus habitaciones. Mientras yo recogía todo, Juanse me ayudaba.

-¿Te pusiste incómoda con el tema verdad? -Preguntó.

- Es que no quiero que te sientas presionado por mis padres. Ya es suficiente todo lo que has hecho por mí.

-Claro que no amor. Es verdad lo que les dije. Quiero poder darles todo lo que se merecen, formar una familia a tu lado, claro si tú me lo permites.

-Me encantaría pasar mi vida al lado de un hombre tan maravilloso como tú.

Antes de irse subió a despedirse del bebé que al sentirlo se despertó. Se quedó cargando y consintiéndolo un rato hasta que se durmió de nuevo. Yo solo lo observaba, me encantaba verlos. Le pedía tanto a Dios que mi corazón lograra amarlo. No se imaginan el amor que salía por sus ojos cada que tenía en brazos a Manuelito. De verdad que era muy afortunada al tenerlo a mi lado. Luego de un rato por fin se durmió.

-Te lo dije, así serán todas las noches.

Puso su mano en mi cintura pegándome a él, deslizó su nariz sobre la mía. Suspiró y susurró.

-Yo feliz de tenerlos siempre conmigo, así nos acostemos a las once de la noche.

Sonreí, por un momento sentí escalofríos. Me besó, esos besos dulces, mientras me miraba y jugaba con mi cabello. Por un momento me hizo sonrojar. Nunca me había pasado eso, bajé la mirada, él tomó mi rostro entre sus manos.

»No, no voltees, que linda te ves, tus ojos, tu boca, toda tú, hasta ese rojo natural de tus mejillas.

-Tú-tú eres lo máximo.

Me besó apasionadamente, se despidió, lo tomé de la mano.

»Es muy tarde, quédate aquí con nosotros.

No sé porqué, pero a veces sentía miedo. Tal vez les parezca tonto, sé que vivía aquí cerca, pero es un miedo que no podía evitar. Ya vieron lo que pasó la última vez. Él también lo notaba seguro por la expresión de mi rostro. Era algo que no superaba, el miedo a perder a alguien, no quería perderlo a él. Me abrazó fuerte, dándome esa tranquilidad que solo él me daba.

- Claro que sí, me quedaré con ustedes.

Me acosté en su regazo sintiéndome tranquila y protegida en sus brazos. Dormimos juntos, pero no pasó nada. Él se estremecía al tenerme tan cerca. Sentía como su respiración aumentaba, pero aún no me sentía preparada para estar en sus brazos. El día que estuviese con él, quería que fuera especial e inolvidable para él. Solo quería darle lo que él se merecía, un amor puro y real. Por eso haría todo para amarlo.

Me levanté temprano, hice el desayuno. Él me ayudó con el bebé mientras me organicé. Luego pasamos a su casa para que se cambiara y de ahí a la universidad.

...

Luego de salir de la universidad, estaba decidida a hacer algo para que las cosas cambiaran. Tenía que dejar el pasado atrás para poder empezar de nuevo.

Para eso necesitaba la ayuda de Leila. Primero le dije a Juanse que me prestara su coche que acompañaría a mi hermana a hacer algunas diligencias, me dijo que no había problema. Luego recogí a Leila con el bebé.

-¿Lola, estás segura de hacer esto? -preguntó preocupada-, no quiero que te afecte y recaigas de nuevo.

-Te confieso que no es fácil, pero debo hacerlo, sobre todo por Juanse.

....

Minutos después llegamos a mi destino, el cementerio. Dirán que estaba loca, pero necesitaba venir aquí. Entramos, estaba parada frente a su tumba cargando a nuestro hijo. Leila tomó mi mano y la apretó fuerte.

Se me removieron recuerdos dolorosos, pero tenía que ser fuerte. Mi pequeño me daba fuerzas. Desde su primer aniversario de muerte no venía. Estaba parada con mi hijo en brazos. Dirán que es de locos y tal vez lo era. Leila me observaba desde lejos. Empecé a hablarle a su tumba como si de verdad me escuchara. Algunas lágrimas rodaban por mi mejilla.

Amor de mi vida, mira quién está aquí, nuestro hijo. Es hermoso como tú, me has dejado un tesoro muy valioso que me ayuda a sobrellevar tu pérdida. Sabes que siempre serás mi primer amor, ese amor bonito y mágico que marcó mi vida. Ese amor que me dejó los mejores recuerdos. El único que con solo el roce de un dedo hacía estremecer cada centímetro de mi piel. Pero aunque me duele aceptar que ya no estás conmigo, creo que es hora de que continúe con mi vida.

Hice una pequeña pausa y respiré.

Por eso estoy aquí, sabes que todo este tiempo he tenido un hombre maravilloso apoyándome siempre. Jamás me abandona, por eso anhelo amarlo como él me ama a mí. Poder formar una familia al lado de Manuelito. También sé que tus papás tienen derecho a saber de nuestro hijo, pero me da miedo destapar el pasado. No te prometo nada, lo pensaré, tal vez tome valor para contarles la verdad. Quiero que sepas que siempre estarás en mi corazón como el recuerdo más bello de mi vida, marcado en mi alma como un tatuaje. Decidí dejar todo atrás y continuar mi vida al lado de Juanse.

Una lágrima rueda por mi mejilla.

Gracias mi amor por dejarme un pedacito de ti. Este angelito que me da fuerzas para continuar. Tu partida destrozó mi mundo y mi corazón, pero tengo un lazo que nos unirá siempre, nuestro hijo. Eso fue lo que me mantuvo viva. Te aseguro que un día le hablaré de ti, de nuestra hermosa historia de amor. Te dejo ir para siempre. Gracias por tanto.

Lágrimas salían de mis ojos. Me quité el anillo que me había regalado y lo puse sobre su tumba.

Adiós para siempre amor mío...

Me puse de rodillas, lloré. Sentí un enorme vacío, como un agujero en el pecho. Tal vez lo necesitaba. Leila me abrazó, me recibió el niño. Salimos de aquel lugar, guardé silencio hasta llegar al coche.

-¿Hermana estás bien? -preguntó preocupada.

-Sí. Siento que era algo que necesitaba para poder continuar.

- Sé que es muy difícil, pero me da tanto gusto hermanita que te des una segunda oportunidad en el amor.

-Yo también deseo poder rehacer mi vida, pero tengo miedo.

-¿Por qué? -indagó.

-¿Y si no logro amarlo como él lo merece? No quisiera condenarlo a una vida infeliz al lado de una mujer que no lo ama. Él no se lo merece.

- Te aseguro que lograrás amarlo. Podrán ser felices porque hoy diste un gran paso. Decidiste dejar tu pasado atrás. Ánimo hermana, conquístalo para que él se sienta amado. Poco a poco tú lo aprenderás a amar.

Leila tenía tanta razón. Debía poner de mi parte para lograrlo. Yo sabía que lo quería, solo faltaba un pequeño paso para llegar a amarlo. Hablamos largo rato, luego dejé a Leila en casa. Decidí darle la sorpresa a Juanse y pasé a la universidad a recogerlo. Vaya que sí se sorprendió mucho.

-Aww, pero que linda sorpresa, los amores de mi vida.

Lo saludé y le di un beso.

-Queríamos darle una sorpresa a papi, ¿verdad? -Tomó en brazos el bebé con esa dulzura y le dió un besito.

-Que hermosa sorpresa, mi futura esposa y mi bebé.

- Espero no incomodar.

-Para nada ¿Cómo les fue? -me preguntó con una sonrisa.

-Bien cariño.

Me miró fijamente, sobre todo mi mano. Seguro notó que no tenía aquel anillo. Solo me quedó la marca, pero no me dijo nada, solo sonrió. Caminamos por los alrededores de la universidad unos minutos y luego nos llevó a comer. Tomó mi mano, la acarició, suspiró, como si se hubiera quitado un gran peso de encima.

-Veo que te falta algo -soltó de repente.

-Así es, creo que es hora de continuar y dejar todo lo doloroso atrás - acaricié su rostro y sonreí-, ahora solo quiero seguir adelante, en mi futuro espero que estés tú.

Le di un pequeño beso, él sonrió.

- Amor de mi vida, no sabes lo feliz que me hace escuchar eso.

- Haré todo lo posible para que seamos felices los tres juntos.

Hablamos mucho, Juanse estaba feliz, según él yo había dado un gran paso. Nos llevó a casa, se quedó con nosotros unos minutos y luego se despidió.

En ese momento lo único que yo quería era poder amarlo, haría todo lo posible para lograrlo. Hacerle sentir lo importante que era para mí.

Continuará ....

            
            

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