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El deseo crecía entre ellos, pero también lo hacía el miedo a las consecuencias. Valentina sabía que entregarse a esa conexión podría significar cruzar una línea peligrosa. Sin embargo, el impulso era abrumador; había algo poderoso en la forma en que Alejandro la miraba, como si pudiera ver más allá de su fachada.
Mientras el murmullo de la fiesta continuaba a su alrededor, Valentina sentía que el mundo se desvanecía. La música vibrante se convertía en un eco lejano, y cada latido de su corazón resonaba con la intensidad de sus sentimientos. Alejandro se acercó más, su aliento cálido acariciando su piel. "Valentina", susurró con voz grave, "no puedo dejar de pensar en ti".
Ella lo miró a los ojos, profundos y llenos de una mezcla de anhelo y vulnerabilidad. "No puedo permitir que esto nos arruine", dijo, pero su voz temblaba, revelando la lucha interna que enfrentaba.
"¿Y si te digo que no me importa lo que digan los demás?", respondió Alejandro con determinación. "Quiero explorar esto entre nosotros, sin miedo a las consecuencias".
Valentina sintió un escalofrío recorrer su espalda. La decisión se cernía sobre ella como una sombra; era tentadora y aterradora al mismo tiempo. "No sé si estoy lista para eso", admitió, aunque en el fondo deseaba dejarse llevar.
En ese instante, Lucas apareció nuevamente, interrumpiendo la atmósfera cargada entre ellos. "¿Aún discutiendo sobre sueños imposibles?", preguntó burlonamente, su sonrisa arrogante desdibujando el momento.
"Déjanos en paz", replicó Valentina con firmeza, sintiendo cómo la tensión aumentaba entre ellos. Lucas no se detendría; siempre había sido un provocador.
"¿Por qué? ¿Tienes miedo de que te arrastre a la realidad?", dijo Lucas, acercándose peligrosamente. Valentina se dio cuenta de que el desafío estaba lanzado.
Alejandro dio un paso adelante, protegiendo a Valentina con su presencia. "No tienes nada que ver aquí", dijo Alejandro con voz firme. La mirada desafiante entre ellos era electrizante; Valentina podía sentir cómo el aire se cargaba de energía y peligro.
"¿Y si te digo que tengo información que podría destruirlo todo?", insistió Lucas, disfrutando del juego. "Las palabras se esparcen rápido en este lugar".
Valentina sintió un nudo en el estómago; sabía que Lucas no estaba jugando limpio. "No me amenaces", respondió con coraje, aunque su voz temblaba ligeramente.
Alejandro tomó la mano de Valentina con fuerza, transmitiéndole confianza y determinación. "No dejaremos que nadie decida nuestro destino", afirmó él. Esa declaración resonó en el aire como un juramento silencioso entre ellos.
En ese momento decisivo, Valentina miró a Alejandro y vio en sus ojos una chispa de valentía; era un reflejo del deseo compartido por liberarse del pasado y abrazar lo desconocido. Se dio cuenta de que estaba dispuesta a correr riesgos por él.
"Tal vez deberíamos irnos", sugirió ella suavemente, sintiendo cómo la adrenalina corría por sus venas.
Alejandro asintió lentamente, comprendiendo la necesidad de escapar del ambiente hostil creado por Lucas. Juntos se alejaron del bullicio de la fiesta hacia un rincón más tranquilo del jardín iluminado por luces parpadeantes.
Una vez allí, lejos de las miradas curiosas y los murmullos maliciosos, Alejandro giró hacia ella con una intensidad palpable. "Valentina", dijo mientras acercaba su rostro al suyo, "no puedo evitarlo... necesito saber si sientes lo mismo".
El corazón de Valentina latía desbocado mientras sus labios casi se rozaban. Era un momento suspendido en el tiempo; todo lo demás desapareció y solo existían ellos dos en ese instante cargado de promesas no dichas.
"Sí", murmuró finalmente ella, sintiendo cómo las barreras caían ante la fuerza de sus emociones. "Siento lo mismo".
Sin otra palabra necesaria, Alejandro cerró la distancia entre ellos y sus labios se encontraron en un beso ardiente y lleno de pasión contenida. Era como si todo el miedo y la incertidumbre desaparecieran; solo quedaba el deseo puro y auténtico fluyendo entre ellos.
Pero justo cuando parecían perderse el uno en el otro, un ruido repentino los interrumpió: risas burlonas resonaron desde detrás de unos arbustos cercanos. La realidad volvió a golpearles con fuerza; no podían ignorar las consecuencias que acechaban fuera de esa burbuja mágica.
Separándose rápidamente pero aún tomados de la mano, Valentina sintió cómo la adrenalina subía nuevamente mientras miraban hacia donde provenían los ruidos. Sabían que debían ser cautelosos; el camino por delante estaba lleno de obstáculos inesperados.
"Esto apenas comienza", dijo Alejandro con una mezcla de emoción y temor en su voz.
Valentina asintió lentamente; estaban juntos en esto y dispuestos a enfrentar cualquier desafío que viniera a su encuentro. La decisión estaba tomada: dejarse llevar por sus sentimientos significaba aceptar toda la aventura que les esperaba.