Me cargó y me besó, mordí suavemente su labio inferior. Él jugaba con mi cabello, como me encantaban esos besos, para mí se estaban convirtiendo en adición, cada vez me gustaban más. Nos quedamos acurrucados toda la mañana, era sábado no había prisa. Jugamos con el bebé, amaba pasar tiempo con él, eso solo quería decir una cosa, que él era muy importante para mí. Mis sentimientos cambiaron ahora lo veía con otros ojos aunque me daba miedo reconocerlo.
Mientras Juanse organizaba el bebé, yo entré a ducharme. Quedamos en que pasaríamos el día los 3 juntos. Me organicé, salimos para su casa, él debía bañarse y cambiarse. Luego salimos y
pasamos un día increíble como todos los momentos a su lado.
...
Días después...
El fin de semana se casaba mi hermana. Esta última semana habíamos estado muy ocupados con los detalles de su boda. Yo la acompañé a las últimas pruebas del vestido, de verdad parecía una reina.
Que creen yo sería la encargada de maquillarla y peinarla. Un verdadero honor para mí, no era una experta aún, pero me defendía. Ella lo decidió y yo encantada. Ya todo estaba listo, sería una pequeña recepción, luego se irían a París de luna de miel. Olvidé decirles, Juanse y yo seríamos los padrinos.
Estaba feliz por la boda de mi hermana, ella merecía ser felíz,
se casaba con un gran hombre. Pero por otro lado estaba muy triste porque se iba mi amiga y confidente, mi apoyo incondicional. Con mi otra hermana no tenía esa confianza. Lo bueno es que vivirían aquí mismo en la ciudad, podría verla seguido.
El viernes le pedí a mamá que cuidara a Manuelito, porque Ilse y unas amigas de Leila celebraríamos la despedida de soltera. Sería una noche de chicas, pero Juanse me dijo que él se quedaría con el bebé, pasaría a recogerlo. Nos alistamos, me puse unos jeans, una blusa negra, maquillaje claro, estábamos de salida cuando Juanse pasó por el bebé. Me saludó con un beso dulce y delicioso.
-¡Qué guapa está mi princesa! -miró a las chicas-, las demás igual.
-Gracias cariño, tú igual.
-Cuñado muchas gracias -habló Leila.
-Lo dices por descarte -Ilse soltó una carcajada-, es broma.
-Que pasen una gran noche, no trasnochen mucho a la novia, de pronto mañana no llega -comentó Juanse.
-Así sea trasnochada llego porque llego - respondió mi hermana, todos soltamos una carcajada.
-Cuídate mucho princesa - sonrió y me guiñó un ojo-, Juiciosa.
- Tranquilo Juanse, yo te la cuido -intervino Ilse.
- Por eso lo digo - soltó una risita.
-¿Insinúas que soy mala influencia? - hizo un gesto de puchero.
-¡Quién dice que no! - agregó mi hermana.
Soltamos una carcajada, se despidieron de Juanse y se adelantaron. Me abrazó y me dio un beso.
-Te amo, mi bonita pásala bien, cuídate mucho.
-Gracias amor, así lo haré.
-!Eh! - gritó Ilse-. Tórtolos, espero que pronto hagamos la despedida de Lola.
-Ya pronto - respondió Juanse con una sonrisa.
Le di otro beso y me despedí. Salimos y de camino pasamos por las amigas de Leila. Ilse nos llevó a un pequeño bar, era un lugar muy tranquilo. Tomamos unas margaritas, el mesero que nos atendió estaba muy guapo y muy coqueto con todas. De vez en cuando me miraba coqueteando conmigo.
En otro tiempo quizás le hubiese correspondido a sus coqueteos, pero en ese momento habían cambiado muchas cosas. Principalmente porque tenía un novio maravilloso, al que no traicionaría nunca. Pasamos un rato súper agradable, la única que si le coqueteó al mesero fue Ilse, ella era un caos total.
Luego de salir de aquel bar, a Ilse se le ocurrió ir a comer algo a un lugar más tranquilo para tener una conversación solo de chicas. Mientras todas reían y charlaban, tomé mi celular.
Chat
WhatsApp.
😊¿Cómo van mis amores? ❤
¡Hermosa! ❤muy bien, este jovencito es muy juicioso, 😊 ¿cómo va la noche de chicas? 😎
😁bien, mirando muchos hombres guapos.
😏😮🤔😑😕
😜😝😛😂😂cariño como tú ninguno... Tú y mi hijo son los hombres más guapos del mundo.
😍😍😍 ¿de verdad?
Claro que sí, ustedes son los hombres más importantes de mi vida ❤❤ estamos en un restaurante. 😊
Te amo vida mía ❤ diviértete.
😘❤
-Lola guarda ese celular ¿recuerdas es noche de chicas? -habló Ilse.
-Vale, ya, solo estaba preguntando por mi bebé.
-¿Y por el grande también? -agregó mi hermana.
-¡Owww! Perdimos a Lola, toda una señora de casa, sale unas horas y extraña a su novio ¿Qué pasó con la Lolita rumbera?
-¡No pues tan chistosa! -rodé los ojos-, les recuerdo que tengo un hijo, las cosas tenían que cambiar.
- Está enamorada, la perdimos -comentó Ilse.
-Súper, si lo extraña es porque lo ama -añadió Leila.
-¡Bueno ya! -hablé.
Pasamos una noche increíble. Regresamos a casa, eran las 11:00 pm. Le escribí a Juanse y le dije que ya estaba en casa. Me dijo que él se quedaría con el bebé, para que yo pudiera dedicarme a ayudar a mi hermana, maquillarla y todo lo demás. Él se encargaría del bebé y luego pasaría por mí.
Me acosté, no podía dormir. Era la primera noche que mi Manuelito no pasaba la noche conmigo. Lo extrañaba, sentía una rara sensación, como nostalgia. Salí del cuarto y caminé por el pasillo.
Toqué la puerta de mi hermana.
- Adelante.
-¿Estabas dormida?
-No aún no.
-¿Puedo dormir contigo? -Hice un puchero.
- Mi niña, claro que sí ¿extrañas al bebé, verdad? -me hizo espacio en su cama.
- Sí, mucho y a ti también.
-Ven acostemonos
como cuando éramos niñas y tenías miedo ¿recuerdas?
-Cómo olvidarlo.
Hablamos mucho, recordamos nuestra infancia, todos los momentos compartidos, lloramos, reímos. La abracé fuerte con una mezcla de emociones diferentes, alegría y nostalgia.
»Bueno no más lágrimas, a dormir, porque mañana debes estar regia para el gran día.
-Te adoro mi Lola, claro que sí. Mañana será un gran día y tú estarás apoyándome. Te amo hermana.
- Me harás llorar otra vez, te amo con el alma -parpadeé varias veces para no llorar.
-Espero pronto verte casada mi niña, ok, que seas feliz para siempre.
Nos acostamos como dos niñas, yo también anhelaba esa felicidad, pero no sería tan fácil como yo pensaba. Esa felicidad que yo soñaba estaba muy lejos de alcanzar y yo ni imaginaba lo que él destino me tenía preparado.
...
Llegó el gran día, maquillé y peiné a Leila. Un maquillaje sencillo y un peinado medio recogido. Su vestido era brillante estilo princesa, estaba realmente hermosa y radiante.
Me ondulé el cabello y me maquillé. Me puse mi vestido, bajamos a la sala. Mis papás empezaron a llorar de emoción. Luego llegó Juanse con mi bebé, hermosos los dos con sus trajes divinos. Los abracé, recibí a Manuelito fue solo una noche, pero para mí fue una eternidad.
Nos adelantamos, Leila iría en el coche con papá. Minutos después llegamos a la iglesia. Mi cuñado ya la estaba esperando, se notaba muy ansioso. Mis tíos ya habían llegado, lo primero que hizo mi tía fue recibir a Manuelito, encantados con él.
Llegó la hora de la ceremonia. Leila entró del brazo de mi papá. Estaba radiante y mi papá súper orgulloso. La ceremonia estuvo hermosa, luego de un par de horas regresamos a casa e hicimos el brindis.
-Brindo por mi princesa mayor que hoy empezará su nueva vida, éxitos, les deseo mucha felicidad. Muchacho te llevas uno de mis tesoros. Cuídala como a tu vida. Felicidades mi Leila.
Todos aplaudimos. Papá la abrazó, sus ojos se nublaron, luego habló mamá y por supuesto yo. Empezamos a disfrutar de la celebración, risas, carcajadas y momentos que se quedarán en nuestra memoria. Llegó la hora de lanzar el ramo, organizaron a todas las solteras, incluyéndome a mí.
Leila lo lanzó y sin buscarlo yo lo recibí. Todos aplaudían y gritaban que nosotros éramos los siguientes. Juanse me besó delante de todos, ellos gritaban y decían que esperaban nuestra boda.
Luego de unas horas llegó el momento de los novios marcharse a su luna de miel. No pudimos evitar llorar, fue un momento emotivo verlos marcharse juntos a su nueva vida. Mis papás siguieron festejando, se bebieron hasta el agua de los floreros como se dice. Tenían nostalgia, una de sus niñas como nos dicen ellos ya alzó vuelo lejos de casa. Era muy difícil para ellos.
Mis tíos solo estuvieron en el brindis luego se marcharon. Estaba tan cansada, Juanse me acompañó a la habitación. Tenía una tristeza, sentía el vacío. Dirán que era tonto, pero en mis 18 años de vida era la primera ves que nos separamos, pero esa era la ley de la vida.
El bebé dormía profundamente, me senté en el borde de la cama con un nudo en la garganta. Juanse como el caballero que es, se puso de rodillas, tomó mis pies suavemente y quitó mis tacones. Con sus dedos rozó mis tobillos hasta la rodilla, mi piel se enchinó. Se sentó a mi lado y me abrazó, recargué mi cabeza sobre su pecho mientras él acariciaba mi cabello. Me encantaba cuando hacía eso, me inspiraba tranquilidad estar así cerca de él, sus abrazos eran calma para mí.
-¿Mi princesa, la extrañarás mucho verdad? -me preguntó
- La verdad sí.
No pude contener más mis lágrimas y empecé a llorar. Él me abrazó fuerte, con sus dedos secaba mis lágrimas, me arrullaba en sus brazos como si fuera una niñita, sentía tanta tranquilidad.
»Dirás que soy una tonta -susurré.
-Shhh, no digas eso, es normal lo que sientes, nunca se han separado.
-¡Qué haría yo sin ti, amor mío! -suspiré.
-Sabes que siempre estaré para ti.
-Eres mi ángel, desde que llegaste a mi vida me has traído tranquilidad.
-Tampoco así, tú sabes que siempre contarás con mi apoyo, porque te amo y lo único que quiero es verte feliz.
-Tú eres mi felicidad.
Sonrió, con tanta dulzura.
- Espero pronto poder sacarte por la puerta grande y unir nuestras vidas para siempre.
-También espero lo mismo.
Se quedó mirándome algo sorprendido.
-¿De verdad también lo deseas? -interrogó.
Tomé sus manos, lo que dije me salió del corazón.
-Con todas mis fuerzas.
Una lágrima rodó por su mejilla, suspiró y me besó una y otra vez. Hablamos unos minutos y ya me sentía más tranquila. Se despidió de mí, pero era muy tarde, le pedí que se quedara conmigo, no quería estar sola.
Él más que encantado accedió, me puse mi piyama y me acurruqué en sus brazos. Empezó a acariciar mi cabello, poco a poco me fui quedando dormida arrullada por los latidos de su corazón. Y sí, no pasó nada entre nosotros, porque con Juanse aprendí que amar no es solo sexo, él nunca había buscado eso en mí. Eso era lo que más me gustaba de él. Era increíble como una persona te puede brindar tanta tranquilidad, tantas emociones con solo un abrazo, con solo escuchar su respiración. Él era único, por eso estaba segura del siguiente paso. Prepararé una noche especial, todo ese tiempo había sido tan paciente, nunca me había reprochado nada.
Estaba segura que quería volver a estar en sus brazos y darle lo que él merecía. Él sería el único en mi vida. También soñaba con el día de nuestra boda. Pero como dicen por ahí soñar no cuesta nada. Esos sueños estaban muy lejos de poder alcanzarlos. Yo tenía unos planes, pero el destino tenía otros diferentes para mí.
Continuará...